Capítulo XVI
Regimiento norte de Tiang
Al norte de la isla principal, casi oculto entre la columna cuya densidad nació de la mezcla entre el humo y la niebla, se alzaba el Regimiento norte de Tiang. La luz de la esfera, reflectaba en las puertas de metal que separaban el interior del recinto del desértico exterior, en donde corría un centenar de jóvenes de un costado al otro de la muralla que unía la sierra que envolvía todo el regimiento.
El rostro de Amaru lucía más moreno de lo usual, el polvo que se había adherido a su piel por el sudor que lo empapaba fue la causa de esa alteración en su aspecto. A su lado estaba Yaria, y su apariencia era aún más deplorable que la de su amiga, su cabello estaba cubierto de sudor y tierra.
—¡Esto es solo el calentamiento! ¡Muevan sus piernas de pollo si quieren tener el privilegio de realizar el examen de ingreso! —vociferó desde las puertas un soldado de indumentaria verde musgo sobre la que llevaba un par de hombreras de cobre y una pechera del mismo material.
Amaru hizo chasquear su lengua tras el anuncio, sin embargo, aquella advertencia la motivó a acelerar el paso y a tomar el brazo de la jadeante Yaria para obligarla a avanzar hasta el otro extremo de la muralla. Las muchachas iban detrás del gentío, pero gracias al desahogo de la ira de Amaru, pudieron alcanzarlo y lograron llegar al otro lado antes de que el teniente tocará el silbato.
—¡Suri Pinda! ¡Asiru Pian! —el varón de armadura camino hacia las muchachas jugueteando con una libreta —. La casa de cortesanas está dentro de la ciudad, será una mejor alternativa para ustedes... —comentó el teniente para después analizar de pies a cabeza a Yaria —, bueno al menos para Suri lo será...
—¡¿Cómo?! ¡¿No pasamos?! ¡¿Cómo que cortesanas?! —exclamó Yaria mientras se forjaba en su rostro una mueca de cólera.
—No llegamos últimas, teniente. Tampoco bajamos el ritmo. —argumentó Amaru, mientras sostenía a Yaria de los hombros.
—Le ayudaste a pasar, Asiru. Las dos quedan descalificadas...
Una ola de risas y mofas se levantó tras el anuncio del veredicto del teniente.
—¡Es injusto! ¡Es..!
Amaru cubrió la boca de su amiga con violencia, ganándose de paso una mirada venenosa de su parte, luego, decidió armarse de valor y espetar:
—En la guerra debemos luchar juntos, ¿Cómo es posible que no le permita ingresar a quién ayuda a su compañero? ¿Acaso la milicia no promueve la hermandad, la lealtad y el honor?
Los aspirantes se callaron, y durante unos segundos el silencio se apoderó del yermo, hasta que el teniente con una sonrisa ladina, contestó:
—En la guerra debemos ser prácticos. No sirve de nada salvar a un soldado que después no será útil... —El militar escuchó murmullos entre los aspirantes y con tan solo propinarle una mirada al grupo desaparecieron los cuchicheos, tras ello, continuó con su respuesta —. No nos sirve tener soldados que solo cuenten con una cara bonita... —Los ojos del hombre se posaron sobre Yaria y luego rodaron hasta situarse sobre Amaru —, ni que digan cada dos por tres mensajes motivacionales cargados de cursilerías.
«¿Cursilerías?», pensó Amaru mientras parpadeaba con rapidez por el desconcierto.
Mientras el soldado continuó diciendo en voz alta los nombres de los descalificados, un hombre cuya indumentaria cobriza lo hacía lucir más bajo de lo que era en realidad, apareció junto al teniente y tras darle unos toques suaves en la espalda, dijo:
—No comiences con tus torturas, Jiang. Necesitamos manos en este regimiento. Subumbra necesita jóvenes como estos, con deseos de servir a la nación.
—¡Pero, coronel Lyk! ¡Es por esto por lo que nos ven como la basura de las fuerzas militares! —replicó Jiang tirando al suelo la libreta en la que estaban todos los nombres de los aspirantes, todos y cada uno de ellos tachado.
—Estos muchachos solo quieren hallar su lugar en el mundo. Tu iniciaste así. Cuando se forja una espada no solo debes contar con un buen acero, sino con un grandioso herrero. El transformar a estos muchachos en verdaderos soldados depende de nosotros. —argumentó Lyk, para después anunciarle a los aspirantes con una sonrisa en el rostro —. Yo, el coronel del regimiento norte de las Tropas de Muzg de Tiang, les permitiré realizar la prueba de ingreso al ejército de Subumbra.
Todos los aspirantes, incluidas Amaru y Yaria se miraron confundidos.
—La evaluación es en realidad una semana de prueba. Una semana en donde lo que valoramos es su actitud y condición física. Mañana iniciaran la evaluación. Dejó en sus manos el informarles a sus padres las buenas nuevas. —dijo el coronel para después marcharse hacia el interior de la construcción.
[...]
El coronel Lyk en compañía de tres hombres de indumentaria verdosa les dieron la bienvenida a los aspirantes aquella mañana de wangkiu.
Jiang y una mujer morena de nariz aguileña se acercaron a los jóvenes para indicarles cómo debían formarse frente a las compuertas de metal.
Los aspirantes obedecieron y en tan solo unos segundos se posicionaron delante de los militares. Los rasgos físicos de los dos soldados eran totalmente opuestos, sin embargo, ambos compartían la misma mueca de desagrado permanente que aterrizó a los jóvenes.
—¡Bienvenidos al regimiento norte de Tiang, futuros reclutas! —exclamó Lyk para después dar media vuelta.
Las compuertas de metal se abrieron en el momento exacto, justo cuando el coronel se posicionó frente a ellas. Las bisagras rechinaron y fueron la melodía que acompañó la caminata solemne de Lyk y los tres hombres que imitaron la acción del alto mando.
Jiang y la mujer de tez morena, siguieron los pasos de su alto mando mirándolo de soslayo. Cuando el destello de la armadura de Lyk se perdió tras el umbral, el teniente acarició su frente con hartazgo, y con el mismo ánimo, les dio a sus nuevos estudiantes la primera orden:
—¡Avancen!
Los aspirantes se sobresaltaron, sin embargo de manera automática siguieron la orden de su superior.
En el interior del recinto los edificios se encontraban organizados siguiendo la forma natural de la montaña que rodeaba el campo central, destacando sólo las fachadas de ladrillos que sobresalían de la roca de la sierra. En el centro se extendía un yermo, que parecía tener la capacidad para contener a más de mil soldados. Estaba dividido en tres secciones: el primero, que se hallaba cerca del área de ingreso, contaba con instrumentos de entrenamiento, siendo distinguidos por los nuevos reclutas, tres grandes troncos de madera y barriles repletos de lo que parecían ser réplicas de armas. El segundo estaba casi al fondo del campo central, en donde destacaban entre la niebla un gallinero y una hilera de corrales. En el tercero se hallaba una pequeña cabaña, poco pulcra para ser la oficina de un alto mando, por lo que, los muchachos supusieron que ese era el sector en donde los desobedientes eran castigados.
Los novatos fueron guiados por el teniente hasta uno de los edificios del ala este, cuyo frontis destacaba por ser el único que mantenía dos grandes lámparas colgadas a cada costado de la puerta. Al ingresar, Jiang apuntó con su índice un pasillo invadido por las sombras, del cual provenía un aroma nauseabundo a humedad.
—Dense una buena ducha. Al regresar les daré sus uniformes y las reglas que tienen que seguir. El primero... —El teniente miró de reojo a Amaru, Yaria y a las otras dos aspirantes femeninas —, o las primeras que desobedezcan serán expulsadas o expulsados...
Tras lo dicho el miliciano se dio media vuelta, planeaba marcharse, pero, antes de cruzar el umbral se detuvo para decir:
—Los baños de las mujeres están a la izquierda. Nada de besos, nada de sexo, ¿escucharon?
Los conscriptos respondieron al unísono con un gutural "si mi teniente", luego se retiraron hacia los cuartos de cuyos umbrales provenían delgadas estelas de luz.
[...]
Cuando la luz de la esfera se esfumó y fue reemplazada por el brillo delicado de los cristales que cubrían Subumbra. Los aspirantes a reclutas se formaron en el yermo central. Eran cien jóvenes, que a pesar de no tener educación marcial se posicionaron frente al teniente como si ya fueran soldados.
Jiang Murak, se desplazó frente a ellos meciendo una vara y, cuando la cabeza calva de Lyk apareció desde una de las esquinas de la formación, el teniente bajó su arma para luego exclamar en tono marcial:
—¡Aspirantes! ¡Su primera labor será cooperar en el traslado de delincuentes hasta el regimiento!
Amaru y Yaria se miraron dubitativas, pero no tuvieron tiempo para hallar las preguntas que en ese instante cruzaron por sus mentes, pues el teniente con un grito estrepitoso, les ordenó marchar hasta las compuertas.
A pesar de la niebla que cubría todo el páramo del exterior, Amaru y Yaria observaron una vela roja ondeando cerca del muelle. Ambas chicas supusieron que se trataba del barco en el cual trasladarían a los reclusos hasta el regimiento para que cumplieran "su condena".
¡Muchas gracias por haber llegado hasta aquí!
Espero que el capítulo haya sido de su agrado, y si no lo fue, sus opiniones son bienvenidas.
Quería anunciarles que estoy participando en los Premios Gemas Perdidas 2024. Por lo que este capítulo esta dedicado a PremiosGemasPerdidas .
Sin más que decir, me despido...
¡Muchas gracias por todo el apoyo!
¡Abrazos para tod@s!
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