Niña Rebelde
Para la mayoría de los insectos, Nido Profundo podría ser un lugar siniestro, peligroso y aterrador, pero allí Hornet se sentía como en casa. Amaba ese lugar y lamentaba no haberlo visitado en tanto tiempo.
Últimamente pasaba casi todo su tiempo en Bocasucia, bajaba nada más para recoger carretes de hilo y luego de iba, pero finalmente había decidido ir a su casa en las profundidades para relajarse un rato, necesitaba arreglar el desastre que tenía en la cabeza.
La particular despedida de Tobu la había alterado mucho, todavía debía luchar contra las ganas de molerla a golpes cada vez que pensaba en ella. Por eso pensó que pasar unos días bajo tierra le sentaría bien, por supuesto Hollow y por consiguiente Ali habían venido con ella.
Ahora se devolvía a Poblado Distante luego de una fructífera cacería, esperaba preparar un sabroso estofado para todos y por la tarde empezar a practicar para tejer su tapiz. Se encontraba de muy buen humor, Pero tristemente pronto terminaría muy enojada.
Cuando llegó a casa y abrió la puerta, se encontró con un espectáculo caótico. Hollow estaba en su estado de sombra llorando en un rincón, mientras que Ali se encontraba peleando con el rey pálido quien trataba de quitarle la máscara de Hollow.
—¡Pero qué rayos pasa aquí!
El grito de Hornet dejó a todos paralizados en su sitio, lentamente todos giraron la cabeza para ver a la recién llegada quien lucía furiosa.
Hollow se encogió convirtiéndose casi en una pelota de sombras, el rey pálido huyó de la escena desvaneciéndose y a Ali se le cayó la máscara de Hollow que tenía entre sus fauces.
Hornet sin decir una palabra, caminó hasta Ali y recogió la máscara del suelo, entonces se la pasó a su hermano quién inmediatamente entró en ella y recuperó su forma física, entonces tomó su capa que también estaba en el piso y se la puso.
—Bien ¿Ahora me explicarían que fue todo este escándalo?
—..... —señaló a Ali, luego su máscara y entonces abrió sus brazos simulando fauces.
—¿Y tú dejas que te quite tu máscara así de fácil?
—.....
—Hollow se supone que tú eres su "mami", al menos debería respetarte, no puedes dejar que haga lo que quiera contigo. Y a todo esto ¿Por qué se enojó contigo?
—.......
—¿Visitar a Ogrim? —Un escalofrío recorrió la espalda de la mestiza—. No es un lugar que me agrade pero si a ti no te importa el olor... —Dirigió su vista hacia la murciélago—. Ali, si tú no quieres ir donde Ogrim puedes quedarte aquí conmigo, no hace falta que ataques a Hollow.
—¡No! —Gruñó la niña—. Si yo no quiero ir, gyaaarg, mami tampoco va.
Hornet la miró sorprendida por semejante respuesta.
—¿Cómo que si tú no quieres Hollow no va? Ali, tú no eres su dueña, él tiene derecho a visitar a sus amigos si quiere.
—Mami es mío.
—¿Qué?... Ali... Esas actitudes posesivas no son nada saludables, ni siquiera las parejas deberían ser así de celosas. Hollow ahora va a ir a visitar a Ogrim. Si tú no quieres ir te quedarás aquí, pero no le vas a impedir visitar a sus amigos.
—¡No! —Gruñó Ali cada vez más molesta—. Mami es mío y hace lo que yo diga ¡Gyaaaaaarg!
—Mocosa malcriada... Ese odioso padre tuyo te está criando como un monstruo...
—¡Gyaaaaaaargg!
Indignada por escuchar a Hornet hablar mal de su padre, la pequeña voló y mordió uno de sus cuernos, los cuales a diferencia de los de Hollow que solo eran parte de una máscara, sí tenían sensibilidad y vaya que le dolió el mordisco. La guerrera se agitó tratando de quitarse a la niña de la cabeza, hasta que finalmente terminó soltándole un manotazo que la arrojó al piso.
Ali se levantó y miró a su tía sobarse el cuerno con lágrimas asomando de sus ojos. Entonces asintió satisfecha, se merecía ese castigo por hablar mal de su papi, además no tenía derecho a cuestionarla, ella era quien mandaba allí, su papi lo había dicho, ella estaba siendo criada para ser una reina. De pronto notó la penetrante mirada de Hornet, parecía que la quemaba, era un cúmulo de ira.
—¡Estás castigada! —Gritó la guerrera— ¡A la cama sin cenar!
—¿Gyaaaarg? ¡Nooo!
—Sí, estás castigada. No sé qué te pasa. Siempre fuiste algo caprichosa pero antes te comportabas mejor, últimamente andas insoportable y demasiado celosa con Hollow. Espero que esto te enseñe a portarte bien y a respetar a tus mayores.
—¡No! —Gritó Ali de forma testaruda.
—No que.
—Yo como igual.
Hornet no se anduvo con rodeos, no iba a permitir que esa mocosa desafiara su autoridad, tanto porque su carácter fuerte la hacía actuar así, como por el hecho de que consideraba importante disciplinar a la murciélago.
Sin temer excederse, sacó su aguijón y desafió a la cría.
—Mira mocosa, aprenderás a respetarme a la fuerza si es necesario. No te dejaré probar bocado alguno, si quieres intentarlo deberás derrotarme. De todos modos en este mundo aquellos que son poderosos son los que se imponen a los demás, mientras seas una cría que necesita ser protegida y que no caza por su cuenta, ni sueñes con que podrás mandar a alguien.
Ali escupió una bolita de fuego indignada. Ella no era nada tonta y sabía que aún con sus poderes de fuego no podría derrotar a Hornet en una pelea, era demasiado rápida, tendría suerte si lograba acertarle un ataque o dos y en ese intertanto ella podía aplastarla. Sin embargo no quería dar su brazo a torcer y reconocer que tenía que obedecerla, por eso gruñó frustrada y voló por encima de la guerrera para salir por la puerta.
—¿Eh?
Hornet pareció extrañada ante esta conducta de la cría, ella suponía que terminaría rindiéndose y pidiendo perdón. Su idea era que reconociera su error para poder levantarle el castigo y dejarla comer, le parecía criminal dejar a un retoño sin alimento. Sin embargo Ali desafió todas sus predicciones y continuó con su rebeldía escapando de casa.
—¡Ali! ¡Vuelve aquí! —Le gritó Hornet desde la puerta de la casa.
—¡No! Gyaaaaaarg —Gruñó con determinación—. Yo no me queda sin comer, voy a cazar.
—¿¡Que!? ¡Ali! ¡Esto es Nido Profundo! ¡Es peligroso vuelve aquí!
—¡No! Yo no vuelvo. ¡Tía Horny fea! ¡Mami fea! ¡Gusano casquivano feo!
—¡Maldita araña que le enseñó cosas raras a Ali! —Gritó el rey pálido apareciendo junto a Hornet.
La pequeña no esperó que nadie dijera nada más, se dio media vuelta y se alejó de poblado distante rubo a las peligrosas cuevas de la zona.
Ali alcanzó a escuchar detrás de ella algunos ruidos metálicos y otros sonidos, estos le indicaban que tía Horny y su mami la estaban siguiendo, pero ella no pensaba dejarse atrapar, por eso aleteó más rápido y se internó en las cuevas doblando por cada recoveco estrecho e intrincado que pillaba. Pronto los pasos de sus perseguidores comenzaron a sonar más lejanos, hasta ser ahogados por los chillidos y golpes de las demás criaturas que habitaban ese antro de bestias.
No pasó mucho rato hasta que Ali despistó por completo a Hollow y Hornet, su capacidad de volar le brindaba mucha ventaja a la hora de escapar. Una vez se vio sola, su cabeza se enfrió y pudo pensar sin dejarse llevar por la rabia, entonces se dio cuenta del lío en el que se había metido. Se encontraba en una de las zonas más peligrosas de todo el reino, sin nadie que la defendiera y a merced de todas las bestias salvajes del lugar.
Por un momento consideró la idea de ponerse a llorar y gritar para que vinieran a buscarla, pero luego la rechazó, hacer eso sería darle la razón a la tía Horny, demostraría que era una cría débil que necesitaba ser protegida y por ello no tenía derecho a mandar.
Pero no, las cosas no podían ser así, su padre le había dicho que ella sería una reina, la había criado para eso. Cuando vivía en la compañía de su padre, todos los bichos del lugar la reverenciaban, complacían cada capricho suyo y nadie osaba levantarle la voz y cuestionarla. El único al que debía obedecer era su padre por obvias razones, pero con los demás podía hacer lo que quisiera.
Claro, su situación cambió mucho cuando pasó a estar al cuidado de su guardián, pero su padre ya le había advertido, el mundo era un lugar hostil y los insectos que vivían fuera de la compañía unos torpes vulgares, probablemente les costaría poder complacer sus necesidades, así que le pidió que tuviera paciencia. Y ella fue paciente.
La familia que la acogió estaba lejos de ser elegante, o de cumplir con sus estándares de calidad. La casa donde vivían era acogedora pero todos los muebles eran de segunda mano y bastante feos para su gusto. Si bien se preocupaban de sus requerimientos mínimos, tampoco es que cumplieran todos sus deseos. Pero aguantó todo eso porque su padre le dijo que era necesario, tenía que soportar a esos sucios seres inferiores si quería completar el ritual y reclamar el poder que le pertenecía.
Sin embargo con el pasar del tiempo, comenzó a cogerle cariño a esos torpes insectos plebeyos, aún con su falta de elegancia y la brutalidad que a veces exhibían, los quería y estaba feliz con ellos. Era por este afecto que se aguantaba los regaños de la tía Horny y perdonaba los desatinos de su guardián. Pero por mucho que los quisiera, habían cosas que simplemente no podía soportar, una de ellas era que su "mami" amara a alguien por sobre ella.
Luego de que había escuchado de esa tal Myla, cierta inseguridad se había instalado en el corazón de Ali. Tía Horny había dicho que era la chica que le gustaba a Hollow, no tradujo la parte en la que explicaba qué había sido de ella pero no le importaba, mientras más lejos se mantuviera esa criatura sería mejor. Aun así la simple idea de que su mami quisiera a otra persona, aunque esta estuviera en otro lado la aterraba, Hollow le pertenecía, debía quedarse a su lado para siempre y ser su sirviente, así como Brumm era el sirviente de su padre, la situación era antinatural.
A pesar de todo, las cosas podrían haberse solucionado fácilmente conversando. Si Ali hubiera preguntado abiertamente a Hollow a quien quería más, si a Myla o a ella, él hubiera contestado directamente que a ella, además le habría explicado que Myla ya estaba muerta, cosa que la habría dejado más tranquila.
Pero Ali era demasiado joven como para tomar una actitud así de madura, esto sumado a su carácter impetuoso y a que en su hogar anterior solo se habían dedicado a malcriarla, hizo que tomara la actitud más nociva posible, poniéndose rebelde, agresiva y sobre todo, posesiva.
Ahora estaba en un estado de negación rechazando toda autoridad. Ya había decidido que nadie más iba a mandarla, ella era la futura reina, los patéticos insectos deberían obedecerla a ella, empezando por Hollow.
Pero ahora sus preocupaciones eran otras, estaba absolutamente sola en una cueva de Nido Profundo, rodeada de bestias peligrosas y sin nadie para protegerla. El lado bueno era que podía reconocer ese lugar, Ali siempre tuvo buena orientación y era difícil que se perdiera, por lo tanto se sentía capaz de regresar a la casa en Poblado Distante desde ese punto, sin embargo ¿Debería hacerlo? ¿Acaso debería volver derrotada con el rabo entre las piernas para que siguieran haciendo lo que quisieran con ella? ¡Claro que no!
Ali ya tenía bastante control sobre el fuego y sus ataques ardientes ya se habían vuelto muy peligrosos, se las arreglaría sola. Dejaría a su guardián sufriendo por su ausencia, de hecho si su padre se enteraba de su desaparición mucho mejor, así lo castigarían.
Ahora que estaba por su cuenta, lo primero que la murciélago debía hacer era procurarse alimento. Había tenido la brillante idea de escapar de casa justo a la hora de la cena, por lo que tenía bastante hambre. Tenía confianza de que sería capaz de cazar alguna presa, ya lo había hecho antes, claro bajo supervisión adulta, pero no podía ser tan distinto el hacerlo sola.
Comenzó a recordar las lecciones de cacería que le había dado la tía Horny, el primer paso siempre era ubicar una presa que fuera capaz de derrotar, muchos cazadores habían sucumbido por evaluar mal a su víctima o sobre estimar sus propias habilidades.
Ali decidió ser cuidadosa y elegir una presa sencilla, en su caso una necrocría. Eran seres similares a las arañas, pero de acuerdo a Hornet pertenecían a una raza inferior que nada tenía que ver con las tejedoras, por lo tanto no se consideraban gente y tenía permitido comerlas.
La murciélago sacudió la cabeza regañándose mentalmente por seguir el código moral impuesto por Hornet. Se suponía que ella tenía el derecho de cazar la presa que se le antojara, eso había dicho su padre, ahora nadie la vigilaba, podía comerse a quien quisiera... Aunque debía admitir que luego de convivir tanto tiempo con otros insectos, la idea de comerse a alguien que fuera persona le resultaba repulsiva. Suspiró derrotada y decidió no cuestionarse más las cosas, de todas formas en ese momento carecía de la capacidad para cazar algo mayor que una necrocría.
No le costó mucho cazar su presa, solo tuvo que hacer un par de cálculos mentales y arrojar una bola de fuego en el lugar y momento precisos y con eso tuvo lista la cena. La murciélago bajó a tierra para comer su presa lo más rápido posible, según le había explicado la tía Horny, cuando lograbas obtener comida, luego te tocaba defenderla de oportunistas que desearan un bocadillo gratis.
Ali comió con algo de disgusto, las necrocrías no eran para nada su comida favorita, además de que estaba acostumbrada a platillos más refinados, cocinados y aderezados con especias, un lujo que para ella se había vuelto algo normal.
A pesar de todo estaba conforme con la hazaña de cazar por ella misma absolutamente sola, ya era toda una cazadora, su padre estaría orgulloso. No necesitaba de nadie para valerse por sí misma, tenía el poder para cazar, ahora solo necesitaba el poder para someterlos a todos.
La pequeña estaba tan absorta en sus propios pensamientos y tan ocupada comiendo su presa que terminó olvidando una de las lecciones primordiales que le había dado la tía Horny, jamás bajar la guardia.
Para que un ser sea autosuficiente debe cumplir con dos requisitos: Ser capaz de proveerse alimento por sí mismo y ser capaz de protegerse. Quizás Ali ya había cumplido con la primera condición, pero aún estaba lejos de poder defenderse de una amenaza grande y tristemente para ella, mientras estaba distraída comiendo, no notó a un par de guerreros que la acechaban por detrás, solo se dio cuenta cuando ya fue demasiado tarde y la noquearon.
El Límite del Reino era un lugar muy agreste, un sitio donde solo los insectos más fuertes podían sobrevivir, donde cada alimaña parecía poseer una fuerza abrumadora que no dudaba en usar para aplastar a sus enemigos. Incluso el frío clima del lugar no era apto para los débiles, ¿Quién imaginaría que el último suspiro de un Wyrm sería tan largo? Llevaba años esparciendo cenizas por el lugar. De todos modos ya a nadie le importaba, la adaptación es una cualidad propia de los sobrevivientes y ellos ya estaban más que acostumbrados a las eternas cenizas que llovían en el sitio.
Pero en este valle hecho solo para los más fuertes, había un lugar donde la lucha por sobrevivir se llevaba hasta el punto más extremo, donde cada día las batallas que ocurrían no eran con el objetivo de comer o ser comido, eran con el simple propósito de entretener y ganar dinero.
El coliseo de los insensatos, el sitio más brutal, salvaje y (según algunos), estúpido de todo Hallownest. Había que ser un tonto para rechazar una existencia normal y arriesgar la vida voluntariamente en ese sitio, más sin embargo, ese tipo de tontos existía... Y por montones.
Diariamente eran muchos los bichos que acudían al coliseo para apostar sus vidas en batallas encarnizadas donde solo el más fuerte sobrevivía, sin embargo en el último año el número de insensatos que llegaba se había reducido. Se le atribuía esto al nuevo resurgir de Hallownest, antaño cuando solo existía la infección, muchos bichos perdían la esperanza y el deseo de vivir, sintiéndose atrapados en una vida sin sentido, por ello se inscribían en el coliseo ¿Que mejor manera de morir que en medio de una gloriosa batalla siendo aclamado por el público?
Pero esta situación ya no era tan común, los bichos se habían vuelto perezosos y débiles, embriagados por la vida fácil en la ciudad, llena de comodidades y carente de peligros. Bajo circunstancias normales a los habitantes del coliseo esto poco y nada les hubiera importado, si no fuera porque los guerreros comenzaban a hacerse escasos, con el asesinato constante de participantes y sin un suministro de nuevos reclutas las batallas parecían condenadas a acabar.
Algunos habían considerado la idea de hacer combates más deportivos que no culminaran con la muerte de alguno de los participantes, solo con su derrota, pero a quien sugirió eso lo tiraron por la ventana. Los que acudían y presentaban su jugoso dinero en el combate querían ver muertes, sangre, desmembramientos ¿Quién podría disfrutar de una pelea donde nadie muriera? ¡Pero qué basura!
Debido a esto, para poder mantener el coliseo funcionando, habían tenido que recurrir a medidas extremas e inmorales: Secuestro.
Diariamente se reportaba en Hallownest la desaparición de insectos, de toda especie y sexo. Nadie sabía quién hacía esto ni para qué, lo único que notaron es que preferían a individuos robustos, que practicaran algún tipo de actividad física.
Los secuestrados terminaban siendo prisioneros de batalla, condenados a luchar hasta morir o hasta hacerse fuertes y alcanzar un cierto rango dentro de la jerarquía del coliseo. Pues sí, tenían la promesa de que si alcanzaban un puesto dentro de los grandes guerreros del recinto, se les otorgaría la libertad, lamentablemente antes de llegar a eso podían pasar años, para cuando fueran libres quizás ya no quedaría nadie para esperarlos, o estarían tan obsesionados con las batallas que simplemente no podrían dejarlas. Esto había pasado más de una vez, la misma campeona del coliseo era un ejemplo esto.
Apodada la domadora de dioses, durante muchos años fue la criatura más implacable, despiadada y letal que hubiera pisado ese lugar. Temida y respetada, la reina indiscutible, aquella a quien todos le rendían respetos y se inclinaban al verla pasar, pero todo eso había acabado.
Desde el día en que ese extraño niño asesinó a su compañero, la domadora jamás volvió a ser la misma, luchar en solitario no era igual, ya no tenía la misma energía, ni la misma aura fiera, era solo un fantasma de lo que alguna vez fue, cosa que para nadie pasó desapercibida.
Algunos sintieron pena por la guerrera destrozada y la compadecieron, un pequeño retazo de piedad en aquel antro de desalmados. Pero otros solo vieron la posibilidad de retarla y aprovechar su vulnerabilidad para asesinarla y acabar con su reinado, sin embargo, hasta la fecha nadie había logrado matarla. Aún deprimida y sin su compañero, la hormiga parecía estar en un nivel superior a los guerreros comunes.
Por esos tiempos la hembra se cuestionaba su permanencia en el coliseo, sin su compañero la nostalgia y el deseo de regresar al hogar del que la arrebataron cuando joven regresaba ¿Pero acaso valdría la pena volver a su colonia? Quedaba en una tierra distante, casi no sobrevivió el viaje hasta Hallownest la primera vez... Aunque claro, las condiciones en la que sus secuestradores la tuvieron no fueron las óptimas, estaba enjaulada casi sin comida ni agua, así era difícil sobrevivir, aunque según sus captores era su filtro de calidad, solo los más fuertes sobrevivían y ellos necesitaban individuos poderosos.
Pero asumiendo que pudiera regresar a casa, el otro problema era si la aceptarían. Ya habían pasado muchos años, quizás la colonia hasta hubiera cambiado de reina, si no quedaba alguien que la reconociera la asesinarían por ser una intrusa, un final simplemente patético.
Ahora se encontraba tomando un té sentada en una banca mientras meditaba en sus posibilidades, otra cosa que debían considerar es que ya no era una jovencita, cada vez pelear se le hacía más complicado, un día las fuerzas no le alcanzarían y caería en batalla, aunque curiosamente morir así no le desagradaba tanto.
—Vaya vaya, pero si no es la famosa Tamy... Digo, la domadora de dioses —dijo una mariposa masculina caminando hacia ella.
Tamy frunció el ceño mientras sentía que se le amargaba el día, cuanto no odiaba a esa mariposa. Sobre todo porque ese cobarde nunca andaba solo, siempre era escoltado por alguno de sus esclavos mentales. En esta ocasión venía con uno de sus ciempiés favorito y por un guerrero que no había visto nunca.
—Lárgate Ben —dijo de forma seca dándole un sorbo a su té.
—Oh ¿Pero qué forma es esa de saludar al futuro campeón del coliseo? —Abrió sus alas dándose aires de superioridad
—Ya lo dijiste, futuro campeón, hasta que no lo seas, eres una mierda cualquiera.
—Grrr. Hormiga insolente, te haré rogar por piedad cuando te tenga en mis manos, disfrutaré tanto matarte... Será lento y doloroso. Ya lo imagino, primero te arrancaré esas feas patas leeentamente, luego...
—Suficiente. Ya cállate, me das asco.
—¿Asco?
—Y dudo que llegues a hacerme cualquiera de esas cosas que dices, como siempre te escondes detrás de tus marionetas ellas harán todo el trabajo.
—¿Tienes esa esperanza? ¡Pues sueña! Mis sirvientes están muy bien entrenados, ellos son capaces de cumplir cualquier orden que les dé al pie de la letra, en ese sentido son mucho mejores que la tonta criatura que tenías como compañero.
La domadora le arrojó su taza de té a Ben, pero antes de que esta pudiera alcanzarlo, su sirviente ciempiés se interpuso y destrozó la taza con las tenazas de su cola.
—¡Jo jo jo! ¿Te molestan mis palabras porque sabes que son verdad? tu compañero era estúpido, un sirviente sin cerebro del cual no podías tener mucho control. Admite que yo soy un mejor domador que tú, soy capaz de someter a cualquier criatura y tenerla comiendo de la palma de mi mano ¡Soy el rey de los domadores y futuro señor del coliseo!
—Mira imbécil, tú no estás ni cerca de ser un domador, esa magia tuya de control mental no se compara con el trabajo de un domador. Cuando nosotros sometemos a una criatura, esta nos será fiel hasta la muerte, nos obedecerá y nos protegerá con su vida por voluntad propia. No como esas marionetas tuyas que si por casualidad se llegan a liberar de ti, te arrancarán la cabeza.
—Afortunadamente eso no pasará, mi magia es fuerte y sus mentes débiles, ellos serán mis esclavos hasta el final de sus días.
—Si tú lo dices —dijo la domadora rodando los ojos, entonces fijó su atención en el guerrero desconocido que estaba junto a Ben— Oye... Por casualidad ese tipo que está junto a ti ¿También es tu esclavo? Parece una cochinilla.
—Oh sí, es una cochinilla, mi más reciente adquisición.
—¿Esto es en serio? ¿De verdad hipnotizaste una cochinilla?
—Bueno, sé que no son los insectos más fuertes que hay, no es el tipo de criatura en la que uno piensa cuando habla de guerreros, pero este tipo es muy rápido y maneja bien el aguijón, imagínate que...
—No lo digo por eso. Si bien las cochinillas no son muy fuertes son muy listas. No estoy muy segura de que tu magia mental vaya a funcionar bien con ella, no es una criatura inferior como esos ciempiés tuyos, es un ser de alto intelecto y mente fuerte, cuando menos lo pienses se libera y...
—¡Jamás! Eso no pasará, él es mi sirviente para siempre y pronto lo estrenaré en el campo de batalla. Prepárate domadora de dioses, pronto serás destronada, humillada y asesinada cruelmente.
—Sí lo que digas —dijo alejándose con expresión hastiada.
—¡Eso! ¡Huye! ¡Aprovecha tus últimos tiempos de vida!
La hormiga suspiró fastidiada, en serio odiaba a esa mariposa, tan presumida y estúpida. Aún le faltaba subir muchos niveles para tener siquiera la oportunidad de desafiarla. De hecho tenía muy pocos rivales últimamente, cosa que le aliviaba, en verdad ya no estaba en edad de pelear tanto, unos años atrás podía tener luchas todo el día sin quejarse, pero ahora más de dos combates al día la dejaban agotada.
De pronto sintió un escándalo en las cercanías. Dobló por una esquina siguiendo el ruido y llegó a una habitación donde tenían a las criaturas salvajes que arrojaban a los luchadores novatos. Allí vio a un par de tijeretas tratando de someter a una criatura bastante rara, jamás había visto algo como ese ser, negro, peludo, sin antenas, ojos rojos, alas membranosas ¿Qué sería eso?
Por la forma de su rostro y la composición de su cuerpo, notó que era una cría, pero aún con su tamaño les estaba dando problemas al par de bichos, quienes la tenían con un bozal y atada con cadenas. El problema con la cría parecía ser su misteriosa capacidad para producir pequeñas bolitas de fuego alrededor de ella, con las cuales atacaba a las tijeretas. Estas tenían que luchar para mantener a la bestia quieta mientras apagaban el fuego.
La hormiga suspiró abrumada por tanta estupidez, caminó alejándose del cuarto solo para volver después con un jarrón de agua entre sus manos, el cual arrojó a la criatura alada dejándola empapada. En cuanto la murciélago se vio mojada, la miró aterrorizada, pues ya no podía producir fuego, entonces comenzó a volar con todas sus fuerzas tratando de zafarse de sus cadenas.
Sin embargo la lucha de Ali fue cortada de golpe en cuanto la domadora le puso las manos encima y la aplastó contra el piso, le aplicó tal fuerza que la pobre tuvo problemas para respirar.
—¡Oh! ¡Señora Tamy! —dijo una de las tijeretas feliz de recibir la ayuda de la domadora.
—¿Qué rayos es esta cosa? —Preguntó la hormiga.
—Pues... No lo sabemos. La encontramos mientras cazábamos en Nido Profundo. Nos pareció interesante su capacidad para producir fuego y pensamos que sería útil en el campo de batalla, pero es más complicada de manejar de lo que parece, a pesar de ser una cría.
—No es complicada. —Dijo Tamy viendo como la pequeña se esforzaba por respirar—. Solo hay que saber cómo hacer las cosas.
—Oh, por supuesto. Una profesional como usted debe saber cómo manejar estas cosas —contestó la insecto en tono meloso—. ¿No le interesaría domar y entrenar a esta criatura?
—¿¡Que!? ¿Esta cosa?
—Sí, es una gran idea —dijo la otra tijereta—. Ya que Godofredo no está, este bicho podría ser su reemplazo, esa capacidad de producir fuego podría serle útil.
—No estoy interesada en tener que empezar con una nueva bestia.
—Pero Tamy, mírala, tiene mucho potencial.
La domadora posó sus ojos en la criatura, no parecía nada extraordinario, pequeña, delgada, seguro que dependía mucho de su fuego y tenía poca capacidad física. Además con un vistazo podía decir que había tenido una vida bastante sencilla, casi no habían cicatrices en su cuerpo, alguien debió protegerla y cuidarla, quizás su madre, era un ser patético.
Sin embargo hubo algo en la murciélago que captó su atención, el brillo de sus ojos, pero no era el brillo de la flama escarlata, era el brillo de su voluntad y su orgullo, la arrogancia que desprendía su mirada la cautivó, sería hermoso quebrarla, someterla y convertirla en un remedo de lo que fue, demostrarle que no era más que una basura insignificante.
—De acuerdo, acepto, me quedaré con esta cosa.
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La domadora de dioses cuyo nombre suena mejor en inglés, God Tamer, es simplemente el último enemigo del coliseo de los insensatos, no hay muchos datos de ella salvo que es una hormiga, que pelea con una bestia como aliado y que cuando matas a su compañero lanza un grito de dolor y se rinde voluntariamente.
En lo personal pienso que la God Tamer era una hormiga rebelde e insensata, que abandonó su colonia para vivir a su manera buscando fama y reconocimiento y terminó en el coliseo de los insensatos. Pero como las hormigas estan hechas para vivir en comunidad la soledad le pesaba, por eso se hizo domadora y domesticó a Godofredo, su bestia. Pero... Como quería darle un cierto tono dramático a esta parte del fic, la God Tamer en lugar de abandonar su hogar voluntariamente fue secuestrada y vendida a la gente del coliseo.
Como dato final les cuento el por qué de los nombres que les puse. Me los pensé mucho la verdad.
God Tamer... God Tamer... Tamer... Tamy ¡Si! ¡Tamy es un nombre lindo para una chica! (Aunque esta chica no sea linda)
Um... Domadora de dioses... La verdad es que su bestia está muy lejos de parecer un dios, es solo un bicho cualquiera. Quizás lo de God Tamer es por el nombre, God podría venir de Godfrey, entonces no sería la domadora de dioses, sería la domadora de Godofredo... Godofredo suena gracioso ¡Me quedo con el nombre!
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