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–¿Sabes saltar la cuerda Ruby?– Sapphire detuvo sus saltos para hablar con el chico.
–¿Qué no ves que eso estoy haciendo?– En efecto, el pequeño de ojos rojos saltaba con un ritmo tranquilo.
–Yo creo que no.– Sapphire sacó la lengua divertida. Quería ver la reacción de su amigo.
–Está bien.
¿De dónde salió esa respuesta madura? El plan de Sapphire había fallado, pero no por eso se quedaría de brazos cruzados. Fue a buscar a su hermano Pearl, y entre susurros le sugirió un plan.
–¿Solo a Ruby?– Preguntó Pearl mirando de reojo al tranquilo saltador.
–¿Sugieres a alguien más?– Preguntó la chica buscando a una futura presa.
–¡A todos!– Pearl estiró sus brazos al pensar en su respuesta.
–Necesitaremos ayuda...– Sapphire volteó a buscar a alguien de ayuda.– ¡Gold!
Por supuesto el trío de fuego se encargaría de encender la situación con travesuras. Del señor misterioso no había rastro, por lo que harían cualquier cosa.
Pareciera que poco a poco iban olvidando a Red, Blue, Green y eventualmente Yellow, con quién poco tiempo pasaron. Ahora sus mentes estaban llenas de jugarretas y pequeños sueños, acordes a sus edades.
Bien, Sapphire y Gold tomaron dos extremos de una cuerda, mientras que Pearl entablaba una conversación con la primera víctima, es decir Ruby. Le empezó a hablar sobre los Pokémon de agua que habían visto en la laguna, mientras que sus colegas corrían alrededor de él para atarlo.
Por supuesto algo salió mal, porque el calculo de distancia falló, y tanto Pearl como Ruby quedaron atados entre sí. Ante tal magnífica obra, Sapphire y Gold cambiaron de planes y atarían a todos de a dos.
La siguiente presa fue la dupla Emerald - Platinum. Ambos refunfuñaban, pero nada que llamara la atención de los pequeños.
Luego Silver y Diamond. El pelirrojo se sorprendió al ver como el azabache comía incluso con las manos atadas. ¿De dónde había sacado la baya?
En fin, la única libre era Crystal. ¿Qué hacer? Simple, la integrarían al grupo Sapphire - Gold - Crystal, quedando los tres atados.
–Esto no es divertido, ¿cuándo nos soltarán?– Preguntó Platinum intentando soltarse diversas veces.
–Cuándo nosotros logremos soltarnos.– Respondió Sapphire intentándolo también.
–¡¿No pensaste en eso antes, Gold?!– Crystal miraba molesta solo al chico de ojos dorados.
–No~.
–¡Idiota!– La pequeña soltó una mala palabra y le dio una patada a su compañero, aprovechando que sus piernas estaban libres.
–¡Señor misterioso!– Pearl comenzó a llamar a su salvador.
–¡Eso es!– Gold le sonrió a su hermano.– ¡Señor misterioso!
–¡Señor misterioso!– Poco a poco los pequeños se unían a los gritos.
Era mucho el ruido que creaban los Dexholders, tanto que desde unos cuántos metros fuera del establecimiento se podían percibir, sobre todo en pleno silencio de la noche.
Esto no era bueno para un rapto de niños, que debería ser sigiloso. Por ende, el señor misterioso tuvo que cambiar su parada para evitar ser nuevamente encontrado.
Usando un Pokémon psíquico, al menos eso se infería porque con un Hipnosis los nueve cayeron dormidos y fueron llevados al camión.
Otra vez en marcha...
A una buena distancia de ellos estaba Sabrina, la líder de gimnasio de ciudad Azafrán. Sentada en el techo de su gimnasio junto a su Alakazam. Mantenía los ojos cerrados, utilizando sus poderes psíquicos para ver si algo fuera de lo común estaba ocurriendo.
Paralelamente en el gimnasio de ciudad Celeste, Red, Green, Blue y Yellow agradecían a Misty por brindarles alojamiento. Estaban exhaustos por la búsqueda, y aunque las ganas de encontrarlos era mayor, un descanso les iría bien.
–¿Sí?– Green contestaba su PokéGear.
–Están en un camión, por la ruta 10.– Mensaje breve y sintético. Sabrina simplemente cortó tras dar la información.
–¿¡Qué decía el papel!?– Yellow quería comprobar su hipótesis.
–Sólo por una flor podrán salvarlos.– Blue leyó el papel que había guardado con ella.
–¡Pueblo Lavanda! Es una flor.
El misterio estaba resuelto, solo faltaba accionar.
Al día siguiente, Gold, Silver, Crystal, Ruby, Sapphire, Emerald, Diamond, Pearl y Platinum despertaban en un tenebroso lugar. Una perturbante música resonaba por el lugar.
–¿Esto es un cementerio?– Crystal observaba una deteriorada lápida cerca de ella.
–No me gusta este lugar.– Murmuró Platinum tomando las manos de Ruby y Silver. Crystal repetía la acción con Diamond y Emerald.
–Me duele la cabeza con la música.– Silver se pasaba la mano libre por la frente.
–¿Eevee? ¿Dónde estás?– Gold estaba un poco más separado buscando a su compañero.
–Gold, no te separes.– Pearl lo llamó, pero el chico ya estaba bajando unas escaleras.
–¡AAAAH!– No tardó ni tres segundos en volver, siendo perseguido por una figura flotante.
–¡AAAAH!– Todos gritaron con mucho miedo. Era como la silueta de un Raticate, pero muerto que perseguía al azabache.
El Eevee de Gold apareció por detrás de una lápida e intentó atacar a la figura que asechaba a su amigo. Por supuesto que, al no ser materia, el Pokémon pasó de largo.
–¡Eevee!– Gold cargó al Pokémon para seguir corriendo con sus amigos.
Bajar y bajar más escaleras, con uno que otro fantasma atravesándose en su carrera. Todo era demasiado aterrorizador para pequeños cuerpos. Se dirigían a la puerta para salir del lugar, pero el señor misterioso se interponía de brazos cruzados.
–¡Señor misterioso! ¡Ayúdenos!– Pidió Pearl tirando de la capa de este.
–Grr.– Algo así como un gruñido salió de la boca del ladrón.
—¡M-Miren!– Diamond señaló otra figura muerta volando detrás del señor misterioso.
–¿Q-Qué Pokémon sería ese?– Preguntó Ruby retrocediendo lentamente.
–¡Eso no importa porque nos va a comer!– Sapphire tomaba la delantera corriendo con sus amigos. Quedaban un par de pisos hacia abajo.
La figura de un Drowzee seguía a los mocosos, atravesando los pisos, sin uso de escaleras. La adrenalina permitía a los chicos seguir corriendo a pesar del cansancio y la torpeza de algunos. El sudor que aparecía en algunos rostros era producto del miedo, y no del cansancio.
–¡Chris! ¡Tu tienes un Pokémon!– Señaló Emerald siguiendo la lógica de tipo, un insecto si podría atacar un fantasma.
–¡Es cierto!– Cuando una pared indicaba fin del camino, y muchos fantasmas apresaban a los pequeños, la chica sacó la pokeball.– ¡Caterpie disparo demora!
El señor misterioso apareció flotando por las escaleras. ¿Él también era un fantasma? Lentamente se acercaba a los Pokédex Holders, sin mover ni un solo músculo.
Sacó un péndulo de uno de los bolsillos de su capa. Cabe remarcar que ninguna parte de su cuerpo era apreciable debido al juego de sombras de las vestimentas que lo cubrían.
Caterpie miraba el objeto circular y sus ojos se tornaban opacos. Estaba dispuesto a atacar a los chicos.
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