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Capítulo uno

Capítulo Uno

Perth, Escocia.

09 de agosto 2008

Revisó por última vez la maleta que contenía una cuerda, una pistola heckler y su respectivo cargador, con eso bastaba. Cerró la maleta y se miró por última vez al espejo repasando su esmoquin como si tuviera alguna arruga. Estaba impecable y se veía mejor de lo que incluso había esperado, suspiró, estaba listo. Tomó la maleta y una máscara de cara completa para salir definitivamente del hotel.

Aquella noche tendría una fiesta, una en la que lamentablemente no se divertiría, pero ya estaba acostumbrado a eso, su vida era tan simple como pasar de misión en misión cumpliendo al pie de la letra cada pedido, no había más y no podía pedir más, por lo menos en esa fecha no estaba cansado, tampoco no podía decir que le encantara su trabajo, pero le ayudaba a no perder la perspectiva.

Caminó por las calles de Perth sintiendo como una extraña melancolía lo embargaba, era increíble como esa ciudad y escocia en general podía traerle una sensación de antigüedad y reliquia memorable, adoraba la ciudad incluso más que cualquier otra que hubiera visitado, solo esperaba algún día poder recorrerla como un turista más.

Cuando estaba por llegar a su destino colocó su máscara y sacó de su esmoquin una tarjeta dorada, caminó una cuadra más y al llegar a la entrada de la gran fiesta presentó su invitación, ni siquiera hubo dudas, para ellos era un empresario más que venía a deleitarse con cuestiones tan vanas como un buen vino y una bella mujer, lo que servía de despiste para que ni siquiera se fijaran en la maleta de aspecto antiguo que traía consigo.

El gran salón estaba repleto de personas con trajes elegantes y vestidos que parecían traídos de los años coloniales, era una fiesta de disfraces, pero al parecer habían remarcado la temática de lo antiguo y los detalles exóticos de otros países. Avanzó saludando a algunos como si los conociera, e incluso haciendo conversación para entretenerse un poco, tomó una copa saboreando del buen vino y al cabo de unas horas cuando había probado hasta los pequeños pastelitos del banquete se detuvo a detallar con más astucia a los invitados.

Había ministros, empresarios e incluso algunos agentes secretos, la fiesta era blanco para muchos dueños del bajo mundo y además aquellos que dominaban el mundo, una fiesta secreta que muy pocos conocían y por el mismo hecho resguardada hasta con lo mejor de los guardias clandestinos. El lugar muy pronto subiría a un nivel en que las cosas comenzarían a pasar de cuenta y estaba seguro de que ese sería el momento indicado para entrar en su ataque, o eso pensó justo cuando vio a su presa subiendo la escalera principal del salón junto a una pelirroja con un cabello esponjo increíblemente tupido. Traía una máscara al estilo veneciano y un vestido pomposo, no tenía forma de reconocerla y mucho menos en aquella distancia, pero si era quien creía que era solo por el maldito cabello, estaba en un muy grave problema.

Se apresuró a dejar su copa y avanzar a través de la multitud para alcanzarlos, pero cuando llegó a la escalera ya se habían perdido en el pasillo de las habitaciones. Comenzó a recorrer cada puerta, encontrándose a gente teniendo sexo, otros conversando y otros besándose, para justo antes de llegar a la última puerta escuchar dos disparos que alertó a todos los invitados incluyendo a sus guardias.

Pateó la puerta una y otra vez hasta romperla y poder ver, justo a tiempo el cuerpo de su presa muerto en el suelo por dos disparos en la cabeza y la susodicha mujer escapando por la ventana. Quiso alcanzarla, pero no pudo hacer nada cuando desapareció, incluso pensó en correr a la ventana para ir tras ella, pero ese no era su trabajo y lamentablemente el que era su misión ya estaba muerto por las manos del enemigo.

—Hija de puta —masculló.

Detrás de él comenzaron a llegar los guardias y algunos invitados curiosos para ver lo que había sucedido, pero al encontrar al primer ministro de escocia muerto ninguno de ellos quería mantenerse en el lugar por mucho tiempo.

Como pudo intentó salir, intentó pasar a la gente y evitar el caos que vendría cuando comenzaran la investigación de la muerte del tipo, lo peor es que si se quedaba sería el primer sospechoso y era lo que menos quería vivir.

Cuando salió por fin de la fiesta caminó lo más rápido que pudo de regreso al hotel, marcando uno de los números cifrados que mantenía en su teléfono.

La asesina roja intervino —masculló una vez respondieron.

¿Qué? Es una broma. ¡Esta sería la segunda vez que interviene cuando estás cerca, Devan, no me jodas! ¿Qué mierda te está pasando? —los gritos comenzaron a molestarlo por lo que lo alejó un tanto de su oreja solo para volver a escuchar cuando se hizo la peor pregunta. —¿Cómo lo mató?

—Dos balas en la frente.

—Maldita sea. Regresa lo más pronto a casa estás fuera por un tiempo, Devan, ya me cansé de esta mierda.

La llamada se cortó y aunque se sentía igual de cabreado que su jefa no tenía más opciones que desaparecer lo más rápido posible del país.

*

Manchester, Inglaterra

15 de agosto, 2008

—¡Hey!

Devan Black saludó a cada uno de sus compañeros en la mesa, se sentó junto a una de sus grandes amigas y pidió un café para comenzar el día de buen ánimo a pesar de que no tuviera mucha energía aquel día.

—Uff, joder, pareces demacrado —se burló Casper como siempre.

—¿Tan mal te ha hecho estar fuera del negocio, cariño? —preguntó Sandra en un intento de consolar.

—Es porque ha soñado con Xia —comentó Alana sonando despreocupada y tranquila mientras llenaba su pan tostado con mantequilla.

Todos en la mesa se quedaron en silencio observando a Devan esperando que no fuera cierto, pero en vez de negar él no hizo ni el más mínimo esfuerzo de despegar la mirada del pan de Alana.

—¡Joder, cabrón! Ya han pasado 6 años, supéralo —exclamó Antonio acomodando sus lentes.

—Nadie en esta mesa además de ti extraña a esa loca, así que no la traigas a colación —masculló Sandra retomando su desayuno.

—Da igual, ustedes no lo entienden, mejor cuéntenme como han estado.

Aquella frase dio el pase para que cada uno contara sus travesías por el mundo, hacía exactamente un año que no se habían podido reunir a causa de sus diversos trabajos.

Eran asesinos expertos y su único hogar había sido aquella fortaleza escondida en Portugal, llamada Blood Eyes, incluso cuando esta había estallado y se les dio la oportunidad de partir, ellos 5 y unos cuantos más habían aceptado seguir en el rubro, porque al fin y al cabo no sabían hacer nada más. A pesar de sus trabajos se estimaban, y con el paso del tiempo conviviendo en esa antigua construcción se habían convertido en amigos, amistad que se había estrechado cuando una de las más grandes asesinas que todos odiaban menos Devan, había desaparecido por razones misteriosas, ninguno quiso saber más, sabían que si Mónica Meyer, alías su jefa, estaba involucrada era mejor no excavar, incluso el mismo Devan lo sabía, razón por la que a pesar de haber intentado buscar a su antiguo y único amor, nunca lo hizo con la fuerza necesaria y sabía perfectamente que aquello lo resentiría por siempre.

A pesar de haber estado escuchando a sus compañeros activamente no pudo evitar que su mente divagara en los recuerdos de aquella chica que todos odiaban, pero que él amaba, no podía evitarlo, era especial y además la única mujer en su vida que había removido tanto en él. Suspiró enormemente como si la vida se le fuera en ello y solo reaccionó cuando sus amigos comenzaron a reír.

—Joder, Devan, sí que te pegó fuerte hoy —comentó Casper dejando de lado su relato sobre las Vegas.

—Es que esta mierda de no trabajar me da más tiempo de pensar y es peor, me jode la vida no poder tenerla conmigo y además no poder saber qué ocurrió con ella —cubrió su cabeza con sus brazos dejándola caer en la mesa, al tiempo que sus amigos exclamaron cosas para darle aliento.

—Sé que esto sonará cruel para ti Devan, pero creo que Xia debe haber muerto, de otra forma conociendo lo obsesionada que estaba contigo, te hubiera buscado —comentó Alana palmeando su espalda mientras miraba fijamente a Casper quien asentía con efusividad.

—Esa perra merece todo el mal de este mundo, así que esté donde esté es mejor que se quede ahí y ojalá ese lugar sea el mismo infierno, por cabrona.

—¡Joder, Sandra, te pasas! —exclamó el grupo al unísono haciéndola callar.

—¿Qué? Solo digo lo que pienso y no creo que ustedes piensen diferente, todos la odiábamos menos Devan, ¿o me equivoco, Alana?

—A mí me daba igual —intervino Antonio. —Siempre fue amable conmigo.

—Eso era porque no eres un asesino como tal, pequeña rata.

La mesa se agitó nuevamente entre las palabras de Sandra que solo eran veneno y las frases sobre que Wang Xia se merecía la muerte, mientras Casper y Antonio discutían Devan se acercó a Alana para hablar en su oído.

—¿Crees que podrías hacerme un favor?

—Sí, dime.

—Ten.

Le entregó un pequeño papel que Alana leyó bajo la mesa, eran códigos que ambos conocían con claridad.

—¿Estás seguro de esto?

—Necesito hacer algo mientras estoy de baja.

—Está bien, me haré cargo —guardó el papel entre sus ropas y ambos se unieron a la conversación, como si nada hubiera pasado, continuando además con sus desayunos.

*

Londres, Inglaterra

20 de agosto, 2008

—Lo siento, me demoré más de lo esperado, es culpa de mi nuevo trabajo, me quita más tiempo del que quisiera —Alana suspiró pensando en la chica que tenía que matar, era todo un caso.

—No te preocupes, lo entiendo y... fue más rápido de lo que pensé —suspiró Devan pensando a donde se dirigían.

Caminaron conversando con tranquilidad, después de Xia, Alana había sido la mujer con quien más se había relacionado en Blood Eyes, tenía una esencia distante, pero con él era servicial y amble, quizás lo suyo eran las chicas que parecían temibles, sonrió pensando en que, a pesar de los años, ella había sido muy fiel, incluso cuando le había recalcado muchas veces que Wang Xia no era para él.

Llegaron a la entrada del cementerio en donde se evidenciaba como comenzaba un largo sendero lleno de tumbas sin cuidar, Devan dudó por un momento, pero con todo su dolor en contra respiró profundo y avanzó, no podía ser un cobarde, no más.

—¿Quieres que te deje solo? —preguntó Alana por cortesía.

—No, agradecería si me acompañas la verdad.

—Está bien.

Esta vez en silencio avanzaron entre las tumbas mal cuidadas buscando la correcta, incluso algunas que parecían de gran inversión ya habían sido abandonadas, el cementerio solo era resguardado por el contenido arquitectónico y las largas historias de aquellos ancianos famosos que habían fallecido, entre esas tantas lapidas se encontraba la de la familia Black.

Habían pasado 13 años desde aquel fatídico momento en que a Devan le habían arrebatado todo, su familia, su hogar, la gente que los cuidaba, aquella estabilidad que había amado tanto y que siempre pensó nunca desaparecería, de un día a otro se le fue arrebatada con sangre y lágrimas que lo terminaron convirtiendo en lo que era.

La única razón por la que había tomado la vida de un asesino había sido por la muerte de sus padres, él sabía que algún día encontraría todas las pistas y daría con los malditos traidores que habían entregado a su familia a un sanguinario que gustaba de masacrar gente, sabía que algún día daría con él y haría exactamente lo mismo que le habían hecho, le arrebataría todo, todo aquello que apreciara y lo haría arrodillarse hasta que rogara por el perdón, pero aun así no se lo daría, porque no merecía ni la misericordia del más bondadoso hombre.

Su cuerpo estaba tenso completamente, sus dientes rechinaban y su puño ya estaba por volverse blanco de tanto apretar, pensar en aquel día lo hacía sentir enfermo, dolido y lleno de rencor en su pecho, había pasado tantos años de su vida investigando y aun así no había logrado obtener la respuesta, pero sabía que habría un día en que encontraría la verdad y tomaría por fin su merecida venganza.

—Aquí están —escuchó a Alana entre las lapidas señalando un nicho antiguo y poco cuidado en donde yacía el nombre: "Familia Black". —Que extraño... Me contaste que tenías una hermana ¿no?

—Sí, Elena —susurró Devan observando los detalles de la lápida.

Alana no necesitó decir nada más cuando miró a Devan, él ya sabía a lo que se refería, en la lápida estaban escrito tres nombres, Olive, Nixon y Devan Black, pero no había presencia alguna del nombre de Elena.

—¿Dónde está tu hermana?

—No puede ser —susurró para sí mismo.

—Quizás es momento de cambiar de objetivo.

Devan elevó su mirada a Alana encontrándose con unos ojos decididos y que pensaban lo mismo, si existía, aunque fuera una oportunidad de que su hermana estuviera viva eso cambiaría todo el rumbo de su vida y estaba seguro de que daría lo que fuera para encontrarla. Esta vez no sería un cobarde como lo era con el tema de Wang Xia, esta vez movería cielo, mar y tierra, aunque le costara la vida en ello. 

***


Bienvenido Devan a nuestras vidas y a los personajes que hacen de esta una historia única, no sé, mucho no ha hablado, pero yo amo a Casper, jajaja okay ya. De a poquito iremos conociendo a cada uno de estos personajes y sorprendiéndonos con algunos nuevos. Aun no es todo, pero espero estén disfrutando de su comienzo. 

Para los que vienen de leer Rubí, ya ven que es completamente diferente, a que si. 

Además debo contar que los primeros capítulos serán cortos, avanzaremos lento, pero seguro como dicen por ahí, luego nos iremos con todo. ¡Solo esperen a verlo! 

Eso es todo por este fin de semana, nos estaremos leyendo pronto, o por lo menos eso espero. 

Si les gustó, no olviden dejarme algún comentario o si encuentran algún error también, no olviden señalarlo, todo me sirve para seguir creciendo. 

Besos, abrazos y mordiscos. 

Se despide Changsegi. 

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