La Bestia Blanca Errante (III)
(Este cuento pertenece al Ciclo de la OMB).
La criatura los miró, los ojos paralizaron a Nicol y Rodrigo dio un paso hacia atrás sintiéndose intimidado por el animal. Despacio movió su mano hacia su traje, para sacar su pistola, sentía como sus manos estaban temblando. La bestia rugió, empezando a moverse, pero era demasiado pesado y el techo donde ponía sus patas se desplomó llevándolo al piso inferior. Al caer, nuevamente la estructura de la casa retumbó, desequilibrando tanto a Rodrigo como a Nicol.
Este movimiento hizo reaccionar a Nicol quien sintiendo la presión de la situación, se había perdido. Escuchó la voz de Rodrigo comentándole que se preparara, y ella sacó su arma también lista para la cacería. Estaban en un tercer piso, por lo cual era difícil salir de esta situación. Nicol corrió hasta la orilla, la escalera con la que habían subido se había caído con el retumbar de la casa. "Mierda" pensó ella, entrando un poco en pánico, por otra parte Rodrigo se acercó al agujero apuntando su arma, su gallardía era necesaria para saber si volvería a salir, y se mantenía en una posición firme para disparar.
Al mirar por el agujero, no había absolutamente nada. Se sintió relajado un momento cuando sintieron un poderoso golpe, algo chocó con la pared. Rodrigo le gritó a Nicol, y ella con la adrenalina al máximo hizo que su respuesta fuera de inmediato correr hacia el agujero tras escuchar el sonido. Se deslizó por el tejado nevado, y cayó antes de que Rodrigo se lanzara al interior. Nicol, al caer sintió un dolor en su pierna, que pensó era por el impacto de la altura, no le tomó importancia. Rodrigo cayó a su lado, ella se levantó y sintieron como el Aurivos cayó sobre el tejado nuevamente, la estructura retumbó. Era la oportunidad, Nicol dio un paso y se se desvaneció sin poder apoyarse bien, Rodrigo notó esto y volteó a verla.
Un pedazo de madera había perforado la pierna de Nicol, y ella estaba imposibilitada para mantenerse de pie. Al notarlo, vino el dolor de golpe, agobiante y extenuante. Rodrigo necesitaba una idea, Nicol le comentó que vio en el primer piso un galón de gas, que si le estaba costando problemas podía volar la casa entera. Ella creía en la causa, y que era necesario que esa bestia no anduviera libre por ahí. Rodrigo tuvo una idea, tomó a Nicol y la dejó detrás de un sillón que había, esperando a que la bestia no la descubriera.
La bestia bajó por el agujero, y él se dejó ver por el Aurivos. Levantó su pistola y le disparó, pero la piel del animal se había vuelto más gruesa con la contaminación de la Niebla Errante, cosa que desconcertó a Rodrigo, pero su acción rápida fue lanzarse por la pared que el animal había roto para volver a saltar por el techo. Cayó, sabiendo que sus balas no podían perforar su piel, la explosión posiblemente sí podría dañarlo. Al levantarse, notó que sus piernas habían quedado levemente resentidas, no podría caer demasiado rápido, pero con su fuerza de voluntad abrió la puerta golpeándola con el hombro. Sintió el dolor, pero se abrió, el animal se lanzó por él siguiéndolo, e intentó entrar por la puerta, para su suerte era demasiado grande y no cabía, pero no sabía cuanto tiempo tardaría en romper el lintel de la entrada.
Se movió a lo máximo que daban sus piernas, y agarró el galón sacándolo e intentando arrastrarlo un poco, aunque sin mucho éxito, la ansiedad lo hacía tener su corazón al borde de la explosión. El Aurivos rompió la puerta, y corriendo abrió el hocico para devorarlo, Rodrigo retrocedio, viendo como el animal mordió el galón de gas, él rodó hacia un lado dejándolo pasar de largo para que chocara contra la pared. De inmediato corrió hacia afuera de la casa lo más rápido que pudo, pero sus piernas no daban para más. El Aurivos se dio media vuelta, y comenzó a correr hacia él aún con el galón de gas en el hocico.
Rodrigo se tropezó con la nieve, que le estaba dificultando demasiado las cosas. Al darse vuelta vio como venía corriendo la bestia, levantó su pistola intentando apuntar al galón de gas pero el dolor mermaba su concentración. Se escuchó entonces un disparo, y la bestia se detuvo, Nicol estaba disparándole desde el segundo piso de la casa, se había arrastrado hasta poder verlo. Rodrigo se puso lentamente de pie viendo como el animal se volteaba de a poco, levantó su pistola y disparó produciendo una explosión.
La explosión lanzó hacia atrás a Rodrigo, quien cayó a la nieve aturdido y ensordecido, por acción rápida de Nicol la bestia había quedado a una distancia que no lo dañó de gravedad. El animal ahora yacía en el suelo, no sabían si estaba muerto pues aún estaba íntegro, pese a que su piel se había quemado. Rodrigo se levantó y atendió las heridas de Nicol para largarse lo más rápido de allí, informarían a la Orden Eclesiástica sobre las cosas que habían ocurrido en Bocanevada.
Tras unas horas desde que Nicol y Rodrigo se retiraran, la Bestia Blanca se levantó de nuevo, aunque herida estaba cada vez más potenciada por la Niebla Errante, y sabía que era hora de seguir moviéndose para cazar.
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