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Entrenando Sentimientos

Quirrel volteó una vez más los filetes de tremadora que se asaban en la cocina, por el olor y el aspecto que tenían se podía decir que estaban casi listos y lucían muy apetitosos, cosa que hasta al rey pálido se le hacía notoria.

—Sabes —dijo el gusano con algo de pesar—. Ya ha pasado bastante tempo desde que dejé el mundo de los vivos, pero a veces todavía extraño algunas cosas, como comer o dormir, sobre todo comer, más aun viendo los platos que preparas.

—Majestad, no creo que sea para tanto, seguro que cuando era rey tuvo oportunidad de probar toda clase de platos magníficos —contestó Quirrel con modestia.

—Eso es verdad, pero ver a Hollow y a Hornet comer con tantas ganas hace que me den ganas de probar a mí también.

—Bueno, esos chicos no son muy exigentes con la comida, sobre todo Hornet, básicamente se come lo que pille, a veces ni siquiera le importa si está muy bien cocinado.

—Sí... Esa mocosa todavía no aprende el comportamiento apropiado para una princesa, tengo que lograr enderezarla antes de que se vuelva una reina, no quiero que se diga que la descendiente del rey pálido es una incivilizada.

"¿Todavía sigue con eso?" Pensó Quirrel para sus adentros, pero no dijo nada, se limitó a apagar la cocina al considerar que la comida estaba lista y a avisarle a sus compañeros que era hora de cenar.

Encontró a Hornet y a Hollow practicando sus maniobras combativas en las calles de Bocasucia, esto era sobre todo muy importante para Hollow, quien aún se estaba acostumbrando a su nuevo cuerpo, por eso sus movimientos resultaban ser algo más torpes de lo usual, pero aun así lograba defenderse bastante bien de los embistes de Hornet. Cerca de ellos, la pequeña Ali animaba a los luchadores gruñendo con emoción y generando pequeñas bolas de fuego, que lograba mantener suspendidas en el aire por algunos momentos antes de que se apagaran. Sin duda estaba mejorando en el uso de la magia.

—¡Chicos! ¡La cena está lista! ¡Entren!

Al escuchar el llamado de su amigo, ambos dejaron sus actividades y corrieron a casa seguidos por la murciélago, que por supuesto tampoco se perdería la cena.

Aquella fue una comida tranquila y agradable, muy similar a otras que habían tenido antes, aquellos momentos que compartían todos juntos comenzaban a convertirse en una rutina importante en su día a día. Ya era normal para ellos ver a Hornet devorar su ración a una velocidad vertiginosa y ser la primera en terminar, ya estaban acostumbrados a lidiar con las rabietas de Ali que quería que la alimentaran en la boca como solían hacerlo en el circo, o a Hollow tratando de calmarla. Usualmente esos escándalos terminaban con el rey pálido regañándolos a ambos y luego Quirrel consolándolos.

Se respiraba paz en aquella familia, cosa que angustiaba un poco a Quirrel, pues sentía que lo que estaba a punto de decir no sería muy bien recibido.

—Oigan... Yo... Debo decirles algo —Empezó la cochinilla.

—¿Pasa algo? —Hornet comenzó a notar la preocupación de su amigo.

—No es nada grave es solo que.... Em... Bueno, como ya sabrán, en el último tiempo hemos tenido que lidiar con el problema de los murciélagos demoniacos y en particular con Ali.

—Sí, eso lo sabemos —contestó el rey.

—Y también hemos buscado información sobre cómo eliminar su influencia o su magia para librarnos de ellos de alguna forma, sin embargo a pesar de todo lo que hemos investigado y de todas las vueltas que nos hemos dado por la biblioteca, no hemos logrado encontrar nada útil.

—Correcto —Acotó Hornet sin dejar de comer.

—En resumen, en todo Hallownest no hay ninguna pista o información sobre cómo lidiar con estas bestias y por eso había pensado en buscar ayuda fuera del reino.

En ese momento, por primera vez en mucho tiempo, Hornet interrumpió su comida y dejó su plato a medio terminar con una lentitud que resultaba perturbadora. Entonces con una seriedad extrema le dirigió una penetrante mirada a su amigo y de forma lenta y suave dijo:

—Por favor, dime que no me vas a decir lo que estoy pensando.

—Estaba pensando en salir de viaje de nuevo para...

—¡No! —Gritó Hornet golpeando la mesa—. ¿Otra vez pretendes irte lejos para satisfacer tus necesidades de viajero? ¿Hasta cuándo vas a seguir con eso? ¿Por qué no te quedas quieto en un lugar para variar? Ya no eres un chiquillo

—¿Me estás diciendo viejo? Además, ahora no me voy por gusto, voy a buscar información sobre como deshacer el contrato con los murciélagos, o en su defecto como detener el ritual, esto es algo necesario, Grimm es peligroso.

—¡Pero podemos investigar acá en el reino!

—¡Ya lo hicimos y no encontramos nada! Se nos acabaron las opciones aquí.

—¿Y qué te hace pensar que podrás encontrar algo en otro lugar?

La discusión iba subiendo de tono en la medida que cada uno exponía sus puntos, pero por su experiencia y madurez, Quirrel era más diestro en el arte de la palabra, de modo que daba argumentos acertados sin desviar el tema ni entrar en acusaciones personales, cosa que Hornet no podía hacer, su impulsividad y el dolor que le provocaba la posible partida de la cochinilla le impedían formular respuestas inteligentes. Simplemente terminaba soltando lo que se le pasaba por la cabeza.

—Lo que simplemente pienso es que te vas porque quieres hacerlo, porque no nos aprecias lo suficiente y eres un maldito egoísta —Le gritó Hornet—. Lo de buscar información es solo una excusa para irte a hacer quizás que cosa y... Y... Y yo no tengo derecho a detenerte porque..... Tú y yo no somos nada... —Haciendo un tremendo esfuerzo por contener las lágrimas, miró a la cochinilla con furia y continuó—. ¡Lárgate entonces! ¡Vete lejos traidor! ¡Yo pensé que nos querías! ¡Que éramos importantes para tí pero estaba equivocada! ¡No quiero verte más!

Y luego de soltar ese discurso, tomó su aguja y salió corriendo de casa directo al pozo que la llevaría a las profundidades del reino.

Hornet corrió y corrió, no estaba segura de si alguien la estaba siguiendo, pero se prefirió asegurarse poniendo la mayor distancia posible, quería estar sola para masticar su dolor.

En realidad no puso atención hacia donde se dirigía, simplemente se dejó llevar por sus instintos y por viejas costumbres que creía olvidadas, de aquellos tiempos cuando vivía en el Sendero Verde antes de conocer a Hollow.

Ya estaba llegando a los Jardines de la Reina cuando al fin se detuvo a recuperar el aliento. Muy agitada miró sus alrededores como tratando de recordar donde estaba y cuando finalmente se calmó, soltó un quejido de frustración y se sentó agarrándose la cabeza.

—¡Soy una tonta! ¡Qué rayos pasa conmigo! —Se dijo a sí misma.

Ponerse así porque Quirrel se iba ¿En qué rayos estaba pensando? Desde siempre había sabido que esa cochinilla no estaba hecha para quedarse demasiado tiempo en un lugar, ya era toda una gracia que se dignara a regresar con ellos. Ya se había ido una vez pero aunque en esa ocasión le dolió separarse de él ¿Por qué ahora le dolía tanto? ¿Por qué ahora se le hacía tan insoportable la idea de tenerlo lejos? ¿En qué momento se volvió tan dependiente?

Un frío helado le recorrió el cuerpo al formar cierta idea en su cabeza ¿Acaso se estaba volviendo débil?

Si bien Hornet no estaba tan obsesionada con el poder como las mantis y se permitía ciertas libertades que ellas no, aun así la fuerza era algo importante en su vida. Fue educada con mano de hierro, entrenando su cuerpo y su mente hasta límites insospechados, todo para poder soportar la pesada carga de su destino, nunca se permitió dudar, jamás buscó el diálogo antes que la confrontación, si alguien debía perecer en sus manos así sería, todo fuera por cumplir con deber. Por eso endureció su corazón como roca para ignorar cualquier súplica por piedad, para no permitirse confiar en nadie y para no tener que sufrir su soledad.

Durante su pasado, la única vez que se permitió llorar fue cuando su madre tuvo que ser sacrificada a manos de Hollow, fue el único instante en el que su coraza emocional sufrió una grieta. En aquel instante hubiera deseado matar a esa pequeña molestia, sin embargo logró mantener la cabeza fría y soportar todo por el bien del futuro ¿Qué había pasado con esa guerrera decidida que jamás se dejaba amilanar por nada? ¿A dónde había quedado su fortaleza? ¿Por qué ahora lloraba como una cría por algo tan estúpido como que Quirrel se iba de viaje?

Se puso de pie con determinación. Esto no podía ser, esto no estaba bien, no debía llorar, debía eliminar todos esos rastros debilidad, debía regresar a ser la poderosa guerrera de su pasado que no cedía ante nada ni se apegaba nadie, debía retornar a... La existencia vacía que tenía antes de conocer a Hollow.

Hornet bajó la mirada agobiada, sinceramente no sabía qué era peor, sufrir por el afecto de los demás o vivir careciendo de motivación. Una vida sin sentimientos estaba bien si se tenía un único objetivo que cumplir, en ese caso las emociones solo eran una distracción innecesaria que entorpecía la misión, pero tampoco podía llamar vida a una existencia así. Hasta entonces jamás se había dado cuenta de lo infeliz que era... Pero ahora tampoco es que estuviera muy feliz ¿Y por qué de pronto le preocupaba tanto? Se suponía que ya estaba acostumbrada a las penas y pesares del mundo, sufrir era algo rutinario, inevitable...

Suspiró confundida ¿Qué debía hacer con sus sentimientos? ¿Enterrarlos? ¿Aferrarse a ellos? No había respuesta y nadie se la podría dar. Quirrel simplemente le diría que tenía que irse, su padre que dejara de ser tan infantil, Hollow trataría de consolarla y Ali... ¿Siquiera estaba capacitada para opinar algo? Ojalá tuviera a alguien ajeno a su familia con quien conversar de sus problemas, confiaba bastante en Bretta pero no podía hablar con ella de un problema que involucrara a Quirrel. Iselda era otra opción, no era tan cercana a ella pero quizás...

De pronto Hornet sintió algo extraño en una de sus patas y bajó la mirada. Había un pequeño brote de raíz que se agitaba y le hacía cosquillas. Retiró su extremidad fuera del alcance del brote y se agachó a ver la planta.

Acarició la raíz y una sensación familiar la invadió, aquel vegetal se le hacía conocido, evocaba un recuerdo muy distante de una infancia feliz perdida en las profundidades de su mente ¿Acaso era posible? ¿Estaba viva?

Rápidamente Hornet comenzó a escarbar en el piso buscando la dirección de la que provenía la raíz, entonces echó a correr. Comenzó a adentrarse cada vez más profundo en los rincones de los Jardines de la Reina, buscando en cada recodo, en cada piedra señales de los brotes de raíz. En la medida que lograba hacer su camino hacia el origen de la planta, los brotes cada vez se hacían más gruesos y firmes hasta comenzar a parecer ramas.

Sus pasos no tardaron en llevarla hasta una zona que nunca se había dignado a explorar, más que nada porque era una chica práctica, esa zona estaba plagada de zarzas y espinas y las presas que habían ahí no eran muy de su gusto, no se iba a dar la molestia de atravesar un peligroso mar de espinas sin una buena razón, pero en esta ocasión la tenía.

Usando sus habilidades acrobáticas se las arregló para esquivar cada obstáculo que se le puso en el camino, con el uso de su aguja e hilo casi parecía que volaba entre las galerías y pasajes cubiertos de hierba. Eventualmente se abrió paso hacia las alturas, donde una pérgola cubierta por la hierba albergaba los cadáveres de un par de insectos perecidos hace bastante tiempo atrás. Al parecer en aquel recóndito sitio ningún carroñero había dispuesto de los cuerpos.

Observó a los bichos inertes, una cigarra bastante corpulenta y una mantis macho con su cuerpo crecido por la infección ¿Que habría llevado a este par de adversarios a enfrentarse? Además el lugar estaba cubierto de arañazos y cortes que la hierba aún no lograba ocultar, estos le parecían bastante familiares, casi apostaría a que Hollow dejó su marca ahí. Bueno, ya le preguntaría después. Continuó su camino con la idea de enterrar los cuerpos más tarde, por el momento le importaba descubrir de dónde venían las raíces.

Siguió avanzando y sus pasos la llevaron hasta una estructura redonda, una especie de madriguera escondida entre los matorrales, que sería el sueño de cualquier madre, parecía un lugar muy apropiado para ocultar una partida de huevos, no se veían criaturas peligrosas en los alrededores, apenas habían algunas alubas y libemáscaras que podrían servir de alimento.

Cuando Hornet dejó de admirar la madriguera centró su atención en el cadáver que yacía a sus afueras, entonces se llevó las manos a la boca para ahogar un grito de sorpresa ¡Esa era Driya! Una de los cinco caballeros ¿Entonces ese había sido su final? Miró los alrededores y notó los cadáveres de mantis que la rodeaban. Sin duda aquella había sido una gran batalla, una en la que no había ni ganadores ni perdedores, pues todos habían perecido, sin embargo ¿Que había llevado a la caballero a luchar en aquel escondite? ¿Estaba protegiendo algo? ¿Sería posible que...

Levantó la mirada observando las raíces resplandecientes que sobresalían de la madriguera y sin más demora entró.

Dentro las raíces se volvían cada vez más gruesas y brillantes, Hornet las siguió con el corazón latiéndole con fuerza, jamás pensó que volvería a verla, nunca la buscó, solo la dio por muerta y se olvidó del tema, en aquellos tiempos tenía otras preocupaciones en mente. Sin embargo el destino era caprichoso y juntaba sus caminos nuevamente, la antigua reina de Hallownest, la dama blanca ¿Se acordaría de ella? ¿Sabría que la pesadilla había acabado y eran libres? Bueno, eso seguramente sí lo sabía, ella podía sentir todo con sus raíces, pero siendo ese el caso ¿Por qué no había regresado a reclamar el trono? Si la reina recuperara su lugar quizás el maldito gusano dejaría de molestarla.

Finalmente Hornet llegó a la sala principal de aquel refugio y contempló con sus ojos a la vieja y marchita raíz ciega, el alto ser, la antigua reina, la dama de los jardines... Aunque para Hornet era solo la tía Blanca.

—¿Qué es lo que siento? —Preguntó la raíz notando que no estaba sola.

—Hola tía Blanca —dijo la chica en tono cariñoso.

—¿Hornet? ¿Eres tú? ¿Acaso es posible? ¡Oh, mi niña, cuánto tiempo!

En ese instante una de las raíces emergió del suelo y atrapó a Hornet sin que esta pudiera evitarlo, entones otra raíz comenzó a tocar a la chica palpando cada rincón de su cuerpo cosa que se le hacía bastante incómoda.

—OH vaya, mira cuánto has crecido —exclamó la reina examinando a Hornet a través del tacto pues no podía verla debido a su ceguera—. Tienes unos cuernos muy bonitos, son iguales a los de tu madre... Quizás un poco más estilizados, la forma de tu rostro se parece mucho a la de mi querido Wyrm... Oh, pero que patas más finas, seguro debes tener una presencia muy elegante, aunque estás algo delgada ¿Has estado comiendo bien?... Mira nada más, ya eres toda una señorita en edad de poner huevos, me alegra tanto sentirte bien.

La raíz depositó a la muchacha que estaba con el rostro rojo luego de la examinación, jamás nadie la había tocado así, casi se sentía ultrajada, pero lo peor es que no podía quejarse, no lo habían hecho con mala intención

—Y cuéntame mi niña ¿Cómo has estado?

Hornet se demoró un poco en contestar, necesitaba calmarse un poco.

—Yo pues... He estado bien... Creo...

—Me alegra mucho, han pasado tantos años desde que no te veía... Desde que eras una niña cuando tu madre te llevó al palacio para presentarte ante la corte y ser reconocida como una de las descendientes del rey.

Hornet rememoró ese momento, fue uno de los más estresantes de su vida y eso que ni siquiera estaba en peligro. Recordaba estar en la sala del trono, su padre mirándola con severidad y los insectos de la corte con desprecio, entonces en medio de toda aquella hostilidad encontró aquellos ojos grises que solo emanaban dulzura y amor. Aquello la reconfortó un poco, sin embargo luego...

—¡Eras una niña tan adorable!

Sí, eso mismo dijo la reina en aquella ocasión. Básicamente la tomó con una de sus raíces y la abrazó sin nada de decoro mientras exclamaba "Mira amor, es un encanto ¡Es adorable! Se parece mucho a ti!". Ese fue su primer encuentro con la tía Blanca, un enorme cúmulo de amor en forma de raíz, el ser más dulce del planeta, capaz de perdonar prácticamente cualquier cosa y de amar a todos. Claro, si no fuera así ¿Cómo podría quererla a ella, que era el fruto de la relación de su pareja con otra hembra?

—Me alegra mucho que hayas logrado hallarme en todo este laberinto verde —comentó la reina—. Es agradable poder recibir a un conocido luego de pasar tantos años enclaustrada en soledad. A veces casi quería volverme loca, fue duro sobreponerme la infección y mantenerme cuerda, pero era necesario, necesitaba preservar el regalo de mi querido Wyrm y entregarlo al ser correcto

—¿Entonces por eso se mantuvo oculta todos estos años cuando el reino colapsó?

—Sí, mi amado me dijo que me escondiera, que debía mantenerme a salvo y que cuando todo esto pasara vendría por mí.

—Pero la infección ya fue derrotada y el Wyrm aún no aparece —dijo Hornet con un cierto tono de molestia, la pobre tía Blanca era otra víctima más de las locuras de su padre.

—Sí, eso parece, seguramente algo lo debe estar retrasando, pero bueno, ya aparecerá en algún momento.

—¿Y si nunca aparece?

—Me quedarán sus recuerdos —contestó con tranquilidad dejando a Hornet perpleja.

—Pero... Pero... Se supone que usted... ¿Acaso no lo va a extrañar?

—Por supuesto, lo extrañaré muchísimo, pero ¿Sabes? He vivido miles de años, mi amado Wyrm no es el primero al que le digo adiós, tampoco es que primer amor que tengo. Las raíces tenemos vidas largas, mucho más que las de la mayoría de los seres, el adiós es algo normal y aceptamos los designios de la vida con resignación, así son las cosas. Nacemos para morir y amamos para perder, es inevitable.

Un profundo pesar invadió el corazón de Hornet al escuchar aquellas palabras tan ciertas. La reina tenía razón, era inevitable morir y con ello las separaciones, aún si pudiera impedir que Quirrel se fuera de Hallownest y se quedara junto a ella, igualmente lo perdería algún día, quizás en un futuro lejano, pero aquello ocurriría.

—¿Y cómo hace para lidiar con el dolor?

Aunque no podía ver, la reina dirigió sus ojos hacia Hornet mostrando una expresión sorprendida, entonces con una sonrisa comprensiva dijo:

—Jamás pensé que escucharía algo así de ti, había escuchado que eras una persona severa, fría y determinada, que jamás soltaba una lágrima.

Hornet apretó los puños por la frustración que le causaba escuchar aquellas palabras. Bajó la mirada y dudó un momento antes de contestar.

—Yo... Solía ser así pero... Tal parece que me he vuelto débil, ahora me lamento por la separación forzosa de un individuo al cual aprecio y mi frágil mente se ve abrumada por el dolor.

—Mmmmm —La reina Blanca parecía pensativa—. No creo que sea necesario llamar a esos sentimientos debilidad, es solo la inexperiencia al no saber manejarlos bien. Salvo por tu querida madre de la cuál te viste separada a temprana edad, creo que no llegaste a forjar lazos afectivos demasiado fuertes con nadie ¿Me equivoco?

—Bueno... Tuve un par de amigas pero... Me vi forzada a asesinarlas para salvar mi vida y... Eso también me dolió en su momento.

—Ya veo ¿Y en su momento lloraste por ellas?

—En realidad no, yo... Enterré todo en el fondo de mi ser y me obligué a seguir adelante.

—Creo que ya lo entiendo —La reina lanzó un profundo suspiro—. Nunca enfrentaste el dolor, solo lo evadiste. Te olvidaste del sentir, enterraste tu querer y trataste de borrar tu corazón. Sin embargo al practicar de nuevo el arte de amar, todo lo enterrado ha vuelto a florecer y golpea todo junto clamando por salir. Te toca enfrentar tus sentimientos y educar tu corazón para volverlo verdaderamente fuerte y que no solo sea una cáscara vacía.

—¿Y cómo hago eso?

—Sufriendo.

Hornet la miró con expresión angustiada, la reina no podía verla pero intuyó el cómo se sentía.

—Tranquila, eventualmente pasará, dolerá mucho al principio, luego será una molestia y eventualmente se convertirá en un hermoso recuerdo y para cuando todo haya pasado, te habrás vuelto alguien verdaderamente fuerte, así las próximas penas que te toque soportar dolerán menos y serán más llevaderas, es parte de la vida. Es una experiencia desagradable y el único consejo que te puedo dar, es que te rodees del amor de quienes aún te quedan, ellos te ayudaran a despedir a los que ya se fueron.

—Gracias tía Blanca, supongo... Que era lo que necesitaba escuchar.

—Me alegra mucho haber podido ayudarte sin embargo... No sé si será una pregunta muy personal pero ¿Quién es el que te causa tanto dolor?

—Es un amigo, pero se va a ir del reino y... No sé por qué pero tengo un mal presentimiento, no quiero que se vaya.

—Ya veo, pero él solo se va de viaje, aun puedes volver a verlo algún día, eso ya es una esperanza ¿No lo crees?

—Sí pero... Mejor hablemos de otra cosa.

—De acuerdo, será lo que desees.

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