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Fiestas para un Dragón Inmortal


Siempre viajó desde tierras lejanas para cuidar de los mares, ríos y océanos. No importaba cuan lejos fuera o cuanto tiempo le dedicara, siempre había trabajo para hacer.

Bueno, al menos se acercaba una temporada que le gustaba; una fecha en la que los humanos lanzaban colores al cielo, pero no todos los humanos, sino que solo lo hacían en algunas regiones. Aunque no entendía por qué lo hacían más en ciertas fechas que en otras, era un evento agradable de ver. Colores silenciosos que iluminaban el cielo, simplemente, era maravilloso. Ni siquiera él, un dragón de más de quinientos años, podía darse el gusto de crear luces tan preciosas.

Dentro del agua cristalina, el dragón movió su alargada cola para continuar su nado, el viaje sería largo, como solía serlo cada vez que atravesaba continentes. En ese momento, su velocidad era tal que, para cualquier ser vivo, no era más que una luz azul atravesando el océano.

«Ya casi, no falta mucho para el primer descanso», pensó.

Cada cierta distancia, Lang tomaba breves descansos para comer o para dormir. El próximo descanso, de hecho, era el palacio del rey pez, que aunque le decían "Rey Pez", en realidad era una enorme ballena de color dorado que podía volar a voluntad. El rey cuidaba la región y siempre ofrecía al dragón un lugar seguro para descansar. Por eso, Lang estaba muy emocionado. El Rey Pez era un amigo de confianza, que conocía sus gustos.

«Hace mucho tiempo que no veo a Kun, ojalá todo esté bien en casa».

Pasaron quizás un par de horas para que Lang llegara a la entrada del palacio, solo que, en vez de ver el pacífico ambiente que caracterizaba la región, todo era un caos total.

Zigzagueó entre las carpas doradas y rojas que nadaban de un lado a otro.

—¡Se ha ido! ¡No está por ningún lado! —gritó una de ellas.

—Su majestad está en peligro, debemos ayudarlo —aportó una más.

Tras escuchar semejante declaración, Lang se dirigió directamente hacia el palacio. ¿Le había sucedido algo a Kun?

—¿Por qué el alboroto? —le consultó a una carpa de tamaño más grande que las del exterior del palacio.

—Pero si es nuestro benefactor Lang —saludó—. Señor, su alteza ha sido capturado por las criaturas en dos patas. No sabemos cómo lo han conseguido, pero nosotros no podemos hacer nada para ayudarlo, no podemos salir del agua, ¡moriríamos!

Lang comprendió de inmediato. Últimamente, los humanos se estaban adentrando en zonas que nunca habían visitado, ¿por qué? ¿Para qué querrían a una ballena?

—Muy bien, necesito que me indiques en dónde fue capturado, iré por él.

—Pero, mi señor, ¡usted no puede ser visto por los humanos!

—Tengo mis trucos, no te angusties por mí, estaré bien. Lo importante es traer a Kun de regreso. La carpa no puso objeciones, más bien, se vio realmente aliviada por las palabras.

Ambos se pusieron en marcha hacia la zona, de hecho, todavía quedaba un rastro de algo negro en el agua.

«Esto debe ser de esas máquinas gigantes que ellos utilizan para nadar», asumió el dragón.

—Fue aquí —indicó la carpa—. Luego fueron en esa dirección.

—Bien, regresa al palacio y da el aviso a los demás, que esperen pacientemente a su majestad Kun, iré por él.

—¡Muchas gracias a nuestro benefactor Lang, que el cielo lo proteja!

El animal nadó lejos de inmediato para cumplir su única misión, mientras que Lang, con su alargado cuerpo, avanzó siguiendo el rastro del extraño líquido negro y pegajoso.

«Será el primer año que no vea los colores en el cielo».

Si bien se sentía angustiado por esa razón, más importante era la seguridad de un amigo.

Continuó su nado, más lento, pues estaba muy cansado y hambriento, pero no fue motivo para detenerse. Al llegar a una cueva enorme y sentir la presencia de humanos, Lang bajó la velocidad y aumentó su sigilo. No podía dejarse ver, pues eran órdenes superiores que no se podían romper.

Más al interior de la cueva pudo ver que la enorme máquina de nado estaba quieta y, al costado, en una zona de piedra, había al menos ocho humanos alrededor de un fuego, comiendo algo que parecían ratas.

Lang se movió por tierra, era tan largo que se asemejaba a una serpiente, solo que él tenía cuatro patas que lo ayudaban a movilizarse.

«Qué máquina más grande, es increíble».

Los humanos reían, decían algo de "pasar las fiestas en familia al día siguiente", aunque no supo a qué se referían, pudo asociar los colores y las reuniones familiares, pues una cosa siempre venía de la mano con la otra.

—Claro, ellos también disfrutan de ello.

Subió por una larga escalera que lo llevó a la parte superior de la máquina, allí, entre unas enormes redes de un tamaño impresionante, vio que yacía inerte su amigo.

—¡No puede ser!

Su impresión fue tal, que se acercó sin mirar a los costados; perplejo por ver a su amigo de siglos de esa manera, solo se le ocurrió usar sus dientes para roer las gruesas cuerdas.

—No me digas que pudieron contigo, ¡Kun, tienes que despertar!

No consiguió respuesta alguna, el enorme animal de color vivo estaba quieto y sin señales de vida.

Una lágrima cayó por la mejilla del dragón, apretó fuerte sus dientes y aguantó el llanto. Después de un momento, por fin consiguió romper una parte de la red, no obstante, por detrás, justo en su espalda, sintió que algo lo había pinchado. Se volteó a ver y, para su sorpresa, ¡no solo una cosa lo había pinchado, sino que decenas!

Había estado tan absorto en cortar las ataduras, que no se percató que los ocho humanos lo habían visto. Intentó huir hacia el agua, mas lo único que pudo hacer, fue caer desparramado en el suelo, mientras que un fuerte sueño se apoderaba de él.

Quien sabe cuánto tiempo pasó, cuando abrió los ojos de nuevo, se vio atrapado entre grandes barras de hierro, y justo ante él, uno de los humanos.

«Espera... ¡Estos no son humanos!».

Tal y como pensó, ¡no eran humanos! Si no que eran bestias disfrazadas, ¿cómo no pudo darse cuenta antes?

La bestia todavía disfrazada se rio frente a él:

—Veo que por fin te das cuenta, dragón. Vinimos por el Rey Pez, pero grata sorpresa, podremos llevarle cuernos, dientes y garras de dragón a nuestro señor.

El dragón no contestó, no valía la pena gastar saliva y energías con estas criaturas.

—Bueno, mañana veremos que hacemos contigo, dragón.

Dicho esto, la bestia se retiró y dejó solo. Menos mal, pues si lo vigilaban, no iba a poder pensar en buscar una zona de escape.

—Los barrotes son muy gruesos, pero creo que puedo moverlos con algo de fuerza.

Lo intentó muchas veces, y aunque costó, al final logró doblar dos de ellos. Sin embargo, solo su cabeza pasó por allí, su cuerpo era demasiado robusto y los barrotes no se movían ni un poco más.

¿Qué debía hacer ahora?

Escuchó pasos a lo lejos y su corazón se aceleró, por primera vez en muchos años, sentía que el miedo se apoderaba de él, sus escamas se levantaron y su pelo se erizó, los pasos eran cada vez más cercanos, y quien fuera, podría ver con claridad cómo estaba intentando escaparse.

«Claro, no me dejarán solo por si intento algo, asumo que su rey busca el poder de seres como yo y Kun, somos un tesoro para ellos, ¡tengo que huir!».

Los pasos se acercaron más: uno, dos, tres, cuatro pasos y la criatura estuvo frente a los barrotes.

—¡Maldición! Esta cosa intentó huir cuando hicimos el cambio de guardia.

Aunque lo dio en voz alta para ocasionarle temor, el dragón se había puesto a dormir en un rincón de la celda, la bestia pensó que, al no poder pasar por allí, se cansó y se resignó a su destino. Por ende, solo se sentó frente a la celda y comenzó a comer una rata cocinada.

Nunca se hubiera imaginado que, lo que tenía frente a él, era la piel escamosa de Lang. Muy ingeniosamente, Lang cambió de piel para poder salir, sus escamas estarían más unidas a su piel y su tamaño se reduciría considerablemente, además, podría dejar la piel allí, simulando que todavía estaba atrapado tras los barrotes.

«Esto me dará un tiempo a escapar», analizó, aferrado al techo de la cueva, justo donde la bestia comía, produciendo un desagradable sonido de mordidas.

Dio un paso, la bestia no se inmutó. Dio uno más, luego otro par y, al ver que la bestia seguía con su comida, Lang aprovechó para seguir un paso tras otro. Su corazón palpitaba rápido, su respiración, aunque intentaba que fuera regulada, era más ruidosa que de costumbre, si era descubierto, esta vez no podría contarlo.

Y justo cuando pensó en que lo lograría, una pequeña parte del techo rocoso cayó al suelo; la bestia gruñó y se levantó, analizó la piedra por un breve momento y de inmediato miró hacia arriba.

—¡¿Pero qué?! —gruñó y saltó, bajando a una pequeña criatura que se retorcía en sus manos para escapar—. Solo una rata.

La dejó ir y volvió a sentarse, ya tenía un saco lleno de ellas, por lo que agarró una y siguió comiendo esa "delicia".

Resultaba que Lang salió de la habitación justo a tiempo, cuando la piedra cayó, aprovechó el momento de confusión y corrió hacia la parte exterior de esa cueva, ¡era un milagro que no lo hubiera visto!

Agitado, Lang continuó su camino, esta vez por el suelo. No conocía los alrededores, pero el aroma del océano y su sonido lo llamaban, después de todo, él era el dragón que cuidaba todas las aguas.

«¿Cómo puede ser que estas criaturas me hayan derrotado tan fácilmente?».

Esa era una buena pregunta, él no era cualquier dragón, y de seguro, el rey de esas bestias, de seguro tampoco era un cualquiera.

Enderezó su postura y regularizó su respiración, debía seguir el camino con mucho sigilo, de ser visto, lo volverían a dormir.

Había algunas bestias que todavía estaban charlando y comiendo en la fogata, al menos había algo bueno, y eso era que el agua estaba muy cerca, una vez estuviera en ella, su poder como dragón acuático se elevaría considerablemente.

Pero algo llamó su atención al momento de dirigirse hacia delante, ¡claro, esa era la razón por la que había confundido a estas bestias humanoides en un inicio!

—Hay humanos atrapados, de seguro son los verdaderos dueños de la máquina nadadora. Si bien no debía dejar que los humanos lo vieran, ¡esta era una situación de vida o muerte!

Lang siguió el rastro de los humanos, estaban dentro de la máquina, seguramente, atrapados en alguna habitación.

Una de las bestias se dio la vuelta:

—¿No escucharon un ruido? —se percató una de las bestias.

—¿Eso? —dijo otro, sin mucho interés—. Es la ballena, quizás está despertando, no te preocupes, no puede escapar de la red, la red retiene su poder.

—Oh, claro, entonces está bien.

«¡¿Kun está vivo?!». En ese momento lo entendió todo, la única manera que tuvieron para atrapar a Kun, había sido durmiéndolo, se le fue colocado tanto veneno adormecedor que parecía un muerto, qué bueno que no era así. El corazón de Lang se alegró y sintió más valor para continuar.

Ingresó a la máquina sin ser visto y siguió una vez más el rastro humano, allí, detrás de una puerta y mediante un pequeño vidrio que dejaba ver el interior, pudo ver a ocho de ellos. Todos dormían, menos uno, este portaba una espada y parecía vigilar mientras los demás descansaban, su semblante serio demostraba estar preparado para cualquier cosa.

Fue por esa actitud y mirada que Lang se decidió más rápido a tocar la puerta. El humano, al ver un dragón justo frente a él, se sorprendió, pero por alguna razón sabía que ese animal no estaba allí para hacerles daño.

—¿Qué hace una criatura como tú en este barco? Mejor vete —expresó con clara molestia—. No queremos nada de ti ni de nadie. Criaturas como ustedes solo pueden causar más problemas. Hemos aceptado el destino.

—No aceptes la derrota tan rápido —tranquilizó Lng—. Esas bestias los han capturado, sé que están en problemas y entiendo su miedo. Sin embargo, si me ayudan a vencerlas y a liberar a mi amigo, prometo que no los olvidaré y devolveré el favor.

—¿No eres un dragón? ¿Cómo es posible que necesites ayuda de los humanos?

—Mi poder se ha visto reducido por alguna clase de veneno, no tengo tiempo que perder y no sé cuándo regresará a mí. Además, en tierra mis habilidades son limitadas, aparte de todo y sin contar que no he comido, he tenido que mudar mi piel para escapar, dejando mi cuerpo en un estado sumamente frágil. Necesito ayuda.

El humano quedó pensativo por un momento, al parecer, no le gustaba nada la idea de hacer equipo con un dragón. Sin embargo, al final asintió y despertó a los demás compañeros. Todos se sorprendieron al ver al gran animal de escamas, mas no hicieron un alboroto.

Lang utilizó sus afiladas garras para romper la traba de la puerta, esto hizo mucho ruido, lo que de seguro las bestias del exterior escucharon.

—¡Tenemos que derrotar a esas bestias y regresar a casa! —exclamó el líder de los ocho hombres.

Ese grito fue suficiente para que todos se sintieran recompuestos y salieron corriendo hacia el exterior con sus espadas en mano.

La batalla se desató al instante, mientras todos luchaban, Lang aprovechó para subir a buscar a Kun. Cuando terminó de subir, la gran ballena ya estaba despierta, agitándose de un lado para el otro para poder escapar.

—¡Lang! —lo llamó—. Mi amigo, no tienes idea de lo feliz que me hace verte ante mí.

—Amigo Kun, antes creí que habías muerto, verte con vida es un regalo de los cielos.

No había tiempo para saludos, el dragón se centró en roer las cuerdas y en liberar a su amigo de una vez, pero esto tardaría, pues la red era mágica y él mismo estaba debilitado. Abajo del barco se escuchaban los gritos de euforia, el suelo temblaba por la batalla y el agua se agitaba cada vez más. Lang tomó aire y continuó cortando la red. No obstante, en el momento en el que pensó que terminaría de cortar, una bestia subió hasta allí y se dirigió hacia él para evitar que terminara su trabajo.

Allí mismo se desató una pelea, el dragón, con sus garras y cola, luchó contra esa criatura, que usaba una larga espada imbuida en veneno. El barco sufrió graves roturas a causa de los impactos de la feroz batalla, hasta que, sin previo aviso, Kun pudo caer de las redes y se convirtió en una enorme ballena voladora. Con su poder creó remolinos de agua que derrotaron a esa criatura, la cual dejó solo partículas de luz en el aire.

Lang le sonrió a su amigo. Aunque estuviera libre, él todavía tenía cosas para hacer. Bajó para ayudar en la batalla entre humanos y bestias, pero no fue necesario, pues los humanos ya habían terminado el trabajo y, lo mejor, ninguno había resultado herido de gravedad.

—Humanos —Lang se dirigió—. La ayuda que nos brindaron nunca será olvidada.

—Es bueno que lo aclare —respondió el líder—. Porque nuestro barco ha sido destrozado por su pelea, ¿cómo se supone que regresemos a casa ahora?

—No es un problema —apareció Kun desde atrás—. Puedo llevarlos a casa.

Emocionados, los humanos aceptaron esa propuesta, el barco podía ser rescatado luego, y sus vidas eran más importantes.

—¡Podremos festejar junto a nuestras familias, no moriremos! —sollozó uno de ellos.

Kun ofreció una de sus aletas para que los humanos subieran sobre él, mientras que Lang los seguiría por agua para asegurar su llegada.

Pronto dejaron la enorme cueva, atravesaron kilómetros y kilómetros de océano, vieron el amanecer desde las espaldas de Kun, incluso tuvieron una agradable charla con él; disfrutaron la libertad como nunca antes.

Al atardecer, al llegar a tierra, le solicitaron a Kun y Lang que se quedaran cerca de la orilla hasta la media noche.

Lang no estaba seguro si hacer caso a esto o no, pero al final Kun lo convenció, se veía muy entusiasmado, como si supiera lo que sucedería. Bueno, ¿qué más daba? Unas horas más no cambiaría tanto su camino, ya había asumido que se perdería las luces del otro lado del océano.

Pasaron las horas y nada sucedía, hasta que al fin pudo verse una luz de colores iluminar el cielo. Los ojos de Lang brillaron de emoción, ¡eran esas luces! En seguida comenzaron a subir miles y miles de ellas, junto a una gran cantidad de lámparas con ballenas y dragones dibujados.

Kun miró a su amigo y le sonrió, mas fue Lang quien habló:

—¿Les dijiste sobre las luces en el cielo?

—Yo sabía que estarías triste por no poder verlas. Dejaste tu trabajo de dragón guardan por ir a salvarme, así que les pedí un pequeño favor para ti. No es mucho, pero ojalá sea de tu agrado.

—Es hermoso, de hecho, es el cielo más hermoso que he visto en cientos de años. Gracias.

No fue la festividad que Lang esperaba, pero fue, sin dudas, el mejor espectáculo de luces que vio en su vida, esta vez, junto a un amigo.

Esta es la leyenda de la alianza entre seres mágicos y la humanidad. Tras luchar juntos por un bien común, los humanos demostraron que el trabajo en equipo y la amabilidad pueden lograr maravillas. Como muestra de gratitud, lanzan una linterna al cielo, un gesto simple, pero poderoso, que llena de alegría al dragón protector de las aguas, quien continúa su incansable labor, guardando todas las regiones bajo su vigía.

¡¡Holaa!! Otra historia de dragones, sí, ya sé, ES QUE ME ENCANTAN SJJSJ 💞

Esta es una historia que hice para participar en una antología Navideña, pero quería también presentárselas por aquí (el libro se puede coneguir en Amazon, por cierto).

Espero que les haya gustado, yyyy, antes de irme, les voy a compartir quién es Kun, o más bien, de quién me inspiré para crear a esta bella ballnita de la historia 💖

"鲲" (Kūn) es un ser mitológico de la antigua china. Se menciona principalmente en el texto clásico "Zhuangzi" (庄子). Según la historia, en el vasto mar del norte ("Beiming" 北冥) habita un enorme pez llamado "Kun", su extensión llega a ser de varios miles de li. Este pez, al transformarse, se convierte en un ave gigantesca denominada "Peng" (鹏), con un tamaño igualmente colosal (hay lugares donde Kun no necesariamente se transforma en ave para volar, sino que lo hace con su cuerpo de "pez gigante" usualmente representado como una ballena).

Muchos poetas y escritores se han inspirado con la imagen de Kun y Peng para simbolizar ideales de grandeza y ambición. Para dar un ejemplo, el poeta Li Bai escribió: 大鹏一日同风起,扶摇直上九万里 (un gran Peng se eleva con el viento en un día, ascendiendo en espiral a noventa mil li). No es solo un símbolo de libertad, sino también un símbolo de ideales y aspiraciones extraordinarias.

Kūn simboliza la capacidad de sobrepasar las limitaciones y alcanzar la verdadera libertad.

Aquí les dejo algunas representaciones, aunque la verdad hay miles de ellas jsjs.

(Estas ilustraciones no son mías):

¡Esto es todo por hoy! Espero que les haya gustadoo~

(nunca lo digo, pero: si votas el capítulo me ayudas muchísimo n.n) 💖

¡Recuerda seguirme en mis redes sociales para ver más contenido de este tipo! 💖

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