🌼 Capítulo 1;1 🌼
Un hecho que debes tener en cuenta a la hora de presentarte como lobo, es que tu contexto social, tu estabilidad mental y emocional, y tus oportunidades en la vida, van a establecerse por la casta a la que perteneces desde el día de tu primer celo.
Lo mejor que podría pasarte es que resultaras ser un alfa, de esa forma obtendrías muchas oportunidades laborales e incluso respeto y sumisión de cualquier otro.
Si tu destino era ser beta, entonces tus preocupaciones serían más equivalentes con tus esfuerzos. Todavía podrías darte a respetar y conseguir un buen empleo, vivir cómodamente mezclándote con la mayoría.
La tercera opción y la más desafortunada según muchos, era la de presentarse como un omega. Esta casta conllevaba muchísimos más deberes que derechos y, si conseguías no ser intimidado por ninguna de las dos anteriores —sobre todo la primera— y usar tus encantos naturales para conseguir un buen enlace, entonces tenías cubiertas por lo menos tus necesidades básicas.
Todos tenían su manera de sobrevivir en un mundo lleno de desigualdad donde los instintos eran aceptados solo para algunos y repudiados en otros.
Pero, algo que las tres castas tenían en común a pesar de sus muy remarcadas diferencias, era su rechazo por todo el que no constituyera una de esas tres partes de la sociedad. Sería condenado y marginado.
Como en el caso específico de Park Jongseong, un delta de veintiún años.
Su manada era de las pocas en las que los alfas sobrepasaban en número a los betas, y en la que los omegas eran muchísimo más escasos que en otros lugares, por esta razón, la mayoría de familias estaban compuestas por un alfa y beta.
Los omegas eran cuidados y preciados como joyas caras, confinados en sus casas hasta que sus padres les encontraran un buen alfa y procrearan más cachorros, preferiblemente omegas, que tampoco tendrían la potestad de elegir qué hacer con sus vidas tan pronto como se presentaran.
En realidad, todo seguía siendo lo mismo, fuera o dentro de su manada había un abuso de poder que era más fácil de ignorar que tratar de afrontar, por lo que Jongseong no podía hacer más que quedarse y aceptar su papel de raro en la manada.
Eso, y también maldecir a su padre alcohólico que se encontraba dos metros bajo tierra en un ataúd, al igual que su madre.
Su papá había sido un hombre bastante violento que golpeaba a su madre independientemente de lo que esta hiciera, y Jongseong, a sus dieciocho años con su reciente presentación como alfa, se creyó lo bastante fuerte como para imponerse ante el alfa de la casa para proteger por una vez a su madre.
Lo que consiguió fue una pelea donde terminó con el cuerpo lleno de rasguños y los dientes de su padre incados en su cuello.
La consecuencia más grave de esto para Jongseong no fue perder su rango en un momento fugaz, sino la fuerte reacción de su madre al ver a su marido haciéndole daño a su hijo. Ella atravesó a su alfa con un cuchillo de cocina, buscando defender a quien siempre consideraría su cachorro y matándo a su marido al instante.
Jongseong a penas pudo con el shock cuando la vio caer al suelo, chillando con la manos sobre la marca de enlace en su cuello, que se ennegrecio mientras ella perdía la vida también.
Entonces sí, su momento de valentía se cargó a su familia y su posición social.
Cuando un montón de guardias entraron a su casa guiados por las llamadas de los vecinos, se encontraron con dos cuerpos inertes y un pelinegro desecho en temblores debajo del fregadero.
Ese pelinegro ya no podía percibir los olores de ninguna persona, no podía sentir a su lobo en el interior, y había perdido su voz de alfa.
Con eso ya lo había perdido absolutamente todo menos el techo sobre su cabeza, cosa que tampoco lo alentaba mucho a seguir viviendo para enfrentar lo que vino después.
Afortunadamente una de las características de los delta es que las emociones eran mucho menos intensas, y el rechazo social le empezó a resbalar después de un tiempo, volviéndose en indiferencia.
No pudo terminar la escuela, milagrosamente pudo tomar el puesto de su padre como vigilante en la parte sur de la aldea.
Algo que no había perdido era su fuerza, y esto le sirvió para ser aceptado a pesar de todo, aunque eso no significara que tenía los mismos beneficios que el resto de vigilantes.
Sus relevos eran bastante flojos y no llegaban a la hora establecida, su primo Sunghoon que también trabajaba de vigilante lo dejaba siempre en el turno nocturno haciéndolo trabajar horas extras de las que no podía quejarse. Y además Jongseong solo recibía la mitad del sueldo que los demás.
Pero todo esto no tenía importancia porque el delta no tenía más aspiraciones que comer la cena y dormir hasta la mañana siguiente.
O por lo menos no las tenía hasta que el hijo menor de sus vecinos los Yang, Jungwon, se presentó en primavera a sus dieciocho años.
Era una familia a la que Jongseong a penas le ponía atención, a pesar de saber que fueron ellos los que llamaron a los guardias ese día trágico después de escuchar los gritos de sus padres cuatro años atrás, solo sabía que el alfa de la familia se llamaba Daniel, la beta Jihyo, y el hijo mayor era un omega llamado Beomgyu.
Podía intuir que eran una familia estable y acomodada, al menos hasta que fue el turno de Jongseong de escuchar gritos y cosas estrellándose contra las paredes de la casa de al lado.
No fue hasta la mañana siguiente de eso que se sentó en el porche a desayunar y vio cómo el castañito de hoyuelos se sentó en el frente también, bebiendo una taza de café como si nada hubiera ocurrido por la noche en su casa.
Jongseong captó el momento exacto en que este hizo una mueca porque seguramente el café sabía demasiado amargo.
Sus miradas se conectaron a la distancia y Jungwon le sonrió.
Jongseong no le devolvió el saludo y se propuso a ignorarlo, pero grande fue su sorpresa cuando el castaño se levantó y caminó hasta llegar a la cerca de madera que los separaba.
—¿No tendrás un poco de azúcar por casualidad? —preguntó el chiquillo amablemente.
—¿Tus padres te dejan dirigirme la palabra?
Esa era otra cuestión. Uno de los motivos por los que el delta no sabía nada de sus vecinos era porque ellos ignoraban su existencia a propósito, hablando a sus espaldas y regañando a sus hijos cada vez que se acercaban demasiado a su jardín.
A Jungwon todo esto no pareció importarle mientras se encogia de hombros.
—A ellos ya no les va a importar nada de lo que yo haga.
Jongseong obviamente sabía que la pelea de anoche estaba relacionada con sus palabras, pero no podía saber la casta del contrario porque no podía percibir su olor.
Jungwon volvió a sonreír de lado y susurró.
—Te lo diré si me das un poco de azúcar.
Jongseong iba a negarse y pedirle que volviera a su casa, que no le causara problemas ya que sus padres no parecian estar contentos. Pero de nuevo llegó esa indiferencia que lo hizo darse cuenta de que la opinión de ellos y sus quejas le importaban más bien poco.
Más bien nada.
Se levantó y fue por el azúcar. Jungwon fue por su taza y sin miedo a que alguien pasara y los viera tomó asiento en la mesita de desayuno junto al delta.
—Mucho mejor —dijo el castaño una vez que le dio un sorbo a su café endulzado.
Jongseong lo miró inexpresivo, Jungwon dijo sin más:
—Me presenté como gamma.
Ese, obviamente, era un buen motivo para todo el escándalo que escuchó anoche.
Lo primero que pensó el mayor fue que ya había alguien igual de desafortunado que él en esa manada.
Jungwon siguió hablando.
—Ni siquiera sabía lo que era un gamma hasta ayer —confesó antes de agregar sarcásticamente—, pero mamá me lo hizo saber de la mejor manera posible.
—Tecnicamente eres un omega —comentó el delta.
—Un omega defectuoso, con un olor desagradable y demasiado fuerte a naranja, un pésimo sistema inmune, y esteril —remarcó Jungwon sin sentimiento, bebiendo más de su café.
Sí, sí había algo peor que ser un delta seguramente lo era ser un gamma; porque no podía prevenirse como una mordida accidental, y era a penas un poco bastante más degradante ser un omega con defectos que un alfa con defectos, porque por lo menos Jongseong podría valerse por si mismo, y Jungwon tendría que... ¿qué?
—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó el delta consternado.
—Mis padres me odian porque soy totalmente inservible, mi hermano es como un adorno de porcelana sin personalidad, en la escuela no creo que ninguno de mis compañeros o profesores vayan a querer apoyarme, y tampoco puedo buscar trabajo porque no me aceptarían, así que... —hizo una mueca divertida—. Podría tirarme al río con heridas abiertas.
Y luego sonrió, lo que se le hizo a Jongseong algo desalentador.
—Ser un gamma no te hace carroña para pecez —dijo seriamente—. Solo te hace diferente, diferente no es malo.
Lo estaba diciendo con cruda honestidad. Si Jungwon estaba consciente, seguro iba a entenderlo.
Él lo hizo, de hecho.
—Lo sé —respondió mirándolo fijamente y con otra bonita sonrisa de hoyuelos— diferente no es malo.
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¡Hola! Aquí Ness con ustedes <3
Esta fic no iba a publicarse aún pero por los 1k seguidores lo he adelantado. Lamento la tardanza </3
Técnicamente son cuatro historias en una, todas del mismo universo y espacio temporal. Encima omegaverse, así que tenganme paciencia. Soy consciente de que ya no actualizo tanto como antes, pero he estado pasando por cosas y he dejado de escribir con regularidad.
Aún con todo esto estoy muy emocionada porque puede que alguien recuerde la primera versión de una fic con este mismo nombre que nunca me convenció. Ahora sí lo hace y espero que la disfruten.
Les quiero <3
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