2. Una rabieta inaugura la travesía
Tuvieron que rebuscar entre los anaqueles algún bocadillo que pudieran servirle al niño para mantenerlo ocupado en lo que trataban de extraerle a Takemichi una explicación coherente del porque Mikey que se supone debía estar en sus plenos quince años, había regresado a la tierna edad de dos.
—¡No, no! ¡Te necesito aquí ahora, Takemicchi, AHORA! —Draken recalcó, hablando por celular con el susodicho—. ¡Que es una emergencia, te digo! ¡No puedo explicarlo, solo ven!
Los demás escuchaban la llamada, con ligera lejanía, desde el gran sillón de la sala mientras el rubio de trenza se paseaba por el pasillo con su celular pegado a su oreja.
—¿Creen que él lo trajo? —Baji preguntó mirando fijamente como Mikey prácticamente devoraba los dorayakis que le habían ofrecido. Tanto sus manitos como su boca estaban repletas de pegajoso chocolate.
—No lo creo —Mitsuya respondió distraídamente, fijando más su atención en el pequeño que en la real situación—. Oye, Mikey ya. Demasiado dulce te hará daño.—Intentó arrebatarle la bolsa pero el niño soltó un quejido y la apretó entre sus brazos para evitar que se la quiten, mirándolo casi con indignación.
—Vamos, Mitsuya. Es Mikey, se comía hasta cuatro de esos al día, déjalo —defendió Kazutora. Al menos alguien debía ser el adulto divertido allí, pensó.
—Pero, ahora es un bebé que podría vomitarte encima si come demasiado. —Se cruzó de brazos.
—Pensándolo bien, mejor quítaselo. No se nos vaya a enfermar el niño.
Mitsuya rodó los ojos. Se acercó con cautela al rubio que aún abrazaba su bolsa de dorayakis con posesividad y se inclinó para poder estar a su altura.
—Te dolerá el estómago. Podrás comer más mañana, ¿me los das? —Extendió su mano, pero Mikey la alejó de un manotazo débil pero lleno de enojo; sin estar dispuesto a soltar su bolsa.
—¡NO!
—Ja, pequeño o grande es igual de berrinchudo. —Baji se cruzó de brazos, mirando la escena con una expresión entre desaprobación por el comportamiento del pequeño, y diversión por los gestos frustrados de Takashi.
—Mikey dame esa bolsa —Mitsuya repitió esta vez endureciendo su mirada, sin embargo el niño no desistió ni un poco—. No quiero volver a repetirlo, dame esa bolsa.
—¡Mikey obedece a Mitsuya! —Draken reprendió alzando el tono de voz, interrumpiendo brevemente su llamada con Takemichi; la cual aún parecía tener problemas.
El niño dio un respingo ante el regaño de Ken, y Baji aprovechó esa distracción para instantáneamente arrebatarle la bolsa de las manos, escondiéndola tras su espalda. Mikey frunció el ceño y se acercó gateando hacia Keisuke, intentando meter sus manitos en los costados de su dorso para tratar de alcanzar la bolsa; sin embargo, esta era llevaba lejos de él.
—Atrás, mocoso. No te daré nada. —Baji lo empujó hacia atrás con suavidad, haciendo que caiga sentado en el cojín.
Mikey torció los labios en un puchero y empezó a soltar quejidos. Todos sintieron como se les iba el aire de los pulmones cuando las mejillas y nariz del niño empezaron a enrojecer a la vez que sus labios empezaron a temblar. Fue cuestión de segundos para que el primer sollozo saliera.
—¡M-Mitsuya haz algo! —habló Baji alarmado, alejándose con terror del niño que ya había empezado a llorar con suavidad.
—¿Qué quieres que haga? No se la voy a devolver. —Takashi se cruzó de brazos con desaprobación—. Los niños de dos años son berrinchudos por naturaleza. Ceder solo los hará más caprichosos.
El volumen del llanto de Mikey había elevado su intensidad, empezando con una verdadera rabieta.
—Por Dios, Mitsuya eres quién tiene más experiencia en esto. Haz que se calle —Kazutora suplicó sin poder dejar de mirar al niño con inquietud; pero el aludido se mantuvo implacable en su decisión.
—Mikey debes entender que "no" es no —recalcó—. Llorar no te servirá de nada.
Baji se sintió exasperado por el llanto al punto de que estuvo a nada de devolverle la bolsa de dulces, sin embargo sabía de antemano que se ganaría un buen golpe de Mitsuya si lo hacía.
—M-Mikey, silencio ¿sí? —pidió procurando no hacer denotar su irritación y extendiendo una mano para tocar su hombro, pero el manotazo que le dio el niño bien pudo hacerlo salir de sus casillas. Kazutora soltó una carcajada.
—¿Y ahora qué le hicieron? —Draken finalmente se unió a ellos al finalizar su llamada y cuando notó al niño lloroso, suspiró con cansancio—. Mikey, basta, ¿por qué lloras?
—Puedes seguir así si quieres, yo no tengo ningún problema —Mitsuya volvió a intervenir con voz severa—. Pero, ten en cuenta que mientras más llores menos dorayaquis habrá mañana. Tú decides.
Y ante eso el niño finalmente paró de golpe sus sollozos.
—Mitsuya eres un puto genio. —Keisuke lo miro asombrado.
Mikey, aun hipando ligeramente, llevó una de sus manos a su boca y agachó la cabeza; finalmente desistiendo de su rabieta.
—Ven aquí. —Mitsuya extendió sus brazos y el niño dócilmente se arrojó hacia él, abrazándolo por el cuello y hundiendo su rostro en él. El mayor lo cargó contra su hombro y, mientras daba suaves caricias en su espalda, empezó a mecerlo suavemente.
Draken se paró detrás de él para alzar suavemente la cabeza del niño y poder limpiar con un pañuelo los rastros de lágrimas y algún residuo de chocolate que quedó en sus labios. Este soltó un quejido suave, pero no se resistió.
—Awww, parecen mamá y papá —arrulló Kazutora con deje burlón—. ¿No quieren adoptarme?
—Tú ya eres problema solo del gobierno —Draken resopló, dejando que Mikey vuelva a recostar su cabeza sobre el hombro de Mitsuya y peinando hacia atrás el cabello que le caía sobre la frente.
—Ve a pedir eso a la penitenciaria y verás que sí te hacen caso —respondió Baji en medio de una carcajada. Kazutora estalló en risas junto a él.
—Cállense, animales. Mikey se está durmiendo —susurró Mitsuya mirando enojado al par.
—Ups. —Hanemiya asintió y pasó sus dedos encima de sus labios, simulando un cierre.
Después de unos cuantos minutos en silencio el niño se había dormido con su rostro pegado al cuello de Mitsuya y este lo mecía tarareando en voz baja. Los demás solo veían la escena embobados.
¿Alguna solicitud? xd
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