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28- Encuentros anhelados, otros inesperados y mucha cizaña

La corte se fue encontrando con un buen número de jinetes, más y más a medida que se acercaban a Atenas.

Todos ellos eran respetuosos con su rey y su compañía, pero ya había sugerencias de que el espíritu independiente se estaba levantando en la ciudad una vez más.

Todos todavía vestían los uniformes del ejército de reino, pero sus decoraciones eran sutilmente diferentes.

Kardia y su compañía personal se encontraron con ellos a unos dos días de Atenas. Cabalgó hasta Aioria y la corte con seis jinetes a su lado.

Eran suficientes hombres para transmitir la importancia del estatus de Kardia, sin dar la impresión de una amenaza.

Tan pronto como estuvieron dentro del rango de ataque, la escolta del príncipe retrocedió para que pudiera colocarse junto al rey. Las sonrisas de ambos eran brillantes en la reunión.

-Me muero por verte desde que se supo que habías comenzado a cruzar las llanuras...

La sonrisa de Kardia se ensanchó aún más.

-¿No es hermosa Atenas, Aio?
Había momentos en la Torre en los que me preguntaba si era la imaginación en lugar de los recuerdos, lo que pintaba este paisaje con tanta maravilla en mi mente... pero no lo era. Es todo lo que soñé que era. Me encanta estar aquí... es mi lugar en el mundo...

Aioria no pudo contener la risa feliz que brotó ante la presencia del peliazul y su clara emoción. Se inclinó y pasó los dedos por la elaborada placa pectoral de su hermano.

-No he visto nada parecido a esto excepto en los libros. Te sienta bien, Kardia...

-Uno de los ancianos de la aldea periférica lo llevó al palacio y me lo dio a mí. Es como lo que usaban los hombres de la línea de mi madre...

Frunció el ceño.

-Está bien, ¿no es así, mi rey? El sol, la espada y las estrellas son tuyos, pertenecen a Esparta... sólo que nosotros tenemos además el sello del escorpión.

-Entiendo por qué quieres ser diferente, y no tengo ningún problema con que quieras revivir los caminos de los antiguos atenienses... pero sigues siendo el heredero de Esparta, hermano querido...

Le recordó el rubio.

-No por mucho tiempo, por las noticias que he escuchado...

Retorciéndose en su silla, Kardia miró hacia atrás sobre el resto del tren.

-¿Dónde está la reina?

-En un carro. No nos atrevemos a arriesgarnos a que monte un caballo en su estado...

Aioria se sentó derecho, su espigada figura elevándose.

-Ella está esperando el bebé para principios de invierno...

Su sonrisa vaciló cuando se dio cuenta de que la expresión encantada de Kardia había desaparecido.

El peliazul estaba rígido y su montura disminuía la velocidad en respuesta a la extraña postura de su jinete. Su mirada arrolladora se había detenido en Shura.

-De alguna manera... me las he arreglado para pasar días enteros sin contemplar el verdadero propósito de tu visita. Me perdí en la alegría de verte de nuevo y olvidé qué es lo que me traes... a quién me traes...

-Sé que no es lo que quieres...

Admitió Aioria.

-Pero nuestras posiciones lo exigen... y lo prometiste. Te agradará, Kardia...

Su tono era optimista.

-Ella es una mujer extraordinaria...

-¿Y Marín?

Kardia se enderezó, sacando a Shura de su atención con un poco de esfuerzo.

-¿Te gusta estar casado con ella?

Los hombros del joven monarca se movieron.

-A todos los que la conocen parece gustarles como reina. Ha hecho muchas cosas en la Torre que la pusieron más cómoda y todos los que se la presentan parecen quedar cautivados con ella... desde los nobles más sofisticados criados en la ciudad hasta los representantes de las tierras agrícolas. Supongo que se adapta al puesto...

Él suspiró.

-Y ya está embarazada. Me han dicho que es una buena señal que haya concebido dentro del primer año...

-¡Qué positivamente romántico suenas, Aioria!.

El tono del peliazul era cortante.

-El romance es para poetas y pastores, Kardia...

-Y capitanes de la guardia, al parecer...

Le respondió rápidamente.

-Qué completa broma es esta, Aioros cae en desgracia y encuentra la felicidad mientras nosotros asumimos los deberes reales y escondemos nuestros amores para casarnos con extraños...

La risa de Kardia era agridulce.

-Milo es...

-No lo hagas...

Aioria lo interrumpió, advirtiendo a su medio hermano que no mencionara a su medio hermana.

-No quiero verla ni oír hablar de ella. Ella no es parte de esta visita... si tienes que agradecer a alguien de encontrarnos en esta posición es precisamente a ella, querido hermano...

-Aioria, no estás siendo razonable...

-¿No lo soy? Ella sacó a Aioros de la línea de sucesión para alzarse con el poder, manejando ambos reinos con nosotros como sus reyes y consortes. Que no le haya salido bien su plan no es culpa de Aioros, sino exclusivamente de ella y su maldad...

La discusión se interrumpió antes de que pudiera llegar a mayores, cuando Shura y Violate salieron disparados en sus caballos desde atrás de los carruajes y pasaron frente al rey y al príncipe.

-¡Vamos, señor de estas llanuras...

El pelinegro gritó por encima del hombro mientras pasaban a toda velocidad.

-Muéstranos cómo tu caballo se enfrenta a los mejores animales de Argos.

-Deben estar bromeando...

Afirmó Kardia, incapaz de creer que alguien pudiera desafiar la calidad de su montura.

-Tus caballos son rápidos...

Explicó Aioria.

-Pero esos animales que Shura recogió en Argos tienen una resistencia increíble...

Con los ojos brillantes ante la perspectiva de un tipo de carrera diferente a la que estaba acostumbrado, el peliazul miró hacia delante para ver la ventaja que habían tomado los dos.

-¿Te importa, Aio?

-No. Adelante, muéstrales. Será bueno ver a Shura rebajado un poco para variar...

Su mano se agitó. No necesitando más permiso, Kardia sonrió, sacudió las riendas, le gritó a su montura y salió disparado en un intento de cerrar la brecha.

Una vez que se fue, Aioros se detuvo junto a su hermano y ambos observaron la carrera que comenzaba frente a ellos.

-A veces me asusta, es que es tan bueno leyéndonos a todos...

Dijo Aioria en voz baja.

-Shura, quiero decir. ¿Cómo sabía que esta era exactamente la forma correcta de presentarle a Violate?

-Todas esas otras almas podrán haber desaparecido de él...

Respondió el castaño con una especie de voz desconcertada.

-Pero todavía recuerda más vidas además de la suya y ve las cosas de manera diferente a nosotros...

Esperando hasta que Aioria lo mirara antes de continuar, le susurró:

-Y él también me asusta a veces.

Aioros logró llegar hasta las puertas del gran salón del palacio antes de que se le encogiera el estómago.

La idea de entrar en ese lugar una vez más, siguiendo los pasos de un rey de Esparta, era demasiado.

Casi esperaba que alguien corriera hacia él por la espalda porque se había detenido tan repentinamente, pero no sucedió.

Shura estaba allí de repente, acariciando un lado de la cara del castaño con un gesto tranquilizador.

-El trono de la reina ha sido removido, amor...

-No quiero...

Aioros frunció el ceño.

-Simplemente no quiero entrar allí...

Aioria, caminando con Kardia, ya estaba en la puerta y en medio del enorme salón. Marín estaba al otro lado de su marido.

El resto de la corte vaciló, sin querer pasar por alto a Aioros, pero queriendo alcanzar al rey y la reina.

-Tengo que ir con Violate, es mi responsabilidad presentarla ante la corte...

Susurró Shura en su tono más suave.

-Pero no tienes que hacerlo. Eres el capitán del ejército, no un diplomático. Tal vez podrías ir a ver las fortificaciones en su lugar. Le diré al rey adónde has ido...

Asintiendo, el castaño hizo señas a los cortesanos que se demoraban para que pasaran.

-Me pondré al día con todos más tarde...

Todos dudaron en los pasos a seguir, obligando a que el pelinegro tomara el brazo de Violate y los guiara adentro. Una vez que se fueron, Aioros dejó escapar una bocanada de aire aliviado y se dio la vuelta.

El día era brillante y cálido con la brisa suficiente para levantar las banderas y la vista del campo circundante desde el Salón Dorado era impresionante.

Aioros se alejó de la entrada principal y dio la vuelta hacia el oeste de la enorme estructura. No había mucha gente alrededor. Estaban en la recepción del rey o atendiendo su trabajo.

Todos estos visitantes significaba que los habitantes de Atenas tenían el doble de cosas que hacer de lo normal.

Eligiendo un lugar al azar, Aioros se quedó quieto, respirando para calmarse e intentando despejar su mente de los recuerdos que lo estaban molestando, cuando una voz lo interrumpió y sobresaltó a pesar de que era en voz baja.

-Sé por qué me han expulsado de la recepción, pero ¿quien habría pensado que estarías en medio de todo?

Las pantuflas de Milo le permitieron acercarse aún más sin hacer ruido.

-¿No deberías estar disfrutando de la atención de Aioria... orgulloso de tu puesto? Tan condenadamente satisfecho de cómo funcionó todo para tu beneficio...

Su largo cabello se levantó con el viento.

-Tienes el amante que querías, la posición que querías, ninguna de las responsabilidades que pesan sobre Kardia y Aioria te molestan. Tu vida es simplemente perfecta, ¿no es así, Aioros?

-Nosotros dos no tenemos nada que decirnos, niña...

El castaño consideró retirarse de su compañía, pero no quería mostrar ese tipo de debilidad.

-Shura debería haberte bebido hasta dejarte seco cuando te entregué... pero es mi culpa... por no darme cuenta de mi error...

Miró a Aioros con maldad.

-Shura había comido demasiado del alma de Káiser, se había vuelto más parecido a padre de lo que pensaba... y todos sabemos lo que sentía mi padre por ti...

-¡Vete!

Aioros le espetó, pero la chica se rió en su cara.

-La única razón por la que Shura alguna vez te quiso fue porque Káiser te quería. Él no se enamoró de ti...

Se burló.

-Shura nunca eligió amarte. Simplemente absorbió la obsesión junto con la esencia de padre.

El tono de Milo se volvió aún más mordaz.

-Y tú... no le respondiste a Shura... Respondiste al eco de padre dentro de él. Tu alma reconoció al hombre con el que habías estado prostituyéndote toda tu vida y simplemente continuaste por el mismo camino de nuevo... y dado que era un cuerpo diferente, podías admitir cuánto disfrutabas ser la pequeña zorra de tu padre sin tener que sentirte culpable por ello...

La espada de Aioros fue desenvainada y nivelada, pero la punta temblaba mucho.

-Es por eso que también querías a Aioria ¿no? Es sólo una forma más de meter a nuestro padre en tu cama sin admitir que eso es lo que siempre quisiste. La única razón por la que no te prostituiste con Kardia también es porque él no es suficiente como tu primer amor para despertar tu hambre. No ha habido nadie más, ¿verdad, Aioros?

Los ojos de Milo brillaron.

-Solo Shura y Aioria, porque nadie más es lo suficientemente padre como para que sientas algo por ellos...

El acero tocó su garganta.

-¡Silencio!

Exigió el castaño.

-Hazlo. Mátame...

Incitó la muchacha.

-Desgarra a tu amado reino. Lo harás, cuando Kardia exija una restitución y Aioria te proteja, como siempre lo ha hecho. Qué hermoso lío hará eso. Valdría la pena morir para saber que Atenas se levantaría una vez más y destrozaría a Esparta, ahora que tiene el flanco suavizado por la paz... y no habrá ningún demonio todopoderoso que salte en defensa del rey esta vez... también, gracias a ti...

-Solo si descubren quién fue el que te mató, niña estúpida...

Aioros presionó solo un poco, sacando un hilo de sangre a la superficie.

-Creo que la chica que tengo observándonos desde la distancia podría encontrar el valor suficiente para delatarte, incluso si es demasiado cobarde para interferir con el asesinato real...

Retrocediendo, Aioros bajó su arma.

-Ahora no eres nada, Milo. Shura le ha traído una esposa a Kardia. Él se enamorará de ella. Ella le dará hijos. Poco a poco te volverás menos importante que la basura que se saca de los establos del palacio.

-Eso puede ser... SI ella puede robarme a Kardia, lo cual dudo...

Su expresión permaneció pétrea.

-Pero incluso si sucede, me consuela saber que vas a sufrir el mismo destino que yo, hermano mío. Aioria se volverá más padre y esposo con cada temporada que pase... y tarde o temprano, lo último de la influencia de Káiser desvanecerá de la mente de Shura y él también te cambiará por alguien que no esté lleno de viejas heridas, alguien que hará lo que él quiera, alguien que lo ame a él realmente y no a la sombra dentro de él...

Lentamente, Milo comenzó a retroceder.

-Por supuesto que aún tendrás que defender tu precioso imperio. Estoy segura de que será un consuelo... hasta que seas demasiado viejo y débil para blandir una espada, entonces no serás de utilidad para nadie.

Tan pronto como estuvo fuera de su alcance, Milo se rió y se dio la vuelta. Sus palabras flotaron por encima de su hombro.

-Tal vez te vea en la cena... en el gran salón... si tienes lo que se necesita para caminar hasta allí.


-Este lugar no es tan grande...

Shura bajó la pendiente entre los montículos que sugerían viejas tumbas con gracia fácil.

-...como para que puedas desaparecer en algún lugar donde no pueda encontrarte, amor...

Caminó hasta donde estaba Aioros mirando el cielo nocturno. Ambos brazos envolvieron el cuerpo del castaño y lo atrajeron contra el pecho ancho y cubierto de ropa de corte.

-Tuve que evitar que Aioria y Berenice vinieran a buscarte varias veces...

Besó a un lado de su cuello.

-Yo mismo podría haber estado más preocupado si no me hubiera dado cuenta de que apareciste en la entrada varias veces... incluso si decidiste no entrar...

El cuerpo de Aioros aún estaba tenso, a pesar del reconfortante abrazo.

-No estoy de humor para el tipo de festividades que vi...

La última vez que había comenzado a entrar en el gran salón, la vista de unas mujeres atenienses desconocidas que bailaban para los invitados lo detuvo.

El balanceo del cabello largo y morado y el movimiento de las faldas lo pusieron en fuga esa vez.

-No tendremos que quedarnos mucho tiempo...

Los brazos de Shura se apretaron.

-A Violate no le gusta la pompa de una ceremonia de estado y Kardia se siente cada vez más cómodo con la idea de su nueva novia por el momento. Quedó bastante impresionado cuando ella le propuso que fueran a cazar tan pronto como 'todas estas tonterías de la boda' terminaran...

-Podemos irnos fuera del camino.

La mejilla del pelinegro se frotó contra el desordenado cabello castaño.

-Es muy probable que Aioria y Marín se queden aquí algunas semanas, pero es perfectamente razonable que regresemos a Esparta antes que ellos...

Cuando no hubo respuesta, Shura soltó a Aioros y obligó a su amante a darse la vuelta.

Los penetrantes ojos verdes se encontraron con los azules y la frente del ex demonio se arrugó mientras lo estudiaba.

Cuando Aioros trató de apartar la cara, un fuerte agarre en su barbilla impidió la huida.

-Dime qué ha pasado...

Exigió Shura.

-Hay más en juego aquí que recuerdos inquietantes...

-¿Cuánto recuerdas de la vida de Káiser?

La pregunta del castaño fue susurrada vacilante.

-No viví la vida de Káiser.

-Pero absorbías pedazos de él cada vez que te llamaba...

Respondió Aioros.

-Lo habías devorado casi por completo cuando murió. El espíritu que sentí que te dejaba era... poderoso. Se sentía como si mi padre estuviera allí...

La barbilla de Shura se levantó y su expresión se volvió aún más concentrada.

-Sé lo que Káiser hacía con su vida, mirando a través de sus pensamientos, no consumiéndolo.
¿Comer un conejo al horno te da ganas de ir saltando entre tréboles?Me como la carne del conejo, no su alma...

Aioros saltó hacia atrás, liberándose del agarre de su amante.

-Contéstame. ¿Cuánto recuerdas de la vida de Káiser? ¿Cuántos de sus recuerdos posees? ¿Cuántas de sus emociones compartiste?

Pareció por un momento como si el ex demonio fuera a gritar, pero en el último segundo se calmó, dejando escapar el aliento lentamente.

-¿Qué ha pasado, Aioros? Esto debe haber venido de alguna parte...

El castaño sacudió la cabeza. No quería admitir que los venenosos silbidos de Milo lo habían afectado tan profundamente.

-Es...

Frunció el ceño, aún mirando hacia afuera en lugar de mirar a Shura.

-Te amo.

Un suspiro salió.

-Sin embargo... me señalaron que la única razón por la que te encariñaste conmigo fue por el interés de Káiser en mí...

Aioros intentó reírse, pero el sonido se estranguló incluso cuando emergió.

-Ya veo.

Shura lanzó una mirada asesina hacia las estructuras en expansión que albergaban a los líderes de Atenas.

-Pero SI ese fuera el caso, entonces la combinación de expulsar el espíritu de Káiser y el tiempo que pasé viajando de ida y vuelta a Argos mientras buscaba a Violate, habría enfriado mi afecto por ti...

Shura rodeó a Aioros para ponerlos cara a cara una vez más.

-Pero no fue así. Te adoro más ahora que cuando te vi por primera vez, mi amor...

Acercándose, capturó el rostro del castaño entre sus manos y obligó al otro a mirarlo a los ojos una vez más.

-Mi mente está llena de recuerdos de relaciones, desde las aventuras más apasionantes hasta los enamoramientos de la infancia y los largos matrimonios sin amor...

Enumeró Shura.

-Conozco el amor cuando lo veo, cuando lo siento... y lo siento contigo, mi luz. Cualquiera que se atreva a disputar nuestro vínculo habla sólo por celos y despecho...

Aioros miró profundamente a los ojos del pelinegro, como si todas las respuestas que se escondían de él pudieran encontrarse allí.

Su cabeza se inclinó hacia un lado y sus cejas se juntaron en concentración.

-¿Alguna vez conociste a mi madre?

El sobresalto ante la extraña pregunta enderezó la columna vertebral de Shura.

-Le puse las manos encima solo brevemente cuando la recogí para el rey. Después de eso, solo la volví a ver a través de los pensamientos de tu padre...

-¿La amaba mi padre? ¿Alguna vez? ¿O era sólo una cuestión de deseo y posesión?

-Pensó que la amaba, pero más tarde se convirtió en una cuestión de propiedad de algo hermoso...

La respuesta de Shura fue cautelosa y Aioros asintió.

-¿Creías que mi madre era hermosa, Shura?

-Supongo que lo era... de una manera puramente estética, pero Sísifo era frágil... demasiado frágil para la vida que Káiser le impuso. Si tuviera que elegir a una mujer en lugar de a ti... encontraría una más como Violate...

Explicó el pelinegro.

-NO soy tu padre, Aioros. Incluso antes de que se rompiera mi magia, no era tu padre, ni me convertí en Milo simplemente porque me alimentaba de ella... aunque la conozco lo suficiente como para ver su obra en tus miedos.

La deducción hizo que las mejillas de Aioros se sonrojaran.

-Es tarde y tu alma está cansada por la tensión de este día...

Shura tomó la mano del castaño.

-He reservado una habitación para nosotros en uno de los edificios anexos en lugar de el palacio. Ven a la cama, amor...

Se quedó atrás lo suficiente para sentir el tirón firme en su brazo, antes de que Aioros cediera a las insistencias del pelinegro y lo siguiera por la pendiente.

























































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