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Miguel se había detenido en el peor momento, completamente ignorante de lo que está por ocurrir, siendo sinceros, él estaba demostrando se el segundo tipo de personas que Marco más odia, una persona que no le tiene miedo a nada, porque el De la Cruz vivía inmerso en el miedo que cargaba a cuestas. Ya no se encontraba dentro de si, su juicio estaba completamente nublado quería acabar con el dolor de una vez y en el estado que se encontraba creía que aquella sería la forma de hacerlo, sacó la pistola que llevaba apuntó a la cabeza para hacerlo rápido y, gracias al mayor golpe de adrenalina que había sentido nunca: Disparó.
Justo en el blanco.
El cuerpo laxo de Miguel calló dejando una gran mancha de sangre.
Marco comenzó a respirar aguitado mientras veía la escena que él mismo había preparado, le tomó un momento comprender que había hecho. El mundo no se volvió color de rosa, las cicatrices emocionales seguían ahí, su madre aún estaba muerta y no se sentía para nada feliz.
Abrió los ojos a más no poder, había matado a alguien inocente, alguien que no le debía nada, había acabado con la feliz vida de un hombre que tenía una familia que seguramente sufriría por su pérdida.
Marco se convirtió en el tipo de persona que más odia, una persona que lastima a otros sin importarle en absoluto, se convirtió en un maldito asesino.
Dejó caer el arma que sostenía entre las manos y huyó, huyó del sitio, de la culpa, de sí mismo.
Corrió tanto como pudo sin fijar un rumbo solo quería escapar, las sirenas comenzaba a escucharse. Su corazón latía rápido, sus ojos se llenaban de lágrimas. Tropezó en un callejón sintiendo que no podía más.
–Yo... No debí hacerlo... no quería hacerlo... él no tenía que morir...– decía Marco entre su agitado llanto.
–No, él no tenía que morir– dijo una voz femenina con un tono monótono y calmado.
El joven levantó la vista pasándose con una figura esquelética femenina que usaba un gran sombrero con muchas flores envuelta en un halo de luz blanca justo delante de él. Marco estaba conmocionado pero el aura de aquel ser emanada un sentimiento de calma, de paz absoluta.
La mujer le ofreció una mano para ayudarle a levantarse, el joven de cabellos castaños accedió y estando en pie solo miró a la mujer maravillado.
–¿Quien... Qué eres tú?– cuestionó él.
–¿Tu qué crees?– dijo ella
–¿...Eres Dios...?– respondió con duda.
Ella río ante esto.
–Me consideran una deidad, sí, pero no soy el Dios que tú conoces, yo soy conocida por los tuyos cómo "La Catrina" o "La muerte"– respondió.
Si su embriagante aura no estuviera al rededor de él se hubiera desmayado.
–Acaso tú... ¿Vienes por mi?, ¿Me tomarás en su lugar?– interrogó Marco –Si es así, puedes hacerlo, no me pondré, te entregaré mi vida en su lugar.– declaró
–Yo no puedo hacer eso, mi trabajo no me permite tomar vidas así, pero tú puedes salvarlo por mi.– explicó La Catrina.
–¿Yo? Pero fuí yo quien lo mató, ¿No merezco un castigo?
Ella soltó una leve risa.
–Tu ya has recibido muchos castigos, lo que te ofresco es una oportunidad de redención.– ella caminó al rededor del joven para tomarlo por los hombros –Solo tendrás que evitar la muerte de Miguel, no importa la forma en que lo hagas, siempre y cuando lo logres. Si sales ileso te enviaré a una realidad donde tu vida será feliz y mejor, en caso de que no, te dejaré reencarnar inmediatamente en una familia amorosa y sana, en ambos casos no recordarás nada.– Ofreció.
La Catrina terminó su vuelta con gracia y estando frente al De la Cruz arrancó una de las flores de cempasúchil de su sombrero, la estrujó entre sus esqueléticas manos donde comenzó a salir una luz ante los asombrados ojos dorados de Marco. El movimiento de manos de la muerte acabó en una esfera oscura con la brillante flor dentro, ella estaba complacida ante su creación y acorralando al castaño le empujó la esfera contra el cuerpo hasta que está fue absorbida por él.
Una vez separados La Catrina paseo lentamente por el área de aquel callejón mientras que el castaño trataba de comprender lo que ocurría al mismo tiempo que trataba de sacar aquel objeto de su cuerpo.
A La muerte le hizo gracia lo que Marco hacia.
–Así no– dijo –Junta tus manos, como si tuvieras algo muy pequeño entre ellas, luego abrelas lentamente mientras piensas en la esfera.– Indicó realizando las acciones dichas.
Marco así lo hizo logrando sacar la pieza. –Cuando la tengas así piensa en un tiempo y un lugar en el que quieras estar, te llevará ahí. Para guardarla solo aplastala devuelta.
Marco juntó sus palmas desaparecido la esfera, estaba atónito, todo parecía un extraño sueño, pudo haberse desmayado después de cometer el crimen. Aún así decidió acceder al encargo.
La Catrina no hubiera aceptado una negativa por respuesta de cualquier modo. Dejó ver una tétrica sonrisa y desapareció en un portal de flores de cempasúchil dejando una esencia a incienso.
Una vez solo, Marco sintió todas sus emociones golpeando de golpe ya que no había más aura pacífica generandole un desmayo casi inmediato al joven.
Al despertar varias horas después no tenía ni idea de si lo vivido había sido real o no. Fue a su viejo departamento escuchando en las calles algunos rumores sobre la muerte de Miguel, de eso no había duda que había pasado, pero no había más información importante al respecto, como sospechosos o hechos claves.
Marco se esforzó por mantener la entereza, no tenía más lugares a donde ir o cosas por hacer más que esperar a la policía en calma, acabar con su vida o tratar de comprobar si su trato con la deidad era real aunque se sentía como un loco de tan solo considerarlo, pero bueno, ya estaba lo bastante loco como para matar a alguien.
No tenía nada que perder así que juntó sus manos como si fuera a rezar, trató de concentrarse en la esfera y abrió las manos a ojos cerrados sintiendo poco a poco el peso de esfera abrió lo ojos con asombro.
Definitivamente estaba completamente mal si realmente pretendía intentar evitar la muerte de Miguel. Lo pensó un momento, él sabía exactamente cada detalle del crimen y parecía que no tenía absolutamente nada que perder al intentarlo, tampoco es que tuviese nada en ese momento.
Volvió a invocar la esfera sabiendo exactamente el momento y lugar al que quería ir desapareciendo en un portal de luz anaranjada.
18 de agosto 5:30pm
Marco llegó a la escena del crimen horas antes de que ocurría pero esta vez estaba del mismo lado que la lámpara, atrás del edificio más cercano cerca de algunos arbustos. Comenzó analizando el área, había ventanas en dirección al punto clave, entoces podría romper la luz para evitar que Miguel se detuviera, antes podría arrojar piedras a las ventas cercanas para llamar la atención, seguramente alguien llamara a la policía, su "yo del pasado" no se atrevería a actuar habiendo tanta gente a su alrededor. Era un buen plan, aunque fuera detenido cumpliría su objetivo y aún tenía la esfera para escapar de ser necesario.
Ya teniendo una estrategia que seguir comenzó a buscar piedras en la ciudad, misión un tanto imposible.
Le tomó un buen rato pero pudo reunir suficientes cosas que lanzar, teniendo los minutos contados se dispuso a arrojar la primera piedra cuando fue inesperadamente derribado antes de hacer el primer movimiento.
Cayó al suelo entre los arbustos, apenas logrando anteponer las manos para no chocar de cara. Su atacante seguía sobre él en una posición ventajosa para inmovilizarlo de hacer falta.
–¿Quién demonios eres tú?– dijo el atacante
–¿Qué crees que haces?– cuestionó por respuesta Marco muy molesto. Tratando de ver al tipo sobre él.
Se trataba de un chico asiático de piel banca con el cabello negro y desordenado que usaba un sudadera morada que comenzaba a verse negra con la llegada del atardecer.
–He estado aquí un montón de veces y tú no eras un factor, así que dime ¿Quien eres y qué haces aquí?– interrogó el chico agarrando a Marco por el cuello de su chamarra.
Había algo realmente extraño en este tipo, definitivamente él no estaba ahí cuando el crimen ocurrió la primera vez, estaba jactándose de haber estado allí antes.
–Sabes que algo malo está apunto
de pasar ¿No?, Tengo que evitarlo.– respondió Marco
El chico estaba seguro de sus suposiciones, Marco no había estado antes en ese lugar, era un factor nuevo, entonces quizá no fuera una amenaza. El extranjero se puso de pie apartándose del castaño.
–¿Por qué harías tal cosa?...– cuestionó serio, negó con la cabeza y recapituló –¿Cómo pretendes evitarlo?
Al verse libre, el De la Cruz se puso de pie y sacudiendo su ropa comenzó a explicar.
–Tengo un plan, solo voy a quebrar esa luz y...
–¿Tu plan es intervenir así nada más?, ¡¿No te das cuenta de todo el daño que podrías ocasionar?!– interrumpió el azabache.
Marco rodó los ojos.
–Eso no importa, es el momento clave– señaló –¿O acaso piensas detenerme?, ¿Sabes que ocurrirá si él muere?
–Sí, lo sé. También he venido a evitarlo, pero no te dejaré intervenir de ese modo, podrías desatar futuros mucho peores.
–Eso no ocurrirá, estamos del mismo lado– obvió con seguridad, sin embargo el muchacho frente a él no se veía nada convencido –¿Cuál es tu plan?– cuestionó con fastidio.
–Solo he estado cambiando factores mínimos en la ecuación– dijo ante una gran mirada de confusión de parte del castaño. –Muevo cosas pequeñas esperando que eso afecté esta línea temporal.
–Entonces solo rompamos esa maldita lámpara y ya.– replicó Marco con fastidio señalando el objeto.
Aquel extraño siguió negando, no conocía a esta persona que planeaba hacer un movimiento demasiado arriesgado, su sola presencia ya podría darle inconvenientes, aún si tenían el mismo objetivo era un rotundo "No". Lastimosamente mientras discutían el sol se ocultaba en la ciudad, la oscuridad reinaba y en las solitarias calles dos hombres iban directo a la zona.
–Ocultate– ordenó el asiático escondiéndose entre aquellos arbustos.
Marco le hizo caso al notar a los individuos que se aproximaban. Rayos, ya no tenía tiempo, tendría que volver para llevar a cabo su plan original en lugar de discutir con esta persona.
Juntó sus palmas para invocar la esfera cuando el chico le detuvo.
–Quiza tú seas un factor de cambio, veamos si da resultado, si no te dejaré hacer lo que tú querías– negoció en voz baja.
El ex músico accedió seguro de que nada cambiaría. Ambos viajeros observaron el suceso en silencio.
Miguel llegando al centro de luz justo debajo de la lámpara, quedando de espaldas a donde ellos se encontraban. Sacó su celular y se quedó quieto unos segundos cuando una sombra se movió entre un callejón ubicado frente al farol, apenas asomaban sus manos con el arma cuando el sonido de disparo se retumbó en los alrededores y Miguel calló al suelo.
Marco sintió una gran precisión en el pecho de ver su crimen como un simple miembro del público, su acompañante cerraba los ojos y tapaba sus oídos dejando al descubierto lo tenso que estaba y lo mucho que odiaba ver ese acto. Quedaron inmóviles por un momento más hasta que el extraño soltó unas palabras.
–Otra vez, supongo que no eras tú.
No tienes ni idea: pensaba Marco.
–Vamos, es mi turno– dijo Marco levantándose.
El otro estaba hundido en sus pensamientos, decepcionado ahora con 19 fracasos. Suspiró.
–¿Quien eres?
–Mi nombre es Hiro, Miguel era... Todo lo que tenía, esta vez no me rendiré.
El De la Cruz lo miró, con interés está persona era cercana a su víctima, se notaba lo mucho que deseaba evitar si muerte pero una duda le surgía: ¿Hiro no sabía que él era el asesino?, Si solo lo había visto en ese espacio entoces reconocer su rostro sería imposible pero ¿Que había de su nombre?.
–¿Tú sabes quién lo hizo?– indagó –Digo, de ser así sería más fácil hacer un plan...
–No, no se quién es el responsable, me fui antes de averiguarlo.– respondió, era un alivio. –¿Que hay de ti?, ¿Que tienes que ver en esto?
–Yo... No tengo esa información. Soy Marco, fui enviado por "La Catrina" con la única instrucción de envitar el deceso.– Mintió.
–¿La Catrina?, ¿Eso es real?
–Aparentemente– respondió entre dientes –¿La conocés?
–Miguel me habló de ella, pero creí que era una leyenda nada más.
–Pues, es real. Ahora vamos a intentarlo de nuevo– ofreció el castaño dando una mano a Hiro.
No existía ningúna confianza entre ellos, todo podría ser un montón de mentiras pero no habían muchas opiniones.
–De acuerdo.
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Notas finales:
Konichiwa, yo soy Sara0Avader y esto se veía menos aburrido en mis notas.
Pero bueno, era obvio que era Hiro y yo sé que ustedes sabían pero, la ficcionalida y Marco no así que no importa.
Si Miguel muere y muere una y otra vez :'v va a ser cansado para todos, ya me estoy arrepentido, y todo para que a mí amix de la vida le de flojera leerlo 💔
En fin, gracias a mis 9 fansus que me apoyan, les amo, de verdad 💕
Eso es todo por hoy, yo soy Sara0Avader a-dios.§
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