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Capítulo 2

Deja me llorar

La castaña sollozaba en su bañera ya había llegado a su casa y lo único que se le ocurrió fue a meterse a bañar pero su mente nublada le limito a abrir el grifo frío incluso olvidó quitarse la ropa, el agua fría y sus lágrimas resbalaban rápidamente por sus mejillas impidiéndole respirar correctamente.

-Yo...debí estar más tiempo con el...no debí perder tanto tiempo en la tarea y en ese viaje...me lo hubiera llevado...lo deje un mes solo...perdí tanto tiempo -decía lentamente y de forma cortada.

Unos golpes en la puerta la asustaron un poco pero no hicieron más cambio.

-¡Sal de ahí ya! -una voz femenina anciana se escuchó.

Al no haber respuesta más que sollozos la anciana volvió a golpear la puerta fuertemente.

-¡Es solo un mugroso perro! ¡Mañana te compro otro si quieres hasta tres pero deja de llorar! -le gritaba la anciana a la castaña pero al no recibir respuesta nuevamente golpeó con ambas manos y más fuerza la puerta de madera- ¡Habrías de llorar así cuando yo me muera!

La castaña quería gritarle que parara pero las lágrimas habían sustituido todas las palabras en su garganta y solo se escuchó más su llanto seguido de un gran quejido.

-¡Deja de desperdiciar el agua que tú no la pagas! -trato de abrir la puerta pero está tenía seguro.

La castaña cerró la llave como diciéndole "ahí está" seguía llorando y no pensaba salir hasta que su madre regresará e hiciera que parara su abuela. Pero alguien más llegó a frenar a la anciana, era el hermano mayor de la castaña.

-Abuela ya, deje la en paz -el castaño de pelo corto de ojos azules y piel morena salió de su habitación que estaba en el piso de abajo.

-¡Pues está niña que está llorando por ese mugroso perro! -la anciana se defendió bajando las escaleras para que su nieto no subiera.

-Pues deje la en paz, así como usted le llora a mi abuelito todas las noches desde que se murió deje a Ari llorar por su perrito, se le murió hoy, ya deje la que llore -el castaño dijo serio.

La anciana lo miro con los ojos abiertos como si la hubieran ofendido y se fue a su habitación sin decir nada.

La castaña estaba en su cuarto, con su pijama color azul cielo con estrellas rosas, acostada en el suelo llorando todavía por lo sucedido, acostada en el mismo lugar en el que su amigo peludo había dado su último aliento de vida, mientras que ella seguía susurrando la palabra "perdón" la puerta de su cuarto fue golpeada suavemente tres veces, ella golpeó suavemente el suelo de igual manera.
Ingreso a su cuarto su hermano mayor, al verla en el suelo se agachó a su altura y le hablo suave.

-Ari... mamá pregunta si vas a cenar...-pregunto su hermano.

-No quiero comer...-le tembló el labio-...no quiero nada...Alfonso...se fue...no puedo creerlo...se fue...sus ojos...se fueron apagando...su...su respiración...yo ví cuando se le apagó su vida...lentamente...-trataba de hablar entre su nuevamente llanto.

-Ariatna...-su hermano mayor le acaricio el pelo- Oye...lo que dijo la abuela no es cierto, no le hagas caso, ya ves como está desde que el abuelo murió no está llevando bien su duelo

-¿Y el que no lleve bien su duelo es justificación para que se burle de mi llanto? -dijo enojada pero el sentimiento no era para su hermano- otra razón por la que no quiero bajar a cenar...no quiero...

-Esta bien, bien sabes que ni yo ni mamá te vamos a obligar, pero sabes que tienes que hablar con papá, está preocupado desde la tarde por ti que le cortaste la llamada -le recordó gentilmente.

-Si...al rato le llamo -dijo con una voz tapada como si tuviera gripe.

-¿Quieres que te traiga de cenar?

-No...realmente no quiero cenar...no me va a pasar la comida, gracias Alfonso.

Su hermano mayor se retiró del lugar y volvió a cerrar la puerta, está vez con seguro para que su abuela no entrase a la fuerza como quiso hacerlo en el baño.
La castaña hablo con su padre que se encontraba el los Estados Unidos, este al escuchar el llanto y la anécdota de su hija también hablo apretando los labios evitando llorar, contándole que el tiempo de vida de las mascotas era más corta que el de los humanos, la castaña no quería llorar tanto, pues su padre le estaba haciendo una plática gentil y desde su perspectiva ya que hace ya dos años había perdido a ambos padres, ambos abuelos paternos de la castaña habían muerto de forma natural con un mes de diferencia, y hace un mes se había ido su abuelo materno, su abuela materna se comenzó a comportar grosero desde ese día. Al finalizar su plática la castaña forzó la voz para mantenerla alegre y despedirse de la mejor manera posible para no preocupar más a su padre.

Al finalizar la llamada se le quedó viendo a su celular un rato, busco las fotos y videos que le había tomado a su mascota a lo largo de sus quince años de vida, los recuerdos lograron hacerla llorar, está vez al ser de noche  lloro un poco más bajo, trataba de dormir, pero la falta de aire se lo impedía, además escuchaba ruidos, aquel ruido que hacia su perro al tomar agua, al comer sus croquetas e incluso el sonido de sus patas cuando subía corriendo a su habitación la castaña solo seguía llorando y respirando difícilmente pero poco a poco se quedó dormida.

Al amanecer tenía los ojos hinchados, no quería ir a la escuela y afortunadamente no tenía que, pues era sábado, pero si tenía que ir a desayunar y a trabajar en el mercado cerca de su casa, era un trabajo temporal en lo que terminaba la preparatoria, afortunadamente los sábados solo iba a medio día. Aunque ese día en específico no quería ir, se levantó de mala gana y desayuno antes de que viniera su abuela, pero era demasiado tarde, cuando estaba guardando sus cosas para irse se topo con su abuela que traía trastes para lavar.

-¿Ya te vas a ir Magdalena? -hizo referencia a su llanto del día anterior.

-Mamá ya basta -le dijo una mujer morena de ojos grises- Cuídate mucho Ari -dijo la mujer lanzado le un beso.

La castaña salió sin mucha concentración, sintió un poco de irritación al escuchar la burla de su abuela pero no le tomo demaciada importancia, sentía demaciada culpa por no aprovechar el corto tiempo de vida de su mascota que no noto cuando casi la atropellan, el conductor le gritó que no se pasará sin fijarse y ella solo le vio con indiferencia. Llegó a su trabajo y comenzó a limpiar la bodega sin mucho ánimo, había pasado su tiempo eh incluso su hora de salida, su supervisora era unos diez años mayor a ella así que en lugar de regañarla decidió preguntarle qué pasaba. La castaña conteniendo las lágrimas le contó lo sucedido, su supervisora le regaló un cálido abrazo y le dijo que cuando se sintiera mejor ambas irían a comer.
Eran ya las dos de la tarde y la castaña se sentía fría...como si siguiera lloviendo a pesar de que el sol ahora le estaba golpeando de frente, por un momento se sintió realmente perdida, vio la calle a su alrededor y desconoció por completo todo, de repente escucho unos ladridos fuertes, como los de su mascota, al mirar mejor noto que se trataba de otro perro, comenzó a llorar y se dejó caer al suelo a pesar  de que la gente que pasaba se le quedó mirando.
Sintió una mano en su hombro y la apartó de un golpe rápidamente pensando de que se trataba de algún ladrón al levantar la mirada se dió cuenta de que era un conocido.

-¿Ariatna? -pregunto el de ojos verdes- ¿Te encuentras bien?

-Didier... -respondió la chica ya sin mucho interés-...Si...solo...que...me...mareé un poco -trataba de inventar una excusa para que no le volviera a preguntar o decir "linda".

-¿Te ayudo? -ofreció su mano y la castaña la acepto levantándose- ¿Segura que estás bien? ¿No quieres que te acompañe?

-{¿No? } No...estoy bien, de seguro fue por el sol y porque no he comido, no me invites nada de comer por favor que estoy apenada con el helado que me invitaste, y de la sombrilla ya ni hablamos, es más toma -de su bolsa trasera saco unos quince pesos, noto que las monedas estaban mojadas y toda su retaguardia también- Mierda...-le dió las monedas al ojiverde antes de que las rechazará.

-Ay...te mojaste, a ver deja me ayudarte -se saco su chaqueta azul no sin antes meter las monedas en uno de sus bolsas con cierres y se lo dió para que se lo atara en la cintura.

La castaña acepto de mala gana y para que se fuera pronto, se amarro la chaqueta y logro cubrir su retaguardia, había olvidado que había llovido mucho ayer y de un día para otro no se iba a secar a pesar del intenso sol que había salido hace unas horas.

-Gracias...te lo devolveré mañana...junto con la sombrilla -dijo pero fue interrumpida levemente ya que el ojiverde levanto la mano.

-Si quieres puedes devolverme lo la siguiente semana, quiero invitarte al parque metropolitano ¿Quieres ir? -pregunto gentil.

-Me encantaría {No ir} ¿El próximo viernes entonces? -dijo caminando hacia atrás para comenzar a retirarse.

-Claro.

-¿A las...? -quería confirmar la hora de la cita a la que no iría.

-¿Puedes a las 3:00 de la tarde?

-Puedo, entonces, nos vemos {Ojalá nunca} ¡Adiós! -comenzó a acelerar el paso pero se detuvo un poco por el grito del ojiverde.

-¡Espera por favor! ¿Puedes llevar algo para ese día? -dijo el azabache.

¿Qué se puede llevar para una cita en el parque? Faldas, vestidos, algo coqueto y que haga ver linda a la chica, pero comenzaba la época de lluvias en la cuidad, el azabache le había pedido que llevará uniforme deportivo ¿Tanto le importaba su salud? No le dió muchas vueltas pues no iría a la cita con alguien que solo le invito un helado, le prestó su sombrilla y chamarra a pesar de que varias veces intentaba irse.
Al llegar a su casa su abuela le pregunto sobre la chamarra e hizo burla de nuevo a sus sentimientos.

-¿Y esa chamarra? Ah ya se porque andabas de Magdalena ayer, pues a ver si ya se te quita -su abuela estaba en el sillón de la entrada viendo la televisión pero su nieta no le contesto- ¡Oye! ¡Te estoy hablando Magdalena!

-¡Mamá ya! -apareció la madre de la castaña saliendo de la cocina- ¿Qué te pasó Ari? ¿Te llegó tu...? -no la dejo terminar.

-No, me moje porque no me fijé dónde me senté en el trabajo -dijo sin mucho ánimo.

-Oh ¿Y esa chamarra?

-Es de mi supervisora, me la presto -dijo evitando recordar al ojiverde.

-¿Quieres que la lave? -pregunto amable.

-No, gracias, yo lo hago después -dijo subiendo las escaleras rápidamente.

Desde ese día la castaña no salió de su habitación, faltó toda una semana a la escuela, pero constantemente mandaba mensajes de texto a su madre y hermano notificando le que estaba bien, pronto se había cumplido una semana de que su perrito se había ido y sintió un punzante dolor al llorar en silencio. A las 2:00 de la tarde recibió un mensaje de su madre diciendo que no iría a comer por su trabajo, que mejor la esperaran para la cena, su hermano mayor también mando mensaje diciéndole que saldría tarde de su trabajo. Estaría con su abuela toda la tarde y no le agradaba mucho la idea, al estar completamente sola se le ocurrió la idea de darle un fin a su existencia.
La idea surgió de manera espontánea y parecía estar aferrada a su cabeza, no le resultó difícil pues tenía una navaja de su hermano mayor que le había tomado prestada y que se le olvidó regresar.
Sería rápido ir directamente a la vena carótida y así lo pensaba hacer hasta que el tono de mensaje le interrumpió, se trataba de Didier había dejado el mensaje "No olvides nuestra cita de hoy ;)" tomaría el teléfono y le contestaría grosero pero su abuela comenzó a molestarla desde afuera y decidió ir a la cita –no sin antes hacer un rápido y profundo corte no en su muñeca si no en el ante brazo para evitar líos–para evitar seguir en la casa.

Llegó al parque, con un pants sencillo gris, debajo tenía una camiseta morada de manga larga, había tapado la herida para que la sangre no le ensuciara la ropa pero entre más pronto la cita terminará, escogería rápido un lugar donde morir.
Después de unos minutos llegó Didier, con un pants azul oscuro y una botella de agua.

-¿Estás lista? -pregunto el amable.

-Creo que si -dijo sin ánimo.

-Muy bien, primero hay que hacer el calentamiento, hay que caminar primero -comenzó a caminar, tardo un poco la castaña pero después le siguió- ¿Qué te pareces si nos conocemos mejor mientras caminamos?

-Si quieres -realmente no quería hablar.

-¿Cómo te llamas? Es decir, tu nombre completo.

-Ariatna López ¿Y tú? -dijo sin ánimo.

-Vinsonneau Didier ¿Y tu edad?

-{¿Es Francés?} 17 ¿Y tú?

-Tengo 21 años, sinceramente creí que eras más pequeña -rió un poco- Debe ser por tu estatura ¿Cuánto mides?

-No recuerdo...1.65 creo...¿Y tú?

-Bueno creo que no soy tan alto, mido 1.75 ¿Y tú color favorito?

-{Esto es absurdo...} Es...

Continuaron platicando hasta que le dieron la vuelta al parque caminando, en un momento pararon, Didier le miro, le sonrió y le dijo algo que por un momento saco de sus pensamientos a la castaña.

-Corre -comenzó a correr el ojiverde.

La castaña se le quedó viendo cómo se alejaba, no entendía nada y no quería hacerlo sintió como el tiempo hubiera regresado a pesar de ser las 3:30 de la tarde todo estaba oscuro por las nubes que cubrían el cielo, amenazando a llover de nuevo, de pronto a su alrededor parecía hacerse un túnel oscuro y la única luz de frente era en la que caminaba...¿Su mascota?
La castaña reacciono y comenzó a correr desesperada quería alcanzar a su mascota, estiraba un brazo pero seguía sin alcanzarlo, estiraba el otro y no tenía éxito, al mirar a su alrededor en el túnel había varias bocas todas decían lo mismo

"Ridícula"

"Llora por un perro"

"¡Deberías llorar así cuando me muera!"

"¡Uy! ¿Lloraste por eso?"

"¿Y por qué le lloras a el?"

"¿Para que le lloras?"

"Ya está muerto, deja de llorar"

"Llora así cuando yo me muera"

"Ya va a empezar María Magdalena"

"¡Deja de llorar ridícula!"

"¿Enserio vas a llorar por un perro? Mañana te compro otro"

"A mí se me murió mi esposo y yo no estoy llorando todo el día"

La castaña comenzó a correr más rápido y mientras más se alejaba de la  oscuridad las voces comenzaban a callar, la luz poco a poco se hacía presente y casi alcanzaba a su mascota, recordó la primera vez que lo persiguió, la primera vez que se le soltó de la correa y tenía que alcanzarlo para que no fuera atropellado ni atacado por otro perro, era un simple cachorro juguetón, pudo escuchar uno de sus ladridos y su dueña grito su nombre.

-¡Guardián! ¡Espera me por favor! ¡Quiero ir contigo! ¡No me dejes sola! ¡GUARDIÁN! -estuvo a punto de agárralo pero al hacerlo este desapareció.

La luz se fue, la oscuridad la envolvió un grito ensordecedor hizo que la oscuridad se alejara de ella, su respiración jadeante y los recuerdos previos hicieron que volviera a llorar, estaba envuelta en lamentos, termino de llorar y salió de su trance cuando le tocaron el hombro, la calidez la había asustado así que lo apartó de golpe, al levantar la mirada se cruzó con la del ojiverde.

-Ariatna ¿Estás bien? -pregunto Didier ofreciendo su mano.

La castaña asintió su voz se había ido momentáneamente y tomo la mano del chico para levantarse, noto que su caída había ocasionado un raspón en la rodilla izquierda. El azabache trataba su herida con delicadeza mientras que rompía el silencio con una pregunta.

-¿Mejor? -pregunto terminando.

-Si...ya no me duele la rodilla.

-No, me refiero aquí -señalo su propio corazón- ¿Ya te sientes un poco mejor? Ese grito debió ser liberador.

-Mierda...¿Si grite muy fuerte? -pregunto apenada.

-Si fue fuerte, pero no demaciado para alertar a los guardias, aunque asustaste algunas aves -rió un poco- ¿Y?

-Me...siento un poco mejor...¿Esto es lo que querías lograr invitando me?

-Sip, ¿Sabes? No hay que guardarse el llanto, eso genera problemas en la salud a futuro -dijo bajando lentamente la pierna de la chica.

-Cada día se aprende algo nuevo, sabes, me siento mucho mejor...podrías ¿Acompañarme a mi casa? -señalo su rodilla como diciendo "si me caigo ¿Me cargas?"

-¡Claro! -contesto alegre.

No era tarde pero el clima hacia que el lugar y las calles se mirarán oscuras, la poca luz que brindaba el alumbrado público hacia que las calles... luciera algo espeluznantes, llegaron a una casa color guinda y ahí la castaña indico que era su casa, el ojiverde la dejo y se encaminó un poco.

Al salir de la calle comenzó a percibir un olor raro y muy distintivo que reconocía el...sangre...olía mucho, su estómago comenzó a gruñir y lo apretó fuertemente, iría con el responsable ¿A devorarlo? Para nada, más bien a ayudarlo, ya que el no era el único en el área que podía percibir ese tipo de olores y otro que no fuera el si que se comería al causante.
Siguió el olor como un perro, para su sorpresa se encontró con la castaña.

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Un poco de retraso pero no pasó de una hora (?

Próxima publicación: Jueves 26 de Mayo a las 7:30 pm

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