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Durante aquella madrugada no pudo dormir demasiado bien. Dormitaba de a ratos, pero su mente volvía a despertarse enseguida, cuestionándose el contenido de aquellos documentos. Más de una vez estuvo tentada a levantarse de la cama, tomar el sobre que reposaba encima de la mesa del living, y volver con él hasta la cama para leerlo completo. Sin embargo, quería asimilar todo lo más despabilada posible, de modo que aguantó las ansias lo mejor que pudo hasta el amanecer. Una vez que los primeros rayos de sol comenzaron a clarear, Bianca despertó, se preparó la taza de café más grande que pudiese beber, y sentándose a la mesa, abrió el sobre.
Tomó el primero de los cuatro documentos acordonados en un lado: pertenecía a la Agencia de Defensa e Inteligencia, y se titulaba "Plan de investigación y revisión por pares". Estaba fechado en junio del setenta y nueve, y acarició con la yema de los dedos la palabra "Secreto".
Comenzó a leer entonces, página por página. Al principio había un índice donde se marcaban diversos puntos; tales como los objetivos del proyecto, las anotaciones científicas, la planificación con los sujetos de prueba, y demás detalles. Salteando páginas, comenzó a leer directamente los objetivos del proyecto. Al parecer, el proyecto Stargate fue un plan de espionaje secreto llevado a cabo por la CIA y financiado por el gobierno en veinte millones de dólares, durante la década del ochenta. El objetivo era reclutar individuos conciertas capacidades psíquicas y entrenarlos en el campo de la visión remota, estimulando ciertas zonas del cerebro, para obtener información vital de espionaje en plena guerra fría. Bianca apartó los papeles a un lado para dar un sorbo a su taza de café, mientras un leve escalofrío le recorrió la espina dorsal. No por miedo, sino por incredulidad. ¿Realmente el gobierno estadounidense había llevado acabo un experimento así? Se preguntó. Observó la última página, estaba fechada en el 89, y había unas coordenadas que no conocía.
Tomó el segundo documento y le revisó su caratula: El título era extraño, se llamaba "Flama de parrilla", y mientras bebía otro trago de café, se dijo que tal vez aquello fuera un nombre en código que solamente aquellos militares y científicos de alto rango podían entender. Lo hojeó por encima, agrandes rasgos parecía ser la transcripción de una sesión de visión remota, llevada a cabo por uno de estos sujetos experimentales. En una de sus páginas pudo ver un plano, aparentemente de una casa o similar. ¿El proyecto habría tenido éxito, y aquel plano era de una locación que solo podía ver el interrogado? Se preguntó, expectante.
Bianca dejó aquellos papeles a un lado, luego de leer las declaraciones del sujeto interrogado. Al parecer, podía ver a un tal William Royer, capturado por los iraníes. Efectivamente, incluso hasta había hecho un plano del sitio adonde lo tenían prisionero.
Aquello era increíble, pensó. No solo habían tenido éxito en su experimento, sino que encima aquellos hombres tenían una visión remota totalmente funcional. Esto último no hizo más que hacerle sentir un poco de celos, ¿para qué iba a negarlo? Ella siempre había creído que era la única clarividente, telequinética y psíquica públicamente reconocida, y ahora resulta que mucho tiempo antes de su nacimiento, el gobierno y las agencias de inteligencia ya estaban experimentando y regulando a sujetos con un don similar al suyo. Era inaudito. Dando un bufido de desconformidad, apartó la taza a un lado y continuó leyendo el resto de los documentos.
Los dos siguientes ficheros que quedaban por revisar no eran demasiado interesantes, a juzgar por su criterio. Tan solo eran notaciones científicas, palabrerío gubernamental y contratos de confidencialidad, no mucho más que eso. Había papeles que eran importantes, pero eran la minoría. Solo podía rescatar una ficha donde figuraba el nombre de una jefa de evaluación tecnológica —el cual estaba censurado—, y algunos documentos donde consideraban las fuerzas mentales anómalas y la parapsicología como una pseudo ciencia.
Bianca volvió a reordenar los papeles para guardarlos en el sobre amarillo, y en ese momento vio que aún quedaba dentro una única hoja. Parecía un poco más pequeña que las demás, pero también estaba mecanografiada a máquina. Lo sacó y lo leyó.
Terminó de leer el documento y luego lo volvió a releer dos veces más. Tres meses como mínimo confinada en una base militar era demasiado tiempo. La paga era buena, no podía quejarse sobre ello, era la suma más grande que le habían pagado nunca en su vida por alguna investigación, incluso más que cuando estaba trabajando en la empresa GreatLife. Pero había demasiado riesgo en aquello.
A pesar de que hacía frio no pudo evitar transpirar. Si hablaba con alguien acerca de aquella propuesta o de alguno de los documentos, podría ser acusada de crímenes muy graves. Por otro lado, también recordaba las palabras de aquellos hombres la noche anterior: "Sí, puede negarse a venir con nosotros, pero no creo que sea conveniente". Aquello había sonado como una amenaza, y esos tipos tenían toda la pinta de cumplir realmente con sus amenazas. Se reclinó en la silla dando un resoplido, mientras pensaba que estaba muy jodida. Realmente no quería ir allá, pero tampoco tenía muchas opciones, por lo que entendía. Lo más extraño no solo eran aquellos documentos, sino el propósito de su invitación. ¿Por qué a ella? No cesaba de repetirse una y otra vez.
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