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Mamá

Cuando Mikey vea a Emma piense que es su mamá.

Kazutora tomó el bloque verde entre sus dedos y conteniendo la respiración lo depositó lentamente sobre la cima de la torre. El primer toque significó un tambaleo inestable que lo petrificó aun con la mitad del peso del bloque sobre la superficie. Lentamente dejó caer el resto. Con sumo cuidado...

—¡KAZUTORA, IDIOTA, YA LO ARRUINASTE!

La colorida torre de bloques cedió a su desbalance y se desparramó por todo el suelo con un ruido estrepitoso que resonó en conjunto con el reproche de Baji.

—¡A mi no me culpes! Tú pusiste mal el bloque anterior y no había forma en que no se cayera —espetó, torciendo los labios en un puchero infantil—. ¡Y no grites porque Mikey está durmiendo!

—¡Patrañas! ¡Tú arruinaste todo!

—¡Que te calles!

Kazutora contaba los segundos para que su tiempo de niñeros acabara y fueran relevados por Draken y Mitsuya, quienes se supone que se encargarían de Mikey bebé lo que quedaba de la tarde y la noche.

Sin embargo, ya estaban tardando y ninguno de los dos quería lidiar con un Mikey recién levantado.

—Ya, deja. Ya me aburrí —Baji soltó un ruidoso bostezo, caminando entre las piezas de bloques regadas hasta dar con el sillón y tirarse sobre él.

—Llamaré a Draken a ver qué pasó. —Kazutora sacó su celular, pero cuando estaba por marcar el número del susodicho, escucharon la puerta abrirse.

—¡Al fin! —Baji se levantó de un salto, estirando sus extremidades para liberar sus vestigios de flojera—. ¡Ya estaban tardando! El mocoso ya comió, está limpio y durmiendo tranquilito. Se las dejamos bien fácil.

Pero, en lugar de Draken y Mitsuya, fue Emma la que se presentó ante ellos arrastrando una pequeña maleta en una de sus manos.

—¿Cuál mocoso?

Baji y Kazutora se congelaron en su lugar, sin siquiera pestañear del estupor.

—¡EL GATO DE BAJI! —Hanemiya se apresuró a hablar al salir de su trance—. Hablaba de su gato. Así se llama.

Emma arrugó las cejas con confusión, mirando a ambos con recelo.

—Que nombre tan raro... —murmuró—. Está bien, no importa. ¿Dónde está mi hermano?

Baji y Kazutora intercambiaron una expresión de pánico.

—D-d-dormido... —Keisuke respondió con dejes reticentes.

La mirada cautelosa y recelosa de Emma no desaparecía.

—Imagino que están esperando a que despierte. Iré a verlo —anunció dándose la vuelta, dejando su maleta en medio de la sala.

—Sí, sí, claro —Kazutora rio con dejes nerviosos, observando como la rubia salía de casa para ir a la genuina habitación de Mikey.

Ya a solas, ambos se miraron desesperados.

—¿Qué hacemos? —Baji dijo en un susurro agresivo, delatando su pánico en toda su expresión.

—¡No sé! —el otro respondió con el mismo tono, mirando a su alrededor en busca de quizá alguna ventana por la cual escapar ileso.

—No dejemos que lo vea. Hay que llevarla a otro sitio hasta que Draken y Mitsuya se lo lleven —Baji propuso, intentando no hacer denotar su reticencia.

Mikey estaba dormido en la habitación de invitados donde se acostumbró a dormir con su cuidador de turno durante la noche. La misión era: no dejar que Emma se acercara a esa habitación.

—¡Buena idea! —Kazutora concordó, alzando su pulgar e intentando aparentar positivismo.

Pero, todos sus motivaciones volvieron a esfumarse cuando Emma volvió a la sala, sola y con una expresión confundida.

—No está allí, ¿dónde está?

—¡Ah, ya recordé! Fue a comprar dorayakis, sí, sí —Baji asintió con frenesí, mirando fijamente a la rubia—. ¿Quieres que te acompañe a buscarlo? Vamos, seguro que quieres verlo.

—Mmh... —la fémina intercaló su mirada cautelosa entre ambos varones, que intentaban sonreírle adecuadamente para no generar sospechas—. No, así está bien. Iré a mi cuarto a arreglar mis cosas.

Ese tampoco fue motivo de alivio, ya que ambas habitaciones estaban prácticamente juntas y existía la posibilidad de que de repente a Emma se le antojara mirar adentro... y descubriría todo.

—¡NO, NO, ESPERA! —ambos espetaron en sincronía, haciendo sobresaltar a la rubia de pie a la mitad del pasillo.

—¿Qué les pasa? —alzó una ceja con confusión, pero solo siguió subiendo sin prestar atención a los intentos de detenerla de los chicos, lo cual fue infructífero.

—¡T-te ayudamos a desempacar! —Kazutora se ofreció, intentando bloquear con su cuerpo la puerta de la habitación donde Mikey residía.

Baji reprimió un jadeo horrorizado al darse cuenta que esta estaba ligeramente abierta, siendo obstruida por un juguete en el camino.

Quizá Emma no lo abría notado de no ser por todo el empeño de Kazutora por desviar su atención de ella.

—¿Qué es eso? —Se agachó para recogerlo, pero Baji se le adelantó casi tirándose al piso para agarrarlo antes que ella.

—¡Un juguete de su gato! —Hanemiya respondió, con un tono de voz más alto del que debería—. Baji, que descuidado eres ¿no?

—¡Sí, sí! Soy muy descuidado. Ups —rio nervioso, escondiendo el juguete detrás de su espalda y enderezando su tensa espalda.

Emma los miró extrañada.

—Está bien... si ustedes lo dicen.

Baji y Kazutora pudieron suspirar de alivio cuando la rubia finalmente entró a su habitación.

Contra todo pronostico, una vez que ambos bajaron la guardia, Emma salió disparada de su habitación para correr hacia la continua, azotando la puerta en el proceso.

—¡NO! —Baji y Kazutora gritaron presos del pánico, pero ya sin ser capaces de detener a Emma y a su inexorable curiosidad: ella ya estaba adentro y mirando estupefacta al somnoliento bebé sentado en medio del colchón, tallando sus ojitos visiblemente aun con sueño. Debió haberse despertado con todo el ruido.

—¡¿Eh?! ¿Y éste bebé? —ella los miró alarmada, a lo cual ellos no supieron contestar.

—E-es... ah, él es... uhm —Hanemiya apretó los labios, con sus excusas extintas de su cabeza y teniendo a Baji solo como un espectador horrorizado.

Emma se acercó lentamente al bebé que gimoteaba por su prematuro despertar e intentando encontrar consuelo en su mantita apretada entre sus manos.

—Un momento... —la fémina murmuró, mirando a Mikey con los ojos entrecerrados. De inmediato, nuevamente salió disparada hacia su propia habitación, dejando aturdidos al par de chicos que aun no sabían como reaccionar.

Después de desbaratar su habitación en su búsqueda, regresó donde estaba el pequeño y se arrodilló a los pies de la cama. Con expresión analítica, levantó una fotografía a la altura de la cara del niño e intercaló su mirada.

Baji se acercó para inspeccionar qué hacía exactamente, encontrándose con que lo que Emma tenía entre sus dedos era una foto antigua de Mikey junto a un Shinichiro de quizás unos 13 años. El Manjiro de la foto lucía exactamente igual al niño que tenía en frente y, por supuesto, no lo dejó pasar por alto tan fácilmente.

—¿Qué carajos...? ¿Q-quién es este n-niño? —Emma miró petrificada al par que aun la observaba angustiados a un par de metros.

Mikey, más lúcido, finalmente pareció reparar en la nueva presencia. La miró durante un par de segundos, pestañeando con lentitud. De pronto, gateó hasta ella y sentado de rodillas justo al borde de la cama, se arrojó a su cuello el cual lo envolvió con sus bracitos y dejó caer su cabeza sobre uno de sus hombros.

Emma se paralizó al principio, pero al sentir como el pequeño se aferraba contra ella, no pudo evitar enternecerse y apretarlo contra su cuerpo.

—¿Podrían explicarme? —ella miró con recelo a ambos chicos, cargando con Mikey contra su pecho.

Baji y Kazutora se miraron, delatando sus respectivas reticencias; pero, al final aceptaron confesarle todo a la fémina, quién al finalizar estaba paralizada, agachando la mirada constantemente para analizar al niño que tenía sobre su pecho, comprobando la veracidad de todo.

—No puede ser que de verdad sea él... digo, sí se parecen, pero... —murmuró, apartando un par de hebras rubias de la frente del pequeño, apreciando mejor su rostro.

—¿Por qué está tan apegado a ella si se supone que aun no la conoce? —Baji arrugó las cejas con desconcierto, sembrando la duda también en Kazutora.

Mikey estaba despierto, pero no parecía molesto. En realidad se veía bastante satisfecho recostado sobre los pechos de Emma, con una de sus manos en su boca.

—Oye, Mikey, ¿quién es ella? —Hanemiya se atrevió a preguntar, señalando a Emma con su dedo.

—Mamá —balbuceó aun con sus dedos en la boca.

—¡¿EH?! —Emma lo miro desconcertada, luego volteando a ver al par de chicos, quienes tampoco supieron reaccionar ante la respuesta dada.

—Mikey tiene un serio problema de reconocimiento —Baji murmuró en medio de un carraspeo disimulado.

—Bueno... Ya confundió a Takemichi con Shinichiro y luego de unos días se le pasó. Imagino que contigo será lo mismo... —Kazutora sonrió con nerviosismo.

Emma volvió a ver a Mikey sentado en sus piernas: lucía tan apacible y relajado chupando sus dedos, sin entender su entorno. Se había derretido de ternura cuando lo vio arrastrarse a ella aun con la somnolencia apresándolo... pero, en cierta parte, le provocaba angustia.

—¿Ustedes lo han estado cuidando todo este tiempo?

—¡Te juro que no se nos cayó nunca! —Baji se apresuró a declarar, intentando sonar convincente.

—¡Ni se nos perdió nunca! —Kazutora secundó, usando la misma tonalidad.

Emma les dedicó una mirada recelosa y para nada disuadida.

—Bueno... Si Mitsuya y Ken están también en esto entonces todo está bajo control —habló trazando círculos con la punta de su índice sobre las regordetas mejillas de Mikey, sacándole risitas jubilosas.

—¿Debería tomarlo como una ofensa? —Kazutora susurró en medio de un suspiro desganado.

—No se preocupen. De ahora en adelante yo puedo ocuparme de él hasta que encuentren una solución —la fémina sonrió ajustando su agarre sobre Mikey.

Baji y Kazutora se sincronizaron al pensar que su primera acción sería vitorear de alegría ahora que finalmente se habían liberado de tan extenuante tarea.

—Oh... —sin embargo, salió en forma de susurro de los labios de Hanemiya y compartió una expresión reticente con el otro presente.

Sí, el mocoso era un dolor en el trasero cuando se lo proponía, se ensuciaba mucho, exigía cualquier cosa de su entorno que le agradara y era demasiado llorón cuando no le hacían caso.

Pero, también era el responsable de que sus días se volvieran más divertidos.

Antes de que pudieran formular una respuesta, Emma ya se había levantado con el niño en brazos; tarareando alguna melodía improvisada en murmullos reconfortantes. El par la siguió hasta la cocina antes de siquiera vocalizar un acuerdo.

—Mikey no es un niño tan fácil, eh. Podemos ayudarte... —Kazutora propuso ofreciendo una mirada tímida y balanceando su cuerpo de adelante hacia atrás.

—Lo sé, es mi hermano —ella respondió con naturalidad, manejando al bebé en sus brazos con bastante fluidez—. Lo conozco desde los cinco años.

—Baji desde los cuatro y fue un completo desastre —alegó a la defensiva, ganándose un dramático jadeo indignado de parte del aludido.

—¡Mamá, dame dodaki! —Mikey balbuceó señalando el paquete de dorayakis que había dentro de los estantes que Emma revisana en busca de algo de comer. Ella sonrió y le alcanzó la bolsa.

—Mitsuya los raciona —Baji comentó, aparentando responsabilidad—. Para que no los coma todos en un solo día.

—Vaya, que estricto suena —ella alzó las cejas con diversión, extendiéndole un dulce al niño que lo tomó con placer entre sus deditos.

—Por supuesto. Mitsuya sabe lo que hace. —Kazutora se cruzó de brazos y alzó la quijada con altanería—. Mikey sigue vivo gracias a nosotros.

—Un grupo de delincuentes conviviendo con un bebé. Me pregunto cómo se debió haber visto eso —Emma resopló en un intento de reprimir una risa, volviendo a tomar al niño en brazos para volver a la sala.

—Súper responsables, obviamente —Baji espetó engreído, a pesar de ser el menos apto para comentar algo así.

—Obviamente —Emma le concedió usando un tono condescendiente distraído, más enfocada en Mikey que en su platica.

El pequeño ya había terminado su dulce y tenía migajas de chocolate en todas partes: su boca, sus manitos y su ropa.

—Oye, nosotros lo habíamos mantenido limpio —Kazutora recriminó, apuntándola con un dedo acusador; pero, Emma ni siquiera se inmutó.

Ella estaba ensimismada en esa versión mini de su hermano, con mejillas regordetas y ojitos curiosos que la miraban con adoración. Una de sus manos se había mantenido apresando firmemente uno de los extremos de su blusa, impidiéndole alejarse.

Sentada en el sillón con Mikey recostado en su regazo, empezó a punzar juguetonamente varias áreas de su abdomen, haciendo sonidos como "¡whoap!" y sacándole varias risitas divertidas mientras se retorcía por las cosquillas.

—Es tan asquerosamente empalagoso y tierno —Baji comentó en voz baja a Kazutora, contemplando la escena desde lejos.

El otro chico suspiró con resignación, decidiendo que ya era hora de retirarse si ya habían encontrado otras manos confiables con quién dejar a Mikey.

—Bien, Emma... supongo que lo tienes todo bajo control. Baji y yo nos vamos, tenemos cosas que hacer.

—¿En serio? —El aludido lo miró incrédulo, recibiendo un gesto irritado de Hanemiya.

—Sí, Baji —recalcó—. Ya vámonos.

—¡Mamá, mamá! —escucharon a Mikey exclamar con alegría cuando Emma lo alzó alto en sus brazos, dando una pequeña vuelta—. ¡Más arriba!

Keisuke solo reconoció una cosa allí: traición.

—No se preocupen. Yo me encargo del resto —Emma sonrió antes de volver a abrazar con cariño a Mikey y degustándose con la manera en que éste se aferraba a ella contento.

—Sí, sí, ya nos íbamos —respondió Baji, a pesar de que ni él ni Kazutora habían dado un solo paso hacia la puerta.

¿A quién engañaban? No querían irse. Querían seguir jugando con Mikey, enseñarle algunos de sus antiguos movimientos de pelea y ayudarle a deshacerse de esos odiosos purés que le daban de almorzar.

Ese mocoso era un fastidioso de primera... pero, tenía su encanto.

¡Bah! Ellos lo cuidaron primero, así que tenían derecho de antigüedad sobre esa versión de Mikey.

Kazutora abrió la boca para articular una protesta, pero el sonido de la puerta

abriéndose nuevamente lo interrumpió.

—Lo siento, se me hizo algo tarde.

La voz de Draken se alzó sobre la sala, capturando la atención de todos los presentes al instante.

—¡¿E-Emma?! —Se petrificó al ver a la rubia con Mikey en sus brazos.

—¡Kenchin! —exclamó el pequeño y se esmeró en zafarse de los brazos de la fémina para correr de inmediato hacia su Kenchin.

—¡Draken, dile a Emma que el mocoso no es solo de ella! —Baji protestó y Kazutora asintió con frenesí, de acuerdo.

—¡Oigan! Solo trataba de quitarles responsabilidades —la rubia espetó mirando al par con desaprobación y cruzándose de brazos.

—Ya basta, ustedes tres —Draken ordenó, posando una mano sobre el cabello de Mikey quién se había abrazado con ímpetu a una de sus piernas—. No estamos en un juzgado como para tener estas peleas.

La puerta fue abierta de nuevo, esta vez en un azote más apremiante.

—¡Lo siento, lo siento! Mi hermana tenía un proyecto que terminar y...

Mitsuya miró estupefacto a Emma cruzada de brazos en medio de todo el barullo.

—¡Oh, Emma! —miró con desespero a Draken, rogando por una explicación—. N-no sabíamos que llegabas hoy.

—¡Miya, Miya! —Mikey celebró, abandonando a Draken para ir a halar a Mitsuya de la camisa exigiendo atención.

—¡Ahí está su verdadera mamá! —Kazutora decretó, resoplando con aires orgullosos.

—¡Mitsuya madre del año! —Baji, por supuesto, era leal a sus idioteces.

—No entiendo... —Takashi murmuró, lanzando una mirada confundida a cada uno. Draken le devolvió la expresión, estando en ese mismo estado de confusión.

—¡Mira, mira, Miya! Mamá me dio una dodaki —Mikey narró con efusividad, sin tener más pruebas que las migajas de chocolate desperdigadas sobre su ropa.

—Sí, que lin... Espera, ¿qué? —Mitsuya se congeló al escuchar la manera en que Mikey se refería a ella.

—A mí no me mires. Yo acabo de llegar también —Draken alzó sus manos en un gesto defensivo.

—Realmente no me importa —Emma sonrió embelesada por su ahora hermano menor--. ¡Yo también quiero cuidarlo! Ahora que me dice mamá, creo que tengo un papel importante aquí --declaró segura y con aires soberanos.

—Supongo que sí —Draken accedió, visualizando la ocasión como una oportunidad para despojarse de una parte de responsabilidades.

—Vas a renunciar en una semana —Kazutora profesó, firme y mirando cauteloso a la rubia que arrugaba las cejas con desagrado ante sus augurios.

—¡Vas a huir arrepentida! —Baji secundó, ganándose un zape en la nunca de parte de Draken. Mikey rio divertido por la escena.

—Gracias por tu ayuda —Mitsuya sonrió, ajustando el niño en sus brazos.

Emma se acercó a él entre zancadas y saltitos felices para darle un beso en la mata de hebras rubias.

—No, mamá, besitos no —Mikey se quejó retorciéndose, haciendo reír enternecida a la fémina.

—¡Daré mi mayor esfuerzo, se los prometo!

No sé si la mamá de Mikey era originalmente rubia o pelinegra, pero para conveniencia de guión aparentemos que era rubia :D

Una cosa más: recuerdes que los capitulos no enumerados no siguen un orden específico. Si bien Emma ya hizo su aparición, no quiere decir que estará presente en todos los capítulos que prosigan a este c:

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