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Eclipse de amor

Eclipse de amor

El amor y la verdad nunca se habían conocido, el amor era sordo, con problemas de visión, audición y algo testarudos. Ambas condiciones le hacían permanecer lejos de los demás. Disfrutaba de la noche, amaba contemplar la luna, las estrellas y el ambiente romántico que la noche le brindaba y le invitaba a soñar.

La verdad, por el contrario, era fuerte, decidido y aguerrido, gustaba del día y toda la fuerza que despedía el poderoso astro sol. La claridad que despedía le permitía ser claro y evitar malentendidos.

El día moría para él al caer el sol, se encerraba y no salía sino hasta que veía los primeros rayos del sol colarse por las rendijas de la ventana de su habitación.

Una noche a la verdad, le encomendaron la tarea de llevar un rebaño de ovejas a pastorear. Fueron miles los motivos que dio para evitar aquella tarea, ninguna dio resultados. La oscuridad se prestaba para que las personas no fueran sinceras y odiaba la mentira. No entendía por qué pastar en la noche, cuando en el día se podía hacer y mejor.

Enojado, por haber sido obligado a esa misión partió, se ubicó en la cima de la montaña más alta por la iluminación que le proporcionaba la luna, se sentó en una enorme roca, esperó que las horas pasaran.

Desde ese lugar podía ver el sol nacer, sería la primera vez que la vida le permitiría ser partícipe de aquella maravilla. Algo bueno podía sacar de tamaña tontería.

¿Pastar en la oscuridad? ¡Bah!

Quiso el destino que aquella noche coincidiera con el amor, la montaña era su sitio preferido, la zona era tan alta y la cercanía con la luna le permitía pensar que podía alcanzarla si solo se esforzaba.

Se enamoraron con solo verse, les bastó solo un instante para saber que serían felices por siempre. Dieron sus puntos sobre porque amaban esos estados del día, estuvieron de desacuerdo y descubrieron aquella noche que uno no podía vivir sin el otro.

La verdad pidió disculpas por ser prejuicioso y el amor, hizo lo propio, por la tontería que el día no era romántico. Duraron viéndose meses, antes que el pueblo empezara a murmurar.

La verdad era el novio del amor.

Se juraron amor eterno, asegurando que nada, ni nadie, podría separarlos.

A ella no le gustaba el día, tanto como a él odiaba las noches, pero ambos se las arreglaron para amar la otra parte del otro. Eran tan idénticos que se complementaron uno con otro. Juntos se convirtieron en piezas de rompecabezas que unes y descubres imágenes magníficas.

Todo estaba resultado según lo planeado, sus padres estuvieron de acuerdo, ambas partes coincidían en que eran la pareja perfecta.

Llegó la tan anhelada boda y con ello la emoción que vivirían por siempre juntos. Casi todos estaban invitados, la esperanza, la duda, la vejez, los sueños, pero a la verdad no quiso invitar a la mentira, la calumnia y tampoco a la ira. Enojados por la afrenta, se reunieron muchas veces para planear separar al matrimonio.

Nunca les fue posible, juntos se convertirían en poderosos y los invitados a la boda le habían dotado de todo lo necesario para ser felices. Tuvieron muchos hijos, tantos como estrellas tiene el cielo.

Llegó la vejez y con ello las despedidas.

Ella, murió una luna llena, cuando tras muchos años, hijos, nietos y una gran dinastía. Todos sabían que era cuestión de tiempo para que la verdad también muriera, sin su amor no podría vivir.

Fue tanto el llanto de la verdad, por la pérdida de su amada, que murió a horas de su partida, con la salida de los  primeros rayos del sol, él daba su último aliento.

Fue tanto la admiración por la pareja que el universo quiso perpetuarlos por la eternidad. A ella lo convirtió en luna y él en sol.

Se dice que si vez a la luna fijamente, verás al amor tejer la capa para poder estar cerca de su amor sin quemarse. Desde entonces y cada cierto tiempo, el universo les permite verse para perpetuar su amor hasta la eternidad.

Así nace el eclipse, cuando ambos amantes tienen la tan anhelada cita. Cada estrella que hay en el cielo, es una promesa que el amor y la verdad se dieron en el tiempo que están juntos.

Eclipse de amor

Jaiber Rodríguez.

Cuentos Huérfanos.

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