En una pequeña Villa de Francia, vivía una joven mujer y su nombre era Alondra. Ella era muy egoísta y odiaba la suciedad. Ella venía de una familia muy rica y eso hacía que ella fuera más egoísta y presumida todavía. Siempre trataba mal a los demás y se creía la mejor del pueblo.
Por otro lado, en esa villa también vivía un joven cuyo nombre era Esteban. Él era todo lo contrario de Alondra: era colaborador y amistoso, ayudaba a todos y no le importaba si se ensuciaba o no. Era un joven querido por toda la Villa y vale mencionar que también era apuesto.
Un día Alondra pasaba por la plaza cuando de repente se tropezó con una piedra y cayó directo a un charco de lodo. Al verse muy sucia y empapada, dio un grito de asco y empezó a llorar. En eso apareció Esteban y se ofreció a ayudarla. Ella no tuvo más remedio que aceptar y juntos fueron a la casa de Esteban.
En la casa de Esteban, Alondra quedó sorprendida por la forma en que actuaba Esteban y ella preguntó:
-¿Como puedes ser así con la gente? ¿Cómo puedes ensuciarte? A mí me da asco.
-Mira, lo que yo pienso es que lo primordial es ayudar, aunque tenga que ensuciarme.
Al escuchar eso, Alondra se quedó pensando y reflexionando en la forma en que ella había actuado con los demás.
Desde ese día Alondra comprendió que ser egoísta no es lo mejor, lo mejor es ayudar a los demás. Luego, Alondra y Esteban se enamoraron y se casaron.
FIN :-)