𓏲 Capítulo 2
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Cuando Mina despertó, se sentía como nueva. Había dormido como dios mandaba y, para su suerte, no trabajaba ese día. Podría aprovecharlo al máximo.
Quizás trabajaría desde su casa, la limpiaría, saldría a almorzar. Todo un día para disfrutar en paz.
Salió de su cuarto en ropa interior, no pensaba ponerse más ropa de la necesaria, y caminó hasta la sala encontrándose el cuarto impecable.
— Al final fue todo un ridículo sueño— Murmuró con una sonrisa de alivio puro antes de meterse de lleno en la cocina, encontrándose a Chaeyoung luchando con la hornilla para prenderla.
A la mierda su día de calma.
Mina exhaló decepcionada y, arqueando una ceja, tomó a Chaeyoung de la camiseta con sus dedos llevándola al baño.
— ¿Qué haces?— Inquirió la pequeña mientras era depositada sobre el lavamanos. Mina tapó la cañería y abrió la canilla de agua caliente.
— No quiero que andes por mi casa toda mugrienta, así que te darás un baño mientras lavo tu ropa y hago el desayuno— Espetó con poca simpatía Myoui, no se sentía muy alegre de tener que mantener a un ¿Parásito? En su casa. Chaeyoung bufó y se desvistió totalmente avergonzada antes de quedar en mini ropa interior.
No iba a desnudarse ni loca frente a esa amargada.
Mina blanqueó los ojos y los tapó con una mano mientras tendía la otra. Sintió como la pequeña ponía las telas sobre su palma y suspiró antes de salir del baño y caminar hasta la cocina. Todo era tan ridículo, incluso gracioso si se era optimista, pero ella no era ninguna optimista y se encontró rápidamente gruñendo sobre la tontería de estar lavando ropa del tamaño de una muñeca en el lavamanos de la cocina.
Al final, con la tontería, había preparado un café en un dedal y en un trozo de cartón algo de pan y galletas. Migajas, en realidad.
Pero sí, se estaba esforzando mucho sin razón, y es que muy dentro suyo le causaba ternura el cuidar de un ser tan pequeño. Como cuando era una niña y cuidaba de su hámster, pues casi lo mismo.
Al cabo de un rato entró de vuelta al baño, encontrando a Chaeyoung tapada hasta la cabeza con papel higiénico. Qué cosilla más ridículamente tierna.
— ¡No entres así! Estoy desnuda— Gruñó la pequeña y Mina se encogió de hombros mientras secaba la ropa con un secador de cabello. Chae sonrió, agradecida, tomando aquellas telas calentitas, y Myoui volvió a dejarla sola.
Cuando se sentó en la mesa de la sala para desayunar, vio a Chae acercarse. Era cómico verla luchar por subirse a la silla y luego a la mesa, apenas si alcanzaba, pero en el rostro de la pequeña apareció una sonrisa y unos diminutos hoyuelos de alegría al ver las mini tostadas con galletas y el dedal con café.
— Gracias por esto...— Dudó la pequeña.
— Myoui Mina, me llamo Mina— Habló la empresaria, tomando un sorbo de su propio café.
— Oh, Gracias— Murmuró y se sentó en la mesa, comiendo desesperadamente.
Mina la analizó con los ojos, siendo cualquier cosa menos disimulada y es que no entendía cómo era que tenía a una chica de 15 cm en su casa. Cómo es que había dormido entre algodón, se había bañado en un lavamanos y además tomaba café en un pote de metal del tamaño de una parte de un dedo meñique.
¿Cómo se suponía que razonaría eso?
Chae la miró de reojo y suspiró dejando la comida de lado — No sé como volver a la normalidad si es lo que te preguntas, y mucho menos me acuerdo de la vieja que me hizo esto— Gruñó, cortándole el flujo de ideas a la morocha, y Mina exhaló masajeando su sien.
¿Acaso estaba planteándose el mantener a esa cosa? Porque sí, lo consideraba como una posibilidad hasta conseguir una solución para el problema de la pequeña, pero le sorprendía estar siendo tan poco egoísta.
Ella no era así. No con desconocidas.
— ¿Quieres quedarte en mi casa hasta que puedas, no lo sé, arreglarte?— Sugirió con un atisbo de duda en su voz, Chaeyoung la miró incrédula y sonrió burlona, esperando que fuera un chiste, mas al ver la seriedad de Mina prácticamente saltó a través de la mesa para 'abrazarla'. Un abrazo que consistía en prenderse del cuello de su camiseta cual garrapata.
— ¡Gracias! Enserio, gracias gracias gracias— Repetía como loro mientras daba pequeños saltos en el lugar. Myoui suspiró peinando sus cabellos, notablemente irritada, y la tomó de la camiseta, levantándola.
— Primero, antes que nada, te prepararé alguna parte de la casa a tu medida y, en la tarde, iremos a comprarte ropa en alguna juguetería— Espetó. Chaeyoung asintió felizmente y se removió para soltarse. Cualquier cosa le haría feliz en ese momento.
Luego de limpiar, y con mucho esfuerzo, Mina improvisó en una esquina de la sala en una caja la habitación de Chaeyoung. Mientras la pequeña la pintaba con acrílicos, Myoui armaba una cama con cartones, algodón y telas. Luego cuando salieran pensaba comprarle alguna de madera.
Bufó apoyando su cabeza en la mesa y dejó escapar un gruñido de frustración, realmente le estaba molestando ese lado amable que surgió de la noche a la mañana en ella. No le gustaba, ella no era así, no era normal.
Aunque tampoco era normal que existieran chicas de 15 centímetros.
Suspiró levantando apenas su cabeza y se encontró con Chaeyoung a pulgadas de ella, frunciendo el ceño y todo manchada de acrílico blanco.
— Si te molesta tenerme, puedo irme— Murmuró sentándose frente a ella, sus ojos mostraban desilusión y Mina sabía que no podía ser tan egoísta.
No con esa carita de tristeza.
Negó con la cabeza, volviendo al trabajo y Chaeyoung suspiró, rendida ante los cambios de humor de Myoui.
Pasaron así toda la mañana y parte de la tarde, embelleciendo lo que sería el cuarto de la pequeña en silencio. Habían hecho un descanso para el almuerzo que no duró mucho y, luego de horas, por fin estuvo terminado. Chaeyoung daba saltitos de alegría y Mina bufaba mientras se preparaba para salir a comprarle ropa a la 'bichita'. El apodo le gustaba bastante para Chaeyoung, aunque no pensaba decírselo.
Myoui puso a la pequeña en el bolsillo de su saco y salieron camino al centro. Horas pasaban y en las jugueterías sólo encontraban ropa al estilo 'Ken' y a Chaeyoung no le causaba mucha gracia el usarla.
— Quizás sería mejor si compramos las telas y yo me hago la ropa con una aguja e hilo— Dijo la pequeña mientras se trepaba por la ropa de Mina y se sentaba en su hombro. Y al empresaria se le pasó la imagen de la chiquilla con su mano muy lastimada, el dedal como casco y una aguja llena de sangre.
Oh no, ninguna pequeña catástrofe ocurriría en un hogar.
Myoui suspiró dejando escapar un gruñido y caminó hacia la tienda de telas más cercana.
— ¿Podrías meterte en el bolsillo? La gente puede asustarse— Demandó por fin Mina. Chaeyoung se encogió un poco ante el tono hostil usado por su mayor y se escondió en su bolsillo.
A medio camino, cuando ya se estaban rindiendo, Myoui se sintió atraída por una tienda de antigüedades poco llamativa, no tenía nada en la vidriera y un pobre cartel de madera era lo único que destacaba.
Pero entró a la tienda por inercia y se acercó al mostrador en silencio. Chae asomó su cabeza por el bolsillo y miró curiosa a su alrededor.
— Buenas tardes, ¿Qué necesita?— Inquirió una anciana, saliendo de entre los estantes. Mina saltó del susto y exhaló con fuerza.
— Uhm, ropa para una muñeca de unos...15 centímetros— Indicó Myoui mostrando el tamaño con sus manos. La mujer acarició su barba dubitativa y se perdió de vuelta entre los estantes, dejando a Chaeyoung y Mina sumidas en silencio.
La mayor suspiró apoyándose contra el mostrador y miró su bolsillo, hallándose con los ojos brillantes de Chaeyoung. Esa chiquilla parecía una niña.
Desvió la mirada incómoda ante su escrutinio y la menor se removió antes de esconderse de vuelta.
La mujer apareció con un armario de madera pequeño en sus manos y se lo tendió a Mina, con una sonrisa.
— Fíjese cuál de estos conjuntos le gusta más— Dijo, parándose del otro lado del mostrador.
Mina abrió el armario y se sorprendió al ver la variedad de ropa que había dentro. Pero ella no tenía derecho a elegir. Sintió como algo tironeaba su ropa y, tarde, notó como Chaeyoung se trepaba al mueble de madera antes de meterse de lleno en el armario. Mina miró a la anciana preocupada, mas solo vio como la mujer sonreía aún más.
— ¿Ves algo que te guste, pequeña?— Inquirió la mujer mientras sacaba más muebles pequeños de debajo del mostrador.
— ¡Si! ¡Me encanta todo!— Oyó a Chaeyoung decir y casi pudo asegurar que su billetera le estaba pidiendo que lo pensara dos veces, mas el ver a la pequeña salir del armario con su sonrisa deslumbrante, se obligó a no pensar en el precio — ¡Una cama! ¡Y una bañera! ¡Un tocador! ¡Mira ese juego de tazas y platos, Mina!— Myoui suspiró agobiada y miró a la anciana, mas esta sólo soltó una risita.
— No dolerá tanto como crees, la gente no suele comprarme este tipo de cosas por lo que te haré un precio especial— Afirmó la anciana, sacando una caja y diarios — Sólo serán 1200, ¿Voy preparando todo?— Inquirió. Mina miró a Chaeyoung, a su carita intentando ser tierna, y suspiró, asintiendo.
Esa no era ella, en lo absoluto.
Ya de vuelta en su casa, la noche había caído y Myoui estaba terminando de ordenar el cuarto de Chaeyoung mientras esta dormía plácidamente en su saco, sobre el sofá. Mina moría de hambre mas el sueño también la estaba venciendo, y se apuró en su labor.
Puso a la pequeña con sumo cuidado en la cama suspirando al verla dormir, se veía muy tierna.
Gruñó, su mente le estaba traicionando por el cansancio seguramente, por lo que caminó hasta su cuarto y se metió bajo las sábanas, anhelando un poco de tranquilidad.
Chaeyoung era una niña malcriada a la que cuidar.
Y algo, muy dentro suyo, le decía que ella iba a malcriarla aún más.
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