Accidente "inofensivo"
Mikey rompiéndose el alma (léase: golpeándose) y el kenchin entrando en pánico y llevándolo al hospital, para q al final no se más q un raspón en la cara.
Después de algunas experiencias no muy buenas, ya era sabido que dejar a Mikey con Baji y Kazutora era un rotundo error; ya sea juntos o por separado.
No era como si Mitsuya no confiara en ellos, pero eran... descuidados. Podría apostar que Baji veía a Mikey más como una mascota que como un niño, y Kazutora, sin querer, terminaba siendo muy miedoso al respecto. En la única persona que podría confiarle al niño por un periodo de tiempo prolongado era a Draken. Él ya había demostrado ser, no solamente cuidadoso y responsable, también sabía ponerle limites a Mikey en sus rabietas; por eso lo consideraba el candidato más óptimo para cuidarlo durante un día entero él solo.
Baji y Kazutora habían obtenido notas pésimas en sus primeros parciales y la única forma de salvarlos era obteniendo calificaciones impecables en sus exámenes. Keisuke ya estaba muriendo en su propia miseria por el calvario que le sería darle su boleta a su madre y a Kazutora realmente no le importaba, pero sí le horrorizaba la idea de repetir el año. Debido al suplicio que ambos cargaban, Mitsuya se ofreció a darles pequeñas clases de preparación; debido a eso acordaron un día libre para los tres, lejos del ruidoso niño para poder estudiar sin interrupciones.
Y así fue como Draken estuvo solo con él desde la mañana.
Había sido uno de esos días donde Mikey se levantó rebosante de energía. Devoró todos los pedazos de fruta que Draken le dio para desayunar y casi tuvo que amarrarlo a la silla para que no se fuera a correr apenas terminó.
Todo estaba marchando bien. Mikey estuvo demasiado entretenido como para recordar preguntar por Mitsuya y no tuvo que esforzarse mucho para hacer que comiera todo. Draken realmente llegó a pensar que ya podría tener dominado eso de la paternidad; no resultó ser tan difícil como solían pintarla.
Si Mitsuya lo hubiera escuchado decir eso seguramente le hubiera dicho: "Es porque aún no has probado todo"
Y cuanta razón pudo tener.
Draken había dejado que el niño saliera al patio a correr con más libertad, mientras lo vigilaba desde una distancia prudente. Mikey corría de un lado a otro, a veces hacia paradas para contemplar las flores que le parecían bonitas o a algún insecto que le haya llamado la atención.
—Mikey, no corras tan rápido o te caerás —advirtió con tono vago. Ya estaba contando los segundos para que el niño se durmiera y él pueda enfocar su atención en otra cosa.
Pero, el aludido ni siquiera volteó a mirarlo. Draken solo se encogió de hombros y siguió mirándolo.
Llegó un momento en el que Mikey aparentemente iba a acercarse a él, pero desafortunadamente no había notado la roca que yacía incrustada en el suelo, la cual lo hizo tropezar y caer directo de cabeza al suelo. Sin embargo, Draken mantuvo la calma, puesto que no era la primera vez que se caía.
La peor había sido cuando Takemichi lo dejó caer accidentalmente. Si sobrevivió a esa, las demás eran prácticamente superficiales.
—Te dije que te caerías... Vamos, Mikey, arriba.
El niño alzó la mirada lentamente, luciendo desorientado. Había un pequeño puchero en sus labios y una de sus manitos estaba presionada sobre su frente.
—Está bien, está bien, no pasó nada —Draken le habló con suavidad mientras se acercaba para evaluar el daño.
—Duele, Kenchin —murmuró entre quejidos. Soltó un sollozo débil.
—Shh, shh. No pasó nada, déjame ver —arrulló, apartando suavemente la mano del niño que cubría el lugar del golpe.
Casi se infarta al ver la sangre que salía a borbotones de un pequeño corte.
—¡AY DIOS!
Mikey, percibiendo el pánico del mayor, al instante rompió a llorar, haciendo alterar mucho más a Ken.
—¡E-está bien, está bien, no llores, no es nada! —intentó calmarlo, pero su estado de desesperación casi era palpable y eso no ayudó en nada—. Va-vamos a arreglar esto. Unas curitas y todo estará bien ¿s-sí?
Cargó al niño y rápidamente entró con él. Sosteniéndolo con un brazo, revisó cada anaquel y cada cajón en busca de algo con que limpiarle la herida, pero lo único que fue capaz de encontrar fue una botella de alcohol y apenas unos trozos de algodón. Sentó a Mikey sobre el mesón y empezó a examinar la herida:
La sangre había empezado a caer en finos hilos sobre su nariz y mejillas, la cual trataba de limpiar junto a sus lagrimas; resultando un verdadero desastre en su cara. Draken sintió su pánico crecer, ni siquiera supo por donde empezar; pensó que era demasiada sangre como para simplemente querer limpiarlo superficialmente, ¿y si de pronto necesitaba puntos?
Dejó el alcohol y el algodón a un lado para proceder a agarrar toallitas húmedas para hacer intento de limpiarle la cara, lo cual Mikey trataba de evitar apartándolo con sus manos. Apenas creyó que era suficiente, quiso partir al hospital más cercano.
Sin embargo, otra dificultad que tuvo fue el cómo transportarse. No sabía que tan seguro era ir en su moto con un brazo agarrando al niño, así que lo descartó; pero tampoco era viable ir caminando porque aun quedaba algo lejos. Su mejor opción fue meter a Mikey en una cangurera que él se ató al pecho, para poder ir en la moto a una velocidad lo suficientemente lenta.
Uff, se merecía un reconocimiento de Mitsuya por tal idea, pero lo único que obtendría serían regaños si se enterara de la semejante caída del niño.
El corto viaje había ayudado a Mikey a calmarse. Cuando llegaron al hospital ya no lloraba, pero lucía molesto e irritado, moviendo de forma ansiosa sus piernas que sobresalían de la cangurera; era bien sabido que a Mikey no le gustaba estar ahí, pero esa fue su única opción.
Cuando entró al hospital, atajó a la primera enfermera con manos libres que se le cruzó.
—¡O-oiga! ¡El niño se cayó y no para de sangrar! —señaló al pequeño, quién aun estaba en su vana lucha por salir de la cangurera.
La enfermera alzó una ceja con desconcierto. Se dirigió al niño y apartó el cabello de su frente, con delicadeza para poder observar la herida.
—Está bien. No es tan grave, solo...
—¡¿Qué no es grave?! ¡¿Lo está viendo?! ¡Eso no para de sangrar, cierrenle la herida antes que pierda mucha sangre! —exigió con notable panico en su voz y solo por eso la enfermera dejó pasar el tono usado.
—Déjeme adivinar... ¿Padre primerizo? —suspiró y Draken la miró desconcertado—. Está bien. Deme al niño, lo llevaré a que lo curen.
Ken alzó a Mikey con mucho cuidado, casi adoptando la actitud de Kazutora cuando le tocaba cuidarlo. Y despacio se lo pasó a la enfermera, que ya lucía ligeramente impaciente.
—Con delicadeza, no quiero que le duela.
Draken fue conducido hacia el área de pediatría, donde entró a uno de los consultorios junto a la enfermera que llevaba en brazos a Mikey, quién ya lucía bastante cansado y somnoliento.
—¿Quieres un juguete, cariño? —preguntó dulcemente en voz baja. El niño asintió a pesar de que parecía desconectado de su exterior.
Por un segundo Draken entró en pánico pensando que ese cansancio se debía a la perdida de sangre.
—Espera aquí, no tardo —susurró dejándolo en una de las camillas que tenía aspecto de cuna. Le entregó uno de los peluches que había entre los anaqueles y Mikey lo abrazó al instante.
En lo que la enfermera recolectaba el material necesario de entre los cajones, Draken se acercó sigilosamente al niño.
—Mikey ¿cuántos dedos tengo aquí? —susurró mostrándole su dedo índice y su dedo medio. Estaba preocupado por el estado de consciencia del niño, las probabilidades de una conmoción cerebral no eran nulas, aun más cuando se trataba de una cabecita tan pequeña y frágil como la de un niño.
Mikey lo miró con sus ojitos entrecerrados. Soltó un pequeño bostezo y se restregó un ojo con una de sus manitos, con la otra aun agarraba con fuerza el peluche que le habían entregado.
—Dos —susurró bajito.
Casi no tenía fuerzas el pobre, Draken creyó que estaba empeorando.
La enfermera carraspeó para llamar su atención y luego pedirle de una manera pasiva agresiva que le dejara trabajar.
—Oiga, no es normal que esté así. En cualquier momento se va a desmayar ¿no es mejor llevarlo a urgencias?
La enfermera pestañeó un par de veces confundida, meditando si el comentario había sido una especie de broma, pero no era así.
—Solamente tiene sueño, ya debe ser su hora de la siesta. Ahora, siéntese por ahí y déjeme trabajar.
Esta vez Draken obedeció, mirando desde lejos como limpiaba la herida del niño con mucho cuidado. Afortunadamente estaba lo suficientemente somnoliento como para dejarse curar tranquilamente, solo soltando algunos quejidos de vez en cuando.
—Listo —sonrió la enfermera, cargando a Mikey para devolverlo a los brazos de Draken. En su frente residía una curita con estampados de gatitos.
—¿Eso es todo? —Ken preguntó desconcertado, viendo que únicamente había limpiado la herida y cubierto con una bandita.
—Ajá. Solo era un pequeño corte, no era grave.
—P-pero... había tanta sangre y yo... —Apretó a Mikey contra su pecho, quién tenía la cabeza sobre su hombro, casi dormido.
—Es normal con heridas en la cabeza, aunque sangren así suelen ser inofensivas. Pero, en todo caso es mejor prevenir, así que me alegro que haya venido para asegurarse. —La enfermera le palmeó el hombro—. Es todo, ya puede llevarse al niño. Póngale hielo para la hinchazón y déjelo dormir.
Después de esas indicaciones se retiró, dejando a Draken ligeramente consternado. ¿De verdad ya estaba bien...?
Intentó mirara a Mikey sobre su hombro: ya estaba completamente dormido, con una de sus manos pegada a los labios y luciendo tan tranquilo... Sonrió con alivio y se dirigió a casa nuevamente.
—¿Cómo te fue? ¿Tuviste problemas? —Mitsuya había llegado para el atardecer, solo a verificar como le estaba yendo a Draken con Mikey.
—Ah... Todo perfectamente bien, claro, sin ningún inconveniente —respondió intentando no sonar nervioso.
En cuanto escuchó a Mitsuya llegar, había metido a Mikey en la habitación junto con algunos juguetes al azar y la taza de jugo que le tenía reservada; para que no descubriera el chichón que se le había formado en la frente.
—¿Y dónde está ahora?
—Está durmiendo. Estuvo jugando mucho y ya se quedó dormido.
—Mmh... que raro, a esta hora no suele dormir porque casi es la hora de comer. —Se cruzó de brazos.
—Bueno, estaba cansado y...
—¡Kenchin! —La vocecita de Mikey lo interrumpió, llegando a la sala y agitando su tacita con apremio—. Quiero más.
Bueno, todo se fue al carajo.
Draken suspiró rendido mientras Mikey corría hacia Mitsuya apenas notó su presencia. Este sonrió y lo recibió con los brazos abiertos.
—¿Qué... te pasó en la frente? —Horrorizado, le apartó el cabello para inspeccionarlo mejor. Luego le dedicó una mirada inquisitiva a Draken, quién se paralizó al instante.
—Me caí —confesó Mikey con tono quejumbroso—. Había mucha sangre y me dolió.
Draken pasó la siguiente media hora recibiendo, no un regaño, sino más bien un largo discurso sobre ser más precavido con la hiperactividad de Mikey.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro