¿Quinta Flama?
Mientras Hollow se encaminaba a la librería para ayudar, en el interior de esta las cosas comenzaban a ponerse cada vez peor. A pesar de las notorias habilidades de la mariposa, el mestizo y la mantis, estos comenzaban a verse sobrepasados por la enorme cantidad de enemigos y su exagerada resistencia debido al uso de armaduras. Si bien habían logrado hacer caer a muchos, el cansancio y las heridas acumuladas los estaban llevando a su límite.
—Gema, creo que las cosas se nos fueron un poco de las manos —dijo Mik a su compañera.
—Si salimos vivos de esto —comentó la mariposa—, definitivamente pediré un día libre y pasaré una tarde en la casa del placer. Aunque así como van las cosas, no creo que pueda cumplir ese deseo.
—No desistan —Gritó Sharpy—. ¡Hay que seguir luchando! ¡Si vamos a morir, que sea con honor!
—Las mantis son geniales —dijo Mik con los ojos brillantes.
—Definitivamente así no es como quería pasar el último día de mi vida —se quejó Gema.
La zigena miró hacia atrás donde se encontraba el gobernador y Bretta abrazados temblando de miedo. La pobre escarabajo seguro que estaba muy asustada, pero probablemente las cosas terminarían bien para ella, nadie tendría interés alguno en matarla, cosa que no se podía decir del arqueognato. Gema suspiró con tristeza, el gobernador era un buen bicho, solo quería lo mejor para la ciudad, en parte por eso le era tan leal a pesar de que supuestamente solo le obedecía por el dinero. No era justo que tuviera que morir por la codicia de unos imbéciles.
Lanzó una plegaria silenciosa a cualquier dios que estuviera desocupado como para atender su pedido y se preparó para atacar con todo, a pesar de las circunstancias y de la tristeza que sentía, siempre estuvo preparada para morir, por algo había elegido el trabajo de mercenaria.
El idiota de Mik finalmente colapsó luego de tantas heridas, Sharpy seguía luchando pero ya no le quedaban muchas fuerzas. La mariposa estaba preparada para realizar su ataque final, con el cual pretendía liberar el veneno que tenía en las alas, una característica propia de las mariposas zigena, si iba a morir se llevaría a cuantos pudiera al infierno, no caería sola.
Abrió las alas, se elevó del piso lista para su última batalla. Un gran número de enemigos con armadura le daban pelea a la mantis que estaba a punto de caer, habían cinco insectos atosigándola con sus aguijones y la pobre ya no podía más, cerró los ojos lista para su final y antes de que todo acabara algo extraño ocurrió.
Se escuchó un estruendo, gritos ahogados y un grito de sorpresa, entonces abrió los ojos y la escena que vio resultó tan asombrosa como ridícula.
A sus pies se encontraban los cinco insectos que casi los mataban inconscientes, la mantis estaba sentada jadeando y frente a ella habían dos niños que miraban a su alrededor como si buscaran algo o a alguien.
—Pero... Que... —La mantis miraba estupefacta a Hollow, lo que había presenciado era casi imposible— Como... ¿Cómo hiciste eso?
—¡Mami es fuerte! —dijo Ali orgullosa.
—¿Mami? Pero si parece un chico, no puede ser una madre...
Hollow rodó los ojos ya cansado de la misma pregunta de siempre. Le dio un vistazo al lugar y notó a un gran número de bichos que lo miraban con miedo y suspicacia, todos estaban tan incrédulos como la mantis, él era un niño ¿En verdad un niño los había salvado? ¿Cómo lo hizo? ¿Acaso este pequeño era un caballero? ¿Una leyenda viviente? ¿Alguien a la altura de los 5 grandes?
De pronto Bretta pareció reconocerlo.
—¿Hollow? ¿Qué haces aquí? ¿Hornet está contigo?
—¿Este pequeño es conocido de Hornet? —Preguntó Sharpy.
—Es su hermano.
—Su... ¿Hermano?
Al parecer la habilidad de batalla venía de familia, el chico resultaba ser un digno hermano de la bestia roja. Sin embargo las cosas no se iban a solucionar tan fácil, porque entonces volvieron a entrar más bichos en armadura, la horda era interminable. Hollow se puso en guardia listo para pelear. Todos en la sala estaban impresionados de que un niño fuera a pelear contra enemigos tan poderosos y observaban la escena con fascinación, sobre todo Grimm quien no podía reprimir una siniestra risa ante tal vista.
Mientras tanto afuera, Hornet se paseaba de un lado a otro tratando de pensar en qué hacer. La estaba carcomiendo la culpa de no ir a rescatar a Bretta, pero su miedo a Grimm le impedía entrar, si ese maldito murciélago no estuviera, seguramente ya habría solucionado todo, le habría dado una paliza a los tipos malos y todo estaría bien... Bueno, quizás exageraba, pero se tenía confianza y se creía capaz de solucionarlo todo.
El agua cayendo sobre su cabeza tampoco le ayudaba a enfriar las ideas y pensar en alguna solución al problema, aun así ponía todo su empeño en pensar en algún plan, pero nada venía a su mente. Quizás su única solución era presentarse a la batalla y tratar de enfrentar su miedo al murciélago, si se había acostumbrado a Ali, quizás podría hacer algo respecto a Grimm, aunque era difícil, esa bestia era enorme e intimidante, además de poderosa y peligrosa, lo peor es que parecía disfrutar atormentarla. Suspiró apesadumbrada, no había nada que hacer.
De pronto sintió una mano en su hombro, como ya estaba bastante nerviosa reaccionó de forma refleja y sacó su aguijón tratando de ensartarlo en aquel que la había tocado. El desconocido esquivó el ataque dando un salto hacia atrás, entonces Hornet esta vez se dio el tiempo de observarlo mejor y se dio cuenta de que no era tan desconocido, aunque no podía recordar donde lo había visto.
—¡Ja! Nos volvemos a encontrar bestia roja —dijo Sting, la langosta que buscaba revancha por todas las humillaciones que le había hecho pasar Hornet.
—¿Y tú quién eres? —Preguntó la chica fastidiada.
—¿Aún no eres capaz de recordarme? Pues que esta vez no se te olvide mi nombre. Soy Sting, un poderoso guerrero, el más fuerte de todo Hallownest, un ser de tal poder que incluso los legendarios 5 grandes pali...
—¡Eres el tipo que me prometió el emparedado de Baldur la otra vez en el bar!
—¿Por lo único que me recuerdas es por el maldito emparedado?
—Sí... Me dio mucha pena no poder comérmelo, pero me surgió una emergencia y tuve que irme del bar ¿Has venido a comprarme uno de todas maneras?
Hornet parecía tener un talento especial para enfurecer a Sting, pues este sacó su aguijón lleno de rabia.
—¡Bastarda! ¡Voy a acabar contigo! ¡Te aplastaré de tal forma que ya nunca más olvidarás quien soy!
—Lo siento pero ahora no tengo tiempo, estoy en medio de una emergencia y no puedo atenderte, quizás otro día te pueda patear el trasero.
—Tú....
Y antes de que Sting pudiera hacer cualquier cosa, fue aplastado por un escarabajo Goliat que salió de quien sabe dónde que terminó estrellándose contra un edificio, que bueno que las construcciones de la Ciudad de las Lágrimas eran las más fuertes del mundo y aguantaban de todo. Hornet inspeccionó al insecto inconsciente y se dio cuenta de que era de los mismos tipos que estaban persiguiendo a Tobu para recuperar la vasija de Alma que se robó, lo cual significaba que ella debía andar cerca.
—¡Hola cariño! ¿Me extrañaste? —La araña apareció a sus espaldas confirmando sus sospechas.
—¡Tobu! ¿Todavía no te deshaces de esa cosa?
—Pero es mío ¿Por qué lo botaría?
—¡No es tuyo! ¡Lo robaste! ¡Robar está mal! ¡Entiéndelo! ¡Devuélvele el frasco a sus dueños!
—Ño, es mío. —En ese momento sintieron un alboroto que se acrecentaba con cada momento, un grupo de escarabajos Goliat se dirigían corriendo hacia ellas como una estampida de bichos listos para aplastarlas—. Ay caramba, creo que es hora de volar de aquí.
Pero antes de que la araña pudiera hacer cualquier movimiento, Hornet saltó sobre ella y empezó a luchar para quitarle el frasco.
—¡Hornet suéltame! —Gritaba Tobu—. ¡No me quites mi recuerdo! ¡Es mío! ¡Suelta!
—¡Que no es tuyo! ¡Te voy a dar tu merecido para que dejes de andar robando cosas! —El ruido de los escarabajos cada vez era más fuerte.
—¡Hornet! ¡Los escarabajos se acercan!
—Pues que vengan y nos atrapen, a ver si así pagas por todas tus fechorías de una vez por todas. —Los insectos no hacían ademán de detenerse.
—¡No se van a detener! ¡Debemos salir antes de que nos aplasten!
—No me engañarás Tobu, sé que esto es otra treta tuya para escapar.
—¡Esta vez lo digo en serio! ¡Debemos salir de su camino!
Dentro de la librería, nuevamente, las cosas se estaban complicando. Hollow había logrado despachar a un buen número de insectos, aunque a diferencia de los dos mercenarios y Sharpy, él había tratado de dejarlos inconscientes en lugar de matarlos, había decidido adoptar la misma política de Hornet de no matar a un bicho a menos que pretendiera comérselo, esto requería más esfuerzo, pero aun así había salido airoso.
Fue entonces que llegó el desafío más grande de todos. Cansado de ver a sus súbitos caer uno por uno, el líder del grupo terrorista se presentó él mismo en la librería. El insecto se trataba nada menos que de una libélula hembra, la cual parecía sumamente poderosa.
—¡Naira! —Gritó el gobernador desde su escondite junto a Bretta.
—Jum —la insecto la miró con desprecio—. Bicho débil, patético y cobarde, escondiéndote detrás de tus guardaespaldas, alguien como tú no tiene el derecho de gobernar Hallownest.
—No estoy pretendiendo gobernar Hallownest —se defendió el pececillo—. Solo realizo labores administrativas para mantener funcionando correctamente la Ciudad de las Lágrimas, es un trabajo como cualquiera, incluso tengo sueldo fijo.
—No me importa, como sea eres un obstáculo para permitirme reclamar el trono y por eso debes perecer —la libélula bajó la mirada y clavó sus ojos en el caballero—. Vete de aquí niño, esta no es tu batalla. Por lo que veo nada tienes que ver con este asunto, no te metas en peleas ajenas, te prometo que no mataremos a nadie que no sea esa escoria de allí.
Durante un momento Hollow consideró la oferta, el daño era mínimo y la vida del arqueognato no le interesaba demasiado, además, Hornet siempre se estaba quejando de que se metía en demasiados problemas por ayudar a bichos con los que no tenía nada que ver. Quizás por una vez sería bueno ignorar todo y dejar que las cosas siguieran su curso.
—¡Por favor no me abandones pequeño caballero! —Rogó el gobernador— ¡Te pagaré bien si me salvas la vida!
Esto sí le interesó a Hollow, si la paga era buena terminarían de pagar el techo de la casa y saldrían de sus deudas. Entonces con determinación se puso en guardia listo para pelear.
El ambiente era tenso, la libélula sacó su propio aguijón, uno grande y lleno de partes filosas, el simple hecho de manejarlo parecía peligroso. Hollow se quedó quieto aguardando su movimiento, la mantis y la mariposa miraban la escena en silencio, Mik medio muerto también contemplaba el preámbulo de la batalla pensando en lo genial que se veían los dos ahí. Los insectos inocentes que se encontraban al fondo de la librería escondidos casi contenían el aliento ante la expectación y el gobernador temblaba de miedo en su sitio, sin embargo un afectuoso apretón de manos de parte de Bretta de alguna forma lo tranquilizó.
Desvió su mirada hacia la escarabajo y esta puso sus ojos compasivos en él.
—Todo saldrá bien —dijo de forma dulce.
El arqueognato solo asintió en silencio deseando que la chica tuviera razón.
Ali volaba a una distancia prudente de Hollow aun cargando el ramo de flores que Hornet había olvidado, estaba tan metida en la batalla que ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de su padre, en realidad nadie había reparado en el murciélago que se encontraba en un rincón teniendo su propia fiesta de te personal junto a su sirviente.
—Fascinante, mucho suspenso, acción pero... Aún puede ser más interesante —dijo el murciélago con una siniestra sonrisa para luego darle un sorbo a su té.
Grimm chasqueó los dedos y en medio del campo de batalla, apareció una flama carmesí, tan ardiente y tan roja que se vieron obligados a cerrar los ojos en primera instancia, entonces de forma tan repentina como apareció, el fuego se apagó, dejando detrás de si a uno de los seguidores de Grimm, el siguiente portador de la antorcha.
Hollow miró al individuo nervioso, esto estaba mal, muy mal. Justo en ese momento notó que Grimm estaba en una esquina comiéndose un pastelillo y mirándolo de forma malévola. Hollow sintió la rabia arder en su estómago, ese maldito murciélago ¿cómo podía hacerle esto? ¿Cómo podía imponerle una batalla contra un portador de la antorcha en un momento como ese? ¿Cómo podía interrumpir un encuentro tan importante? ¿Cómo podía estar tomando té y no ofrecerle ni siquiera un pastelillo?
En insecto enmascarado soltó una de sus risas burlescas y miró con placer a la libélula que parecía más confundida que asustada ¡Ja! Pobre criatura, pronto le haría probar el verdadero terror. El bicho agitó su antorcha preparado para soltar sus letales flamas, cuando una estampida de escarabajos Goliat entró corriendo por la puerta aplastándolo en el camino.
Sí, aquello había sido muy inesperado.
El grupo de escarabajos corrió sin mirar por donde iba y solo se detuvo cuando chocó con la pared del fondo de la librería, formando una pila de cuerpos inconscientes, afortunadamente durante su carrera no arrollaron a nadie más que al bicho enmascarado, por lo que no pasó la gran cosa.
Grimm miró la escena sin poder creer lo que acababa de pasar, sin duda eso era un giro argumental sorprendente, mordió una galleta para reponerse.
De pronto, de entre medio de la montaña de escarabajos, salió Hornet medio apaleada y jadeando, en una mano llevaba a Tobu quien aún medio inconsciente no soltaba el frasco de alma, y en la otra mano llevaba al seguidor de Grimm completamente derrotado. Tiró al bicho de la túnica al piso y este inmediatamente comenzó a ser consumido por el fuego.
Ali miró la escena con fastidio, no tenía ganas de participar del ritual ahora pero ni modo, papá estaba presente y no quería hacerlo enojar. Le dejó el ramo de flores que todavía tenía a Hollow y voló hasta el bicho caído donde procedió a devorarlo.
Igual que la última vez que Grimm estuvo presente durante el ritual, invocó una cortina de fuego para ocultar el desagradable espectáculo de Ali consumiendo el fuego, de tal forma que la desaparición del bicho terminaba pareciendo un mero acto de magia para deleitar al público, aunque en esa situación tan tensa que vivían, nadie estaba para disfrutar un espectáculo de ningún tipo.
—Yo ya no entiendo nada —dijo la Zigena recogiendo al herido Mik y abrazándolo de forma protectora—. ¿De dónde salió ese grupo de bichos y quien es la chica vestida de rojo?
—¡Hornet! —Gritó Bretta corriendo a abrazar a su amiga, sabía lo poderosa que era y confiaba en que estaría segura con ella.
—Llegué... Te dije que vendría —contestó la guerrera agotada.
—¡Pero bueno! ¿¡Qué es toda esta mierda!? —Gritó la libélula furiosa—. ¡Ya basta de distracciones! ¡Tú gobernador debilucho vas a morir ahora!
Hornet miró a la insecto con bastante molestia. Con un leve vistazo notó el destrozo de la librería, a Sharpy herida y a Bretta medio temblando de miedo, todo había sido culpa de esa idiota ¡Maldito día asqueroso! ¡Todo por culpa de la libélula loca!
Escuchó unos quejidos y notó que Tobu poco a poco recuperaba la consciencia luego del golpe que había recibido, entonces rápidamente le arrebató el frasco de alma y se lo arrojó a la líder terrorista. Esta por reflejo atrapó el frasco sano y salvo entre sus manos, entonces Hornet gritó.
—¡Despierten! ¡Allí está la ladrona! ¡Ella tiene el frasco! ¡Deténganla antes de que escape!
—¿Qué? —Dijo Nairi confundida.
Entonces los escarabajos Goliat se pusieron de pie y corrieron hasta donde estaba la libélula con sus garrotes en alto y la molieron a palos mientras le quitaban el frasco. Posteriormente con el tesoro ya recuperado, el grupo se retiró asegurándose de llevarse a la "ladrona" para hacer caer la justicia sobre ella.
Hollow ladeó la cabeza confundido mientras miraba al grupo alejarse, él tampoco entendía nada pero no solía cuestionarse demasiado las cosas. Silenciosamente caminó hasta su hermana y le dio un abrazo feliz de que estuviera bien.
—Sí Hollow, no te preocupes, ya pasó todo —dijo Hornet acariciando la cabeza del mejor.
—Oh vaya... En verdad son hermanos —dijo Sharpy poniéndose de pie y caminando con dificultad hasta Hornet—. Dios... Esto duele como no te imaginas, pensaba retarte a un duelo hoy pero creo que no seré capaz de soportarlo.
—Yo tampoco estoy como para tener ninguna pelea ahora, ya fueron suficientes emociones para mí, ahora solo quiero relajarme.
Pero las emociones aún no acababan para Hornet. Un escalofrío le recorrió la espalda al sentir a alguien detrás de ella, un individuo alto, con una característica mirada roja que le ponía los pelos de punta.
—Nos volvemos a ver princesa carmesí —dijo Grimm con una sonrisa siniestra.
El grito de terror que lanzó Hornet remeció a todos en el lugar, incluso terminó de despertar a Tobu de su inconsciencia.
Justo por esos momentos, Sting que seguía empeñado en tener una revancha contra Hornet entró en la librería buscando a la bestia roja, pero ante de que pudiera abrir la boca para decir cualquier cosa, sintió a la chica chocar contra él y cayó al piso, entonces pudo ver como la mestiza se aferraba a él llorando y temblando de miedo.
—¿Bestia roja? Pero que...
—¡Murciélago! ¡Murciélago! —Lloraba Hornet.
La langosta confundida miró al grupo de insectos que estaban en la habitación, la mayoría se veían tan extrañados como él.
—Bueno, creo que ya fue suficiente diversión por hoy —dijo Grimm riendo con superioridad, entonces se dirigió hacia Ali— Mi dulce doncella, el orgullo que me invade al contemplar tu poder solo es superado por el afecto que te profeso, sigue así pequeña, pronto el fuego carmesí será tu siervo y ascenderás como reina. —Luego de eso se dirigió hacia su sirviente—. Brumm, nos vamos. No olvides recoger la basura y quiero que cuando lleguemos me prepares la tina, además necesito los servicios de Bucket, por favor contáctalo, también.... —Y así una larga lista de peticiones que no hicieron más que abrumar al pobre bicho.
Grimm salió de la tienda sin siquiera dirigirle la mirada a la langosta que trataba de sacarse a Hornet de encima que no paraba de llorar del miedo.
—¡Pero qué le pasa a esta loca!
—Tiene fobia a los murciélagos por lo que veo —dijo Tobu acercándose—. A ver cariño, suelta a esa langosta gruñona y ven aquí.
Con cuidado y paciencia la ladrona logró desprender a Hornet de Sting, entonces la abrazó protectoramente buscando reconfortarla.
—Ya, ya, tranquila, ya pasó todo, ese feo murciélago ojos de cereza se fue, no hay nada que temer.
Poco a poco Hornet comenzó a calmarse y a dejar de llorar, hasta terminar con un ligero hipo. Sting solo la miraba cada vez más irritado.
—¡No lo puedo creer! ¡La famosa bestia roja con la que tanto anhelaba luchar resultó ser una mocosa llorona! ¡Esto es imposible!
—Pero... Snif... Esta mocosa llorona... Snif... Te pateó el trasero dos veces —contestó Hornet aun secándose las lágrimas. La langosta la miró furiosa.
—¡Suficiente! ¡Ya estoy harto! No quiero saber más de guerreros ni de mercenarios ¡Y ya no me interesa ser el más fuerte! Me regreso al campo con mis padres ¡Adiós!
Y dichas estas palabras, el insecto se fue indignado.
—¡Imbécil! —Le dijo Hornet antes de que se alejara demasiado como para no oírla.
Lo que siguió fue historia.
El gobernador dijo que se haría cargo de la reparación de la librería además de algunos gastos médicos de los afectados por el ataque, también no olvidó su promesa y le pagó a Hollow una buena suma de dinero con lo cual la deuda del techo finalmente quedaría saldada.
La firma de libros obviamente quedó suspendida, pero afortunadamente aquello no quedó como publicidad negativa para Bretta, muchos insectos esparcieron la noticia de la increíble historia que había ocurrido cosa que despertó bastante curiosidad en el público y muchos se acercaron a conocer a la autora solo por eso.
Finalmente, Hornet tuvo un momento de tranquilidad con Bretta para entregarle el ramo de flores que le había comprado, agradeció a Ali el que lo hubiera guardado con tanto celo. Breta recibió el obsequio sumamente feliz y casi con lágrimas en los ojos.
—Gracias Hornet —dijo la escarabajo oliendo las flores—, todo esto no hubiera sido posible sin tu apoyo, sin ti jamás me hubiera atrevido a escribir ni a compartir mis historias, ni habría vivido estas experiencias. ¿Puedes creer que muchas personas hasta me agradecieron por escribir mi historia? Yo... Estoy muy feliz, jamás pensé que la gente podría aceptarme así.
—Tienes un interior muy hermoso Bretta, era obvio que a la gente le gustarías.
—Gracias —dijo la escarabajo algo sonrojada— Yo... También tengo un obsequio para ti —La escarabajo sacó de una bolsita que tenía junto a ella un libro de edición limitada, el cual había firmado expresamente para Hornet—. Esto es para ti, pensaba dártelo cuando te viera.
—Gracias —dijo Hornet feliz.
—¿Y para mí que hay? —Dijo Tobu ilusionada.
—¡Para tí nada maldita ladrona! —dijo Hornet endureciendo su semblante inmediatamente.
—Hey, eso no es justo, si las cosas terminaron bien fue gracias a mí y a mi fabuloso ejército de escarabajos Goliat.
—¡Ellos no eran tu ejército! ¡Eran tus perseguidores! Y mira... Ya no me quiero acordar de todo eso, solo vamos a casa ¿De acuerdo? Agg... Esta araña es imposible.
El grupo se movió hasta Bocasucia, donde luego de charlar un rato más, todos se despidieron y cada quien se fue a su respectivo hogar. Aquella noche Hornet estaba exhausta y lo único que hizo fue cerrar los ojos y quedarse dormida, ni siquiera se movió mucho durante su sueño.
Al día siguiente, comenzó su rutina diaria sin ninguna novedad destacable, sin embargo, pronto comenzó a echar en falta algo, un objeto que había recibido apenas el día anterior.
—Hollow ¿Has visto el libro que me autografió Bretta? No lo encuentro.
Y jamás lo encontraría.
En una meseta pequeña en los acantilados aulladores, una araña se encontraba tomando el sol y sintiendo el viento en el rostro. aquello normalmente era suficiente para calmarla y ponerla de buen humor, pero en esta ocasión eso no bastaba, por ello se encontraba desquitando sus frustraciones en un libro. Enterraba sus patas en cada página y las rasgaba sin piedad, destrozando el papel y arruinando el libro para siempre, Los retazos de hojas eran llevados por el viento para perderse en tierras lejanas donde jamás serían leídos.
—Bretta es genial, Bretta es linda, Bretta es encantadora —murmuraba Tobu para sí misma—. Todo porque escribe bonito, pero a la pobre Tobu nadie la quiere, todo porque le gusta coleccionar cosas que se "encuentra por ahí". Ni un agradecimiento por haberla consolado o por llegar con mi ejército de escarabajos salvadores, malagradecida princesa hija de gusano casquivano...
Arrancó tres páginas más y las arrojó al viento, las observó flotar por el aire hasta que se perdieron de vista.
—Aaahh.... —Suspiró—. Desquitarse con un libro en realidad es estúpido —hizo una breve pausa en la que miró el texto destrozado que tenía entre las patas, entonces arrancó otra página—. ¡A quién le importa! De todas formas las historias de amor son aún más estúpidas.
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