Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Dringol y los anchimallén

Hace muchos años, cuando los primeros hijos del Hain habitaron la tierra después de la desolación de los gigantes, existió un hombre que puso en vergüenza la expectativa de sus ancestros. Era por esos años Dringol, hijo mayor del Hain, quien aprovechándose de la posición de su familia, no hacía más que mostrar desprecio por toda la vida que les rodeaba. Era un hombre grande y poderoso en la fuerza física, bebedor empedernido y codicioso; una astilla constante en la conciencia de su padre el Hain.
El tiempo pasó y los espíritus hablaron escogiendo a uno de sus hermanos para gobernar la tierra, por lo que se le concedió un extenso territorio para ser los oídos y la mano del Hain en esa parte de la tierra. Cierto día, en el cual recorría sus dominios, sintió curiosidad por recorrer el nido de los gigantes, y sin nadie que le gobernara, se adentró en las cavernas prohibidas que descendían hasta las profundidades de la tierra.
Fue en esos lugares en los que encontró oro, plata y cientos de metales y piedras preciosas, pero de todas ella, ninguna era tan hermosa como la piedra fantasmal. Aquella roca brillaba con fuerza aun en la obscuridad, era blanca y diáfana, por lo que su embriagadora belleza lo cautivo. Así fue como Dringol descubrió la piedra fantasmal en los nidos de los gigantes, y la gente que le seguía disfruto de luz en las noches.
Pero la fiebre del oro y los metales es poca comparada con la locura que envolvía estas fantasmagóricas piedras, pues en su afán por las riquezas, Dringol comenzó a derribar todo cuanto estaba a su paso para encontrar las riquezas que ocultaba la tierra. Arboles fueron talados, montañas escarbadas y hermosos lagos contaminados en su afán por encontrar riqueza, a pesar de que las enseñanzas del Hain lo prohibían expresamente.
Cuentan los ancianos, que durante el anuerih mehn kalam, Quemanta paseaba por la tierra y su corazón desfalleció al encontrar la gran herida que Dringol con su avaricia dejaba; incluso peor aún que cuando Gnalaum vivía en aquellas tierras. Tan grande fue su dolor y angustioso su canto, que desde las profundidades de la tierra, y desde cada árbol muerto, la ira condensada libero por fin a Short.
Era Short una deidad malvada y peligrosa, sedienta de sangre y llena de ira. Con sus pisadas ennegrecía la hierba y calcinaba todo lo que tocaba con sus manos. Sus vestidos fantasmagóricamente blancos, al igual que la piedra fantasmal, emitía no solo destellos de luz sino también horribles sonidos al moverse entre los bosques. Fue así, como Quemanta tuvo miedo al ver despertar a Short, y siendo de corazón sumamente puro, a pesar del dolor que embargaba su corazón, se presentó ante Dringol para detener la ira de Short.
Siete veces suplicó Quemanta a Dringol para que desistiera tan grande obra de destrucción, pero las siete veces fue rechazado por aquel hombre embriagado por las riquezas. Hasta que finalmente Short mismo se apareció frente a él. Cuentan los registros que Kran se había ocultado del mundo y ni los ancestros se atrevían a mostrar su luz. Sin embargo, la locura de aquel mortal era la armadura de los tontos, pues con osadía decidió enfrentar la muerte misma en persona.
Aquel momento no fue un combate, pues la fuerza de Dringol desfallecía a cada paso que Short daba. La tierra se ennegreció e inclusive el oro mismo perdió su brillo. La piedra fantasmagórica que con tanto celo Dringol resguardaba, era lo único que emitía su luz.
―Lo que vistes, no es para el cuerpo de los mortales ―le reprocho Short, haciendo temblar la tierra con el rugido de su voz―. Tú no eres nadie para tomar mis tesoros, y tu inmundicia jamás volverá a ver la luz del día.
Entonces Short alcanzo el brazo de Dringol, el cual, fuerte como un roble, se carbonizó en el acto. Así comprendió el mortal la diferencia entre ambos, por lo que suplicando por su vida, le ofreció todo lo que poseía.
―¿Cómo puedes tú, que no eres dueño de nada, ofrecerme lo que ya es mío? ―le grito el espíritu antes de consumirlo por completo―. Las piedras que forman mi vestidura no es para la inmundicia, y hare que todos tus conocidos lo recuerden para siempre. Desde hoy en adelante, toda tu descendencia se consumirá en las llamas, errante revolotearan por los bosques siempre en obscuridad, lamentando por toda la eternidad tu estupidez y osadía.
Dicen los presentes, que Dringol lloro y suplico ante la condena de Short, pero el espíritu de la violencia no escuchó y disfrutó destruyendo su legando hasta reducirlo todo a cenizas. Sus gritos desgarraron las montañas y el cielo, y en la misma hora que Dringol desaparecía del mundo, todas sus hermosas hijas e hijos estallaron en llamas. El tiempo se encargó de sepultar la ciudad del oro y las riquezas, y nunca más se volvió a saber de ella. Desde entonces, los parientes y amigos del Hain han tenido cuidado de talar los bosques de Quemanta y extraer las piedras fantasmales, intentando de una forma, no incurrir en la condena de Short una vez más.
Incluso hasta hoy, los niños se divierten en las noches persiguiendo a las anchimallén, los descendientes de Dringol que fueron maldecidos hasta el fin de los tiempos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro