La extrañaba mucho,

Le enviaba mensajes todas las noches, pero nunca respondió,

Decidí irla a buscar,

No iba a detenerme ni la distancia ni el tiempo.

Encontré a otro en mi casa,

Durmiendo en mi cuarto junto al amor de mi vida,

Nuestras fotos reemplazadas por las suyas

Y sus trajes en lugar de los míos.

Cuando él me vio, grito.

Cuando la vi, ella lloro,

No quería verme.

No podía soportar estar en ese lugar.

Al salir de la casa me tope a un cuervo:

— ¡Que tonto eres! — Me dijo el ave.

— ¿No sabes que es muy grosero que los muertos les hablen a los vivos?—