Si tú lloras, yo lloro
Uno donde mikey vea a takemichi llorar y el llore porque takemichi está llorando
***
Takemichi se había ofrecido como niñera temporal de Mikey para que Mitsuya pudiera tomarse un descanso corto. Éste no dudó en aceptarlo, pero aún se quedó en la casa para poder vigilarlos más de cerca.
No era porque no confiaba en Takemichi, solo quería ser precavido.
Así que solo los dejó en la sala y él fue a encerrarse en la habitación de invitados, esperando poder recobrar energías con un merecido letargo de al menos un par de horas; rogando internamente para que no ocurriera nada con esos dos en su ausencia.
Para su propio asombro, Takemichi estaba manejando las cosas decentemente.
Había desgastado un poco la hiperactividad de Mikey en un juego corto de escondidas, donde dejó ganar al pequeño a propósito fingiendo que su cabecita rubia no era visible detrás del sillón o que sus risitas divertidas eran inaudibles. Ahora podía tenerlo un poco más tranquilo, sentado en el suelo y ensimismado en los rayones que hacía en un cuaderno con un par de crayones. Incluso Takemichi estaba a un lado, ocupando su propia hoja de papel y su par de crayones exclusivos que Mikey había elegido para él.
Solamente un marrón y un verde. Ni uno más.
-¿Qué estás dibujando tú? -Takemichi estiró su cuello hacia adelante, intentando ver el trabajo del niño, pero este apartó su cuaderno de forma abrupta antes de que pudiera echar una mínima ojeada.
-¡No! -decretó con puchero-. ¡Es secreto!
-Oh, ya veo. Lo siento -sonrió apenado, reprimiendo una risa enternecida.
-Cuando se termine -Mikey explicó, enseriando sus facciones tanto como podía-. Ahora no. Es secreto.
-¡Ya entiendo! -rio por la fluidez aun pobre de su hablar, pero lo suficiente buena como para darse a entender-. Entonces yo también terminaré el mío.
Bueno, sus opciones no eran muy variadas teniendo solamente dos colores, pero si Mikey coloreaba perros celestes, ¿por qué él no?
Después de unos minutos de arduo trabajo, Takemichi se incorporó sosteniendo su hoja entre sus manos.
-¡Terminé! -comentó emocionado genuinamente-. ¿Y tú?
-Sí -Mikey pegó la hoja de su cuaderno contra su pecho, queriendo evitar a toda costa que se viera-. Déjame ver, Mitchi.
-¡Ta-da! -canturreó extendiendo su dibujo: un paisaje simple de trazos infantilizados. Prácticamente solo una casita junto a un río y una hilera de montañas de fondo. El arbolito que era del mismo tamaño que la casita tampoco podía faltar.
Mikey lo analizó a detalle, como si se tratara del mismo juez de su propia competencia imaginaria.
-¡Bonito! -fue el veredicto del pequeño, luciendo una sonrisa satisfecha.
Takemichi vitoreó como si hubiera ganado un concurso real.
-A ver el tuyo, Mikey -pidió fingiendo la seriedad que convertirse en el juez ameritaba.
El niño asintió, entregándole su hoja.
Takemichi enmudeció en cuanto observó el dibujo.
-M-Mikey... esto...
-¡Es Mitchi! -El pequeño se sentó a su lado, inclinándose hacia la hoja que Takemichi sostenía entre sus manos-. Este soy yo.
De inmediato se le llenaron los ojos de lágrimas.
Era un dibujo mal hecho de una persona, en la cual se reconoció a sí misma por la exagerada forma del copete de su cabello que intentó plasmar y el intenso amarillo con el que lo coloreó; pero, lo más importante era que Mikey se había dibujado a sí mismo también, tomándolo de la mano. Ambos sonriendo bajo un solecito sonriente, nubes hechas de círculos y entre flores de tallos extremadamente largos.
-Es muy hermoso, Mikey -comentó con la voz rota, sin poder retener más los sollozos de su garganta.
Era una persona sensible por naturaleza. Era incapaz de resistirse a tan conmovedor gesto, sobre todo viniendo de parte de un bebé.
-¿Mitchi, por qué lloras? -Mikey miró preocupado al mayor-. ¿Te duele?
-N-no, es solo que... -intentó explicar, pero el tener el dibujo entre sus manos, en su campo de visión (ya borroso) le hacia estallar en sollozos emotivos.
-No, Mitchi, no llores -Mikey secó las lagrimas de Hanagaki con sus propias manitos, pero estas seguían apareciendo sin detenerse.
Takemichi juntó sus rodillas para hundir su rostro sobre ellas. Ya había comenzado, ahora debía secarse si quería detenerse.
-Mitchi, no llores -Mikey insistió, esta vez con tono quejumbroso.
Incluso intentó levantar la cabeza de Takemichi, pero era una tarea imposible. Él también comenzaba a desesperarse.
-¡Mitchi, ya no llores! -intentó una vez más, dando golpecitos suaves en sus brazos, pero sin obtener resultados.
Sus labios también empezaron a temblar de la frustración. Intentó de nuevo moviendo su brazo con toda la fuerza que tuvo, pero Takemichi seguía sin desistir.
No le quedó más remedio que sentarse en el suelo y echarse a llorar también.
-¡N-no, M-Mikey no llores! -Takemichi levantó su mirada aun enrojecida y empañada en lagrimas. Entró en pánico al ver al niño llorar así-. ¡L-lo siento! ¡N-no me odies!
Y, por supuesto, Takemichi lo acompañó en su llanto.
Mitsuya veía toda la escena escondido tras una puerta, apenas asomando un ojo, mismo donde un estresante tic había aparecido.
Se suponía que Takemichi había ido para ayudarlo con Mikey, pero terminó haciéndolo llorar y de paso, a él mismo. Genial, ahora debía calmar a dos bebés llorones.
-¿Ahora qué pasó? -preguntó con dejes cansados, haciendo su aparición en la sala agitando un biberón con formula recién preparada.
-¡M-Mitsuya! E-es que Mikey hi-hizo esto... y-y luego yo... y-y él empezó a llorar y y-yo -Takemichi se enredó con sus propios sollozos.
Mitsuya quiso reír. Parecía como si un hermano mayor estuviera cuidando de su hermanito por primera vez.
-Por favor, detente. A Mikey no le gusta cuando la gente llora -habló suavemente, agachándose para recoger con un solo brazo al lloroso niño que de inmediato se aferró a él.
-¡E-eso trato! P-pero... -Takemichi le extendió el dibujo, ya con sus bordes empapados de sus propias lagrimas-. ¡M-mira! ¡Es tan lindo que me hace llorar!
-Oh, eso es lindo -Mitsuya respondió sonriendo sutilmente-. No se lo digas a Draken, o se pondrá celoso.
-¡L-lo sé! Es un g-gesto tan lindo p-para un bebé y e-es la primera vez que... -hipó entre sollozos.
Mitsuya escuchó a Mikey articular un quejido. Lo miró expectante y el niño procedió a señalar acusadoramente a Takemichi, con su mirada profiriendo un "No deja de llorar. Cállalo".
-Está bien, Takemichi, pero si no dejas de llorar Mikey tampoco lo hará, ¿así que podrías...?
Pero, éste hizo oídos sordos a la petición.
-Ya no llores, Mitchi -el pequeño balbuceó entre sollozos, visiblemente angustiado por el estado de animo del rubio mayor.
Mitsuya suspiró con cansancio.
-¡Cállate o te pondré un chupete en la boca a ti también!
Tomó tiempo, pero finalmente el par pudo apaciguar su llanto paulatinamente. Takemichi aun aferraba sus manos al dibujo. Anteriormente había balbuceado algo sobre enmarcarlo.
Mitsuya dejó a Mikey sentado en el suelo y le entregó su biberón del día, con la esperanza de que se adormeciera; pero, éste en lugar de dedicarse a tomarlo se lo ofreció a Takemichi, aun luciendo un pequeño puchero entre sus labios. Claramente aun estaba preocupado por él.
-A Mikey no le gusta compartir, así que siéntete afortunado -Mitsuya rio.
A Takemichi le brillaron los ojos con emoción ante ese nuevo gesto de amor. Lagrimas conmovidas volvieron a empañar sus ojos.
-¡No te atrevas a volver a llorar!
Tengo 18 años y dibujo como Mikey. Soy un fracaso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro