Capítulo 7
Yoongi se sentó en una silla mirando hacia la ventana. Las cortinas abiertas de par en par con una hermosa vista al atardecer.
-5
El sol estaba cayendo, y la noche tomaba más color en el cielo, junto a las estrellas cuyo brillo resaltaba con más fuerza.
-4
La casa se removió, sintiendo más energía que en el día, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
-3
Respiró profundamente, las ansias lo estaban carcomiendo por dentro como cada noche, y ya sabía por qué.
-2
Vio los últimos rayos del sol comenzar a desvanecerse a la vez que las luces de la calle se prendían iluminando su rostro.
-1
Sonrió sin poder controlarlo, y cuando el sol desapareció totalmente de su vista, sintió unos brazos abrazarlo por el cuello y un beso en la mejilla.
-¿Esperándome?- Susurró un Jimin de ya 15 años en su oído. Yoongi rió girándose, antes de tomarlo por la cintura y obligarlo a que se sentara sobre él.
-¿Acaso tú no me esperabas a mí?- Yoongi hizo un puchero en los labios mirando a los ojos al chico rubio, quien rió y le pegó en el hombro.
-Tienes 17 años, no hagas esas cosas- Lo regañó Jimin, sus ojos se iluminaron de golpe y aplaudió un par de veces. La puerta del cuarto se abrió y un libro apareció volando- ¡He encontrado una receta excelente para cocinarle a noona!- Comentó abriendo el libro.
-Que manera de sobreexplotar los conocimientos que ella te dió- Murmuró Yoongi antes de apoyar su frente en el hombro de Jimin y respirar profundamente. Oh, si pudiera explicar con palabras la necesidad que tenía de sentir su aroma.
Jimin tragó con fuerza, tratando de no pensar en que tenía a su amor platónico oliéndolo y con sus manos sobre su cintura. Se removió, calmando los nervios, y consiguió zafarse del agarre de este.
-Vayamos a cocinarle Yoongi- Rogó Jimin mientras corría escaleras abajo a la cocina y comenzaba a bailar.
Yoongi sonrío cerrando la puerta tras de sí y bajó hasta donde su bailarín estaba.
Si había algo que le encantaba de su chico era el poder que tenía de embellecer todo lo que hacía.
Jimin bailaba, se movía al son de una melodía que sólo él escuchaba, y todos los intrumentos e ingredientes danzaban a la par.
Destellos de colores lo rodeaban mientras se movía por toda la cocina, lazos de luz blanca acompañaban sus movimientos.
Yoongi sonrío, embobado.
Jimin lo miró, acercándose a él con cuidado. Se miraron unos segundos, antes de tomarse las manos y comenzar a bailar, camino a la sala. Sus pies se sincronizaban, como cada noche, sus manos unidas y la música resonando en sus corazones.
El salon pareció desvanecerse, sus ojos conectados junto con las sonrisas de genuina felicidad decorando sus rostros.
Tan perdidos estaban en su baile que no notaron cuando sus pies se despegaron del suelo, los colores a su alrededor se desvanecieron y la música se apagó suavemente, dejándolos totalmente en silencio. Mirándose el uno al otro.
Yoongi sintió mucho calor en su pecho, su estómago vacío le hormigueaba, y su mano soltó la de Jimin para acariciar el rostro de este con cuidado. Jimin cerró los ojos unos segundos, apoyándose en la caricia que Yoongi le brindaba, amando el calor de su mano.
Y Min sintió la necesidad de besarlo, como cada noche, sólo que esta vez era fuerte. Y de verdad que necesitaba hacerlo.
El timbre del microondas sonó y ambos aparecieron en la sala, agitados.
Jimin se separó algo incómodo y fue hasta la cocina, en silencio.
Yoongi suspiró acomodándose la ropa. Un libro le golpeó la cabeza, y él maldijo por lo bajo, agarrándolo con fuerza. Quizás eso era lo peor de tener una casa con vida propia, que los objetos a veces le jugaban bromas que lo sacaba de sus casillas como nadie.
-Ayúdame a llevarle la cena a Noona y deja de pelear con los libros, Suga- Lo regañó Jimin con una sonrisa mientras señalaba una bandeja en la cocina. Yoongi asintió guardando el libro, ignorando su nombre "La magia de perder el miedo", y la tomó, subiendo las escaleras tras Jimin.
El chico rubio abrió la puerta del cuarto de la anciana, y pasó con el ceño fruncido.
-Ya es tarde para que sigas con eso, Noona- La regañó mientras cerraba el libro de hechizos que ella escribía. Su libro de hechizos escrito por ella, como regalo de Yoongi y de Young Mi.
-Que no se te olvide que sigo siendo la adulta en esta casa, Jimin- Lo amenazó la anciana con una sonrisa mientras tomaba su bastón y se paraba con la ayuda de Jimin, hacia su cama.
Se acostó entre quejas y risas, y Yoongi le puso la bandeja en el regazo.
-Puedo jurar que vi destellos salir por la ventana de la cocina, has mejorado mucho, ¿O no, Yoongi?- Young Mi sonrió de lado mientras arqueaba las cejas. Yoongi asintió saliendo del cuarto y Jimin rió, sentándose en el borde de la cama.
-Gracias por haberme enseñado tanto- Habló el chico, y la anciana negó tomando los cubiertos.
-No es nada Jimin, además, la casa necesitaba una energía joven que pudiese con ella. Hacía años, más de los que puedo recordar, que no veía a los libros tener tanta personalidad- La anciana miró la foto de Yoongi de pequeño en su escritorio- Mi nieto no tenía ese toque que se necesitaba, en cambio tú fuiste creado con él- Un suspiro escapó de sus labios antes de que volviese a mirarlo- ¿Y? ¿Cómo va todo con Yoongi? ¿Ha pasado algo?- La anciana lo miró a los ojos- Tus ojos no mienten-
-Hemos bailado juntos- Confesó Jimin en un susurro, tan avergonzado como si hubiesen hecho algo indebido.
Y es que para Jimin, bailar junto a Yoongi era algo tan íntimo que el solo imaginarlo lo avergonzaba como nade pudiese entender.
-¿Y un beso? ¿Algún toqueteo?- Young Mi quería avances, y Jimin abrió la boca sorprendido.
-¡Noona!- Chilló indignado.
-Que desperdicio, yo a tu edad le miraba el culo a los chicos- Se quejó la mujer mientras comía.
-Mejor cena y duerme, te hará recobrar la cordura- Murmuró Jimin mientras le dejaba las servilletas en la mesa de luz.
-¡No me faltes el respeto!- Amenazó la anciana con el tenedor apuntando hacia él, ambos rieron.
-Si necesitas algo, nos llamas- Habló el chico saliendo del cuarto.
La casa ya estaba a oscuras, y sólo se veía la luz del cuarto se Yoongi. Tragó con fuerza y se acomodó la ropa, el cabello, todo, para verse más lindo.
Entró al cuarto, encontrándose a Yoongi recostado con un libro en la mano. Tuvo que aguantar el suspiro de enamorado que quiso escaparse de sus labios, y se acercó a Yoongi arrastrando los pies. El chico gruñón cerró el libro y lo dejó sobre la mesa, haciéndole una seña a Jimin para que se acostase a su lado.
Jimin no dudó y en cuestión de segundos ya estaba recostado al lado de Yoongi, mirándolo con una sonrisa. El mayor apagó la luz de la mesa de noche y ambos quedaron a oscuras.
Jimin se removió mirando al techo, y Yoongi aprovechó para ponerse encima suyo.
Sus rostros estaban a centímetros de tocarse, el cabello morocho de Yoongi acariciaba las mejillas de Jimin, quien las tenía enrojecidas por la vergüenza.
-¿Noona ha dicho algo?- Inquirió Yoongi en un susurro, mirándolo a los ojos tan profundamente que se sentía sofocado.
-N-No, sólo las locuras de siempre- Balbuceó Jimin enteabriendo sus labios para dejar escapar el aire que retenía en sus pulmones.
Yoongi rió, apoyándose en sus antebrazos. Sus labios podían rozarse con los de Jimin si hubiese querido, pero sólo le dio un casto beso en la frente antes de abrazarlo por la cintura y caer dormido.
Jimin exhaló con fuerza. Estaba sufriendo.
[...]
-Entonces yo le dije a Seungkwan de ir a comer, pero me dijo que no. Y me enojé, yo realmente quería comer pasta. ¿Sabías que los Spaghettis ahí son caseros? Ay, me encanta la comida casera, mi abuelo solía cocinarla así, muy rica. Mi abuela no sabía cocinar, es gracioso ¿No? Romper con los estereotipos...- Yoongi blanqueó los ojos dejándose caer en el pasto.
-Entonces, ¿Qué pasó con Seungkwan?- Cuestionó callando a su amigo, quien frunció el ceño y lo miró.
-¿Qué te estaba diciendo de él?- Yoongi se golpeó en la frente con la mano abierta, de verdad que no podía entender como alguien como Vernon podía siquiera estar en pareja.
-Eres un imbécil- Gruñó por lo bajo mientras el sol se ponía tras ellos. Hansol suspiró y se dejó caer a su lado.
-Supongo que ahora me echarás a patadas de tu casa- Yoongi asintió y se levantó tendiéndole la mano.
-Gracias por tu corta visita- Vernon se levantó por su cuenta y luego de una seña muy poco simpática se fue saltando la verja de la casa.
Yoongi sonrío, pero ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando cayó cual tronco al suelo con Jimin encima.
-¡Has estado toda la tarde con él!- Se quejó el rubio, mirando a Yoongi con el ceño fruncido. Fingido enojo decoraba su rostro, y el morocho pensó que le encantaría borrarle ese mohín de los labios con un beso.
-¿Celoso?- Sonrió, desafiando a Jimin.
-Por supuesto- El rubio sonrió también.
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