En Puerto Esperanza donde el sol acaricia,
las olas murmuran historias con prisa.
Pueblo pequeño con encanto sin par, donde la vida florece al compás del mar.
Las casas pintadas cuentan anécdotas viejas,
y los rostros sonrientes son cálidas cejas.
El campo rodeado por montañas verdes,
en cada rincón hay risas que se recuerden.
Los pescadores al alba lanzan sus redes;
con fe en sus manos y sueños en paredes.
Los niños juegan entre risas y juegos; su alegría resuena como canto y apego.
Puerto Esperanza es hogar y refugio fiel;
un rincón divino donde todo es papel. Bajo cielos despejados y estrellas brillantes,
se vive la vida entre amores constantes.