La noticia de la llegada del príncipe Kardia y su familia, así como la de Milo con su esposo e hijo, fue recibida con algarabía.
Ya limadas las asperezas con la princesa, Aioria le había devuelto su título, reconociéndola nuevamente como su hermana y parte de la familia real.
Por supuesto que antes, ella había buscado a Aioros y le había pedido perdón por todos los males cometidos en su contra.
FLASHBACK
Aioros entrenaba en los patios traseros junto a Isaac y Shura, tratando de mantenerse alejado de quién menos deseaba ver en el mundo de nuevo.
Ya sabía la noticia de las visitas al reino y, si bien no podía posponer el recibimiento a Kardia, deseaba desaparecer antes de encontrarse con Milo. No le temía ni tenía rencor, simplemente no había cabida en su vida para ella.
Su rostro se tensó y su cuerpo se volvió rígido cuando la vio venir a su encuentro.
Para su sorpresa, ella se acercó tranquila y al quedar frente a frente, hizo una reverencia, su rostro gacho en forma de respeto y una leve sonrisa en sus labios.
-Príncipe Aioros, mis respetos y saludos... he venido desde muy lejos para presentar mi familia al rey y... deseo aprovechar la ocasión para hablar contigo en privado.- viendo que no obtenía respuesta, continuó en tono suave -No haré nada en su contra, sólo necesito un momento contigo... por favor...
Aioros no podía evitar sentir que esa era otra de sus geniales actuaciones, pero al mirar a Shura, éste le sonrió guiñando un ojo, asintiendo, adivinando sus dudas...
-Está bien... venga conmigo.
Sin una palabra de por medio, la guió por la galería que llevaba a la sala de estar de sus aposentos y allí, la invitó a pasar con cortesía.
Milo observaba los muros tapizados con pieles de animales, trofeos de guerra, espadas, arcos y flechas. Era la habitación de un guerrero, en su escritorio había mapas, libros y varios retratos de Aioros y Aioria, siendo niños, sonriendo felices, abrazados.
Desde que vivía en armonía y felicidad junto a Camus y su adorado hijo, entendía muchas cosas que antes no había querido ver ni aceptar. Una de ellas era el amor incondicional de sus medio hermanos, una unión forjada en bases sólidas ante adversidades superiores a ellos. Ahora entendía que ella jamás hubiera podido reemplazar a Aioros en el corazón de Aioria y que se perdió de tener al menos, un lugar especial en su vida, todo por su propia culpa.
Suspiró y se volvió hacia el castaño, que la miraba con cierto recelo.
-Este lugar es muy cálido, las decoraciones son hermosas, aún siendo sencillas... me gusta eso, en mi hogar abundan más retratos de mi bebé que joyas o costosos adornos.
-No me gustan las excentricidades, la vida me cobró demasiado caro el haber creído que por ser el príncipe heredero lo tendría todo... ya no soy así, mi felicidad es estar junto a mis seres amados...
Milo leyó fácilmente entrelíneas 'junto a Shura y Aioria'.
-Yo... yo deseo disculparme por todo lo que te hice, lo que sufriste por mi culpa. Estaba ciega de odio y sed de poder, durante mucho tiempo, aún estando en mi nuevo hogar, te seguí odiando y deseándote todo tipo de calamidades, a tí y a Shura... pero cuando me quedé sola, con un esposo que me detestaba y al que yo amaba, tuve mucho tiempo para pensar, darme cuenta que estaba pagando por todas las vilezas que había cometido...
-Ya todo está en el pasado...
-No, no lo estará hasta que me des tu perdón, el que te suplico me otorgues para poder seguir en paz con mi vida... yo cambié, Aioros, ya no soy la que llamó al demonio para quitarte de en medio...
Ante esas palabras, Aioros la miró fijamente, estudiando su rostro sereno, sin pizca de maldad. En verdad esa muchacha frente suyo ya no era la de sus recuerdos.
-Mira, Milo, yo no soy quién para perdonar, yo también me comporté mal contigo cuando recién llegaron a Esparta, yo no quería más hermanos, menos una hermana... la única mujer en mi vida siempre había sido mi madre y el que fueras hija de la otra esposa de padre, me revolvía las entrañas. Sé que no tenías culpa por ello, pero creo que de todas maneras, el desprecio era correspondido.
Sonrió apenas, su mirada no guardaba rencor y Milo se sintió aliviada.
-Aioros, han transcurrido tantos años, hubo tantas cosas entre nosotros... ¿crees que podrías dejar en el pasado nuestra mala historia y empezar de nuevo? No digo como grandes amigos ni ser los mejores hermanos, pero sí, tratar de llevarnos bien... yo quiero que conozcas a mi hijo, después de todo eres su tío...
-Milo, hay cosas que no puedo olvidar pero aún así, soy siempre el que trata de poner todo en orden y ver a todos felices... el pasado debe quedarse donde pertenece, atrás, como recuerdo de lo que no debemos volver a hacer, hay que vivir lo que tenemos ahora, un presente y un futuro...
El rostro de la muchacha se iluminó con la sonrisa que le regaló y eso le recordó al castaño, que jamás la había visto sonreír realmente.
Le ofreció la mano para ayudarla a levantarse del sillón y ella lo envolvió en un abrazo, uno que fue incómodo en un principio pero luego fue respondido con gusto.
-Vamos con los demás, quiero conocer a tu hijo...- Enjugándose una lágrima traviesa, Milo le sonrió y se preparó para desandar el camino hecho tiempo antes, cuando Aioros la detuvo. -Aguarda, aún debo agradecerte el que trajeras a Shura a mi vida, de todo lo malo que me sucedió, él es mi premio, mi redención y calma... puedo amar a Aioria como lo hago desde siempre, pero Shura, sin él no puedo vivir, es mi todo, mi cable a tierra, mi cielo y mi infierno... me enamoró siendo un demonio pero como mortal se robó mi alma y mi corazón...
-Vaya, antes de dejarme en Arcadia, Shura me dijo lo mismo que tú ahora, sólo que él fue sarcástico, para mostrarme que le había hecho un favor y que algo bueno había salido de todo lo malo que hice, cosa que en ese momento me enojó mucho porque te había hecho feliz cuando en verdad quería destruirte...
Aioros rió entonces.
-Es Shura, ¿qué esperabas? Jamás dejaría pasar la oportunidad de regodearse en tu malestar...
-Si, es cierto... pero me ponen muy feliz tus palabras, me dan paz...
-Vamos con tu familia, ya te deben extrañar...
FIN DEL FLASHBACK
La velada había sido entre sonrisas sinceras y charlas compartidas como nunca había sido desde que se sabían hermanos.
Aioria hablaba con Kardia, mientras Aioros y Shura jugaban con Berenice y entretenían al pequeño Owen, que tenía ya un año de vida.
Violate era una madre increíble, cuidaba ella misma de su hija, llevaba en su vientre al futuro heredero de Atenas y no podía hacer más feliz a Kardia. Juntos llevaban adelante el reino y se apoyaban mutuamente ante la corte, que no veía aún con buenos ojos que su joven gobernante hubiera desposado a una mujer mayor que él y con una hija bastarda.
Kardia había echado a varios integrantes de su corte y ya todos sabían que podían emitir opinión de cualquier clase, mientras no se metieran en la vida privada de su regente ni insultaran a su esposa e hija. Berenice ya llevaba su apellido junto al de Violate, no llegaría al trono pero no sería menos que el futuro bebé.
Camus había caído muy bien a Aioria y reían mientras Milo, Violate y Marín conversaban amenamente.
La reina comenzó con pequeños dolores y ante su mínimo quejido, ya Aioria estaba a su lado, sosteniendo su mano.
-Creo que nuestro pequeño príncipe no nos dejará acabar la velada, mi señor...
-¿Ya viene el bebé? ¡Shura! ¡Aioros! Que todo esté listo para mi esposa en la sala de maternidad, ya va a nacer mi hijo!
-Majestad... ¿desea que cargue a la reina?
-Por supuesto que no, yo mismo la llevaré!
La sonrisa de todos los presentes, hicieron sonrojar a Aioria, pero no perdió la compostura y, tomando con delicadeza el cuerpo en sus brazos, comenzó el camino hacia donde todo estaba preparado para la llegada del heredero.
Toda la familia real estaba ansiosa porque, sin haberlo previsto, serían testigos del nacimiento del futuro rey de Esparta.
Aioria caminaba nervioso, las damas no le permitían entrar y sólo podía conformarse con la poca información que recibía sobre Marín.
-Vamos Aio, todo saldrá perfecto, tienes una esposa fuerte y pronto tendrás tu hijo entre tus brazos...- Aioros buscaba calmar a su hermano.
-Es cierto, majestad, debe de tener paciencia...- las palabras de Shura no tuvieron efecto en el joven monarca, que sólo tenía una mueca en su rostro.
-Hermano... ¡ya quiero conocer a mi otro sobrino!- Kardia estaba tanto o más ansioso que Aioria.
Con tanto apoyo y cariño de sus hermanos, Aioria se tranquilizó un poco y siguió esperando paciente el nacimiento de su retoño.
El pequeño descansaba en brazos de su madre cuando Aioria entró en la habitación y su sonrisa se hizo inmensa al ver a su esposa, su reina, sosteniendo a su tan esperado heredero.
-Acércate mi señor, tu hijo ansía conocerte... y yo necesito tu presencia a mi lado...
El rubio no se contuvo y la besó con una pasión que nunca le había demostrado antes, sorprendiendo gratamente a Marín.
-Es... es un niño hermoso... perfecto... nuestro hijo, Marín...
-Sí, mi señor... lo es... pero no es muy extraño si lo miramos a usted, que es tan...- se sonrojó al expresar en voz alta lo que llevaba guardado desde hacía tiempo en su corazón. Si bien ella había estado enamorada de Aioros desde que era una pequeña niña, conocer a Aioria fue en principio una obligación, luego un placer gustoso porque el rubio le hacía sentir cosas inimaginables en la intimidad. Y se fue instalando en su corazón sin pedir permiso, Aioria era no sólo físicamente hermoso, era dulce, galante, confiaba en ella hasta el punto de hacerla sabedora de su otro amor y Marín lo aceptaba porque entendía que no podía competir contra ese sentimiento y que ella no perdería jamás su lugar de reina ni el cariño que recibía a diario de su esposo.
-Tú eres hermosa, Marín, mi hermosa esposa y madre de mi hijo... te amo, y discúlpame si no te lo digo seguido o no te lo demuestro como mereces...
-Mi señor, yo sé qué lugar ocupo en tu vida y soy feliz así, puedo compartir tu amor con el príncipe Aioros...
-No lo compartes, son amores diferentes y necesito que entiendas que lo que siento por mi hermano es visceral, primal, en cambio tu amor es mi contención, mi refugio, todo lo que necesito al final del día, tras cada larga jornada y yo te correspondo ese sentimiento con todo mi corazón, con el mismo anhelo y cariño...
Marín sintió su corazón galopar de felicidad y sus hermosos ojos avellana se perdieron en las preciosas esmeraldas de su rey, el dueño de su corazón.
Un suave quejido les recordó que había alguien más con ellos y Aioria tomó en brazos a su pequeño hijo y, sonriendo, salió a presentarlo a la familia.
-Hermanos, Shura, Camus, Violate... les presento al príncipe Regulus II, mi heredero... se llamará como nuestro tío...
Aioros fue el primero en correr a su lado y envolverlo en un abrazo sentido lleno de emoción.
-¡Felicitaciones Aio! Eres padre de un niño precioso, mi sobrino!
Todos fueron acercándose a conocer al pequeño que descansaba en brazos de su orgulloso padre, el que era felicitado una y otra vez.
-¿Cómo se encuentra Marín?- Violate tomaba en sus brazos al bebé y lo arrullaba mientras se interesaba por el estado de su amiga.
-Está perfectamente, descansando tras el desgaste de la labor de parto. Voy a volver con mi esposa, no la quiero dejar sola...
-Ve, hermano... cuida a tu reina, disfruta de este momento en familia...
Las palabras de Milo sacaron una enorme sonrisa del rostro de Aioria.
-Así lo haré... gracias a todos por estar aquí, conmigo...
-Siempre, majestad... siempre será así.
Shura se mantenía en las sombras en un rincón de la sala del trono y admiraba su obra con una leve sonrisa.
La corte completa no se veía muy a menudo, especialmente tan tarde en la noche, por lo que era una exhibición bastante impresionante ahora que estaba sucediendo.
Aioria estaba sentado en un halo de luz sobre una plataforma elevada. Marín estaba en un sillón igual de ornamentado a su izquierda. Ambos eran una visión de la elegancia real en verde intenso y dorado. El cabello rubio, al igual que el pelirrojo, brillaban tan intensamente como los círculos que usaban por coronas. La expresión de la reina era majestuosa, pero acogedora.
Aioria parecía concentrado, escuchando cada palabra que decía el Señor de Creta, a pesar de que había comenzado a repetir en los últimos minutos.
Una niñera estaba de pie a la izquierda de la reina, al lado del estrado, pero aún dentro del anillo de luz que iluminaba a la pareja real. El príncipe heredero dormitaba en los brazos de la mujer, cómodamente abrigado con un grueso conjunto verde bosque y envuelto dentro de una manta bordada.
Aioros, de pie a la derecha y ligeramente detrás del trono de Aioria, estaba al mismo tiempo separado, pero dentro, del círculo familiar. Estaba vestido de carmesí en lugar de verde, pero las decoraciones de su uniforme eran de un dorado vivo, al igual que las de su hermano.
La mano de Aioros descansaba sobre una de las agujas ornamentales que se elevaban desde la parte posterior del trono.
Cualquiera que los mirara podía ver el parentesco cercano. La familia real presentaba un frente completamente unido, uno que era muy difícil de resistir para cualquiera.
Su belleza, atención reflexiva y la evidente inteligencia que invariablemente mostraban, habían capturado la lealtad de todos los sujetos que se les presentaban.
Kardia y Milo, con sus familias ya constituidas, estaban sentados en tronos paralelos al monarca pero fuera del círculo real por pertenecer a otro reino. Los príncipes compartían la conversación, teniendo sus palabras la misma relevancia que la de su gobernante.
Shura sintió una oleada de orgullo mientras estudiaba a cada uno de ellos. Podía ser que ya no fuera el 'demonio de Esparta', pero él estaba seguro de que ni siquiera la magia podría haber diseñado una mejor familia real que ésta.
Su deleite estalló aún más cuando los ojos de Aioros se apartaron brevemente del Señor de Creta, atravesaron la multitud y las sombras y se encontraron con los suyos en un mero instante.
Había una mezcla de fuego, devoción y amor en su mirada antes de que el castaño volviera a asumir su papel de capitán de los ejércitos y pusiera su atención de vuelta en los negocios.
Aioria estaba hablando, expresando su preocupación e invitando al señor a subir por un brandy para que pudieran darle a la situación la atención y el debate que se merecía.
Al reconocer las palabras claves en la invitación del rey, Shura asintió y salió de la sala del trono para ir a buscar las cosas de sus invitados.
Estaba seguro de que al menos uno de los miembros de la realeza habría captado el movimiento.
Podía ser que no fuera una figura de amplio reconocimiento para la gente común del reino, pero Shura conocía su importancia para todos los integrantes de la familia real de Esparta.
~~~~FIN~~~~
Bueno, hasta aquí ha llegado la historia de estos hermosos personajes.
Espero hayan disfrutado de la lectura y si les parece que faltó algo o quedó algún cabo suelto, me lo hacen saber.
Siempre se acepta la crítica constructiva 😊
Va dedicada a todos los bellos lectores que me acompañaron capítulo a capítulo y dejaron su voto, comentarios y apoyo❤❤
CapriLady31
degelallard
Carmilla94
Ustedes me dieron la voluntad para llevarla a un final digno. Mil gracias!!!❤❤❤
Sin más, los saludo con cariño!
Sailor Fighter 💙
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