Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VIII

Un nuevo día comenzaba en Kanto, y en el gimnasio de ciudad Verde las tensión iba aumentando proporcionalmente al paso del tiempo.

–Lo siento Red, no he visto nada extraño por aquí. Ya avisé a los otros líderes para que estén atentos en sus ciudades.– Brock se comunicaba con Red a través del videotelefono del gimnasio de Green.

–Bien, gracias amigo.– El luchador soltó un suspiro resignado y cortó la llamada para propinarle un golpe al aparato.– ¡Argh!

–Cálmate.– Green lo tomó por los hombros.– Vamos a separarnos y buscarlos por toda la región.

–El paso a Johto está cerrado y no hay barcos que salgan hasta pasado mañana hacia las otras regiones.– Habló Blue tras revisar en una tableta electrónica.

–¿Hasta cuándo?– Preguntó Green de imprevisto. Se giró dramáticamente a chocar mirada con Blue.

–Hasta pasado mañana.– Repitió Blue frunciendo el ceño por la mirada acosadora.

–¡No! ¡No! ¿Hasta cuándo permanecerán pequeños? ¿La poción no es infinita, cierto?– Green hacía todo lo contrario a permanecer calmado como había recientemente aconsejado.

–Una semana...– Respondió Blue mordiendo su labio inferior.

–¡Y han pasado...!– Green se entusiasmó por un par de instantes diminutos.

–Dos días.– Completó Yellow juntando sus manos a modo de preocupación.

Mientras tanto, cerca de ciudad Celeste, el camión ya conocido avanzaba a gran velocidad por las rutas aptas para vehículos. En su interior iban tres chicas y seis chicos desparramados en toda la plataforma, durmiendo. Bueno, uno iba despierto, sentado apoyando su espalda en la pared y comiendo un par de bayas.

–¿Qué estás haciendo?– Preguntó Ruby despertando.

–Como~.

–¿De dónde las sacaste?– Preguntó el pequeño de ojos rojos viendo como el glotón comía una baya tras otra.

–De ahí.– Diamond señaló con su mano una cesta con muchas bayas y botellas de agua.

–¿A dónde iremos ahora?– Preguntó Sapphire poniéndose de pie para estirar brazos y piernas.

–Ojalá a un lugar más iluminado que la cueva de ayer.– Crystal se abrazaba a sí misma al recordar el espeluznante evento que vivió.

–¡Señor misterioso!– Gold daba golpes en la parte del camión que daba con la delantera.– ¿A dónde nos lleva?

–¡Señor misterioso responda!– Pearl apoyó a su compañero de elemento, dando más golpes.

–No hagan tanto ruido.– Silver despertó a la fuerza por el par de ruidosos que no cesaban de golpear.

Ante tal comentario, Sapphire se unió a sus compañeros para golpear con más ganas. Querían respuestas, y también querían contradecir al pelirrojo. Cosas de niños que se mantenían incluso en su adolescencia.

El vehículo se detuvo bruscamente, haciendo que quiénes estuvieran de pie, cayeran sentados. El motor se apagaba, la puerta se abría y cerraba. El candado de la parte trasera comenzaba a resonar, y por fin un rayo de sol entraba al interior, haciendo que algunos cerraran los ojos para no quedar ciegos.

El sujeto hizo a los pequeños bajar para apreciar una laguna de agua cristalina, rodeada de un maravilloso y bien cuidado césped de verde color.

–¡Miren! ¡Un Goldeen!– Emerald señaló al Pokémon que salía del agua en un salto, y caía unos metros más adelante.

Ver a un sólo Pokémon bastó para que los chicos sintieran ganas de pasar un buen rato en aquel natural ambiente. Diversos Pokémon se asomaban en el agua, y otros entraban a nadar. Los más amistosos decidieron convivir con los chicos de inocentes y radiantes miradas.

Diamond fue el primero en interactuar con uno. Su personalidad llena de empatía hizo que relacionarse con cualquier Pokémon fuera fácil. Una criatura de color amarillo yacía con la mirada pérdida, pero el pequeño se le acercó.

–¿Estás perdido?– Preguntó Dia acariciándole la cabeza. Ante el contacto no pudo evitar dar un salto, pero se recompuso rápidamente.

–Psyduck.– El Pokémon sujetó su cabeza y dobló su cuello para mirar de lado al curioso niño que tenía en frente.

–¿Quieres que te ayude a buscar a tu familia?– Preguntó Diamond asumiendo que el pato amarillo se había separado de su grupo.

–Psyduck.– Otra vez la cabeza ladeó.

–Vamos.– Con una gran sonrisa, Diamond tomó la aleta del Pokémon para caminar de la mano con él. Era divertido ver como eran casi del mismo porte.

Pearl y Platinum se habían acercado al agua, pero manteniendo cierta distancia por precaución. La chica miraba su reflejo, pero un Pokémon apareció en medio. Del susto, Platinum retrocedió unos pasos hasta chocar con Pearl.

–No te asustes.– Señaló Pearl acercándose más a la criatura rosa.

–Es un Corsola.– Platinum reconoció la especie que tenía en frente. El Pokémon salió del agua.

–Mira, trae algo en sus cuernos.– Pearl indicó con el dedo tres perlas pequeñas de color dorado.

–Son pepitas, muy caras si se venden.– Platinum miraba fascinada lo que joyas podrían llegar a ser.

–Corso.– El Pokémon parecía insistir en que ambos tomaran los objetos brillantes.

–Wow, muchas gracias.– Ambos tomaron los objetos con admiración.

–Esta será para Diamond.– Platinum, quién había cogido dos, guardó una.

Por su parte, Emerald y Sapphire jugaban con la fuerza de un Kingler poderoso. A pesar de ser un tanto intimidante, el par de Hoenn no se limitarían a jugar con él. El Pokémon tenía dos tenazas, y eran dos pequeños, por ende cada uno se colgaba de una tenaza, y la criatura movía sus brazos a modo de balancín.

–¡Más rápido!– Pedía Sapphire disfrutando como el movimiento creaba una pequeña corriente de viento que movía su cabello.

–¡Sí!– Apoyó Emerald la idea.

Paralelamente, Gold se acercaba a una pareja de Vaporeon que se encontraba en tierra. Ambos le gruñían al curioso niño que procedía a acercarse más y más. Aún así, el azabache continuaba su caminata, ignorando todo gruñido.

–¿Llevan mucho tiempo cuidando ese huevo?– Preguntó Gold bastante cerca, en el límite para que uno de los Pokémon lo atacara.

–¿Vaporeon?– Ambos se sorprendieron ante la pregunta. El huevo estaba muy bien oculto entre ambos.

–¿Puedo tocarlo?– Más que una pregunta fue una advertencia, porque Gold ya tenía su mano en la pared del huevo.

Y dando un indicio de lo que sería la habilidad oculta del criador, el huevo comenzó a emitir una fuerte luz junto a un crujido. Un pequeño Eevee nació, todo gracias al contacto del niño.

Silver y Crystal habían entablado amistad con un Slowpoke y un Poliwag respectivamente. Ambos estaban frente a frente con su nuevo amigo, tomando una importante decisión.

–Ambos Pokémon evolucionan por intercambio.– Señaló Silver con conocimientos previos.

–Si evolucionan aquí, podríamos ver nuevas especies.– Crystal se veía entusiasmada por la diversidad.

–Intentémoslo.– Dicho esto, Poliwag y Slowpoke cambiaron de posición.

–No pasó nada.– Crystal se desmotivó, ambas criaturas seguían igual.

–¿Y si cambiamos de entrenador?– La inocencia jugaba con Silver, quién sugería otra opción.

–Veamos...– Crystal y Silver cambiaron de posición, volviendo con su Pokémon original.– Nada...

–Cambiemos de Pokémon otra vez.

Por último, Ruby jugaba a un lado de la laguna con tres Seel. Estos tenían la mitad del cuerpo en la superficie, mirando atentamente al futuro coordinador. Este mantenía una pose pensativa, de brazos cruzados y un pie delante de otro.

–Derecha, giro, derecha, salto, izquierda.– Ruby movió su mano simulando las acciones que acababa de decir.

Obedientes, los tres Pokémon realizaron la coreografía que el pequeño sugería. Era una especie de nado sincronizado, que resultaba en un lindo final. Ruby mostraba una radiante sonrisa de triunfo, y los Pokémon se limitaban a aplaudir.

El ladrón de niños miraba la acción oculto bajo el puente dorado de ciudad Celeste, pues ahí era donde se encontraban. Agradecía que nadie viera la escena, o al menos nadie que tuviera relación alguna con los chicos.

Eso creía, pues Misty, la líder de gimnasio de la ciudad se dirigía al puente, con la mirada ligeramente desviada al agua que fluía por debajo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro