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Cuando la sangre aúlla

Historia escrita por MrLele2004

Lo siento. Siento como mi corazón lucha cada vez con más fuerza por salirse de mi pecho. Siento como cada gota de mi sangre fluye con más rapidez, como si quisiera desbordarse. Siento como mi respiración va en aumento, y aun así me quedo sin aire.

Duele mucho, parece tener vida propia.

¿Estará infectada? Espero que no, es lo último que me falta. Lógicamente tiene que doler, es una puta mordida que casi me arranca el brazo.

Estoy solo, afortunadamente todos están dormidos, o eso creo. Siento como la luz del pasillo se enciende cada cinco minutos. Siento pisadas, siento su olor, puedo oler cada maldito centímetro de su cuerpo, incluso con paredes de por medio.

¿Qué me está pasando? No, no puede ser, es imposible, el olor está en mi cuarto. Sí, es eso, no puedo oler algo que está tan lejos; es imposible.

No entiendo cómo pude ser tan idiota. Mi madre me lo decía:

"Hijo mío, deja tantos videojuegos, te vas a volver loco"

Quizás sea eso, quizás por culpa de tantas horas de juego sin control estoy empezando a alucinar.

¡No!

Ojalá fuera parte de mi imaginación, pero no, lo siento. Estoy seguro de que ahí está, acechándome, vigilándome como si de una presa se tratase. A fin de cuentas, eso es lo que soy.

Un pequeño bocado no fue suficiente, me quiere devorar, quiere que termine en su estómago.

Supongo que tengo lo que me merezco, las leyendas están por algo, y aunque muchos se empeñen en decir que son fantasía; esta no lo fue.

Y todo había ocurrido hacia apenas unas horas atrás...

...

—¡Fiesta! ¡Fiesta!

—¡Por favor! Que alguien calle a la loca —prácticamente rogué por eso. No aguanto el bosque, y menos una borracha que grita en uno.

—¡Relájate, George! Es una fiesta, estamos de vacaciones —July tocó mi hombro buscando calmarme. Al final se podría decir que es la única que consigue aplacar mi humor.

—Vale, simplemente me relajo, la noche es larga.

Reduje mi velocidad al caminar, quería quedarme a solas con ella, pues desde que la recogí en su casa noté que estaba rara.

El paisaje era tan raro: árboles que silban constantemente, ruidos que parecen provenir de todos los lugares, y a la vez de ninguno; sentía que mi espalda cargaba un peso invisible.

¿Una mirada quizás?

Dejé eso y decidí volver con el grupo, casi llegábamos al lago. Ya empezaba a sentir un poco de frío, era buena señal, ya habíamos llegado.

Era simplemente hermoso, reflejaba la luz de la luna como si de un espejo se tratara. La cabaña no opacaba ni un poco la vista, se integraba perfectamente en el panorama, o quizás era yo; que me adapté a verla ahí.

—¡Que corra el alcohol! —gritó un pelirrojo que se hallaba unos metros por delante de mí. Ese color de pelo y esa voz de neandertal eran inherentes de Carson.

—¿Estás mejor G? —me preguntó July con cierta preocupación en la voz. Esa voz, tan suave y dócil, simplemente no podía estar de malas si la oigo.

—Sí... — asentí levemente. Era una verdad a medias, pero no pareció notarlo—. Esta noche no pienso estar de malas, bastante he tenido estos meses.

—Si te veo de malas, te meto en el lago yo misma.

Al menos intentaba hacerme reír.

Se marchó rumbo al tumulto de gente que gritaban y bebían, incluso algunos se metieron en el lago mientras gritaban todas las groserías posibles. Con un poco de suerte, se congelarían.

Decidí unirme al grupo, no había ido para estar apartado. No soy idiota, y lógicamente, iba a beber; aunque fuera una vez.

La noche fluyó como el agua, y el alcohol también. Botellas y botellas terminaron regadas por el suelo, paradójicamente; el cesto estaba vacío.

A esas alturas, ya no distinguía más allá de mis narices. Sentía como mis sentidos habían entrado en un estado de descontrol total: bailé, bebí, fumé; ¡TODO! Podía hacer todo, era como un dios.

Un dios bastante inconsciente e idiota.

Busqué a July, sabía que estaba en la cocina. Pasé entre un grupo de borrachos que no aguantaron el ritmo.

Ya había terminado la fiesta para ellos.

Finalmente conseguí pasar, y llegué a la puerta de la cocina.

Ahí está la chica, no la molestes, solo sirves para eso.

Se encontraba mirando por la ventana, con la misma pose que ponían los pensadores de la antigua Grecia. Quizás estaba dormida y yo andaba haciendo comparaciones tan rebuscadas como un idiota.

¿Qué haces hablando contigo mismo como imbécil?

—Em, hola July —dije mientras me acercaba y observaba sus hermosos ojos azules.

¡Un momento! ¿Están rojos?

¡Imposible! Debe ser la luz de la luna. ¡Sí! Es eso. También podía ser la borrachera que estaba cargando desde hacía una hora.

—¡Hola G! —me saludó mientras mostraba esa bella sonrisa, sin embargo, se sentía raro. Como si le pesara seguir viviendo.

—¿Te pasa algo? —puse mi mano sobre su hombro.

—¡Sí claro! Solo es un poco de mareo, nada que un poco de cama no arregle.

—July. Muchas gracias, en serio. Me has ayudado mucho, desde aquello.

—No me des las gracias G —ambos nos fundimos en un abrazo que pareció durar años —. Eres mi mejor amigo, para eso estoy.

Nos desprendemos y no puedo evitar sentir algo raro dentro de mí.

El pedazo de borrachera que llevas idiota.

Unos minutos después decidimos salir hacia las inmediaciones del bosque y hacer una fogata. Algunos queríamos pasar el tiempo tranquilo, otros querían tener otra excusa para seguir bebiendo.

¿Qué puede salir mal?

Nos dirigimos hacia la fogata. Era literalmente la única fuente de luz de todo el lugar, exceptuando la cabaña. Entre los pocos que nos hallábamos medianamente conscientes conseguimos mover un par de troncos alrededor del fuego. Después de unos minutos decidimos intentar jugar a verdad o reto.

Éramos unas veinte personas, retos no iban a faltar, eso seguro.

Aún no podía quitar mi vista de ella. Seguía retraída, la sentía tiritar un poco, aunque estuviera tan cerca del fuego.

El tiempo se volvió relativo después de los primeros quince retos. Ya me había tocado besar a Susie, algo que, visto objetivamente, fue bueno. Sin embargo, no todo fue así, unos minutos después me retaron a bañarme en el lago desnudo. Por suerte los convencí y pude entrar en bóxer, aun así, mi honor no quedó intacto.

Luego de casi una hora intentamos recuperar un poco de la inocencia, aquella que quedó atrás hace mucho, y decidimos contar aquellos típicos relatos de miedo. Al principio todo fueron risas y sustos mínimos, hasta que a July se le ocurrió nombrar aquella leyenda urbana que ronda por nuestra ciudad desde hace un tiempo ya.

—Si vamos a hablar de terror nadie puede dejar de lado la más difundida de todas. ¿Verdad? — preguntó con cierto aire lúgubre.

Todos murmuraron en señal de afirmación. El ambiente se volvió algo cargado de un momento a otro, solo se podía oír el sonido de la leña arder bajo el fuego; que poco a poco se iba apagando.

¡Venga campeón, lúcete!

«Hace un tiempo, justo al norte de aquí había una casa, bueno, una mansión, en el corazón del bosque; donde muy pocos se atreven a visitar. Sin embargo, esto no siempre fue así, allí vivía una familia de la cual se tiene muy poco conocimiento. Se dice que estos practicaban la brujería, o incluso algo más oscuro, nadie sabe a ciencia cierta lo que pasaba entre esas paredes. Hasta que un día...»

Hice una parada para darle más dramatismo al cuento.

«...unos cazadores oyeron unos gritos cerca del lugar. Cuando llegaron, no se encontraron con nada fuera de lo común; a primera vista. Una vez entraron a la casa, lo vieron: había una niña tendida justo frente a la puerta, sobre un charco de sangre. Los hombres corrieron aterrados, sin embargo, tropezaron con un bulto, resultó ser una mujer completamente descuartizada. Los días pasaron y todos ustedes saben que ocurrió: los padres acompañaban a sus hijos a la ida y salida del cole, había toque de queda, incluso los policías hicieron su trabajo por una vez. Lo demás, son rumores que van desde vampiros hasta zombis, nada que no hayamos oído ya.»

De repente todos comenzaron a aplaudir, entre silbidos y algunos cumplidos decidí hacer una reverencia a todos los ahí presentes.

—¡Gracias! ¡Gracias! —repetía una y otra vez.

—Bueno, yo tengo algo casi mejor —intervino Carson —. ¿Y si volvemos con los retos?

Todos murmuraron en asentimiento a la propuesta, todos menos July que cada vez se veía más rara.

¿Querrá irse?

No, hace un momento me dijo que no, preguntar nuevamente sería algo idiota.

Carson se levantó y se dirigió hacia mí con cara de asco, la cual, por otra parte, siempre la tiene cuando está frente a mí.

—¡Tú! —me señaló con uno de sus dedos de neandertal directamente a mi cara—. Te reto a ir a la mansión.

Definitivamente este chico es imbécil. Siempre lo he sabido, pero tal parece que se empeña día tras día en demostrarlo más todavía.

Comencé a carcajearme en su cara, algunos me siguieron la rima, otros se limitaron a turnar las miradas entre Carson y yo.

Vi como su cara comenzaba a adquirir un tono rojizo bastante preocupante, no sé si es rabia o vergüenza, pero incluso sus pecas comienzan a desaparecer.

Si sigue así va a reventar.

—Lo siento Carson, pero lógicamente no pienso cumplir ese reto, busca otro.

Sonrió maliciosamente mientras me dirigía una mirada de superioridad. Comenzó a buscar con la vista a todos los idiotas que siempre lo acompañaban, quienes al percatarse de lo que intentaba, obviamente lo apoyaron.

—Entonces, estamos frente al único que se ha negado a cumplir su reto... —comenzó su provocación —. Eres un aguafiestas. Es una leyenda urbana que tiene varios años. Solamente ve y vuelve, todo fue invento, no existen vampiros ni nada.

Noté como todos a mi alrededor me observaban expectantes, bueno, todos menos July que vi cómo se marchaba.

¿Qué mosca le picó ahora?

—Venga G, demuéstrale a Carson que sí puedes —me dijo Susie con cierta coquetería en su voz.

Más quisieras que fuera coquetería, iluso.

Sus miradas me pesan cada vez más, es asquerosa esta sensación. Miré al cielo como si una respuesta fuera a venir de él, en cambio solo recibí la imagen de una luna llena que resplandecía, incluso cuando las nubes intentaban opacarla.

—Bien —terminé aceptando después de aquel chantaje grupal—. Acepto el reto, voy y vuelvo.

—Comparte tu ubicación con uno de nosotros —exigió Carson—. Debe ser legal todo.

Sin ningún tipo de objeción saqué mi móvil y encendí la ubicación. Luego se la envié a Carson.

Listo, ya firmaste tu sentencia.

Me dirigí hacia aquel camino, donde parecía que la luz nunca había entrado, por donde no pasaba nadie desde hacía mucho tiempo, donde comienzas a sentir una constante sensación de persecución; que nunca te abandona.

Apenas entré en la oscuridad encendí la linterna de mi móvil y avancé como alma que lleva el diablo. Debía tener cuidado de no tropezarme con ninguna de las varias decenas de ramas que crecían a la altura de mi cara, ni con aquellas inmensas raíces que se atravesaban traviesamente en mi camino. Mientras más me adentraba, más se iban apagando los grillos, el cielo se perdió entre las copas de los árboles, y el sendero se comenzaba a confundir con el resto del bosque.

Cada paso que daba sentía como mi espalda era atravesada por una mirada invisible, quizás era un animal, quizás era solo mi imaginación. Volteé rápidamente y no vi nada. Esto solo conseguía incrementar mi paranoia.

Lo único que te falta, volverte loco. Mira el lado bueno, con todo lo que ha pasado quizás te manden a un manicomio y por fin te independices.

—¿Te puedes callar? — susurré con un poco de miedo, no quería alertar a ningún animal que anduviera cerca.

A medida que me acercaba al lugar sentía como las ramas crujían, como si algo estuviera cerca.

En estos momentos deberías empezar a rezar, yo solo digo.

Mi cerebro siempre había sido algo exagerado con respecto a lo desconocido, pero por una vez tenía razón.

Comencé a recitar todo tipo de oraciones una tras otra, había momentos donde las mezclaba y terminaba inventando una totalmente nueva, pero la intención es lo que cuenta.

Finalmente conseguí llegar a un claro donde se hallaba una casa gigantesca. Se encontraba totalmente destruida por el paso del tiempo: ventanas caídas, puerta destrozada y todo tipo se grafitis cubrían sus paredes. Incluso el pasto a su alrededor se sumaba a tan tenebroso panorama.

Solo falta el árbol con un columpio para ser una mansión de peli de terror.

Sentí un aullido que pareció provenir de un lugar no muy lejano. Este hizo que una bandada de pájaros saliera de sus ramas. Algo que me sobresaltó y activó mi sentido de alerta.

Que conste que cumpliste con la apuesta hace rato, cuando quieras corre.

Simplemente no pude, sentía que aquel aullido era más que eso, sabía que aquello que me acechó en el bosque me estaba observando en ese momento.

Pude sentir una respiración bastante pesada detrás de mí. Me volteé lentamente mientras mi corazón comenzaba a saltar de un lado a otro, creí que se va a salir; literalmente. Una vez me di media vuelta, confirmé mis peores miedos.

En el límite del bosque había una inmensa bestia de más de dos metros de altura, pelaje totalmente camuflado con la noche y unos ojos tan rojos como la sangre que goteaba por sus colmillos.

Me observaba desde su posición tranquilamente, yo por mi parte solamente podía pensar en todos los rezos que me enseñaron de pequeño.

¿Te acuerdas cuándo te dije que puedes correr? Pues este es el momento.

Sin pensarlo dos veces puse mis piernas en marcha. Corrí a tal velocidad que sentía que volaba, al menos hasta el momento donde tropecé con una rama y planeé un par de metros antes de caer de cara contra el suelo.

¡Levántate y corre! No quiero morir por culpa de un reto idiota.

Me recompuse de inmediato y eché a correr nuevamente. Lo sentía persiguiéndome, podía oírle romper todas las ramas del suelo. Mi respiración dio paso a un jadeo constante que amenazaba con dejarme sin aire, ya sé lo que sienten los asmáticos, aunque ese no era buen momento para eso.

Unos metros después el cansancio me venció y tuve que detenerme. Cogí una gran piedra que había en el suelo y se la arrojé. Por obra divina le terminé dando en la cabeza, aunque eso lo hizo enfadarse más.

Se abalanzó sobre mí con tanta fuerza que al caer al suelo sentí que mi espalda crujió, intenté moverme, pero el peso que había sobre mi pecho me impedía cualquier tipo de movimiento.

¡San Pedro ahí te vamos!, fue bonita esta corta, pero divertida vida. Espero que si me ponen en otro humano sea alguien más interesante, fue agradable conocerte amigo.

Que idiotez, ni siquiera en estos momentos podía tener una consciencia que me ayudara. Dejé de forcejear y acepté mi destino, con un poco de suerte sería rápido. Sentí cómo una inmensa dentadura se hundía en la piel de mi antebrazo, podía sentir como la piel era rasgada centímetro a centímetro; pude sentir el infierno desatarse en mi brazo.

Gruñía, parecía que intentaba burlarse se mí, ya ves, como si no fuera suficiente con mi cerebro. Saboreó cada gota de sangre.

De repente otro aullido llenó el bosque, no sonaba tan imponente como el primero. Sin embargo, fue suficiente para que el primer "lobo" se despegara de mí.

Unos infinitos segundos de silencio inundaron aquella escena. Esa inmensa bestia dejó de prestarme atención y comenzó a mirar a todos los lados, por una vez parecía mostrar miedo.

Repentinamente un segundo "lobo" se abalanzó sobre el primero y comenzó a morderle el cuello, o eso intentaba porque el primero se resistía con todas sus fuerzas. No era tan grande e imponente como el que me atacó, sin embargo, su fuerza era descomunal. Observé aquella escena, era increíble, ver esas dos increíbles bestias intercambiar golpes y mordiscos me helaba la sangre.

¿Sigues vivo? Será mejor que corras y los dejes a ellos solos, no creo que te necesiten.

No lo dudé un segundo y eché a correr rumbo a lo que yo pensaba que era mi casa. No tenía idea, pero estar en medio de esa pelea era peor que perderse en el bosque.

Mi brazo tenía una gran hemorragia, pude ver como la sangre caía parecido a una cascada. Observé cómo mi pantalón y mi camisa se empañaban rápidamente.

No seas tan exagerado, fue un mordisco juguetón.

Después de casi media hora de vueltas en aquel lugar tan oscuro pude encontrar la carretera que conducía al pueblo. Avancé con las pocas fuerzas que me quedaban. Mientras más avanzaba más rezaba para que no me saliera otro "amigo" peludo del bosque, si eso ocurría me podía dar por muerto.

Finalmente hallé mi casa, nunca pensé extrañar tanto aquel lugar que siempre fue mi tortura para mí.

Entré a toda velocidad y cerré sin tan siquiera mirar atrás, a esas alturas ya comencé a sentir nuevamente aquella vista sobre mis hombros. Subí tan rápido y silencioso como pude las escaleras y entré a la habitación.

Decidí tomar papel y lápiz, pues sabía que si me pasaba nadie hallaría una explicación.

Entonces ¿Morimos o no morimos?

►Notas del autor de este cuento

¡Hola buenas! Soy MrLele2004, el autor de este pequeño one-shot que acabaste de leer. Me gustaría saber qué les pareció, ya que esta es la primera vez que hago uno. También te quería invitar a pasarte por mi perfil y darle un vistazo a mi otra obra, no es el mismo género, pero podría gustarles.

Sé que la historia deja ciertas dudas, sin embargo, es parte de la gracia. Espero que la hayan disfrutado tanto como yo.

Bueno, ya no me extiendo mucho que no sé qué más decir.

No olvidar que si quieres colocar tu historia sobre hombres lobo en esta pequeña antología, puedes escribirme a mi MP o por un comentario para comunicarme contigo :3

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