No le contestes al diablo Paúl.

Hagas lo que hagas, no le contestes al diablo Paúl que él nos ha estado engañando.

Por las noches habla con nosotros, nos susurra en nuestro momentos de soledad, su lengua es seductora y sus palabras dulces, el más dulce veneno que ha entrado en mí. Lo añoro, lo extraño, maldita sea ¡Lo amo! y me está matando.

No le contestes al diablo, por tentador que sea. Por promesas de victoria y venganzas que fresca, por injusticias que te ofrezca rectificar no le contestes. Su espada es torcida y su balanza está rota, rota como yo lo estoy por dentro Paúl.

Me ofreció sangre, sangre de su cuerpo para derramar sangre mis acosadores. De los tiranos que destruyeron mi vida ¿¡Qué acaso es no es justo!? Ellos no merecen más que el frio acero en sus cuerpos, apuñalarlos una tras otra vez hasta que lloren y pidan por dios, pero dios no estará en ese lugar Paúl, solo yo y el diablo estaremos enfrente de ellos.

Yo le conteste al diablo, yo ya estoy caminando sobre su sombra. Su sombra es espesa y oscura, su mano es áspera, su olor es repugnante, pero me hace sonreír siempre que me pide un nuevo baile, siempre que me pide que pinte las habitaciones el rojo carmesí de los cuerpos de los culpables y de los inocentes. Sus palabras son canciones que se escuchan a la media noche, entre rizas de brujas y burlas de demonios.

Te amo Paúl, hagas lo que hagas no le contestes al diablo.