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La Firma de Libros

En una librería en Ciudad de las Lágrimas, un gran grupo de insectos se encontraba congregado esperando que el negocio abriera las puertas. Adentro, mientras algunos bichos limpiaban el lugar preparándose para abrir, una escarabajo se encontraba paseándose de un lado a otro hecha un manojo de nervios.

—Bretta, tranquilízate —la reprendió una mantis tuerta con su cuerpo cubierto de cicatrices—. Es solo una firma de libros, nada más. Ni siquiera tendrás que dar un discurso.

—Pero... Pero... Son muchos insectos... Y... Y... Me verán y...

—Sí, por supuesto, ellos están aquí para verte y tener tu firma, de eso se trata.

—Pero cuando me vean se decepcionarán al ver quien soy, porque yo... Yo...

—Eres una chica estupenda Bretta —dijo Sharpy con tono maternal—. Y escribes maravilloso, tu novela es un best seller. Aquí la gente está para admirar tu trabajo, a nadie te importa como luces o si eres un poco torpe. Así que tranquila, todo estará bien. Y a todo esto... ¿La bestia roja no anda por aquí?

—¿Hornet? —A Bretta todavía le costaba asimilar el apodo de la chica, era algo chocante que su tranquila y amable vecina fuera una asesina profesional.

—Sí, pensé que vendría a acompañarte, quería retarla a un duelo rápido antes de que empezara la firma.

—Ah pues... Venía conmigo pero le surgió un problema en el camino y tuvo que retrasarse.Espero que todo haya salido bien para ella...

......................

—¡Esto está mal! —Gritó Hornet histérica.

—Quizas un poquito —admitió Tobu.

Ambas se encontraban acorraladas en un rincón de la ciudad, rodeadas por un enorme grupo de escarabajos Goliat quienes las amenazaban con garrotes en las manos. Tobu llevaba un enorme frasco de cristal con una especie de gas resplandeciente entre sus patas, que sujetaba como si fuera el tesoro más grande del mundo. Por su parte Hornet solo se dedicaba a zamarrear a la araña mientras le gritaba como loca.

—¡Tobu entrégales el frasco!

—¡No! Es mío ¿Acaso tú regalas tus cosas?

—¡Eso nunca fue tuyo! ¡Tú lo robaste!

—No lo robé, solo lo encontré casualmente en una vitrina con 5 candados dentro del edificio que custodiaban estos tipos.

Como siempre la araña salía con sus respuestas ridículas. Hornet sabía que no obtendría cooperación de parte de ella, así que algo exasperada decidió tratar de razonar con los escarabajos.

—Yo no tengo nada que ver con ella -dijo nerviosa-, en serio. Solo es una conocida problemática que me saluda de vez en cuando, está medio loca y...

La chica de rojo de pronto sintió que algo se apoderaba de su brazo y al mirar, se encontró a Tobu aferrada a ella con lágrimas fingidas en sus ojos.

—Cariño ¿Por qué me haces esto? Luego de todo lo que hemos pasado juntas ¿Reniegas de mí? ¿Ahora finges que no te gustan los tesoros y me echas toda la culpa? Pero que cruel...

Hornet estaba desesperada, esa araña tramposa parecía empeñada en hundirla con ella, era su palabra contra la de Tobu, necesitaba un testigo, alguien que le diera credibilidad. Entonces su salvación apareció en medio del aquellos mastodontes.

Hollow llevaba un rato buscándola y cuando vio aquel tumulto de bichos reunidos en un punto, se acercó a curiosear. Aprovechando su tamaño que todavía le permitía deslizarse por espacios pequeños, se escabulló entre los bichos para ver mejor. En cuanto Hornet vio a Hollow, clamó por ayuda.

—¡Hollow! ¡Que gusto verte! ¡Por favor explícales a estos señores que yo no soy una ladrona y que no soy cómplice de esta araña loca!

El chico por supuesto que cumplió la petición de su hermana, con sus mejores señas, explicó que su hermana no tenía nada que ver con Tobu, el problema era que para variar, nadie más que Hornet lo entendía.

—¿Ven? ¡Hollow lo dijo! -La mirada que le dedicaron los escarabajos era indescriptible.

Hornet se llevó las manos a la cara y ahogó un grito de frustración, estaba segura que podría salir del aprieto eventualmente y demostrar su inocencia, pero eso podía tardar bastante si las llevaban detenidas y ella quería ir a la firma de libros de Bretta, le había prometido que iría. Entonces apareció otro rayo de esperanza, deslizándose por los mismos lugares que había usado Hollow, Ali se presentó en la escena. Ella sí era capaz de emitir palabras en un lenguaje coherente para la mayoría de la población.

—¡Ali! !Por favor! ¡Explícale a estos señores quien soy yo, como soy y que no tengo nada que ver con esta loca!

Ali no tenía problemas con explicar algunas cosas y era más que capaz de hacerlo, sin embargo al ver los ojos de todos esos enormes y aterradores escarabajos encima de ella, se puso nerviosa.

—Gyaaaar gyaaaarg gyaarg tía Horny gyarg gyaarg ladrona gyarg gyarg araña gyaaaarg problemas gyaaaarg.

Tanto cuando se ponía nerviosa como cuando se emocionaba, a Ali se le trababan las palabras y terminaba soltando gruñidos ininteligibles, donde con suerte se le entendían unas pocas palabras, lamentablemente en esta ocasión lo que se entendió hacía pensar lo peor. Las miradas acusadora volvieron a Hornet y está soltó un grito de rabia.

—¡Suficiente! ¡No tengo tiempo para esto! ¡Me voy! Después volveré para aclarar el malentendido.

Y sin decir nada más, Hornet arrojó su aguja para usar su hilo e impulsarse lejos. Sin embargo, cuando ya había emprendido el vuelo, sintió un peso extra en su cuerpo, Tobu se había abrazado a ella usándola para escapar, tres de sus patas estaban aferradas a la mestiza, mientras que las otras cuatro sujetaban el frasco de alma que había robado.

—¡Suéltame maldita! —Le gritó Hornet.

—Pero cariño ¿En serio pensabas dejarme allá abajo rodeada de esos molestos gigantes? Eres tan cruel...

—¡Enfrenta tus problemas sola y deja de involucrarme!

—Pero es divertido, mira, ahora estamos pasando un rato genial volando juntas por la ciudad.

Cómo respuesta Hornet se lanzó contra un edificio asegurándose de golpearlo por el lado donde estaba Tobu. El golpe obligó a la araña a soltarse de Hornet y cayó, por supuesto, como era una araña, también tenía control sobre el hilo, por lo que arrojó un poco de este sobre un edificio para tener algo con que sujetarse y evitar una fea caída.

Los escarabajos que fueron dejados atrás rápidamente se movilizaron para dar caza a las fugitivas, cuando todos se hubieron retirado, los únicos que quedaron allí de pie bajo la lluvia fueron Hollow y Ali. La murciélago miró a su "mami" preocupada, ya había pasado suficiente tiempo con él como para reconocer sus estados de ánimo, aun cuando este mantenía una expresión seria. Por lo que percibía ahora, Hollow estaba muy muy enojado.

—¡Jsssjsjsjsjsjsjjs! —Siseó Hollow furioso.

En estricto rigor él tenía la capacidad de emitir sonidos, pero requerían de tanto esfuerzo y eran tan tenues que no valía la pena.

Comenzó a caminar bajo la lluvia echando maldiciones silenciosas, la vida era demasiado irónica. Durante meses había tenido a Hornet a su lado pegada a él como una sombra, hasta el punto de desesperarlo un poco, todo con la excusa de que su falta de sentido común lo metía en problemas y ahora que por fin su hermana había decidido que ya tenía juicio suficiente como para andar por su cuenta, resulta que la necesitaba y ella andaba de fugitiva.

Hollow sabía algo, algo muy importante y necesitaba comunicarlo cuanto antes, pero por desgracia la única que lo entendía era Hornet, si ella no lo escuchaba nadie lo haría, por eso la necesitaba desesperadamente.

Resulta que el joven contenedor paseando por la ciudad, casualmente había escuchado una conversación importante entre un par de tijeretas, aparentemente corría el rumor de que el gobernador de Ciudad de las Lágrimas iría a la firma de libros de Bretta, y un grupo que se oponía a su mandato vio en esto la oportunidad perfecta de realizar un atentado y tomar el poder.

A pesar de la aparente paz que había en Ciudad de las Lágrimas, en realidad el lugar era un nido de intrigas y conspiraciones. Eran muchos los que querían el poder para emular al fallecido rey pálido, obviamente nadie le llegaba ni a los talones al viejo rey, tanto en poder como en sabiduría, pero aun así se creían dignos de desafiar el tambaleante orden público y reclamar un trono perdido que no les correspondía.

A Hollow le importaba un pimiento quien gobernara, lo que le preocupaba era que esto arruinara el evento de Bretta y pusiera en peligro a algunos insectos inocentes que nada tenían que ver con el asunto. No sabía cuándo atacarían los terroristas, pero a esa hora la librería seguramente ya había abierto sus puertas y era demasiado tarde para avisarle a Hornet de la amenaza. Ni modo, tendría que encargarse él mismo, solo le quedaba rezar a algún dios aleatorio porque permitiera que todo saliera bien.

A pesar de todo, las cosas no tendrían que haber salido tan mal, pero desgraciadamente una serie de eventos desafortunados parecieron congregarse en la librería justo ese día.

Nadie hubiera esperado bajo ningúna circunstancia que Grimm asistiera a una firma de libros, en realidad no era un evento al que iría con agrado, como él solía decir: "No era propio de su naturaleza, el elogiar en una criatura inferior sus mínimas listezas", pero últimamente había notado que Brumm parecía muy interesado en cierta novela y durante la última visita a la ciudad, lo había visto suspirar al mirar el cartel que anunciaba que la autora estaría firmando ejemplares.

Sin contar a su hija, Brumm era el único individuo por el que sentía menos desprecio. Incluso, aunque no lo quisiera admitir, le tenía un cierto afecto ¿Aunque como no tenerlo? Él lo había criado, él fue quien realizó el ritual de perpetuación que le otorgó su propio fuego, le debía demasiado y de vez en cuando accedía a cumplirle algunos caprichos, en realidad eran meras limosnas comparadas con lo todo lo que Brumm había hecho y aún hacía por él, pero viniendo de un demonio de corazón retorcido como él, era muchísimo.

Sin embargo ahora comenzaba a lamentar el haber decidido acompañarlo, estar rodeado de tanta vulgaridad lo estresaba. Ojalá Brumm no fuera tan parco y tímido al hablar, así podría haber asistido solo a ese decadente espectáculo sin tener que involucrarlo a él, además que parecía que tardarían bastante, habían demasiados bichos haciendo fila y algunos incluso estaban demorando aún más el tramite conversando con la escarabajo. Que asco de día, cuando regresara a casa tendría que darse un buen baño tibio con sales aromáticas o no podría dormir bien, quizás incluso sería buena idea pedir un masaje antes de colocarse sus cremas para la piel.

De pronto, el murciélago captó algo por el rabillo del ojo, algo rojizo entró en su campo de visión y rápidamente volteó a ver, solo alcanzó a vislumbrar parte de una capa que desaparecía detrás de un edificio. Entrecerró los ojos y una sonrisa cruzó su rostro ¿Acaso su princesa carmesí andaba por las cercanías? Si tenía la oportunidad de encontrarse con ella sería maravilloso, amaba la expresión de terror que ponía cada vez que lo veía.

Efectivamente aquello que había visto Grimm era "su princesa". Hornet había ido corriendo hacia la librería donde estaba Bretta, pero en cuanto vio al murciélago fue a esconderse asustada. Nuevamente su fobia la había hecho reaccionar antes de siquiera pensar en lo que hacía, no podía entrar al local con Grimm allí.

Comenzó a golpear el piso impacientemente con su pie ¿Qué iba a hacer? Quizás podría esperar a que se fuera para entrar a ver a Bretta, aunque eso podía tardar un rato, la fila de insectos era enorme... Suspiró con fastidio y decidió ir a comprar algo para comer, quizás cuando volviera la aterradora bestia ya se habría ido.

En lo que Hornet se fue, un misterioso grupo llegó al lugar. Se trataba de un pequeño pececillo de plata envuelto en una túnica que cubría casi todo su cuerpo, junto a él caminaban una mariposa zigena, portando un aguijón ligero y un insecto mestizo que parecía la mezcla de una tijereta con un mosquito, pues tenía una cola con pinzas y alas.

Estos individuos correspondían nada menos que al gobernador de la ciudad junto a sus dos guardaespaldas, quienes tal como decían las informaciones, se dirigían a la firma de libros, aunque trataban de pasar de desapercibidos.

Todos estaban conscientes de lo peligroso de la situación con tantos enemigos en los alrededores, pero el gobernador había estado algo estresado últimamente con toda la presión de sus opositores, más algunos dramas y desacuerdos entre el gremio de comercio, sumado a sus deberes cotidianos, lo único que deseaba era poder desconectarse un momento de todo esto y vio en este pequeño evento una oportunidad para ello. Era una firma de libros, por un rato sería insecto normal que iba a ver a su escritora favorita como cualquier otro bicho, incluso quizás se diera una vuelta y comprara algunas otras novelas, era muy aficionado a la lectura.

De momento todo iba bien, nadie parecía reconocerlo con su túnica que cubría casi todo su cuerpo, con excepción de su cola que se asomaba por detrás, pero dudaba que alguien lo reconociera por esto, no era el único arqueognato de la ciudad. Sin embargo sus guardaespaldas estaban tensos y en alerta, habían notado algo anormal en el ambiente, presencias en los alrededores que ni siquiera el ruido de la lluvia podía ocultar.

Ninguno había dicho nada, solo habían establecido una comunicación silenciosa entre ellos mediante miradas, no querían preocupar al gobernador. Lo habían visto estresarse toda la semana y más que nadie deseaban brindarle un descanso, además que el bicho parecía encantado con la salida, ya había logrado entrar a la tienda y había tomado un libro de uno de los estantes para darle un vistazo mientras esperaban, aparentemente ya había decidido su próxima compra.

La fila avanzó un poco más y los guardaespaldas parecieron relajarse, aquellas presencias misteriosas que habían percibido no entraron a la tienda ¿Quizás estaban algo paranoicos? Ya habían repelido algunos atentados antes y normalmente eran más osados al atacar, presentándose pocos momentos después de que percibían sus presencias.

Miraron la fila cada vez más corta, la escritora Bretta se encontraba atendiendo un curioso insecto probablemente mestizo, el cual estaba ataviado con ropas de lo más extrañas, además usaba una máscara, junto a él se encontraba un... ¿Insecto? No se parecía a nada que hubieran visto. Tenía el cuerpo negro y cubierto de un fino pelaje, unas formaciones cartilaginosas en su cabeza y unos penetrantes ojos rojos. A diferencia de todos en el lugar, no parecía interesado en lo más mínimo en la escarabajo y miraba a su alrededor con impaciencia y algo de desprecio.

Bretta terminó de firmar el libro y se lo entregó al insecto enmascarado que tenía al frente, este recibió el manuscrito y le hizo una leve reverencia como agradecimiento.

Vaya tipo más raro, no dijo ni una palabra durante su encuentro, su acompañante tuvo que indicarle su nombre y ahora al retirarse, tampoco decía nada. Vio con curiosidad a ambos individuos alejarse y comenzó a pensar que quizás ella se parecía un poco a él, es decir... Durante mucho tiempo fue tan tímida que no se atrevía dirigirle la palabra nadie y ahora... Estaba rodeada de fanáticos ansiosos por conocerla, eso era un gran cambio.

La fila avanzó, Breta recibió feliz a su siguiente fan, quien no paraba de alabarla y agradecerle por escribir un libro tan maravilloso. Grimm y Brumm mientras tanto, estaban a punto de alcanzar la puerta de la librería cuando empezó el desastre.

Un grupo de insectos bastante variado entró repentinamente a la tienda empujando a todos a su alrededor, además iban portando aguijones con los cuales amenazaban a todos los que se interponían. La Zigena y el mestizo inmediatamente sacaron sus armas y colocaron al gobernador a sus espaldas de forma protectora. Corrieron dispuestos a matar a los intrusos que amenazaban la vida de su protegido, pero antes de que siquiera la batalla pudiera empezar, una mantis cayó sobre ellos y enterró las cuchillas de sus manos sobre los desafortunados bichos, quienes ni siquiera tuvieron oportunidad de defenderse.

—Genial. —Dijo el mestizo admirando el actuar de la editora.

—Eso no es genial —replicó la mariposa algo nerviosa—. Es una mantis, de hecho ¿Qué rayos hace una mantis aquí? Estas locas obsesionadas por las batallas no se juntan con los insectos civilizados.

—¿¡Disculpa!? —Sharpy la miró ofendida—. Que sea una mantis no significa que sea una incivilizada ¡Más respeto por favor!

—¿Habla? —Contestó la mariposa genuinamente sorprendida.

—Mphf, malditos prejuiciosos.

En ese momento entraron algunos insectos portando armaduras y escudos, la protección extra que llevaban ya dejaba en claro que estos tipos no serían tan fáciles de despachar como los que les antecedieron.

—¡Ah! ¡Pero qué clase de ofensa es esta! —Gritó Sharpy furiosa— ¡Un guerrero que se precie se presenta a la batalla solo con su cuerpo y su arma! ¡Nada de armaduras que entorpezcan el movimiento y acobarden el alma!

—Las armaduras están muy geniales —dijo el mestizo con los ojos brillantes.

—Mik... Para ti todo es genial —replicó la mariposa llevándose la mano al rostro—. Mejor tratemos de salir vivos de esto. Pon atención, esas armaduras son resistentes, no intentes atacarlas porque será inútil, busca las articulaciones, trata de enterrar tu aguijón en esos sitios, son los puntos débiles, no hay otra forma de enfrentarlos.

—Entendido —contestó Mik con una sonrisa demasiado alegre para la situación complicada en la que se encontraban.

—No es muy listo ¿Cierto? —Preguntó Sharpy.

—Por desgracia no.

Pronto seguiría una batalla larga y acalorada. Los combatientes estaban en sus puestos listos para pelear, mientras que Bretta y el gobernador se encontraban juntos escondidos debajo del escritorio donde la chica había estado firmando libros. Otros insectos que nada tenían que ver con el conflicto, estaban replegados en la zona más alejada de la batalla y trataban de cubrirse con lo que hubiera a mano, ya fueran sillas, mesas o los mismos estantes.

En un sector cerca de la puerta, sin buscar protección alguna, Brumm y Grimm miraban el espectáculo. El insecto enmascarado no estaba demasiado asustado, sabía que al lado de su maestro nada malo le pasaría, pero aun así la situación lo incomodaba mucho.

—Maestro... —Dijo con timidez—. Mejor... Salgamos de aquí, esto...

—Magnífico.

—¿Eh?

—Veo terror... El miedo danza junto a la muerte como dos amantes que se encuentran en las penumbras de la noche. Cada insignificante ser de esta bóveda de letras teme por fenecer, sus efímeras existencias penden de un hilo, un mal movimiento, un cruel accidente será suficiente para ultimar sus vidas.

—Ay de mi... —Brumm suspiró— ¿Quiere quedarse a ver a este montón de palurdos matarse entre ellos y a los demás llorar de miedo?

—Sip.

—¿No le preocupa que algo malo pueda ocurrirnos por estar tan cerca de la pelea?

—Nop.

—¿Nos vamos a quedar aquí hasta que alguno de los dos grupos fallezca?

—Sip.

—¿Me puedo ir antes?

—Nop.

—Lo suponía...

Brumm suspiró de nuevo y tomó asiento junto al murciélago, ambos contemplaron la batalla entre los opositores. Sharpy aunque no tenía razones para pelear, luchaba como si se le fuera la vida en ello y era aterradoramente fuerte, además de que gozaba con la batalla, se podía ver una sonrisa siniestra en su rostro cada vez que lograba asesinar a alguien.

Las mantis eran terribles. Aunque los guardaespaldas del gobernador tampoco se quedaban atrás, la zigena tenía movimientos elegantes y armoniosos, la mirada de Grimm estaba clavada en ella, no era la más letal del grupo, pero era la que menos daños recibía gracias a sus rápidos movimientos y actitud prudente, además de que usaba bastante a su compañero para protegerse. Al mestizo no parecía preocuparle demasiado recibir cortes en su caparazón y aún con heridas sangrantes continuaba luchando como si nada.

Ya llevaban un rato luchando, Brumm miraba la escena con ojos ausentes y la melancolía parecía embargarlo cada vez más, lo único que quería era largarse de ahí, hasta que de pronto sintió una mano en su hombro y al voltear a ver, encontró a su maestro mirándolo con ojos brillantes.

—Mi señor... ¿Se le ofrece algo?

—Bocadillos.

—¿Eh?

—Mis entrañas claman por una ofrenda.

—¿Quiere comer ahora? ¿En medio de esta batalla y rodeados de cadáveres?

—No veo cual sería el dilema

—Es... Esto... Ag... —Parecía que aquel día se le iba en suspiros a Brumm— Maestro, no tengo bocadillos conmigo.

—No es compleja la adquisición de ellos en una tienda.

—Pero aquí no hay tiendas, o sea, están afuera de la librería, pero nosotros estamos atrapados aquí dentro, en medio de esta pelea, no puedo salir de aquí.

—Anhelo mi alimento.

—Pero maestro...

—Brumm, quiero mis bocadillos ahora ¡Tengo hambre! -Dijo haciendo un mohín de disgusto.

Brumm se puso nervioso, cuando Grimm comenzaba a hablar sin sus florituras y palabras complejas significaba que estaba enojado, muy enojado. Lo conocía de toda la vida, prácticamente desde que tenía el tamaño de Ali y ya había tenido que soportar sus devastadoras rabietas más de una vez. Claro, ahora ya era un adulto, no se iba a tirar al piso a llorar como cuando era niño, en lugar de eso gritaría y quemaría todo, incluidos los insectos del lugar, cosa que no sería nada linda.

—Está bien, iré a comprar algo.

—Un té sería bien acogido.

—De acuerdo, bocadillos y té, lo tengo.

Casi arrastrando los pies y en medio de suspiros, Brumm se dirigió a la puerta, donde fue interceptado por uno de los insectos con armadura que correspondían al grupo terrorista.

—¡Alto ahí! ¡Nadie sale de aquí hasta que nosotros lo digamos!

—Voy a comprar bocadillos y té —dijo Brumm sin ánimos—. Luego regreso.

—¿Qué acaso crees que esto es un juego? ¡Ya dije que nadie sale de aquí!

En eso la armadura del insecto se prendió en llamas rojas de forma repentina y fugaz, el calor del fuego fue tan abrazador que la protección terminó reducida a cenizas, las cuales cayeron a pedazos sobre el piso dejando al bicho desnudo y desprotegido. Entonces sintió una aguda mirada encima de él y al voltear la vista, se encontró con los ojos carmesís del murciélago que lo miraban con ansias asesinas, además que tenía sus dedos en posición de ser chasqueados.

El pobre no sabía qué había sucedido, pero inmediatamente se hizo a un lado y le permitió pasar a Brumm, luego de eso salió corriendo a esconderse en algún lugar.

Afuera mientras tanto, en un negocio cercano, Hornet se encontraba terminando de tomarse una sopa caliente, preguntándose cuánto tardaría el murciélago en salir de la librería, no podía entrar con Grimm allí. Junto a ella había un ramo de flores que había provechado de comprar mientras esperaba. Según Dan, era buena idea llevarle un regalo así a Bretta para felicitarla por su logro.

Hornet suspiró mirando el ramo, iba a ser tan vergonzoso entregarlo, no estaba acostumbrada a ese tipo de muestras de afecto o apoyo, en realidad no estaba habituada a ninguna muestra de cariño, al único que le aceptaba esas cosas era a Hollow y quizás hasta cierto punto a Quirrel... Miró al techo pensando en la cochinilla ¿Por dónde andaría? ¿En qué reinos extraños y lejanos estaría caminando? ¿Qué clase de insectos conocería? No le agradaba mucho moverse a territorios desconocidos, pero debía admitir que a veces la idea de viajar un poco le parecía atractiva.

De pronto, a través de la ventana del restaurante percibió a Hollow, quien brincó de alegría al verla, entonces se apresuró a entrar al restaurante, ni siquiera se sacudió el agua en la sala de secado y aun goteando corrió hasta Hornet seguido por Ali y ambos comenzaron a tirar de su ropa.

—¡Ya Hollow! ¡Tranquilo! ¿Qué rayos te pasa?

—..... —Brincó agitando su aguijón de un lado a otro.

—¿Tipos malos en la firma de libros? ¿De qué hablas? Cálmate que no te entiendo nada.

—Gyaaaarg terrorista Gyaaarg. -Trataba de ayudar Ali.

—.... —Esta vez Hollow agitó su aguijón de forma más lenta, e hizo numerosas mímicas emulando a alguien importante leyendo un libro.

—Entonces el gobernador de la ciudad fue a la firma de libros de Bretta, pero escuchaste a unos tipos decir que pensaban atacarlo ahí y por eso todos los insectos de ahí, incluida Bretta están en peligro.

—..... —Afirmó con la cabeza.

—¡Por Wyrm! ¡Bretta!

Hornet dejó unas piezas de Geo en la mesa para pagar por su comida y salió corriendo, ni siquiera se llevó el ramo de flores que se había molestado en comprar, aunque Ali que notó el regalo decidió cargarlo y llevarlo consigo.

Cuando llegó al edificio donde estaba la librería se quedó sin aliento, el sitio estaba rodeado y era un verdadero campo de guerra, dos bandos de insectos que se hacían un tanto difíciles de distinguir peleaban de forma encarnizada. Poder llegar hasta Bretta sería imposible sin entrar en combate.

—¡Rayos! —Exclamó Hornet—. Rescatar a Bretta será un verdadero desafío, necesitamos un plan, hay que ser rápidos y efectivos, o Bretta podría salir lastimada sin que podamos ayudarla ¿Alguna idea?

—..... —Hizo la mímica de una persona caminando usando sus dedos.

—Hollow, no creo que podamos simplemente caminar hasta allí tranquilamente sin que nadie intente atacarnos.

—...... —Como respuesta el pequeño señaló hacia el campo de batalla.

Hornet se volteó a ver y vio a Brumm cargado de bolsas de comida caminando entre los luchadores, parecía que la magia estaba actuando en aquel momento, pues sin modificar su paso ni hacer ningún esfuerzo por esquivar los cuerpos de los bichos que eran arrojados, Brumm pasó a través de todo el mundo sin sufrir ni un solo percance.

—Que... fue... Eso... —Hornet estaba estupefacta.

—¡Es Brumm! —Chilló Ali entusiasmada— ¡Papi está aquí! Gyaaaaarg.

Esta noticia hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Hornet, su hermano la miró con preocupación.

—El... Murciélago está adentro...

—..... —Hollow le colocó una mano en la espalda tratando de reconfortarla, pero Hornet solo lo miró con pena— ¡.......! —Se señaló así mismo.

—¿Que tú vas a rescatar a Bretta solo? No es por dudar de tus capacidades pero... ¿Estás seguro de que puedes?

—..... —Brincó y agitó sus brazos con mucha energía.

—De... Acuerdo... Yo... Creo que me quedaré aquí y esperaré un poco... Ojalá no pase nada malo.

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Cuanto no me reí escribiendo las partes de Grimm.

Hubiera publicado esto antes pero tenía que sacar el planchado acumulado de tres semanas, todo por esa mala costumbre mía de planchar cuando se me está acabando la ropa 7_7

El arqueognato, más comunmente conocido como pececillo de plata, probablemente no lo conozcan, no es un insecto muy famoso, de hecho es probable que muchos lo hayan visto y no tengan idea de como se llama (Durante años tuve esta duda), por eso me pareció necesario incluir el dibujo del gobernador, de paso también les dejo una foto del insecto en cuestion.

Y sobre la mariosa Zigena, es un elegante insecto negro con pintas rojas en sus alas (hay de 5 y de 6 puntos), es particularmente famosa porque se trata de una variedad de mariposas venenosas, aunque sus mismos colores sugieren un cierto tipo de peligrosidad en ella.

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