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O2

Cuando Jungkook despertó, se sentía como nuevo. Había dormido como dios mandaba y, para su suerte, no trabajaba ese día.

Podría aprovecharlo al máximo.

Quizás trabajaría desde su casa, la limpiaría, saldría a almorzar. Todo un día para disfrutar en paz.

Salió de su cuarto en boxers, no pensaba ponerse más ropa de la necesaria, y caminó hasta la sala encontrándose al cuarto impecable.

—Al final fue todo un ridículo sueño. — Murmuró con una sonrisa de alivio puro antes de meterse de lleno en la cocina, encontrándose a JiMin luchando con la hornalla para prenderla.

A la mierda su día de calma.

Jungkook exhaló decepcionado y, arqueando una ceja, tomó a JiMin de la camiseta con sus dedos llevándolo al baño.

— ¿Qué haces? — Inquirió el pequeño mientras era depositado sobre el lavamanos. Jungkook tapó la cañería y abrió la canilla de agua caliente.

—No quiero que andes por mi casa todo mugriento, así que te darás un baño mientras lavo tu ropa y hago el desayuno. — Espetó con poca simpatía Jeon, no se sentía muy alegre de tener que mantener a un ¿Parásito? En su casa. JiMin bufó y se desvistió totalmente avergonzado antes de quedar en mini boxers.

No iba a desnudarse, ni loco frente a ese amargado.

Jungkook blanqueó los ojos y los tapó con una mano mientras tendía la otra. Sintió como el pequeño ponía las telas sobre su palma y suspiró antes de salir del baño y caminar hasta la cocina. Todo era tan ridículo, incluso gracioso si se era optimista, pero él no era ningún optimista y se encontró rápidamente gruñendo sobre la tontería de estar lavando ropa del tamaño de una muñeca en el lavamanos de la cocina.

Al final, con la tontería, había preparado un café en un dedal y en un trozo de cartón algo de pan y galletas. Migajas, en realidad.

Pero sí, se estaba esforzando mucho sin razón, y es que muy dentro suyo le causaba ternura el cuidar de un ser tan pequeño. Como cuando era un niño y cuidaba de su hamster, pues casi lo mismo.

Al cabo de un rato entró de vuelta al baño, encontrándose a JiMin tapado hasta la cabeza con papel higiénico. Que cosilla más ridículamente tierna.

— ¡No entres así! Estoy desnudo. —Gruñó el pequeño y Jungkook se encogió de hombros mientras secaba la ropa con un secador de cabello. JiMin sonrió, agradecido, tomando aquellas telas calentitas, y Jeon volvió a dejarlo solo.

Cuando se sentó en la mesa de la sala para desayunar, vio a JiMin acercarse. Era cómico verlo luchar por subirse a la silla y luego a la mesa, apenas si alcanzaba, pero en el rostro del pequeño apareció una tierna sonrisa de alegría al ver las mini tostadas con galletas y el dedal con café.

—Gracias por esto... —Dudó el pequeño.

—Jeon Jungkoook, me llamo Jungkook. —Habló el empresario, tomando un sorbo de su propio café.

—Oh, Gracias. —Murmuró y se sentó en la mesa, comiendo desesperadamente.

Jungkook lo analizó con los ojos, siendo cualquier cosa menos disimulado y es que no entendía cómo era que tenía a un chico de 15cm en su casa. Cómo es que había dormido entre algodón, se había bañado en un lavamanos y además tomaba café en un pote de metal del tamaño de una parte de un dedo meñique.

¿Cómo se suponía que razonaría eso?

JiMin lo miró de reojo y suspiró dejando la comida de lado. — No sé cómo volver a la normalidad si es lo que te preguntas, y mucho menos me acuerdo de la vieja que me hizo esto. — Gruñó, cortándole el flujo de ideas al morocho, y Jungkook exhaló masajeando su sien.

¿Acaso estaba planteándose el mantener a esa cosa? Porque si, lo consideraba como una posibilidad hasta conseguir una solución para el problema del pequeño, pero le sorprendía estar siendo tan poco egoísta.

Él no era así. No con desconocidos.

— ¿Quieres quedarte en mi casa hasta que puedas, no lo sé, arreglarte? — Sugirió con un atisbo de duda en su voz, JiMin lo miró incrédulo y sonrió burlón, esperando que fuera un chiste, más al ver la seriedad de Jungkook prácticamente saltó a través de la mesa para 'abrazarlo'. Un abrazo que consistía en prenderse del cuello de su camiseta cual garrapata.

— ¡Gracias! En serio, gracias, gracias, gracias. — Repetía como loro mientras daba pequeños saltos en el lugar. Jeon suspiró peinando sus cabellos, notablemente irritado, y lo tomó de la camiseta, levantándolo.

—Primero, antes que nada, te prepararé alguna parte de la casa a tu medida y, en la tarde, iremos a comprarte ropa en alguna juguetería. — Espetó. JiMin asintió felizmente y se removió para soltarse. Cualquier cosa le haría feliz en ese momento.

Luego de limpiar, y con mucho esfuerzo, Jungkook improvisó en una esquina de la sala en una caja la habitación de JiMin.

Mientras el pequeño la pintaba con acrílicos, Jeon armaba una cama con cartones, algodón y telas. Luego cuando salieran pensaba comprarle alguna de madera.

Bufó apoyando su cabeza en la mesa y dejó escapar un gruñido de frustración, realmente le estaba molestando ese lado amable que surgió de la noche a la mañana en él. No le gustaba, él no era así, no era normal.

Aunque tampoco era normal que existiesen chicos de 15 centímetros.

Suspiró levantando apenas su cabeza y se encontró con JiMin a pulgadas de él, frunciendo el ceño y todo manchado de acrílico blanco.

—Si te molesta tenerme, puedo irme. — Murmuró sentándose frente a él, sus ojos mostraban desilusión y Jungkook sabía que no podía ser tan egoísta.

No con esa carita de tristeza.

Negó con la cabeza, volviendo al trabajo y JiMin suspiró, rendido ante los cambios de humor de Jeon.

Pasaron así toda la mañana y parte de la tarde, embelleciendo lo que sería el cuarto del pequeño en silencio. Habían hecho un descanso para el almuerzo que no duró mucho y, luego de horas, por fin estuvo terminado.

JiMin daba saltitos de alegría y Jungkook bufaba mientras se preparaba para salir a comprarle ropa al 'bichito'. El apodo le gustaba bastante para JiMin, aunque no pensaba decírselo.

Jeon puso al pequeño en el bolsillo de su saco y salieron camino al centro.

Horas pasaban y en las jugueterías sólo encontraban ropa al estilo 'Ken' y a JiMin no le causaba mucha gracia el usarla.

—Quizás sería mejor si compramos las telas y yo me hago la ropa con una aguja e hilo. — Dijo el pequeño mientras se trepaba por la ropa de Jungkook y se sentaba en su hombro. Y al empresario se le pasó la imagen del chiquillo con su mano muy lastimada, el dedal como casco y una aguja llena de sangre.

Oh no, ninguna pequeña catástrofe ocurriría en un hogar.

Jeon suspiró dejando escapar un gruñido y caminó hacia la tienda de telas más cercanas.

— ¿Podrías meterte en el bolsillo? La gente puede asustarse. — Demandó por fin Jungkook. JiMin se encogió un poco ante el tono hostil usado por su mayor y se escondió en su bolsillo. El tipo de verdad que no sabía hablar amablemente.

A medio camino, cuando ya se estaban rindiendo, Jeon se sintió atraído por una tienda de antigüedades poco llamativa, no tenía nada en la vidriera y un pobre cartel de madera era lo único que destacaba.

Pero entró a la tienda por inercia y se acercó al mostrador en silencio. JiMin asomó su cabeza por el bolsillo y miró curioso a su alrededor.

—Buenas tardes, ¿Qué necesita? — Inquirió un anciano, saliendo de entre los estantes. Jungkook saltó del susto y exhaló con fuerza.

—Uhm, ropa para un muñeco de unos...15 centímetros. — Indicó Jeon mostrando el tamaño con sus manos. El hombre acarició su barba dudoso y se perdió de vuelta entre los estantes, dejando a JiMin y Jungkook sumidos en silencio.

El mayor suspiró apoyándose contra el mostrador y miró su bolsillo, hallándose con los ojos brillantes de JiMin. Ese chiquillo parecía un niño.

Desvió la mirada incómodo ante su escrutinio y el menor se removió antes de esconderse de vuelta.

El hombre apareció un armario de madera pequeño en sus manos y se lo tendió a Jungkook, con una sonrisa.

—Fíjese cuál de estos conjuntos le gusta más. —Dijo, parándose del otro lado del mostrador.

Jungkook abrió el armario y se sorprendió al ver la variedad de ropa que había dentro. Pero él no tenía derecho a elegir. Sintió como algo tironeaba su ropa y, tarde, notó como JiMin se trepaba al mueble de madera antes de meterse de lleno en el armario. Jungkook miró al anciano preocupado, mas solo vio como el hombre sonreía aún más.

— ¿Ves algo que te guste, pequeño? — Inquirió el hombre mientras sacaba más muebles pequeños de debajo del mostrador.

— ¡Sí! ¡Me encanta todo! — Oyó a JiMin decir y casi pudo asegurar que su billetera le estaba pidiendo que lo pensara dos veces, más el ver al pequeño salir del armario con su sonrisa deslumbrante, se obligó a no pensar en el precio — ¡Una cama! ¡Y una bañera! ¡Un tocador! ¡Mira ese juego de tazas y platos, Jungkook! — Jeon suspiró agobiado y miró al anciano, mas este sólo soltó una risita.

—No dolerá tanto como crees, la gente no suele comprarme este tipo de cosas por lo que te haré un precio especial — Afirmó el anciano, sacando una caja y diarios — Solo serán 1200, ¿Voy preparando todo? — Inquirió. Jungkook miró a JiMin, a su carita intentando ser tierna, y suspiró, asintiendo.

Ese no era él, en lo absoluto.

Ya de vuelta en su casa, la noche había caído y Jeon estaba terminando de ordenar el cuarto de JiMin mientras este dormía plácidamente en su saco, sobre el sofá. Jungkook moría de hambre más el sueño también lo estaba venciendo, y se apuró en su labor.

Puso al pequeño con sumo cuidado en la cama suspirando al verlo dormir, se veía muy tierno.

Gruñó, su mente le estaba traicionando por el cansancio seguramente, por lo que caminó hasta su cuarto y se metió bajo las sábanas, anhelando un poco de tranquilidad.

JiMin era un niño malcriado al que cuidar.

Y algo, muy dentro suyo, le decía que él iba a malcriarlo aún más.


Me pongo soft, muy soft, ASHUDAAA

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