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2- Duerme

Hola gente bonita!!!!!

$hola~~

Aquí uno feliz, quiero avisar que este fic se actualizará cada jueves ;)

$esperemo que les guste.

Aunque nadie lo Está leyendo u.u esperemos que alguien lo haga pronto.

$tenemos autoestima e.e

Vale ya, no tiene nada que ver ewe aquí otro cap...

$no, no tenemos advertencia e.e

Disfrutenlo!! (Se va corriendo)

$vuelveeeeeeeeeee cobardeeeeeeeeeew

(Y se fue)

Audio o llamada: hola

~Comienza~

Los pasillos eran cálidos. De un color marrón oscuro y luces apenas iluminando la estancia. El mismo hombre de antes caminaba por ellos. Esta vez usando un traje completo de color azul oscuro. Sus zapatos hacían eco, dando un ambiente mas tenso.

-¡Akihiko!- se detuvo en seco. No se había dado cuenta de lo tenso que estaba hasta que su amigo lo detuvo.

-¿Hiroki?- miro confundido al castaño, quien no le despegaba la vista. Este traía una camisa blanca y las parta baja de un traje. En sus manos llevaba varios papeles -¿Qué ocurre?- de inmediato su expresión angustiosa cambio a una de extrañes.

-Eso mismo iba a preguntar yo...- arqueo una ceja, sentía que algo no estaba bien en su amigo. Aunque sus palabras dijeran lo contrario -te noto... extraño- finalizó con pesar. Lo ultimo que quería era que todo se complicará en la cúspide de su misión.

-No me pasa nada- pero su respuesta fue tajante. Casi agresiva. Dando a entender todo lo contrario -tan solo es estres- automáticamente retiro un cigarrillo de su abrigo para proceder a encenderlo.

-Es verdad...- suspiro el hombre a su lado mirando los archivos que cargaba con él -desde hace días que el trabajo aumento- en su tono se noto la preocupación. Cualquier cosa podría pasar en adelante.

-Nos enfrentamos a los shinigamis- re soplo todo el humo de sus pulmones de mal humor. Era claro para él que en cualquier momento explotaría.

-Son realmente difíciles de vencer...- opino mientras continuaban con su recorrido.

-En el ultimo encuentro no conseguimos la victoria- contradijo aún con molestia. Sintiendo que esta batalla sería más complicada. Más peligrosa para todos ellos.

-Lo recuerdo- gruño este para luego mirar a su alrededor de reojo -la anterior reina tenía una mente igual de codiciosa que la actual- suspiro de acuerdo. Ellos temían que su mundo se perdiera por un simple descuido -pero no podemos cambiarlo- murmuro en rendición.

Guardaron silencio. Ocultando la realidad de sus pensamientos. Sabiendo que podrían acabar con sus propias vidas por solo hablar.

-Porque es la reina- acotó en lo que caminaban hacia unas enormes puertas al final del pasillo.

-¿Hablaras con ella?- su pregunta fue en voz baja. Como si temiera que al levantar el tono provocaría que las paredes se quebraria.

-Me a convocado- hecho la colilla al suelo para luego pisarla hasta que solo quedó polvo. Miro el objeto con desprecio.

-¿Es por Takahashi-san?- le observo una vez más preocupado por su actitud.

-Seguramente...- con la mano se acomodo su desordenado cabello plata.

-¿Cómo está su hermano menor?- hacia el mayor tiempo para evitar que se marchara con ese pensar en la cabeza. Lo conocía lo suficiente para temer por su bien estar frente a la monarca.

-Está bien- el solo pensar en el castaño dibujo una sonrisa en su rostro -recuperando las fuerzas, los shinigamis son fuertes- suspiro con calma. Le vio sonreír aliviado, a su amigo de la infancia le calmaba saber que recobró la tranquilidad -Hiroki...- le llamo.

-¿Qué pasa, bakahiko?- la alegría decoraba sus labios. Parecía que nada alteraría su calma.

Dudo por un segundo -¿hace cuanto no ves a su majestad?- curioseo aún sabiendo que eso podía ser un fuerte golpe a su orgullo.

Apretó los puños un poco frustrado -desde que cayó... a pesar de petenecer a los más viejo, ella solo ve a sus médicos a ti y Miyagi- desvió la mirada incómodo.

Nuevamente dudo, había tanto que pensar sobre lo que pasaba a su al rededor. Lo que su monarca era capaz de hacer. Hasta donde era capaz de llegar.

-Es más complicado de lo que pensábamos...- le dedico una sonrisa antes de dirigirse a las puertas y abrirlas sin dificultad.

Kamijou se quedo atrás sin apartar la mirada. Era preocupante, peligroso. Debían ser leales atrás esa mujer hasta el final como lo fueron con sus antecesores. Con ese pensar volvió sobre sus pasos.

Debía ser leal o él y su amado pagarían las consecuencias.

El Usami apenas entró fue resivido por una fría sonrisa del doctor a cargo de la sala.

-Usami-san- un joven alto, más que él. De cabello azul oscuro y ojos iguales. Llevaba puesto una bata blanca y una planilla en la mano -Buenos dias- realizó una reverencia.

-¿Su majestad duerme?- su vista se paseo por la enorme sala donde habían computadoras y enfermeras dando vuelta. Todo de un tétrico color blanco puro. Para al final detenerse en una cápsula en el medio de la misma. Llena de un líquido verdoso que daba la sensación de ser pegajoso. En este una mujer rubia descansaba. Cables conectados a su pálida piel, aquellos que aseguraban que siguiera con vida. Y una mascarilla sobre su boca y nariz.

Asintió con la cabeza mientras la mirada -en los últimos días su energía se agota más rapido- a pesar de lo dicho mantenía una inquietante calma.

-Ya veo...- espero a que le dieran la indicación para hablarle.

-Sora-chan- llamó a una chica que se encontraba copiando algunos datos alado de la cápsula -necesito que lo apliques...- en su planilla anoto lo necesario.

La joven de cabello gris claro y ojos oscuro leyó antes de realizar lo dicho. El mayor la miro detenidamente. Una niña apenas, cuerpo delgado y pequeño. Llevaba puesto un vestido largo con la intensión de ocultar sus curvas. Era escalofriante, en especial si se quedaba mirando con los aquellos iris vacíos.

-Si, Kusama-sensei- murmuro antes de alejarse de ellos. Esa acción lo despertó de sus pensamientos.

La chica fue atrás de la cápsula preparando un tubo que lo agregaría a ese líquido que mantenía la vida de la reina. Le ayudo un joven idéntico a ella. Su gemelo.

El Usami no lograba ver nada, tan solo espero. Unos segundo después noto como el cuerpo bello y joven se movía un poco. Su vestido perlado se removió un poco pegándose a su figura. Los ojos se abrieron de repente, haciendo que salte en su lugar por el susto. Por un segundo sus iris fueron celeste como el cielo despejado de una bella tarde, para al segundo volverse rojos carmín. Le miraban sólo a él.

-Mi Usami Akihito- su voz se escuchó a través del parlante. Era dulce y calmada, como si analizará lentamente cada situación a su al rededor.

-Mi señora- realizó una leve inclinación. Para luego mirarle con su típica indiferencia -¿Deseaba verme?- aunque sabía la repuesta, debía ser formal ante la mujer.

-Así es mi niño- curvo la cabeza hacia un lado -dime... ¿Como se encuentra la infiltración?- su tono fue bajo, como si no le importara la situación de sus súbditos.

-Hasta ahora va todo de acuerdo al plan- comenzó de manera calmada. Llevo las manos a la espalda, apretando los puños -aunque no sabe lo que debe buscar, se encargará de vigilar al enemigo más potente- finalizó.

-Por el momento seguirá asi- los misterios de su mente eran únicos incluso para aquellos que la seguían. Desde el comienzo ideando estrategias para su existencia.

-¿No se le dará instrucciones?- estaba preocupado. Cualquier cosa podría llegar a pasar.

-Kurosaki Ichigo- fue su respuesta simple, sin otra instrucciones aparte -sólo que lo vigile... cerca de él se encuentra...- no dijo más que eso.

-¿Mi señora?- no comprendió la última parte.

La reina no respondió.

La puerta fue abierta una vez más, dejando entrar a un hombre mayor acompañando de un adolecente. Yoh traía puesto un traje negro simple. En la boca un cigarrillo encendido. Cabello oscuro como el oniz y ojos claros.

El joven a su lado apenas cumplidos los 18. Este era bajo en estatura. Su cabeza adornada por un castaño clarito y iris grises. Este trataba de aparentar seriedad e indiferencia. Aunque su poca madurez no ayudaba mucho.

-Hola Usami-san- levanto la mano con una sonrisa divertida. Iba a dar un paso adentro, pero la mano del menor le detuvo.

-No entres fumando a una sala con pacientes- apenas termino de decirlo, le saco de la boca el cigarrillo. Lo soltó para apagarlo como lo había hecho el oji lila hace unos minutos -idiota- murmuro siguiéndole.

-Usami Akihito...- llamó la mujer con un sonar compasivo -Takahashi Misaki, Higuchi Ichiyo y tu atacarán a los shinigamis- ordenó.

-¿Por qué Misaki?- no tenia sentido alguno desde su mente. El chico era veloz, pero no un buen luchador. No sería un rival.

-Conoces mis razones- finalizó con calma.

Sin mas opción realizó una leve reverencia -como desee- dado por hecho su discusión terminada. Dio media vuelta para salir de allí.

Debía prepararse.

-Miyagi Yoh y Takatsuki Shinobu- llamó la reina con aire solemne -tan solo requiero de sus presencias... el resto, déjenos solos- ordenó sin apartar su mirada de los nombrados.

Quiénes la trataban se miraron confundidos. Sabiendo que no podían negase, tan solo la reverenciaron para luego salir de allí. Nowaki fue el último en marcharse, todo estaba empeorando.

-Mi señora- Yoh dio un paso al frente en un sentido protector al chico que lo acompañaba.

-Les diré algo muy importante... sin embargo nadie deberá saber de esto mis niños- todo se estaba complicando y lo sabían.

Su mundo se estaba volviendo aún más peligroso de lo que deseaban confrotar.

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Usami corría en dirección al centro de la ciudad, atrás de él iban el castaño y la joven ya mencionada. Ambos hombres llevaban una expresión  de preocupación  en sus rostros. la atmósfera que transmitían era casi insoportable. Sin embargo la muchacha joven tenía la satisfacción plasmada en su rostro de adolecente.

-¡Usami-sensei!- llamó la misma con un tono risueño.

-¿Qué?- contestó el hombre con desinterés.

-Permitame cazar a todas las shinigamis femeninas- su lengua paso gulosa por los labios de manera obsena.

Al verla el castaño realizó una expresion de asco y algo asustado. Nunca había visto a esa joven cazar, pero suficiente historias había escuchado ya para darse una idea.

-Si hay alguna- contestó indiferente, aunque sabía  la respuesta.

En respuesta sonrió emocionada.  La sola idea encendía en ella una sensación más peligrosa de lo normal. Miro al más joven del grupo.

-¡Misaki-kun!- este tan solo le miro. La sola presencia de una "especial" resultaba ser desagradable -esta será la primera vez que te vea cazar- soltó una fuerte carcajada.

Su expresión fue de completo terror -s...si...- trago difícil.  Al igual que la palabra se negó a salir. No se sentía cómodo en absoluto por la misión impuesta por su reina.

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El tan grupo de Kurosaki llegaba al instituto como cada mañana. Ahora más alertas que normal. No sabían en que momento el enemigo atacaría, ni como. Tan sólo podían esperar a que realizará su siguiente acción.

-¿Cuando piensa volver Renjie?- el peli naranja se sentía incómodo con todo eso. Pues contaban con poca fuerza para enfrentar a un enemigo anunciado.

-Debe entregar los informes a Nii-san primero- por un segundo sus ojos se iluminaron perdiendo toda la seriedad.

-Ya veo...- suspiro derrotado.

-Kurosaki - los shinigamis fueron detenidos por una vos muy conocida. Giraron a ver a su amigo azabache, quien mantenía la mirada al frente.

Delante de ellos el mismo castaño hacia acto de presencia. Con una sonrisa amigable y el cuerpo relajado, pese a la situación.  Su ropa no consistía de más de lo normal. Un pantalón para nada formal y un buso verde oliva.

-¡Tu...!- ya iba a saltar sobre este con la intensión de tomarlo de los hombros. Sin embargo fue detenido por su amiga.

Le miro sorprendido -no aqui- miro de reojo a los demás estudiantes. Que al igual que ellos llevaban sus uniformes escolares de una vida tranquila.

Casi soltó un gruñido -¿Qué hacés aquí?- interrogo apretando los puños. Temía por sus amigos y los humanos que allí estaban.

-Pelearemos...- desvió la mirada un poco avergonzado -mi grupo y ustedes pelearemos... ¡Pero no aqui!- exclamo un poco nervioso al verlos prepararse por lo dicho.

-¿Donde entonces?- interrogo Uryu sin apartar la mirada de su al rededor. Como si estuviera listo para atacar.

-Donde gusten- junto las manos detrás de la espalda en un gesto inocente. Los demás se miraron confundidos.

-Esperen a que ingresen todos...- opino la chica bajita con una mirada iracunda.

El joven bufo en preocupación, conociendo a cierta persona que no le agradaría dicha cosa. Miro al cielo que brillaba única con un celeste imperdonable. Era hermoso como ninguna nube la manchaba con su blancura.

-Complicado...- suspiro para sí, ganándose un par de miradas curiosas -desearía dormir-

Continuara...

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