Colección
Desperté de un sueño con visiones de gigantes fugaces. Estaba en una torre. Lo primero que recuerdo son sus ojos azules, inmensos. Las murallas transparentes me separaban de ellos, pero me hallaron. Sentí el calor de sus manos y su voz lejana antes de hundirme de nuevo en la inconciencia.
Otra vez sus ojos, más nítidos. Con un estruendo me liberó de la torre y rugió victoriosa. ¿Qué es esta criatura colosal?, pensé aterrorizado. Vi los colmillos y las fosas de la gigante, sus cabellos como tentáculos dorados cayendo detrás de su cabeza y, más allá, paisajes que no puedo definir. A mis espaldas el coro la alababa:
Es fuente de vida y de muerte, es pérdida y propósito, es conocimiento e ignorancia, es Khari. Su amor nos despierta, su voluntad nos comanda, su palabra nos transforma.
Khari era el nombre de la gigante, que volvió a rugir y me bautizó: serás el caballero Dhalm. Me puso un casco y me entregó una espada. Hoy volarás, me dijo. Su mano inmensa me tomó y atravesé un túnel de viento y luces, rumbo a otros mundos. Luché contra dragones, felinos bestiales, basiliscos y monstruos que no puedo describir. Finalmente, Khari me llevó hasta la habitación de un castillo extraño y colorido, y me sumergí en el sueño.
—Despierta, caballero Dhalm —dijeron.
Eran otros como yo, me rodeaban. Había una princesa que acariciaba a un unicornio. También un pirata de barba roja, con una bandana azul y un telescopio. Un anciano que parecía ser el líder me sonrió, acercándose con su bastón.
—Bienvenido, Dhalm. Ahora esta es tu casa.
Los demás vitorearon, mientras me levantaba.
—¿Qué es este lugar? No recuerdo de dónde vengo.
—Soy el mago Khem —pronunció el anciano, apoyándome su mano en el hombro, y empezó a explicarme—: Vinimos desde reinos y tiempos muy diferentes para servir a la gigante Khari que nos bautiza y nos da sentido. Su toque y su atención nos alimentan. A veces olvida a uno de nosotros. —El anciano señaló a un hada en un rincón. Estaba recostada y quieta, con sus alas verdes apagadas y su mirada vacía—. Aunque tarde o temprano Khari regresa a darle la vida.
—¿Por qué nos olvida?
—Uno de mis maestros afirmaba que no era olvido, sino castigo, pero Khari es misericordiosa. Todo es de acuerdo a su plan.
—Khari es la única y grandiosa —dijo el pirata.
—No es la única —dije y Khem, el mago, me miró furioso.
—¿Qué quieres decir?
—Hay otros gigantes. Los he visto durante el sueño.
—Imposible —sentenció Khem. Quise seguir hablando, pero la mirada del mago me calló. Se alejó seguido por el pirata y la princesa.
Me acerqué a la ventana del castillo y sólo pude ver sombras lejanas de distintos colores: los mundos a los que me había llevado Khari. Esa misma noche me trasladó a un reino de piso celeste, blando y cálido. Escapé y conocí una tierra oscura y subterránea, donde hallé a otros como yo: antiguos caballeros, reinas y reyes y criaturas extrañas. Todos cubiertos de polvo y mutilados. Me miraron, no dijeron nada.
Khari me encontró y fui llevado de nuevo al reino celeste. Mientras la gigante cantaba mis aventuras, los mutilados seguían en mi mente. Cuando la colosal se durmió, encontré a un ser pavoroso, también al servicio de Khari. Tenía la cabeza azul y los ojos celestes. Usaba una máscara roja en su boca. Estaba protegido por un traje también rojo en los brazos y las piernas, y amarillo y azul en el pecho.
—No me temas —dijo, con una voz metálica—. Soy un ser de otro mundo, lo que Khari llama un extraterrestre.
Khari rugió y nos estremecimos. Giramos asustados hacia ella, pero seguía durmiendo.
—Existen otros gigantes justos y piadosos, más allá de este universo —me contó el extraterrestre—. Uno de ellos me devolvió el brazo que la grandiosa me había quitado —aseguró, agitándolo.
Tal vez Khari sospechó que planeábamos escapar o el mago Khem le avisó. Quizás sabe todo, como asegura el anciano. Habíamos estacionado la nave del extraterrestre debajo del reino celeste para rescatar a los mutilados. El hada de mirada vacía se había reanimado y estaba con nosotros, también un caballo alado violeta, una bruja que encontramos cubierta de un pegamento rosa y dulce, y un robot azul. Sabíamos que el gigante que había sanado al extraterrestre podría ayudarnos. Estábamos embarcando al último compañero en la nave cuando apareció Khari y sacudió sus tentáculos dorados. Sus chillidos preguntaron cómo habíamos llegado hasta ahí. Guardamos silencio. La colosal nos tomó con sus manos inmensas y nos encerró en un cubo oscuro.
Hola, ¿el precio es por el lote completo? ¿Estás en Capital? Saludos. Jorge
Sí, es por el lote completo. Durante la semana estoy en Lugano y los fines de semana en Parque Centenario. Karina
Genial, lo paso a buscar. Jorge
Alguna vez vimos un destello de luz, pero en seguida volvieron las sombras. Ignoramos cuántos ciclos pasaron. Cuando despertamos estábamos frente a un nuevo gigante. Reparó a los mutilados. Quitó el polvo, arregló nuestras ropas. Nos devolvió a la vida y construyó un reino para nosotros con un lago, árboles y animales, y un hermoso castillo donde conviven los reyes y las reinas en paz con caballeros, brujas y hadas. En el cielo está suspendida la nave desde la que nos saludan el extraterrestre, el robot y sus compañeros. No sabemos qué fue de Khari. A veces recordamos haber escuchado su rugido apagado y sus extrañas vibraciones en el mundo oscuro, poco antes del nuevo despertar. No la añoramos. Ahora Jhor es nuestra vida y propósito, nuestro conocimiento.
Jorge terminó de armar la maqueta. Estaba muysatisfecho. Gracias a esa compra de juguetes usados por Internet, pudo agregarmuchas piezas a su colección. Miró el paisaje que había creado: un castillomedieval con una nave espacial aproximándose. Observó a los muñecos que lohabitaban y durante un segundo le pareció que sonreían de verdad. Sólo faltabacolocar los cristales. Una vez que lo hizo, volvió a mirar la maqueta. Notó queel caballero estaba frente al lago. ¿No lo había puesto en la torre? Se encogióde hombros y se fue del cuarto riendo. De ahora en más, su colección estaráprotegida en su mundo para siempre.
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