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2. Ella odiaba la navidad

Sumida en sus ideas, Ana María escribía en su máquina a merced de una noche nevada. La casa estaba desolada, no había nadie aparte de ella, ya que el resto de la familia estaba haciendo las compras navideñas.

Ella odiaba la navidad, el solo hecho de ver la nieve tras la ventana de su habitación, la hacia enojar, y prefería estar a oscuras con una lámpara de aceite, como en la antigüedad, que con la luz de las bombillas, ya que a ella le pareció más cómodo para escribir y concentrarse.

Luego de terminar cinco páginas más del pequeño montículo que tenía ya empezado, se dirigió a la cocina; tomó un vaso de agua y se puso a cocinar su cena, cuando se la terminó retornó nuevamente a su escritorio, colocó una nueva hoja y comenzó a teclear...

Las horas pasaron, la calma y el silencio fueron convertidos en un bullicioso ruido que incómodo a la mujer, después de todo no estaba en su casa alejada de todos sus familiares y conocidos, sino que fue obligada a pasar las fiestas con su familia en casa de sus padres, pero eso no la detuvo para continuar con el cuarto libro de su saga que sería publicada para enero del año entrante, más bien fue todo lo contrario.

—Ana María te trajimos un chocolate caliente —le dijo su madre Greta junto a sus dos pequeños sobrinos.

—Tía espero que te guste, le pusimos malvaviscos —añadió Freddy con timidez.

—Si y...te compramos un gorro de santa —habló Liam en un tono bajo e igual de tímido que su hermano mayor.

La morena los ignoró.

Quince minutos luego, los familiares de Ana se fueron con desilusión de allí y ella lanzó un largo suspiro, para después dirigir su mirada a la bebida y el gorro que le dejaron en una esquina de su escritorio. Se bebió el chocolate debido al frío que sentían sus huesos en aquel momento y arrojó el gorro a un rincón de la habitación sin pensarlo dos veces.

—Navidad, más bien gasta más —comentó con ironía y sarcasmo segundos después de lanzar el objeto.

Volvió a centrarse en su máquina de escribir que trajo consigo desde su casa, ya que le incomodaba hacerlo en aparatos eléctronicos, aunque los supiera manejar a la perfección, ella no quería saber de nada relacionado a la tecnología, a menos que sea para comunicarse con los demás y jugar online; según ella no quería estar atrapada en ese mundo vicioso y volverse una idiota que se ríe por cualquier chiste de mal gusto.

Ese pensamiento fue una de las causas por las cuales ha estado soltera desde ese día en que sucedió la tragedia, y no es porque no tenga la apariencia sino que es considerada como “aburrida” al momento de entablar una conversación con el sexo opuesto.

Ana María empezó a escribir al darse cuenta de que ser una simple columnista de periódico la hartó, comenzó a investigar todo clase de información relacionada a la literatura, leyó los clásicos y estudió gramática, ortografía, redacción entre muchas otras áreas relacionadas con la escritura.

En aquel entonces ella sólo contaba con veinticinco años, y tres años después ganó el premio de literatura en un pequeño concurso de su ciudad, continúo creando historias, relatos e incluso inició con la poesía, pero en esta última no le fue tan bien como con sus otros escritos, así que lo descartó.

Un día de lluvia, a eso de las cuatro de la tarde, finalmente encontró una luz para crear su primera novela, la que en la actualidad ha sido una sensación desde su primera publicación y fue traducida a varios idiomas.

Desde ese entonces Ana María dejó el trabajo en el periódico “El diario” y se dedicó en lleno a la publicación, se mudó de su apartamento en el centro de la ciudad a un pueblo apartado de la civilización y compró una casa y un auto con las regalías de sus escritos.

Se hizo una escritora sin darse cuenta y con el tiempo comenzó a tomarlo más encerio. Dado a eso casi en sus treinta no ha podido encontrar a una persona que la aprecié y la valore como lo hizo él, muchas veces eso es lo que la hace una despiadada autora, ya que al ella no tener pareja en venganza a la mayoría de sus personajes terminaban solteros o viudos.

Después de unas hojas escritas,  se quitó su vestido y se colocó su pijama, hizo una trenza con su cabello castaño y apagó la lámpara para luego dormir.

Pasaron unos días, era noche buena y Ana se hizo la desentendida, ignoró todo lo que le decían sus cuñadas y hermanos tomó un poco de pollo horneado, ensalada, frutas una botella de vino y se encerró en su habitación; mientras todos disfrutaban de la cena de navidad ella escribía y escribía.

La morena amaneció sentada en el escritorio y cuando se dió cuenta de lo que le hicieron entró en pánico, fue a la cocina y preguntó:

—¿Dónde esta mi manuscrito?

—¿Hija cuál manuscrito? —preguntó Greta con confusión.

—Lo que estaba escribiendo ayer mamá ¿dónde está? ¿Qué hicieron con eso? —gritó desesperada. Y es que era de esperar, ahí estaba lo que pasaría con sus personajes y sería el antipenúltimo libro de su saga y lo peor es que no habían copias.

—Te importa más un pedazo de papel que tu propia familia; puedes hacer otro, ya olvídalo y mejor ayúdanos con la organización de la fiesta de esta noche, después de todo ni siquiera estuviste en la cena de navidad  —comentó su hermano mayor.

—¿Papi...entonces eso que tomaste era de la tía Ana? —interrumpió Liam.

—Lo sabía, fuiste tú Simón devuélveme mi manuscrito, es muy importante, además tengo que entregarlo en una semana —gritó afligida y enojada.

—¡Ven lo que digo familia! —exclamó el hermano señalandola con su dedo indice —Ella ni siquiera quiere estar aquí, Tomás no sé porque la trajiste, es mejor que se hubiera quedado en su cueva encerrada y sola —añadió mirando a su hermana con desprecio.

—¡Simón ya dame mi pedazo de papel! ¡Me largo de aquí! de todos modos no se para que vine —agregó mirando a su madre, sus dos hermanos, una de sus cuñadas y su sobrino.

Simón le devolvió el libro, y al día siguiente ella se fue en autobús a su casa en donde no había ningún tipo de adorno de navidad, ni nadie que estropeará su humor, hubo paz; pero también se notó un sentimiento nostálgico y después de eso un enorme vacío.

Ella organizó toda su ropa y demás objetos que llevó en casa de sus padres, y dos días después, le llegó la caja con su máquina de escribir color verde menta, junto con una postal escrita por uno de sus hermanos...

“¿Hermanita aún te duele lo que sucedió aquel día? Toma un pequeño recuerdo de esta navidad, por lo menos promete que no la desecharas como las otras esta tiene algo especial ¿no crees?”

Decía la fotografía, la cual mostró un cuarto de bebé en construcción y a una Ana María con una panza, muy sonriente y llena de vida con un gorro de navidad junto a un hombre, quizás el único que amo. La navidad de Ana María se tiñó de carmín aquel día en que perdió dos tesoros, su futuro esposo y el bebé que fue producto de ese amor. Ana María lloró por varias horas al ver la imagen, se desmoronó al saber que en vísperas de navidad, en donde se pasan las fiestas en familia, ella perdió la que estaba formando y solo tenía veinte años.

Ella pensó en él, en Mike. El hombre que entendió sus más extrañas mañas, como coleccionar tapas de refresco o jugar con la masa cuando preparaba pasta; ese ojiazul comprendió todas esas rarezas e incluso sus males, sin embargo ese día todo lo que cultivó se fue y una simple avalancha fue la causante.

Después de reponerse comenzó a escribir algo en su máquina, una carta, su despedida al pasado en que ha estado sumergida durante ocho años.

“Los extraño tanto, a ti Mike y a Rey. Nosotros éramos casi una familia, íbamos a usar tu estudio para el cuarto del bebé, teníamos planeada la boda después de que me graduará y ese maldito día lo arruinó todo, todas nuestras promesas se perdieron en el montón de nieve y rocas que nos atropelló aquella noche. Yo tenía que irme no ustedes, yo tenía que ser la que muriera allí, debí ser yo. Los amo tanto, siempre los tendré en mi corazón, siempre; hasta el día en que muera”.

Luego de eso envolvió la carta junto con la postal como si las fuera a enviar, el destinatario: Mike y Rey.

“No juzgues a alguien sin saber lo que le ha pasado, tal vez su odio y rencor parten de una perdida, una muy dolorosa perdida”.

Fin.

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