🌸 Capítulo 3;2 🌸
Beomgyu no tenía ni idea de cómo iba a pasar su próximo celo.
En casa de sus padres no lo tenía tan difícil porque podría simplemente encerrarse en su habitación y su familia podía ignorar sus gemidos y chillidos, así como también el desfile de feromonas dulces que alcanzaba cada cuarto hasta llegar al jardín.
Su omega solía complacerce a si mismo con sus dedos, mordía una almohada y desparramaba toda su ropa sobre la cama para hacer un nido. En cuanto a la comida podía confiar en que su madre dejaría algo frente a su puerta que podía recoger en sus escasos ratos de lucidez.
Esta vez no tenía nada de eso. Le quedaba menos de una semana para convertirse en la maleable criatura que su tonto omega era y tenía miedo.
¿Qué se supone que debía a hacer? ¿a quién debía informarle?
Por supuesto que Beomgyu no debía permitir que solo llegara el día e incomodar en una casa que no consideraba propia. Sus madre se lo habían dicho, debía comportarse lo mejor posible y no disgustar a las líderes de la manada.
Pero si no les decía a ellas, ¿entonces a quién? ¿a Yeonjun?
Beomgyu estaba seguro de que hacerlo sería darle una invitación al alfa para que se aprovechara de él, y no quería que su primera vez fuera así. Todavía guardaba un poco de ilusión.
Concluyó que podría pedir permiso para pasarlo en casa de sus padres.
Estuvo dos días seguidos tratando de hablar con Jennie, pero esta siempre estaba ocupada y Beomgyu se sentía incapaz de interrumpirla en su trabajo. Afortunadamente la encontró buscando un par de zapatos en el gabinete de la entrada y encontró el valor para hablarle.
—Lider Jennie...
—¿Qué pasa, Beomgyu? —preguntó ella sin mirarlo, agachada buscando entre las botas de sus hijos.
—Yo... Quería pedirle permiso para volver a ca... Para ir de visita a casa de mis padres.
Ella arqueó una ceja.
—No necesitas pedir permiso, ve y vuelve antes de que anochezca —respondio encontrando su par de botas de cuero al fondo del gabinete.
Beomgyu tragó saliva con sus nervios a flor de piel.
—No, es que... Yo quería saber si podía quedarme algunos días allá.
Jennie se colocó sus botas de tacón en silencio, luego se levantó del suelo quedando a la misma altura que el pelirrojo. Este a pesar de ser un poco más alto que ella se sentía intimidado por su filosa mirada. Esa misma que tenía Yeonjun.
—Debes pedirle permiso a mi hijo, tu alfa, no a mi.
—P-pero se trata de mi celo, y-yo no...
—Con más razón —rodó los ojos con obviedad— ¿para qué vas a ir a casa de tus padres si tienes a un alfa que puede encargarse?
Beomgyu se calló, ella no dijo nada más y se retiró sin despedirse.
Él no podía confesarle sus preocupaciones a esa seria y practica mujer, ella no las entendería, seguramente lo vería como algo absurdo. Después de todo ella lo había traído precisamente para que se uniera con Yeonjun.
Fue un tonto al creer que tendría la posibilidad de huir de su deber.
En esos momentos pensaba que ojalá y le hubiera tocado a él ser el gamma de su familia. Nada de responsabilidades, nadie tendría expectativas sobre él.
Con un nudo en el estómago esperó a Yeonjun hasta que cayó la noche.
—Limpie la alfombra esta tarde, no la ensucies —dijo Yeji antes de marcharse al verlo sentado en el suelo de la sala. Beomgyu suspiró y se quedó de pie. Ya que la misma Yeji le había dicho en la mañana que no se sentara en el sofá porque lo habían aspirado y no quería que lo ensuciara.
Pero la realidad es que nadie nunca se sentaba en ese sofá, ¿qué más daba si Beomgyu se sentaba?
A pesar de tener este pensamiento, él no lo hizo y se apoyó de la pared jugando con sus dedos temblorosos.
Yeonjun llegó a casa pasadas las once.
—¿Qué haces ahí parado? —preguntó el alfa con fastidio cuando sintió su olor a miel más empalagoso que de costumbre.
—T-te estaba esperando.
—¿Para qué?
—Hablé con tu mamá hoy, le pedí permiso para algo, pero ella me dijo que debía pedirtelo a ti —dijo suavecito y tomándo algo de distancia al notar la mueca del azabache.
—¿No te dije que podías hacer lo que quieras mientras no me molestes? —chistó.
—Eso... —Beomgyu lo siguió cuando Yeonjun caminó rumbo a su habitación—. Se trata de mi celo.
Eso pareció llamar la atención del alfa que se dio la vuelta y lo miró en medio del pasillo.
—¿Tu celo?
—Sí, es la semana que viene.
Yeonjun se cruzó de brazos y lo barrió con la mirada. El omega tenía la necesidad de salir corriendo a ocultarse.
—Bien, te quedarás en mi habitación.
—¡P-pero...! —exclamó Beomgyu con pánico.
—¿Pero? —replicó Yeonjun con lentitud y un tono frío que hizo callar al pelirrojo.
Beomgyu estaba a punto de ponerse a llorar cuando el azabache sostuvo su mentón de manera un poco brusca.
—Voy a probarte, omega —murmuró provocándole escalofríos del miedo— por fin vas a servirme de algo ¿no estás contento?
No. Beomgyu estaba muy cerca de mandar su vida muy a la mierda.
¿Pero es que acaso alguna vez su vida le había pertenecido?
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