Ayuda extra
Hakkai será el "amante que busca conquistar a la mamá luchona" solo por el hecho de que admira como Mitsuya se desenvuelve cuidando a Mikey.
Mitsuya se regodeaba ante los halagos que Mikey había obtenido por su adorable aspecto desde que llegaron al centro comercial.
Él había confeccionado personalmente ese overol de tela de algodón azul marino junto con un polo blanco de botones falsos que le daba un aspecto de infantilizada elegancia. Había incluido también un pequeño moño en el cuello, pero a Mikey le fastidiaba tanto que terminó por arrancarlo antes de que siquiera pudieran salir de casa.
Mitsuya pudo jurar que sintió una punzada en el corazón cuando vio el moño casi con sus hilos sueltos yaciendo en el suelo cruelmente pisoteado.
En fin, igual lucía bien sin él.
A pesar de que él se había ofrecido voluntariamente a hacerle ropa, aun carecían de muchas más cosas, por lo que se vio forzado a hacer una visita al área de bebés del centro. El dinero no fue problema. Pah se había rehusado a involucrarse específicamente como cuidador (en realidad tampoco planeaban dejar a Mikey en sus manos) así que se ofreció a ser el apoyo económico y les cayó como anillo al dedo, porque un bebé sí que requería gastos.
En especial alguien tan caprichoso como Mikey que se negaba a tomar las leches de formulas que no fueran específicamente su marca favorita.
Ninguno logró descubrir cómo hacia para darse cuenta.
—¡Miya, quiero pudín! —Mikey exigió desde el asiento para bebés del carrito de compras, señalando el estante que ofrecía una caja de pequeños envases de pudín en descuento.
—Pero, solo uno por día, eh —advirtió echando una caja en el carrito. Mikey aplaudió con jubilo al obtener el dulce.
Cuando acabó con la sección de snacks (que los chicos le habían pedido), se alejó lo más pronto posible antes que Mikey empezara a pedirle cada dulce que veía de los estantes y se dirigió a la sección de frutas, verduras y legumbres con la intensión de abastecerse lo suficiente para esa semana, antes de ir a la sección de bebés.
—¿Qué piensas de un puré de brócoli para el almuerzo? —preguntó mientras inspeccionaba meticulosamente la verdura.
—No. Ew —Mikey articuló figurando una mueca de asco, pero el brócoli ya estaba dentro del carrito.
—Pues, que lástima porque tendrás que comerlo si quieres que te dé tu pudín. —Se encogió de hombros con indiferencia, siguiendo su recorrido entre las demás verduras.
—Dame bibi —Mikey ignoró la advertencia y señaló el vasito para sorber cubierto de dibujitos dentro del carrito que habían encontrado al principio, entre las liquidaciones. Como la botella era de color y con nada de transparencia, no se apreciaba que en realidad estaba vacío.
—No hay nada ahí. En casa te haré uno —el mayor respondió concentrado en las compras y mirando al niño solo de soslayo.
Pero, por supuesto, la terquedad debía ser característica perenne de Mikey, quién hizo oídos sordos e intentó agacharse para agarrar el biberón.
—¡Miya! —reprochó quejumbroso, entre gimoteos al darse cuenta que le era imposible alcanzar el objeto.
—¡Ya te dije que está vací...!
—¿Taka-chan?
Una voz conocida frenó su regaño y cuando volteó se encontró con Hakkai, ataviado con ropa casual y sosteniendo una canasta con comestibles. Los ojos del menor se iluminaron al toparse con los de Mitsuya, pero se transformaron en curiosidad al notar al bebé en el carrito.
—¡Ah, Hakkai! —saludó luciendo una sonrisa—. Es agradable verte.
Las mejillas del aludido se mancharon de un sutil tono rosa y soltó una risita abochornada.
—¡Ya que nos encontramos podemos completar las compras juntos! —propuso con emoción y mirando al otro casi con suplica.
—Oh... ¿estás seguro? —La expresión de Mitsuya decayó—. Tengo algunos asuntos que aten... ¡DEJA ESO!
Notó el momento justo en que Mikey pensó que era buena idea tomar una de las manzanas en venta para morderla. Se la arrebató justo antes de que tuviera contacto con sus labios.
—¿Y ese bebé? —Hakkai miró al niño que hacia pucheros de inconformidad—. ¿Tuviste un nuevo hermano y no me enteré?
—No, ah, él... 1Mitsuya miró al pequeño de reojo, buscando desesperadamente una excusa solida y creíble—. C-conseguí trabajo como niñero. Es el hijo de una vecina que acaba de mudarse.
—Oh, entiendo. —Hakkai se acercó con cautela al carrito, sin romper el contacto visual con el niño—. ¡Sé que lo harás muy bien, Taka-chan!
—Miya, vamos a casa —el pequeño murmuró entre gimoteos angustiados. Ya se estaba hostigando de estar allí sentado.
—Luego. Terminamos de comprar y nos vamos, ¿de acuerdo?
Ah, sus lindas hermanitas habrían aceptado comprensivas y se habrían mantenido en silencio hasta acabar; pero, Mikey tenía que ser tan caprichoso...
—¡No! ¡Quiero ir a casa!
Hakkai observaba nervioso la disputa, queriendo intervenir con una ayuda pero sin saber realmente como actuar.
—Nos iremos a casa después de las compras, Mikey —decretó, mirándolo con serieridad—. Y sin rabietas.
—¿Se llama Mikey? —Hakkai intercaló su mirada estupefacta entre ambos—. Y hasta es rubio, como nuestro Mikey... Vaya, que coincidencia.
—Ah, sí, bueno... mi vecina es extranjera —respondió sin mantenerle la mirada, procurando que no se notara su expresión nerviosa frente a alguien que lo conocía demasiado bien—. Por eso es rubio también; y sí, que coincidencia. Es solo eso: una coincidencia.
Mitsuya tomó rápidamente un par de verduras y frutas más, sin molestarse en darles una inspección más meticulosa y las metió en el carrito donde Mikey pataleaba débilmente, quejándose en murmullos molestos.
—¿Puedo ayudarte? —Hakkai propuso ostentando una expresión tímida, pero bastante esperanzada.
—¿Ayudarme? —Miró asombrado la sonrisa que el otro le ofrecía y no pudo evitar sentir algo de duda.
Mikey ya era algo difícil hasta para él y para Hakkai, que seguro no había cuidado a un niño en su vida, sería una misión imposible. Sin embargo, le vendría bien algo de ayuda con las compras, principalmente cuando el bebé ya estaba empezando a ponerse quisquilloso.
—Está bien —sonrió—. Terminemos aquí y vayamos a la sección de bebés. Su mamá me encargó algunas cosas.
Hakkai asintió con frenesí, extendiendo su sonrisa emocionada. Mitsuya rio enternecido por su reacción.
Terminaron con los comestibles y se dirigieron a la sección de bebés con un Mikey muy molesto en el asiento para bebés del carrito. Hakkai solo lo observaba de soslayo, temeroso de interactuar con él directamente y cometer un error que le costara el trabajo a su Taka-chan; así que prefirió mantener la distancia.
—Es esta la que te gusta, ¿no? —Mitsuya le mostró al niño un tarro de formula, pero éste ni siquiera le respondió, solo agachó la mirada arrugando las cejas y torciendo los labios—. Lo tomaré como un sí.
—¿Qué más necesita? —Hakkai preguntó, deseoso de ayudar.
—¿Podrías conseguirme unos baberos de la esquina de allá? No importa el color. De paso, también tráeme uno de esos paquetes para el baño; ya sabes, champú, crema, aceites y eso.
Ligeramente aturdido por la información, Hakkai asintió y se volteó en busca de los objetos nombrados.
Mitsuya contemplaba un par de frasquitos de puré de frutas procesado, debatiendo si llevárselo como refrigerio para el niño o para cuando no quisiera comer; pero, dudando en si realmente lo comería o lo despreciaría por su sabor.
—¿Quieres est...?
Reprimió un grito cuando notó que Mikey había alcanzado a agarrar uno de los paquetes de chupetes que tenía cerca y había logrado abrir (romper) el empaque para poder meter el chupete en su boca.
—¡NO! --Mitsuya de inmediato se lo arrebató—. ¡Mikey, eso está sucio, ni siquiera está pagado!
Con un suspiro cansado, volvió a introducir el chupete en la caja y lo dejó caer en el carrito; ahora que el niño ya lo había abierto y puesto en su boca, debía pagarlo por obligación.
Mikey gimoteó retorciéndose en su lugar, ya hastiado de las compras. Mitsuya lo entendió: seguramente ya estaría abrumado de ese lugar tan grande, pero cerrado y lleno de gente; ya tenía hambre y en esa sección en específico el aire acondicionado estaba ligeramente más potente.
El niño soltó un sollozo, listo para echarse a llorar para que lo llevaran a casa.
—¡Taka-chan, aquí está lo que me pediste! —Hakkai apareció sosteniendo en sus brazos los artículos solicitados, o al menos eso esperaba Mitsuya porque no estaba en posición de ponerse a revisarlos.
—Ponlos allí, por favor —señaló distraídamente el carrito, intentando levantar a Mikey de su asiento, pero éste pataleaba y lloriqueaba negándose a que lo cargara.
—¿P-por qué llora? —El menor lo miró con ligero pánico, inconscientemente retrocediendo un par de pasos.
—Creo que ya está cansado —suspiró agotado, sin ganas de lidiar con una rabieta en ese momento—. Oye, Mikey, vamos a contar ¿quieres?
El aludido lo miró ligeramente más interesado, pero sin dejar de lado sus sollozos.
—Uno... —Mitsuya empezó, sonriéndole para demostrarle que no estaba enojado por la escena que estaba haciendo.
—D-dos --secundó en voz bajita, usando una mano para mostrarle dos dedos y la otra para enjuagar sus lagrimas.
—Tres —Mitsuya siguió, esta vez pudiendo dedicarse a seguir mirando más artículos que podía llevar.
—¡Cuatro! —El pequeño estaba más efusivo esta vez.
Hakkai miraba la interacción con un brillo asombrado y emocionado.
—Cinco.
—¡Siete!
—No, aún no es siete —Mitsuya rio y le concedió unos minutos a Mikey para que pensara su respuesta.
—¡Seis!
—¡Bien! Ahora sí, siete.
—Eres realmente bueno en esto, Taka-chan —Hakkai le susurró, sin poder disimular su sonrojo y su mirada de admiración.
—Solo es experiencia —sonrió sin dejar de lado sus compras, pero aun prestándole atención a las respuestas del niño—. Nueve.
—¡Diez! —Mikey finalizó mostrando sus dos manos, lleno de orgullo y emoción.
—¡Muy bien! —Mitsuya felicitó, lo que hizo reír y aplaudir con alegría al pequeño.
Si había algo que a Mikey le gustaba sin importar la edad que tuviera, era que lo adularan por sus proezas. Cada cosa mínima que hacía, como una torre de bloques o decir correctamente todos los colores de estos, se aseguraba de que alguien atestiguara su logro y lo felicitara. Lo que había presumido recientemente algunas veces era que ya recitaba los números del 1 al 10 sin equivocarse, o al menos eso trataba.
—¡Ah, de verdad lograste calmarlo! —Hakkai alabó, denotando su enorme admiración en su mirada—. Yo no sabría que hacer en tu lugar.
—Bueno, es normal. Eres el menor de tu familia —respondió, tomando el último artículo que creyó necesitaría por el momento. De seguro Mikey no aguantaría una visita a la sección de ropa y calzado, sobre todo, el tener que probarse un montón de cosas y el constante ajetreo que eso implicaba.
—Me gustaría ayudarte las veces que pueda —Hakkai jugó nervioso con sus dedos, agachando su mirada con bochorno.
Mitsuya no pudo evitar sonrojarse ante la imagen que obtuvo. Sus manos, nerviosas y torpes, se aferraron al carrito de compras e incluso Mikey lo miró inquisitivo por la reacción tan rara que obtuvo.
—S-seguro... M-me encantaría que me ayudaras l-la próxima vez —murmuró abochornado, con las mejillas azoradas y ardientes.
—¡Prometo serte util, Taka-chan! —Hakkai celebró luciendo una amplia sonrisa de hileras blancas.
En la caja, cuando el menor pagó sus propias cosas ayudó a Mitsuya a sacar las suyas del carrito mientras él cargaba a Mikey en sus brazos. La dificultad llegó cuando se dieron cuenta de que el número de bolsas excedía sus propia capacidades, considerando que Mitsuya debía tener al menos un brazo libre con el cual encargarse del bebé.
—Déjame llamar a alguno de los chicos para que nos venga q ayudar.
Hakkai había tenido que ir y venir dos veces hasta dejar todas las bolsas en una banca cerca de allí, donde Mitsuya se había quedado hablando por celular para solicitar ayuda con las bolsas, mientras Mikey descansaba en su regazo entretenido con uno de los juguetes que había traído.
El menor había propuesto lo más lógico: pagar a un taxi, pero no podía llegar a la casa de la inexistente vecina o a su propio hogar, donde quizá su madre lo pillara con un montón de cosas de bebé y empezaría un interrogatorio infinito. Tampoco podían ir a la casa de Mikey, porque eso sería extraño para Hakkai. Así que solo puso de excusa que se le había agotado el dinero.
—¿Ya vamos a casa? —Mikey lo miro con un puchero.
—Sí, vamos a esperar a Baji para que nos ayude con las bolsas. —Mitsuya le apartó delicadamente el cabello de la cara.
En ese momento Hakki llegó con las ultimas dos y soltando un suspiro agotado se sentó a lado de ellos.
—Compré una botella de agua también, por si gustas. —Takashi hurgó en una de las bolsas cercanas, buscando el objeto aludido y se lo entregó al menor.
Hakkai agradeció y tomó grandes bocanadas que dejaron la botella vacía hasta la mitad y se la entregó de nuevo a Mitsuya. Cuando éste no la cerró, si no que la acercó a él, una inevitable emoción lo embargó.
"¡Un beso indirecto!"
Observó atentamente sus movimientos, como afirmaba su agarre en la botella, como la acercaba a su cuerpo...
Para darle un poco a Mikey, por su puesto.
Dejó que el niño tomara un par de tragos, ayudándolo a sostener la botella hasta que estuviera satisfecho. Solo después de eso se permitió tomarse lo que quedaba.
Bueno, una decepción más, una decepción menos, ya no había diferencia.
—Lamento que tuvieras que hacer todo esto —Mitsuya sonrió apenado—. Te compensaré después, lo prometo.
—No, no, está bien —éste respondió ligeramente ruborizado—. A mi me gusta pasar tiempo contigo, Taka-chan.
Un ligero rubor también apareció en los pómulos de Mitsuya y su contacto visual se mantuvo por algunos segundos, sonriéndose con afabilidad.
—Miya, ¿me das bibi? —Mikey volvió a reclamar con tono quejumbroso. Mitsuya resopló cansado.
—En casa, Mikey, en casa --recalcó mirándolo con severidad y afortunadamente al parecer éste estaba lo suficiente agotado para no armar una rabieta, debido a que solo se recostó sobre el pecho de Takashi.
Le acarició la espalda, meciéndolo muy sutilmente, hasta que el bebé finalmente se adormeció chupando su pulgar. Hakkai en ningún momento dejó de atestiguar la escena y el aire paternal que Mitsuya desprendía con esas actitudes.
Baji no tardó mucho en llegar después y Takashi tuvo que despedirse de Hakkai con un gesto ligeramente tímido, mientras que la decepción de éste no podía ser más palpable por no poder seguir a su Taka-chan por más tiempo.
De todas formas, podría haber una próxima vez.
Me gusta el Mitsuya x Hakkai, mucho... pero creo que aquí conviene más el DraMitsu.
No aseguro que haya Mitsukkai en los capítulos posteriores a este <3
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