𓏲 Capítulo 7
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Chaeyoung gruñía por lo bajo mientras se hundía aún más en el agua. Debería estar disfrutando del baño, pero sólo podía murmurar por lo bajo y hacer burbujas con el jabón.
Estaba cansada, irritada, su estatura la tenía hasta la coronilla. Llevaba ya 4 semanas, 2 días y 7 horas bien contadas desde que estaba conviviendo con Mina, no es necesario aclarar el estorbo que se sentía.
— ¿Ya has terminado? — Oyó del otro lado de la puerta y se metió la cabeza en el agua, agobiada. Si fuera por ella, se quedaría todo el día ahí metida — Chae, ya hace frío, te enfermarás — Espetó Mina antes de abrir la puerta.
Chaeyoung gruñó por lo bajo y se hizo una bolita.
— No quiero salir — Se quejó mirando a la mayor de reojo. Mina sonrió de lado y el corazón de Chaeyoung se encogió. Dios, que hermosa sonrisa.
Últimamente la mayor sonreía más, no era tan gruñona e incluso llegaba a bromear, cosa que la ponía muy nerviosa.
Demasiado.
— O sales por tu cuenta o te saco yo — Habló Mina amagando con tomarla entre sus manos y Chaeyoung se sobresaltó tomando la mini toalla que tenía a su lado, atándosela a la cintura.
— Te podría denunciar por intento de violación — Amenazó la pequeña mientras sacudía su cabeza como perro. Mina rió y destapó la cañería dejando que el agua fluyera.
— Y yo a tí por intento de robo y daños y perjuicios. Me has roto ya 3 platos y 2 vasos, también me has tirado la...— Enumeraba Mina, desviando el tema, mientras guardaba todo en su respectivo lugar.
— ¡Bien! Ya entendí, soy torpe — Confesó Chaeyoung, tomando un pedazo de papel higiénico para secarse el cabello. La mayor tomó el trozo sin sacar su sonrisa y comenzó a secarle el cabello con los dedos. Chaeyoung suspiró cerrando los ojos.
Se sentía tan bien al ser mimada por Mina, le encantaba.
— Te comportas como una niña cuando en realidad tienes 17 años — Murmuró Mina burlona, despertando a la pequeña de su ensoñación.
— Casi 18, para tu información— Respondió con fingida altanería Chaeyoung.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños, "bebé"?— Inquirió Mina haciendo énfasis en la última palabra, robándole un bufido a Chaeyoung. Un bufido que ocultaba una sonrisa.
— El 23 de abril, tonta — Se quejó por lo bajo mientras tomaba su ropa interior y se la ponía cuidando de que Mina no viese nada de sus partes sagradas.
— Falta poco — Comentó la mayor a la vez que le colocaba la camiseta a Chaeyoung con sus dedos. La pequeña asintió sacudiéndose y la encaró con una sonrisa.
— Será el primer cumpleaños en mucho tiempo en el que no me voy a sentir sola — Informó con una sonrisa radiante. Y Mina no pudo reaccionar, la pequeña se veía completamente tranquila ante lo que había dicho mas parecía no notar la tristeza que conllevaba decirlas.
— Me alegro — Respondió dubitativa. Chaeyoung se encogió de hombros y saltó al suelo antes de caminar hacia la sala de estar. Mina se apuró en terminar de ordenar todo en el baño para luego ir tras la pequeña.
Chaeyoung se veía muy concentrada mientras miraba a través de la ventana en silencio. Mina sonrió, se veía tan preciosa la pequeña en esa posición, tan tierna.
Toda una muñequita de porcelana.
— ¿Qué quieres para cenar?— Chaeyoung la miró y sonrió.
— Spaghettis — Respondió haciendo puchero, Mina odiaba la pasta y Chae lo sabía muy bien. La mayor bufó caminando hasta la cocina, resignada.
Chaeyoung bajó la mirada y observó lo pequeña que era a comparación del marco de la ventana.
Sus pies apenas si median lo mismo que la cabeza de un clavo, y ni hablar de sus manos. Eran tan pequeñas que le molestaba.
Quería su altura normal de vuelta.
Se abrazó a sus piernas y escondió su cabeza entre ellas. Estaba cansada de sentirse tan inútil, débil, y el hecho de que Mina la tratase como a una niña le dolía.
Porque Mina le gustaba, y mucho.
Pocas veces podía recordar haberse enamorado, o siquiera que alguien le hubiese gustado, pero ahora estaba convencida de que su corazón estaba confundiendo el buen trato con amor.
— Ven a comer, Chae — Oyó desde la cocina y suspiró mirando una última vez por la ventana. Estaba perdida.
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— Chae-...
— ¡Ni loca!
— Chaeyoung
— ¡¿Acaso quieres que muera!?
— Por dios Chae, solo te estoy pidiendo que te escondas aquí dentro — Bufó Mina, señalando el bolsillo de su chaqueta.
— ¿No puedo simplemente, no sé, quedarme?— Balbuceó en un lloriqueo la pequeña, mientras se cruzaba de brazos.
— ¿Y arriesgarme a que la cocina termine víctima de alguno de tus experimentos? No te he cocinado Chae, y no pienso cepillarme los dientes con un cepillo que estuvo pegado al techo. No de nuevo — Reclamó la mayor, acomodándose la corbata mientras observaba a Chaeyoung de reojo, con fingida molestia — Sabes que no puedo faltar al trabajo solo por miedo a tus desastres
— Fueron solo 5 veces, Minari — Y ahí estaba el apodo con el que conseguía absolutamente todo.
Mina suspiró blanqueando los ojos, tratando de controlar la sonrisa que amenazaba estamparse en su rostro.
— Y han sido 5 cepillos que he tirado al tacho, 7 vasos rotos y 2 huevos fritos que acabaron pegados en la pared — Refutó girándose antes de agacharse a la altura de Chaeyoung.
— Ha sido sin querer — Murmuró la pequeña con un rastro de sonrojo sobre sus mejillas.
— Lo sé, pero tus accidentes me cuestan dinero, bebé — Mina le dedicó una de sus sonrisas más encantadoras y Chaeyoung se giró metiéndose en el bolsillo del saco rápidamente.
No había cedido por culpa, si no porque su rostro parecía un tomate en ese momento y no quería que Mina la viese tan avergonzada.
Qué lástima que Minari lo sabía de sobra.
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