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IX

El sonido del PokéGear interrumpía la búsqueda aérea de Green por Ciudad Plateada. Sin quitar la vista del suelo, contestó.

–Green, habla Sachiko.– Se trataba de la líder especializada en tipo veneno, hija de Koga.

–¿Viste algo?– Preguntó Green esperanzado.

–Ayer mi Ariados encontró a los pequeños, incluso logró atrapar a algunos, pero algo le dio una buena batalla y el ladrón logró llevárselos.

—¿Dónde fue eso?– Preguntó el líder sin tipo en específico.

–En el monte Moon.– Respondió Sachiko manteniendo una voz tenue.– Lo único que logramos rescatar fue una bufanda roja.

–Bufanda roja... bufanda roja...– Green pensaba si aquel objeto pertenecía a alguno de los pequeños.– ¡Diamond! ¡Diamond usa una bufanda roja!

–Bueno, eso confirma que pasaron por aquí.

–Iremos para allá.

Green nunca pensaría que esa sería la única buena noticia del día, porque justamente en ciudad Celeste, Misty descubría algo realmente crucial para el caso que se investigaba entre líderes de gimnasio, y los otros tres Dexholders adultos.

–¿Niños?– Misty se apoyó en la baranda del puente al oír risas infantiles cerca.– ¡Son ellos!

En efecto, desde el ángulo de la líder se podían apreciar unos cinco de los nueve pequeños jugando entre la orilla del agua como en plena pradera. Por supuesto la chica no conocía a todos, pero pudo identificar al trío de Johto.

–¡Silver!– Llamó Misty pues era el más cercano, por ende el con más probabilidad de escucharla.

–¿Hum?– El pelirrojo volteó la mirada ante el desconocido llamado.

–Perfecto, ya los tengo.– Misty sonreía victoriosa. De seguro Red se lo agradecería.– Gyarados.

De la pokeball salió la criatura agua/volador de gran tamaño, y a modo de puente, la pelinaranja bajó rápidamente, deslizándose por las escamas del Pokémon.

–¡Niños! ¡Vengan conmigo!– Misty estiró sus brazos simulando un abrazo protector y digno de confianza de los inocentes pequeños.

Las nueve miradas se dirigieron a la entrenadora de agua, y la duda surgió en las pequeñas cabezas. ¿Confiar o no confiar?

–¿Y si es la entrenadora de Ariados?– Crystal retrocedió un paso, tomando la mano de Silver, quién por instinto se adelantó para protegerla.

–¡No nos capturarás!– Exclamó Sapphire haciendo retroceder a Emerald para protegerlo.

–¡Tranquilos! ¡Vengo a rescatarlos!

Claro que con un gran Gyarados de respaldo, a los Pokédex Holders no les llamaba la atención ir a quien pretendía salvarlos. ¿Y salvarlos de qué? El señor ladrón solo les otorgaba gratos momentos y protección.

¿Pero dónde estaba el señor misterioso? Ni él, ni el camión mostraban señales de vida, bueno, el camión nunca muestra vida, pero en fin, la idea se entiende.

Los chicos se reunieron, a la vez que los Pokémon volvían al agua. El ambiente era tenso, pero tampoco de gran influencia. La mayor perdía la paciencia, por lo que optó por usar la fuerza. Sacó a un Staryu de entre su equipo, y gracias a su poder psíquico, pretendía llevar a los chicos hacia ella, pero en la ejecución del ataque, una barrera se formó a modo de protección.

–¡El señor misterioso nos protege de nuevo!– Emerald celebraba la buena acción del ladrón. Era irónico, pero lógico para los pequeños.

–¿Pero dónde está?– Preguntó Platinum buscando por todas partes con la mirada.

Un potente psicorrayo bastó para derrotar al Staryu de Misty, y posteriormente al Gyarados. Luego pareciera que Hipnosis fue utilizado contra la líder, pues cayó en un profundo sueño.

El señor misterioso finalmente apareció para la buena sorpresa de los pequeños. Los hizo correr hasta el camión que también apareció de la nada. Sin embargo, Gold corría al lado contrario, no por querer llevar la contraria esta vez, sino para devolver la cría que tenía en sus brazos.

Sin embargo, el raptador no notó hizo, y fue un ataque psíquico proveniente de no muy lejos que hizo entrar al pequeño a la fuerza en el compartimiento. Candado cerrado, hombre al volante, y un camino que seguir.

–¡Señor misterioso! ¡Abre la puerta!– Gold golpeaba en vano la puerta de la parte trasera.

–¿Acaso quieres que esa mujer nos rapte?– Crystal tiraba de la camiseta al chico para que dejara el escándalo.

–Es que...– Gold volteó para mostrar lo que tenía en brazos, un pequeño Eevee durmiente.

–¿Se lo robaste a la pareja de Vaporeon?– Diamond sentía pena por la criatura separada de sus padres.

–¡No! ¡Yo quería devolverlo! ¡Lo prometo!– Gold estaba irritado. El separar a un pequeño de sus padres era algo que nunca desearía realizar.

–Tranquilo.– Ruby puso su mano en el hombro del próximo criador.– Ahora sólo cuídalo como su padre.

–¡Sí!

Cuándo Misty recuperó la consciencia, su actitud era de frustración pura. Tan cerca, pero tan lejos. Si tan solo los niños hubiesen sabido razonar, ya estarían a salvo, y el pobre de Red estaría más tranquilo. Aún así decidió llamarlo para informarle de la situación.

–El criminal tiene un poderoso Pokémon psíquico. Logró derrotarme con dos movimientos.– Misty le explicaba las cosas al chico que amaba.

–¿Viste al ladrón?– Preguntó Red, tal vez una descripción ayudaría a localizarlo.

–Me temo que no.– Negó Misty mostrando una mueca.– Además...

–¿Además?– Red comprendía que otra cosa mala se aproximaba al relato de la chica.

–Los chicos le tenían confianza al sujeto, tanto que no quisieron acercárseme.

–Esto no es bueno, nada bueno.– Red comenzaba a alterarse. Eso era poco común, por lo que era aún más preocupante.

–Seguiré vigilando por aquí, no deben de estar muy lejos.– Misty cortó la llamada. El ver a Red tan inquieto le apenaba, por lo que haría lo posible para encontrarlos y ver a Red feliz nuevamente.

Tras largas horas de andar, y con aburrimiento, algunos pequeños comenzaban a dormirse. Después de todo eran niños, y su horario no iba más allá de las siete de la tarde.

Una segunda parada se llevó a cabo en el día. El sol ya comenzaba a ponerse, y el color naranjo preponderante ayudaba a un mejor camuflaje. La central eléctrica ubicada al este de ciudad Celeste era desalojada por los trabajadores que volvían a sus hogares. Una vez desocupada, el ladrón entró con algunos durmientes en brazos, y los demás a la siga.

En una de las salas, habían varias cuerdas y colchonetas en el piso. Además, sobre cada una, un par de hojas con dibujos explicativos.

Jugarían un juego...

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