Capítulo XVII
Departamento de justicia de Tiang
Para Amaru el acostumbrarse al nombre de "Asiru", fue toda una odisea. Y mientras viajaban hacia el departamento de justicia, pocas veces reaccionó a los llamados de Jiang Murak, por lo que fue la primera de los aspirantes en ganarse una reprimenda del teniente.
Cuando el barco arribó al muelle este de la ciudad amurallada por la montaña, Amaru trató de mantener todos sus sentidos alerta, sin embargo, la humedad del ambiente, las risas de sus compañeros y el uniforme verde musgo que llevaba puesto le hicieron revivir esos instantes tortuosos, y recordar a Legir.
—¡A sus posiciones! ¡Soldados!
El llamado plural hizo salir a Amaru de sus cavilaciones y formarse a un costado de la rampa. Los pasos de los reclusos y el tintineo de las cadenas que estos llevaban la motivaron a mirar de soslayo hacia el muelle, y entre la neblina divisó un par de siluetas, algunas altas y otras que lucían mucho más delicadas que Yaria.
Los primeros en subir por la rampa fueron el teniente Jiang Murak y el capitán Calix, tras ellos, diez de los jóvenes aspirantes que fueron escogidos para escoltar a los reos, y detrás de estos muchachos subieron los condenados, dos de los cuales, captaron de inmediato la atención de Amaru, pues la delicadeza de sus siluetas dejaba en claro sus sexos.
Cuando las muchachas condenadas pasaron delante de Amaru, fue incapaz de reprimir su asombro. Una de las condenadas llevaba su cabello pelirrojo suelto, y las ondas cobrizas danzaban al son del viento como las hojas en otoño, mientras que la segunda, contaba con una piel multicolor tan inusual que Amaru no pudo quitarle sus ojos de encima hasta que la reclusa exclamó:
—¡¿Qué estas mirando?! ¡¿Tengo cara de bufón?! —exclamó la condenada al toparse con los ojos de Amaru.
La morena al ver la mirada iracunda de la muchacha bajó la cabeza.
—¡Te esta mirando porque naciste con camuflaje incorporado! —comentó a viva voz un delincuente de ojos saltones y amarillos para después estallar en carcajadas.
—¡Cállate Fanzui! —gruñó la muchacha de piel bicolor.
El comentario del condenado levantó una oleada de carcajadas entre los aspirantes, sin embargo, aquel coro fue silenciado por Jiang, el que sin piedad azotó las piernas de los dos jóvenes que se atrevieron a hablar sin su permiso.
—¡Asiru! ¡Termina de despejar la cubierta de estribor! —exclamó el capitán Calix mientras recriminaba a Jiang con la mirada.
Amaru asintió y tras ello corrió hacia el costado señalado mientras que los condenados se acomodaban en las áreas despejadas de estribor. Cuando la muchacha puso sobre su espalda uno de los barriles que debía trasladar, tropezó y de no ser por Yaria habría terminado de bruces en el suelo. La joven con una mirada iracunda observó de reojo a los aparentes delincuentes y supo de inmediato, por la sonrisa burlesca que decoraba su rostro, el que había sido el culpable de la zancadilla. Iba a increparlo, pero tan solo soltó un resoplido creyendo que Jiang la regañaría por discutir con los recién llegados, sin embargo, en el instante en el que ella decidió continuar con su trabajo, el bravucón abrió la boca para decir:
—Amaru...
Yaria y Amaru se miraron consternadas. Ambas se conocían tan bien que fueron capaces de leer el miedo en la otra. Tras compartir su temor, las chicas se voltearon hacia el muchacho que observaba a Amaru con malicia.
—¿Lo conoces? —susurró Yaria al oído de Amaru.
La morena respondió la pregunta de su amiga meneando la cabeza al mismo tiempo que trataba otra vez de continuar con su labor, pero, la pierna peluda del condenado apareció otra vez en su camino, solo que, en ese instante ella si pudo esquivarla.
—¿Entonces? —inquirió Yaria, mientras miraba de reojo al chico cuya aparente broma había hecho reír a uno de sus compañeros.
—Te juro que no lo he...
—¡Llaufen...! ¡Amaru Llaufen! —gritó el moreno a viva voz, causando que Amaru se paralizara.
Yaria, harta del acoso del joven, volteó su rostro hacia él, sin embargo, antes de que pudiera reprender su actuar, apareció Jiang a su lado.
—¡¿Qué demonios está pasando aquí?!—exclamó el teniente, observando al joven atezado y a sus dos compañeros.
—Señor... , disculpe a mi hermano. Es adoptado. Nació en Agnou y no habla muy bien el subumbris... —respondió uno de los adolescentes que acompañaban al moreno.
—A veces balbucea nombres o cosas sin sentido, pero es por el calor, ¿tienes calor, perrito? —añadió el segundo joven, para después mirar con atención al bravucón que gruñía por lo bajo —. En efecto, señor, caballero, sargento ¡Tráiganle un poco de agua a este hombre!
El silbido de la vara de Jiang hizo callar al chico de ojos saltones que dio un respingo al ver el arma tan cerca de su rostro aniñado.
—¡Teniente Jiang Murak, pedazo de estiércol! Y si no se callan los golpeare hasta hacerlos sangrar —Y tras amenazar a los muchachos el teniente regresó a la proa.
Sin embargo, ignorando todas las advertencias del teniente, aquel joven de piel morena continuó susurrando el nombre real de Asiru por lo bajo.
¡Muchas gracias por haber llegado hasta aquí! Espero que este capítulo haya sido de su agrado.
Si no les gusto quedo atenta a sus comentarios.
Y sin mas que decir, me despido.
¡Abrazos para tod@s!
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