Capítulo 6
DAVID
Esta es la segunda vez que esa mujer tropieza conmigo y termino mojado en alguna parte.
Bien... eso se puede malinterpretar. Aunque debo admitir que se veía realmente sexy con ese cabello oscuro medio despeinado por estar bailando, sus ojos con ese estilo que usan las mujeres para verse como ojos de gato y esa ropa. Especialmente esos jeans que se aferraban a su trasero, resaltando lo impresionante que es esa curva. Y qué decir de cuando mi cerveza empapó su camisa y pude vislumbrar sus fabulosos pechos.
¡Joder! Esa condenada mujer.
Mi mejilla aún palpita por el golpe que me dio. Tiene mano pesada, porque duele de verdad. Muevo mi mandíbula para tratar de disipar el dolor. Probablemente ya tengo la marca de sus dedos en ella. Me vuelvo hacia mis amigos, Nate me da una mirada que rivaliza entre cómica y de disculpa; Juan que al parecer reconoció a Manu, se encuentra doblándose de la risa; Gonzalo aún sigue observando soñadoramente hacia el lugar donde corrió la golpeadora y Sofía me mira entre disgustada y sorprendida. No se supone que debía decir eso sobre sus pezones.
—Eres un idiota. ¿Lo sabías?
—Es lo que me digo todas las mañanas al despertar, Sofi. Incluso mi hermano lo escribió en el techo de mi habitación. —Acepto las servilletas que muy amablemente una mesera me ofrece.
—Al menos lo reconoces —murmura entre dientes y se aleja para tomar una mesa.
—¿Qué pasa contigo y esa ricura? ¿Viste esas caderas? Jesús, lo que haría yo con ellas en mis manos.
—Quieres callarte, Gonzalo. Y no pasa nada entre Manuela y yo.
—¿Su nombre es Manuela? Qué irónico. Mi manuela —Levanta su mano derecha—, y yo estaremos encantados de conocerla.
—Eres un imbécil. —Me enfrento a él sacudiendo mi camisa—. Me gustaría verte intentar algo con ella. Esa chica es una fiera. Además, ¿no es demasiado curvilínea para tus gustos?
—Querido amigo. Mi paladar está acostumbrado a comer cosas pequeñas y con poca carne para masticar, ya que es precisamente eso lo que veo cada día. Pero eso... —Señala nuevamente por donde manuela se alejó—. Es el filete más jugoso, costoso y delicioso que un hombre podría tener. Y sabemos que todos, todos los hombres, somos hombres de filetes.
—¿Por qué siempre comparas a tus mujeres con comida? —Camino tras Nate y Juan, mirando un poco irritado a Gonzalo.
—Porque me encanta comer carne y mujeres. Para mí todas son deliciosos aperitivos. Tienes que presentarme a esa chica.
—Ella me odia. —Me quejo como un pequeño cuando llegamos a la mesa.
—¡No! ¿Odiarte a ti? ¿David Mendoza? ¡Qué infamia! —Golpeo su espalda por burlarse de mí—. No, en serio David, tú no eres un idiota la mayor parte del tiempo.
—Lo sé —gruño y desisto en limpiarme la camisa con las servilletas—. Ya regreso.
Camino hacia el baño de hombres. Por fortuna, mi camisa es negra así que no es tan notoria la mancha de bebida en mí. Podría secarla, oler a whisky no es que sea tan terrible. Cuando creo que se ha secado lo suficiente salgo y me vuelvo a tropezar con algo... o mejor dicho con alguien.
—¿Es en serio? ¿Tú otra vez? Esto ya es una muy mala suerte.
Divertido me cruzo de brazos y observo a la mujer con manos de hierro, volverse roja de la ira frente a mí.
—Creo que tienes razón Manuela. El Karma es una perra. Tres veces seguidas teniendo que soportar que te arrojes hacia mí. Estoy empezando a ver un patrón aquí.
—¿Perdón? ¿Acaso estás insinuando que...? —Se detiene, imita mi postura y levanta una de sus cejas viéndose increíblemente fuerte y sexy, ya que sus senos se aprietan de manera que provoca tocarlos—. Oh, claro. Cuando vi que entrabas al baño me dije a mi misma: "Mi misma, espera a que el obtuso salga y luego tírate nuevamente en sus brazos, para que el muy imbécil diga algún estúpido comentario sobre tus pezones", luego estuve feliz acampando aquí afuera esperándote y desechando la genial oportunidad de restregar mi cuerpo contra cualquier otro ser humano masculino mucho más sexy y delicioso que tú. Porque esperaba poder tocarte nuevamente y luego tú descubrirías que soy la mujer de tu vida, me levantarías en tus brazos y me llevarías fuera de este lugar. Luego me harías tuya salvaje y crudamente. Nos enamoraríamos profundamente, me propondrías matrimonio de la manera más cursi y romántica, pero luego alguna perra amiga o ex novia tuya haría cualquier cosa por separarnos y lo lograría, pero resulta que estaría embarazada de ti, entonces lo descubres y me buscas. Te perdono por quien sabe qué cosa que me hiciste y seríamos felices por siempre.
—Guau. Eso fue algo extenso —digo asombrado por su capacidad de habla tan presurosa y fluida—. Entonces, retomando todo lo que dijiste. ¿Acabas de narrar una novela cursi de esas que mi madre lee?
—No sé exactamente qué novelas lee tu madre, pero el cliché está de moda.
—Ajam. Ahora, ¿cómo que obtuso? ¿En serio has estado llamándome así?
—Era "palo en el trasero", "asno", "burro" o "pánfilo".
—Eso es... sí creo que obtuso está bien por ahora. Pero para que todo quede claro, me llamo David. —Me sigue observando como si no estuviera brindándole el conocimiento de mi nombre—. David Mendoza.
—¿Y? Para mí sigues siendo el obtuso de todas maneras. —Descruza sus brazos lo que es una lástima. No puedo evitar dejar caer mis ojos a su escote—. Son senos, grandes y redondos senos. Pero claro, cómo puedes no maravillarte con algo tan magnifico como esto, si lo que te gusta a ti es ruñir hueso.
—Estás muy agresiva hoy.
—Es mi estado normal cuando me encuentro con idiotas. En fin, voy a simplemente olvidar tu arrogante cara y tu nombre. También olvidaré este encuentro y los anteriores, así podré volver a mi perfecta vida y evitar las malas leches. Aléjate de mí, gracias. —Me empuja. Esa mujer me empuja y camina lejos de mí. No puedo sino quedarme como el idiota, que estoy empezando a creer que soy, observando como de verdad ese jean se ajusta perversamente a su trasero.
—Deja de mirar hombre. —Juan golpea mi cabeza—. Y cierra la boca, se entrarán las moscas.
—No estaba mirando su trasero —gruño y froto mi cabeza—. Estaba viendo su espectacular salida.
—Ajá, sí. —Le sigo hasta nuestra mesa. Bebemos y pronto me relajo con mis amigos riendo y hablando. Nate se encuentra concentrado en su mujer, nuestra amiga Sofía. Juan le hace ojitos a un chico en otra mesa. Gonzalo está parloteando a mi lado sobre la última chica con la que salió, la cual resulta ser una de las nuevas actrices del canal, a lo cual finjo prestar atención. Samuel no pudo acompañarnos el día de hoy, ya que planeó una cena romántica con su novia Amelia.
El idiota cree que no sabemos qué va a proponerse.
Observo el lugar sin buscar nada en realidad. Una morena esbelta y con un bello cuerpo de modelo, enfundado en un apretado vestido amarillo me devuelve la mirada, sonríe y roza su pecho con sus dedos, es una clara invitación. Le doy una de mis sonrisas come mierda y me levanto a su encuentro.
—¿Un orgasmo? —Sus ojos se oscurecen y sus mejillas se sonrojan por mis palabras.
—Lo es. Me decidí por cosas tentadoras hoy. —Evito rodar mis ojos por las palabras tan rebuscadas de la chica. Igual no es que yo esté haciendo un esfuerzo tampoco.
—Tú eres la tentación para el mundo. —Me acerco a su oído y susurro—: Entonces dime, ¿qué tanto riesgo se corre al caer tentado por ti? Porque estoy dispuesto a irme a ciegas con tal de probar qué tan bien puede saber cada rincón de tu piel. —La siento estremecer y sonrío victorioso. Demasiado fácil, demasiado simple. La miro fijamente mostrándole cada una de mis intenciones para con su cuerpo esta noche. Está sonrosada y ansiosa, se retuerce en su lugar, bebe de su copa y procede a levantarse.
—Sólo llévame a tu casa. —Coloca una de sus muy cuidadas y delicadas manos en mi pecho—. Y me encargaré de mostrarte que caer en tentaciones vale la pena cualquier riesgo.
Bebo de mi vaso y continúo midiéndole. Se mueve en sus pies mostrándome cuánto ha crecido su ansiedad y necesidad. Me vuelvo hacia mis amigos y les hago una seña de despedida. Sonríen y siguen cada uno en lo suyo, tomo a la chica de su mano y la dirijo hacia la salida. Empujo la puerta, pero antes de llevarla a mi auto, la empujo contra la pared del callejón y la beso duro. Gime y su respiración se agita, envuelve una pierna en mi cadera y se frota contra mi pierna. Me alejo, dejándola aún más necesitada y encendida que antes. Sonrío para ella y para mí mismo, por todo lo que promete esta noche y lo que pretendo hacerle. La empujo de la pared y le guío hacia el parqueadero.
Antes de llegar a mi auto, escucho unas risas unos autos más allá. Abro la puerta para la mujer a la cual ni siquiera le he preguntado su nombre y procedo a caminar hacia mi lado del auto. Otra ronda de risas se escucha, así que levanto mi mirada hacia su origen. Me quedo quieto en mi lugar observando con deleite y un poco de envidia cómo un hombre tiene sobre el capó de su auto a Manuela, haciendo exactamente lo que yo estaba haciéndole a la morena hace unos momentos. La morena en mi auto pregunta si sucede algo, le respondo que es una amiga a la cual voy a saludar. No sé qué mierda se apodera de mí, pero antes de pensarlo dos veces dejo salir las palabras de mi boca.
—Consíganse una habitación —gruño y me pateo mentalmente a mí mismo por la estupidez que acabo de decir. Manuela se sobresalta, aleja un poco al hombre de encima y me mira. Cuando me reconoce, sus mejillas se sonrojan y veo vergüenza teñir su rostro. Una sonrisa se dibuja en mi cara, lo cual es totalmente equívoco de hacer, pues de inmediato sus ojos se encienden con furia.
—¿Quién lo dice? ¿El chico follo-en-seco-morenas-de-vestido-amarillo-en-la-pared? ––replica y ¡maldita sea! si no se ve aún más sexy toda sonrosada y furiosa.
Me estaba viendo.
—¿Disfrutabas del show?
—Es imposible disfrutar de una escena porno cuando la chica gime igual que una cabra en celo. —El tipo a su lado resopla una risa y esconde su cara en el cuello de manuela. Me gustaría sacar su cabeza de ahí y golpearla contra el capó del auto. Aunque pensándolo bien, es un buen auto y no vale la pena lastimarlo, al auto por supuesto.
—Ella no gime igual que una cabra. —Aunque sí fue un poco ruidosa—. Y ya hemos pasado por esa fase de sexo en el callejón.
—Bien por ti. A mí en cambio me gusta variar. ¿No es cierto Jorge?
—Eh, soy Andrés. —El chico vuelve a reír.
—Eso mismo, Andrés. —Le sonríe con orgullo—. A él y a mí nos gusta la adrenalina y la emoción. Las camas están sobrevaloradas. —Mi boca cae abierta cuando toma la cara del chico y prácticamente lo devora con un increíble y sexy beso. Gime y soy un total pervertido por excitarme al escucharla disfrutar de su encuentro sexual—. ¿Disfrutas del show?
—Podría, pero creo que tengo una linda morena en mi auto esperando a que la desnude y complazca.
—Espero que eso —Señala mi entrepierna—, sea igual de grande que tu ego, de lo contrario dale mis condolencias a la "linda morena". —Esta mujer es imposible.
—Si tienes alguna duda sobre mi equipamiento, puedo darte una muestra gratis.
—Eh amigo... vamos a calmarnos ahí. Tú tienes a tu chica y yo tengo la mía, soy de mente abierta pero no me van los tríos.
—No estoy hablando contigo, amigo. Aquí la preocupada por mi desempeño es Manuela, sólo me he ofrecido a calmar su curiosidad.
—¿Te llamas Manuela? —La susodicha me fulmina con la mirada—. Pensé que era Cristina.
—Le dije a este tipo que me llamaba Manuela para que no me encontrara, es algo así como un acosador. —Si no supiera que miente, me compraría totalmente con su fingida inocencia.
—Oh, hombre. —El chico se levanta, sus manos en señal de rendición—. No pretendo pelear por un polvo hoy.
—Oye, respeta imbécil —bramo empuñando mis manos por la manera tan grotesca con la cual se dirige a Manuela.
—Yo me voy de aquí. —Y lo hace. Camina hacia un viejo y desgastado auto, se sube y conduce lejos.
—¿Acabas de espantar a mi chico de viernes social? —pregunta observando aún los faros del auto en huida.
—Eso creo —digo, no ocultando lo complacido que estoy por ello.
—Oh cariño, eres hombre muerto. —Se baja del capó del auto y camina hacia la puerta donde se encuentra esperando la chica de amarillo—. Oye tú. —Golpea el vidrio. La morena un poco renuente lo baja—. ¿Sabías que a este chico le gusta atar a las mujeres y luego meterles todo tipo de cosas cilíndricas por el chiquito? —Me ahogo con mi propia saliva. La chica en el auto palidece, contemplando a una muy seria Manuela—. Y eso no es todo. Le gusta colocarnos esas pinzas en los pezones y luego pasarnos corrientes altísimas. Yo que tú me bajaría ahora mismo de ese auto y correría rápidamente para ponerme a salvo.
—¿Co... cómo sabes eso? —balbucea más rápido que antes. Yo sólo puedo seguir de pie observando como un idiota, cómo esta mujer me desacredita y pinta como enfermo.
—Porque he tenido que ir y recoger a las pobres chicas cuando termina con ellas. Me siento caritativa hoy contigo. Aunque si te apuntas, podemos hacer un trío y te amarré a la cama. —Me mira sobre su hombro y pregunta—: ¿Todavía tienes esas mordazas negras y la tabla con alfileres?
—¡Por Dios! —En una velocidad increíble, la morena sale del auto y corre hacia el club. Cuando está lo suficientemente lejos, la loca mujer que está cerca de mí, rompe a reír.
—Acabas de pintarme como un sádico. ¿De dónde demonios sacas toda esa mierda? ¿Tienes problemas o qué?
—Nop. —Salta feliz hacia su auto—. Yo no tengo ningún problema. Pero espero que tu sí y mañana lea en el titular del periódico: "Hombre arrogante de pene pequeño muere de un severo caso de bolas azules".
—Mi pene no es pequeño.
—Si tú lo dices. Aunque debo agradecerte algo. —Se sube y baja su ventana para hablarme—. Al menos me libraste de un imbécil que maneja un estúpido auto con la palabra "solo peluches" en su bumper trasero.
La observo unos segundos y luego rompo a reír porque en realidad el auto decía exactamente eso: "solo peluches". Levanto mis ojos hacia Manuela quien me sonríe con calidez. Se ve muy hermosa e inocente, me concentro en grabar esa expresión de su rostro. ¿Por qué? No tengo idea, pero tengo la necesidad de hacerlo, de absorberla.
—¡Hasta la vista baby! —Se despide y vuelvo a reír ante su frase de Terminator.
Y tal como ella lo hizo con el chico anterior, me quedo de pie observando los faros de su auto al alejarse.
Esa mujer, no es como cualquier mujer... ella es única.
i
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro