Arcadia
Los sonidos y las luces de las máquinas de video-juegos te llaman. Miras las palancas y botones rojos, los dibujos de naves y castillos a los costados, las pantallas que destellan con personajes y escenarios de otros mundos. La mayoría de los arcades son aparatos viejos, y pocos entienden tu fascinación por ellos. Tus padres sonríen cuando te compran las fichas. Creen que son juegos. Tú sabes que son ventanas al Multiverso.
Desde otro lugar, te observan.
—Es una de nosotros —dice uno de los altos.
—No lo sabemos —responde su compañera—. Es una candidata, y debe elegir.
Superaste el nivel, y sonríes. Tu nave venció a la nube siniestra, y rescata a los animales del planeta. El juego debería pasar a otro nivel o terminar, pero lo único que ves en la pantalla es una luz plateada.
Miras alrededor. El local está vacío, las otras máquinas titilan. Corres hacia la puerta, pero no puedes abrirla. Gritas y nadie responde. Escuchas la música del arcade. Giras hacia él, y te golpea una luz.
Despiertas en un vacío blanco. Frente a ti, hay un estante lleno de juguetes. Corres, eufórica. Muñecos azules, reptiles, hadas, enanos verdes, muñecas altas y rubias, elfos, esqueletos, amazonas futuristas zombis y valquirias espaciales. También, distintas naves y vehículos, animales desconocidos y monstruos. Te diviertes un buen rato, pero sientes que debes elegir uno. Tomas una de las muñecas altas y rubias. En otro lugar, ellos asienten. Un destello, el lugar cambia.
Te encuentras frente a una mesa con distintas joyas y accesorios. Tiaras, pulseras, muñequeras, aros, vinchas y collares, todos con símbolos raros: hélices, espirales, varios tipos de estrellas, dragones, triángulos, rayos, mariposas. Eliges una pulsera con tres rombos superpuestos.
—Confirmado. Es una de nosotros —expresó uno de ellos.
No puedes escucharlos, pero sientes que te observan. Sacudes la cabeza, y tomas un colgante con un dije en forma de rosa. Los altos se quedan en silencio durante unos segundos.
—Es una convergente.
Posas frente a un espejo, feliz por tus nuevas adquisiciones. ¿Dónde estás? Te parece que es un sueño, y decides disfrutarlo. Entonces, sientes el cosquilleo. Surge de los accesorios y transforma tus ropas. Llevas una capa blanca, y un traje amarillo con pollera. En tu pelo largo y castaño aparecen unas hebillas doradas. En tu cinturón blanco hay varios accesorios, y un láser enfundado. Observas tu reflejo maravillada, antes de escuchar un rugido a tus espaldas. La criatura con garras y escamas, con fauces abiertas y babeantes, se lanza hacia ti. Sin vacilar, desenfundas y disparas, convirtiendo al monstruo en luz.
De pronto, la pulsera en tu muñeca empieza a brillar. La tocas, y estás en otro lugar. Una hermosa pradera, con flores gigantes y árboles naranjas. Aparecen frente a ti: miden más de dos metros, tienen el cabello rubio y largo hasta los hombros. Visten trajes de un azul metálico, pegados al cuerpo.
—Volveremos a vernos, Josefina —te dicen, y extienden sus manos.
Surge una luz, y sólo puedes cerrar los ojos.
Game Over. La pantalla muestra esa leyenda con tu nombre debajo, al lado de un gran puntaje dorado. Parpadeas, tratando de entender. A tu alrededor, hay más chicos jugando. Las puertas del local están abiertas. Te alejas de la máquina. Sientes algo en el pecho y en tu muñeca. Acaricias la pulsera, y aprietas en tu mano el dije en forma de rosa.
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