Dormir con ella
Cuatro años y medio juntos, y aún siento como si fuera la primera vez.
Compartir sábanas es de las experiencias más hermosas que hemos vivido juntos. El poder abrazarnos hasta quedarnos dormidos, sentir su calor, su aroma mientras caigo en sueños, es una sensación incomparable. Quedarnos apretaditos, tener nuestros rostros muy cerca, nuestros pechos unidos, nuestras piernas entrelazadas, nuestros pies acariciándose y nuestras vidas unidas sin querer alejarse más.
Si me despierto en medio de la noche, me encanta tenerla a mi lado y saber que está conmigo. Que sigue conmigo. Sentir su respiración cerca de mí me tranquiliza. Cobijarme en su regazo y escuchar el latido de su corazón me hace sentir que aún está ahí para mí, que nunca nadie más que ella me dará tanta felicidad.
Amanece. Y no solo en la ciudad, sino también dentro de mí. Me pregunto: ¿acaso se puede ser más feliz? ¿Hay acaso algo más hermoso que ver sus ojitos de esmeralda abriéndose de a poquito a una nueva mañana?
Me llena el alma que sea su sonrisa lo primero que veo al despertar, sentir su abrazo tan apretado que me hace preguntarme si sigo o no soñando. Porque si estar con ella es hermoso como un sueño, ya no tengo nada más que soñar. Y si todo esto sí es un sueño, entonces no quiero despertar.
Cuatro años y medio juntos y aún siento como si fuera la primera vez.
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