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Bienvenidos a Casa

Ali abrió los ojos y gritó asustada. No reconocía el lugar donde se encontraba y sabía que dejar el cuarto de la domadora era peligroso, no eran pocos los que querrían matarla si la pillaban desamparada.

Inmediatamente comenzó a buscar a su dueña por todos lados, su mente era un torbellino de confusión y miedo que no parecía cesar. Hasta que una caricia y una voz le devolvieron la calma.

—Tranquila Ali, nadie te va a hacer daño. —Dijo Hornet en tono cariñoso.

Ali se tranquilizó y miró a su alrededor, dándose cuenta de que era Hollow quien la estaba acariciando. Además, ya no se encontraba en los ruinosos cuartos del coliseo, estaba en la casa de Bocasucia, acostada encima de la mullida cama de Hornet, sin bozales, sin cadenas y con total libertad para moverse y hablar.

—¿Estás bien?

—Shi...

—Me alegro. Es algo temprano, aunque en el coliseo todos solían madrugar, supongo que estás acostumbrada ¿Tienes hambre? ¿Qué te gustaría comer? Lamentablemente llevamos un mes fuera y todo lo que había en la despensa se estropeó, así que tendré que ir a comprar suministros ¿Crees que puedas esperar un poco?

Ali no respondió, solo se quedó mirándola en silencio. En realidad cualquier cosa estaba bien para ella, llevaba casi dos meses comiendo porquerías, la esperaría lo que fuera necesario si con eso podía volver a probar un buen estofado o una tortilla.

—Esperaba un poco más de entusiasmo ¿Sabes? —Frunció el ceño—. Oh bueno, supongo que te animarás luego de comer algo.

Hornet no le dio mayor importancia y se levantó de la cama para salir a comprar. Aunque primero le dio un vistazo a la cochinilla que dormía cerca de la cama en el suelo, en un nido hecho de almohadas y mantas. Por la expresión de su rostro, no se podía decir que aquello le resultará placentero.

Hornet lo comprendía, Quirrel estaba acostumbrado a dormir en el piso enrollado en una bola, pero con la profunda herida que le había hecho, enroscarse le resultaba doloroso, así que se veía obligado a dormir estirado. Habían tratado de hacerlo sentir más cómodo con las almohadas y las mantas, pero para él no era lo mismo y por ello había pasado una pésima noche. Al final solo por agotamiento había logrado conciliar el sueño muy tarde en la madrugada.

Una ligera sonrisa se asomó en el rostro de Hornet. Era bueno tener a Quirrel de vuelta, tenía tantas cosas que contarle, seguro que él también, pero ya habría tiempo para eso, por ahora lo dejaría descansar.

Pasaron unos pocos segundos luego de que Hornet se fue cuando Hollow se acercó a Ali y comenzó a moverla. Era su forma de invitarla a jugar mientras esperaban a su hermana, pero contrario a ocasiones anteriores, está vez la murciélago no reaccionó, lo miró con desánimo y permaneció en su lugar recostada. El contenedor comprendió los deseos de su amiga, por eso se limitó a sentarse a su lado y acariciar su espalda.

Ali agradeció que su guardián fuera tan comprensivo, porque en esos momentos no tenía ánimos para jugar, ni para nada en realidad. Luego de todo lo que había pasado solo quería quedarse acostada en esa suave cama y dejar el tiempo pasar. Sentía como que no tenía fuerzas para moverse, ni ganas de nada. Era raro, jamás le había pasado algo así ¿Debería preocuparse? Tampoco tenía fuerzas para eso.

Estar en casa, abrigada, cómoda, sin ataduras y rodeada de gente preocupada por su bienestar era como un sueño, de hecho ahora todo lo vivido parecía un sueño lejano, pero no, eso había sido real, las cicatrices de su espalda lo demostraban. Suspiró dejando que la sensación de vacío la embargara mientras recordaba el caótico día anterior.

Escapar del incendio del coliseo no fue el final de todos sus problemas, pues ahora debían enfrentar el tener a la tía Horny y al tío Quirrel inconscientes ahogados por todo el humo que habían tragado, y no saber cómo despertarlos. Los pequeños no tardaron en entrar en pánico, afortunadamente el fantasma del rey pálido supo cómo calmarlos e incluso como despertar a los dormidos.

Con mucha calma y detalle, le explicó a Hollow una técnica para infundir aire en los pulmones a través de la boca. En un inicio le pareció algo extraño y hasta incómodo, pero Hollow estaba tan desesperado que no cuestionó nada, colocó su boca encima de su hermana y sopló. Luego procedió a presionar el pecho de la chica tal como le habían dicho. Cuando iba por la tercera serie, Hornet finalmente recuperó la conciencia y se incorporó tosiendo sonoramente con los ojos llorosos.

Luego de eso siguió un gran abrazo de parte de Hollow, que su hermana debido a la tos no pudo corresponder. Ya cuando la vio respirando mejor, el pequeño procedió a ocuparse de Quirrel y ahí empezaron los problemas, pues a Hornet no le hacía nada ver a su hermano "besando" a la cochinilla.

Qué bueno que la guerrera se encontraba débil, de lo contrario a Ali le hubiera costado demasiado retenerla mientras Hollow se ocupaba de su amigo. Al menos cuando vio que la cochinilla se encontraba mejor se tranquilizó un poco, pero eso no evitó que se enojara con su hermano y estuviera tres horas sin hablarle.

Lo que siguió después fue una tortuosa marcha hacia Ciudad de las Lágrimas. Heridos y debilitados como se encontraban, cada paso resultaba un tormento, el dolor recorría sus caparazones y un profundo agotamiento forzaba sus ojos a cerrarse, pero aun así continuaron avanzando, no podían detenerse hasta llegar a un lugar seguro.

Los guardias que custodiaban la entrada a la ciudad en cuanto los vieron corrieron en su auxilio. Para Ali fue maravilloso ver que había insectos buenos en el mundo que ayudaban a los demás sin esperar nada a cambio.

En ese momento Hornet y Quirrel se permitieron colapsar sobre el piso, ya habían llegado a su meta, estaban a salvo, se entregaron a la voluntad de sus salvadores. Los guardias que fueron a auxiliarlos los reconocieron de inmediato, ya que era cucarachas, miembros del gremio de trabajadores públicos de la ciudad y por supuesto, parte de la enorme familia de Dan.

Un amigo de Dan era un amigo de la familia y debía ser tratado con toda la cortesía que se merecía, por eso no escatimaron en gastos para ayudarlos. Los transportaron hasta el centro de la ciudad y se consiguieron un pase gratis a la casa del placer para poder tratarlos con las aguas termales del lugar.

En ese lugar Hornet y Quirrel pudieron recuperarse de la mayoría de sus heridas y comer algo, aunque algunas de sus lesiones no quedaron del todo sanadas por salir del agua antes de tiempo. Para quedar completamente sanos deberían haber permanecido toda la noche en ese lugar, excediendo el horario de atención de la casa. Como no querían causar problemas, optaron por irse a mitad del tratamiento, a pesar de la insistencia de las cucarachas porque se quedarán.

Ya lo demás fue un viaje rápido en ciervo hasta Bocasucia. Ali casi lloró de la emoción cuando entró en la casa, era tal como la recordaba. Hornet hizo una revisión rápida del lugar, se deshizo de algo de basura y armó un nido para Quirrel. Luego de eso, todos fueron a dormir y no despertaron hasta ahora.

La voz de Hornet la sacó de sus pensamientos.

—¿Eh? ¿Todavía están ahí? ¿En el mismo lugar donde los dejé? ¿Están enfermos o algo? Deberían andar por ahí correteando o rompiendo cosas... Bueno, mejor si no rompen nada, pero aun así...

Ali solo la miró de forma inexpresiva y Hornet suspiró.

—Olvídenlo, vengan a desayunar.

La comida fue tranquila aunque algo incómoda para Ali. En el coliseo se había mal acostumbrado a comer rápido. La hora de comer era el único momento en el que le sacaban el bozal, pero por tiempo limitado. Tamy le daba exactamente 7 minutos para comer todo lo que pudiera, luego de eso tuviera hambre o no, le volvían a poner el bozal hasta la siguiente merienda.

Ahora podía tomarse todo el tiempo que quisiera para alimentarse, pero era complicado deshacerse de las malas costumbres. Aunque la comida estaba sabrosa, el desánimo terminó por arruinarle el apetito, cosa que era muy preocupante para Hornet.

—Ali ¿Qué te pasa? —Preguntó preocupada.

—Solo dale su espacio —dijo el rey pálido apareciendo junto a Hornet—. Luego de todo lo que ha tenido que soportar no esperarás que esté con el mejor de los ánimos.

—Pero comió muy poquito y ¿No la encuentras algo más delgada?

—¿Delgada? Yo la encuentro más musculosa, mírala, se ve fuerte y feroz.

—Me veo fea —comenzó a llorar la murciélago.

—Ay no ¡Mira lo que hiciste viejo!

—¿Qué? No... Yo no... No Ali, no te ves fea, Sigues siendo linda, aún con ese cuerpo superdesarrollado y esas espantosas cicatrices...

—Waaaaaaaaaaaa.

—¡Mejor cállate!

Y justo en ese momento para empeorar la situación, tocaron la puerta. A Hornet no le quedó más remedio que ir a ver quién era mientras su hermano trataba de consolar a la pequeña. En cuanto la chica abrió la puerta, fue recibida con un cálido abrazo por Dan y Bretta.

—¡Hornet! —Gritaron al unísono.

—¿Chicos? Como...

—Mi tío Kepy me dijo que te habían encontrado malherida —dijo Dan apartándose un poco para examinarla con cuidado—. Al menos parece que pudieron tratarte bien, no te ves herida.

—Tampoco estaba tan lastimada.

—¿Segura? —Dijo Bretta con su calidez habitual—. Recuerda que tu idea de lo que es estar lastimado es un poco extrema Hornet.

—¡Hey! Si digo que no estaba lastimada, es porque no lo estaba. Luego del tratamiento con las aguas termales estoy como nueva, a diferencia de Quirrel que aún sufre de bastantes dolores en su caparazón.

—¿¡Quirrel está herido!? —Gritó Bretta entrando en pánico — ¿¡Donde esta!? ¿¡Dónde está mi caballero azul!? ¡Debo verlo!

Una cierta angustia se asentó en el estómago de Hornet, ella sabía que Bretta estaba enamorada de Quirrel. Por un momento tuvo la tentación de cerrarle la puerta en la cara, pero era su querida amiga y aquello sería muy cruel, por eso tragándose los celos que la invadían abrió la puerta permitiéndole a la escarabajo entrar. Por supuesto, Dan también pasó, él también estaba preocupado por la cochinilla, en parte esto tranquilizó a Hornet, Bretta no se quedaría a solas con su amado.

Cuando el par de insectos entró, Hollow ya se las había arreglado para consolar a Ali, quien ya estaba más tranquila sus brazos, prácticamente enroscada alrededor de él.

—¡Hollow! ¡Cuánto tiempo sin verte! —Saludó Dan acercándose a compartir un amistoso apretón de manos con él— ¿Y esa que tienes ahí es Ali?

Hollow cedió un poco su agarre sobre la pequeña para permitirle a la cochinilla verla mejor. Dan en cuanto puso sus ojos sobre la murciélago se sorprendió bastante.

—¿Esa es Ali? ¿Pero qué le pasó? Se ve horrible.

Dan no lo decía refiriéndose al cuerpo musculoso y maltratado de la murciélago, más bien lo decía por los ojos hinchados y llenos de lágrimas que tenía. Pero sin importar la razón, Ali lo tomó de la peor manera y estalló en llanto de nuevo.

—¡Gyaaaaaaaaarg! ¡Soy feaaaaaaaa! ¡Gyaaaaaaaaarg!

—Siento que mi cabeza va a estallar —se quejó Bretta—. ¡Hornet haz algo!

—¡No sé qué hacer! —Dijo tapándose sus conductos auditivos—. ¡Dan! ¡Tú la pusiste así! ¡Tú haz algo!

—¿Y qué quieres que haga?

Al final que ninguno de los dos sabía cómo callar a Ali. La pobre siguió chillando durante un par de minutos mientras Hollow trataba por todos los medio de calmarla. Finalmente fue tanto el ruido que Quirrel terminó despertándose, y aún con todos sus dolores se levantó de su nido y caminó hasta la sala donde estaba el alboroto.

—¡Mi caballero azul! ¡Pero qué te ha pasado! —Dijo Bretta horrorizada por el deplorable estado de Quirrel.

—Hola Bretta, hola Dan —saludó la cochinilla sin ánimos para luego dirigirse hacia la murciélago—. Por favor, calmar a un niño no es tan difícil.

Quirrel se llevó una mano a la cabeza y de la pañoleta que usaba sacó un gusano dulce, una golosina muy apreciada por la mayoría de los niños. Entonces sin dilación introdujo el gusano en la boca de Ali. La pequeña al principio se sorprendió por esto, pero luego comenzó a degustar la golosina con deleite y terminó calmándose para luego pedir más.

—Lo siento pequeña, era la última que me quedaba.

Si hubiera sido la vieja Ali, hubiera empezado una rabieta para exigir que le consiguieran más dulces, pero ahora en lugar de eso, con toda humildad, simplemente guardó silencio y se quedó mirando a los adultos de forma suplicante, cosa que sin saberlo resultaba tanto o más efectiva que una rabieta.

—No te pongas así Ali, iré a comprar más gusanos dulces —dijo Hornet agitada temiendo que el ánimo de Ali empeorara otra vez—. ¿Qué dicen chicos? ¿Vamos de compras? Así de paso les cuento todo lo que he estado haciendo este último mes.

—Yo me quedaré con Quirrel —dijo Bretta casi inmediatamente.

—¡No! —Dijo Hornet de forma más efusiva de lo que hubiera deseado.

Ambas chicas se miraron por un instante y la tensión se instaló en el ambiente. Ambas eran buenas amigas, pero estaban enamoradas del mismo bicho, un drama tan común y tan cruel en el mundo, que seguía repitiéndose una y otra vez ¿Que valía más? ¿La lealtad o el amor? ¿Podría una amistad prevalecer aún en esa situación?

Dan estaba bastante perdido y no entendía muy bien la situación, mientras que Quirrel por el contrario, sabía exactamente lo que pasaba. La cochinilla optó por poner fin a aquella silenciosa pelea, por lo que dio media vuelta y regresó al dormitorio.

—Ve con ellos Bretta, hoy no soy buena compañía —dijo el insecto abriendo la puerta a la pieza.

—Pero...

La escarabajo no pudo replicar nada, Quirrel cerró la puerta y no quiso saber más de nada.

—Brr... ¿Es mi idea u hoy Quirrel anda algo malhumorado? —Dijo Dan.

—Ya quisiera verte yo con una sonrisa en la cara si tuvieras que enfrentar semejantes dolores y casi no hubieras dormido en toda la noche —dijo Hornet—. Y... Supongo que por eso no tiene muchas ganas de recibir visitas —esto último lo dijo tratando de mitigar un poco el pesar que percibía en Bretta.

—Sí... Supongo que es entendible —susurró la escarabajo con una profunda tristeza.

—En fin, vamos a comprar gusanos dulces —dijo Hornet cambiando el tema abruptamente—. Hollow, Ali, volveremos pronto, traten de no romper... —Nuevamente Ali yacía recostada en el piso desganada mientras Hollow le acariciaba la espalda—. Mejor traten de jugar un poco, no es bueno que estén así.

Los tres adultos salieron entonces de la habitación dejando a los menores solos.

Toda tensión que hubiera habido entre Hornet y Bretta fue olvidada (O más bien ocultada), durante su salida de compras. La mestiza se aseguró de contarles todas sus aventuras en el coliseo, claro, tratando de suavizar un poco la historia, Bretta no era muy aficionada a la violencia.

Por su parte sus amigos también le contaron algunas novedades. Dan finalmente había obtenido un puesto de trabajo fijo como encargado de los ciervocaminos, donde se desenvolvía bastante bien y ya casi no sufría accidentes, cosa que había hecho que su madre ya no se preocupara tanto por él. Además de que recientemente había comenzado a cortejar a una linda cochinilla con la que tenía serias intenciones. Al parecer ese jovencito tímido e inseguro que Hornet había conocido hace poco más de un año, había crecido para convertirse en un espléndido adulto.

Bretta por su parte había lanzado su segundo libro, el cual había sido muy bien aceptado, además su popularidad había crecido y ahora recibía muchísimas cartas de parte de sus fans, jamás se había sentido tan feliz, querida y respetada. Ahora su vida era muy diferente de la triste infancia que había enfrentado.

Finalmente quedaron de juntarse un día de estos para salir a un bar o algo. Así que con una sonrisa Hornet se despidió de sus amigos agradeciendo el cálido recibimiento. Y en contraste con la alegría que había fuera de la puerta de su casa, el interior lucía sumamente deprimente. Sentado tranquilamente en un sillón, Hollow se encontraba leyendo un libro con Ali poyada en él mirando el techo de forma ausente.

Esto definitivamente le estaba preocupando. A Hollow le gustaba leer un poco de vez en cuando, pero nunca duraba demasiado rato en eso, y Ali normalmente siempre estaba revoloteando por todos lados planeando alguna travesura, por eso verlos a los dos ahí tan tranquilos la ponía de los nervios.

—¿En serio todo el rato que me fui ustedes se quedaron allí sentados? —Ambos asintieron—. No lo puedo creer... —Hornet se llevó una mano a la cara algo preocupada—. Bueno, ya fue suficiente descanso por hoy, ustedes dos necesitan hacer algo de ejercicio, salgan ahora a jugar afuera.

—No quiero —dijo Ali de forma seca.

—¿Cómo que no quieres? ¡Vamos Ali! No te puedes quedar encerrada toda la vida, además... ¿No quieres ir al circo a ver a tu padre? Hace dos meses que no se ven.

Un escalofrío recorrió la espalda de la pequeña, ese era un encuentro que temía, a quien menos quería ver era a su padre. Le asustaba ser rechazada por él, seguro que la repudiaría cuando viera la espantosa criatura en la que se había convertido.

—Yo....

—¡Decidido! —Dijo Hornet caminando hasta los niños tomándolos entre sus brazos—. Ahora ustedes dos irán al circo a ver a Grimm, si seguimos dilatando su encuentro, un día de estos ese murciélago se aparecerá por aquí a reclamar nuestras cabezas, así que vayan.

Hornet casi los lanzó fuera de la casa y rápidamente cerró la puerta para asegurarse de que no entraran de nuevo. Así fue como Ali y Hollow se vieron en las calles de Bocasucia, y aunque la pequeña no quisiera, Hollow estuvo de acuerdo en que correspondía presentarse ante Grimm, por lo que se dirigieron a la compañía.

—¡Pero si es la hija pródiga que regresa! —Dijo Divine en cuanto los vio— ¡Oh! Veo la llama arder en todo su esplendor ¡Felicidades! ¡Han completado el ritual! El maestro estará más que complacido. De hecho deberían apresurarse en ir a verlo, durante el último mes ha estado muy malhumorado, y nuestro pobre Brumm ha tenido que pagar las consecuencias jujujuju. Aunque admito que el show del otro día fue bastante interesante —sonrió de manera maliciosa, mientras que los menores solo ladearon la cabeza preguntándose a qué se refería—. Olvídenlo, solo entren a la carpa ¿Sí?

Ambos entraron en la carpa hasta la pista principal, donde como solía ser la costumbre, se encontraba Brumm tocando sus tristes canciones en el acordeón, aunque esta vez por alguna razón el insecto tenía unas orejas de utilería encima. El bicho solo les dedicó una mirada sombría.

—No pregunten.... Vayan a ver al maestro.

No dieron ni dos pasos cuando una flama se materializó frente a ellos de la cual emergió Grimm, quien de la nada le lanzó un zarpazo a Hollow quien casi no logra esquivarlo. El pequeño de inmediato se puso en guardia y sacó su aguijón, notó la mirada furiosa del murciélago la cual lucía aún más intensa gracias al escarlata de sus ojos. En aquel instante se veía como un monstruo hambriento de sangre.

—Desgraciado. —Siseó el murciélago esforzándose por mantener la elegancia, aunque era notorio que se le hacía difícil— ¡Cómo has podido privarme de la presencia de mi retoño por casi dos lunas! Tú.... ¡Scarlet! —Exclamó de pronto notando a la pequeña— ¡Pero qué te pasó! ¡Te ves terrible!

Aquello ya fue demasiado para Ali, sabía que su padre la encontraría fea y no la querría, pero eso no lo hacía menos doloroso. Su padre era el rey de la belleza y la elegancia, una monstruo horrenda como ella no era siquiera digna de estar en su presencia, por eso no pudo evitar caer al piso y estallar en llanto.

—¡Gyaaaaaarg! ¡Perdón papi! ¡Gyaaaaaaaaaarg! ¡Lo siento! ¡Gyaaaaaaaarg!

Ali esperaba su repudio y quizás algunos insultos, por eso se sorprendió tanto cuando unas cálidas manos la tomaron y la acunaron con delicadeza. La pequeña levantó la vista y se encontró con la mirada más dulce que alguna vez le hubiera dedicado su padre.

—¿Por qué ruegas perdón pequeña?

—Por ser fea... Ahora soy fea y ya no me vas a querer.

—Ay pequeña mía. Si bien venero la belleza y la elegancia, no por ser menos agraciada mi afecto por ti decaerá. El cariño que te profeso tiene la fortaleza de una montaña y no mermará por... Pequeñeces. Sin importar tu apariencia, me llena de regocijo el tenerte entre mis brazos, viva y sana. El ritual de la flama escarlata es en extremo peligroso y pocos son los retoños que logran superarlo, este cometido es incluso aún más arduo para las doncellas... Luego de tantos fracasos antes de ti... Tantos retoños perdidos... Es un milagro que estés aquí... Y por eso... Para mí... No hay tesoro más bello que tú.

La voz de Grimm casi se quiebra con sus últimas palabras, por eso no dijo más y simplemente estrechó a su cría contra su pecho, tratando contener las lágrimas y recuperar la compostura.

Hollow miraba la escena en silencio con algo de envidia, en ese momento no podía evitar preguntarse cómo sería ser amado de esa manera, él jamás pudo experimentar lo que era el amor de padre o madre. El rey había sido un maldito bastardo que lo había despreciado y cuando conoció a su madre, esta lo trató como si fuera un desconocido cualquiera, con una actitud distante y una mirada llena de tanta tristeza, que solo hacía que quisiera salir de su presencia. Pero esto que observaba era distinto, tan cálido y hermoso como la más brillante de las antorchas.

Finalmente el abrazo de padre e hija llegó a su fin y Grimm secándose una lágrima rebelde que escapó de uno de sus ojos dijo.

—Bueno... Tampoco voy a negar que un baño te favorecería mucho, tu cabello es un desastre.

—Gyaaarggg.... —Gruñó la pequeña avergonzada.

—Vamos pequeña... Recientemente adquirí un shampoo de lavanda que te encantará —dijo saliendo de la pista del circo aun cargando a su hija entre sus brazos.

Hollow entonces se quedó solo en medio de la pista junto al músico, que parecía haber ignorado todo lo ocurrido, pues seguía tocando con la misma parsimonia de siempre. Nadie le dijo nada al caballero y este tampoco iba a esperar eternamente a que lo despidieran o algo, así que empezó a caminar hacia la salida. Pero no había dado ni tres pasos cuando una flama escarlata se materializó frente a él y de ella surgió Grimm quien lo tomó firmemente.

—Tú también vienes ¡Brumm! ¡Al cuarto de baño ahora! —Gritó Grimm antes de esfumarse otra vez.

—Si maestro —contestó el músico con desgano.

Ali se sentía en el cielo, el agua tibia como siempre estaba a la temperatura exacta, la espuma flotaba a su alrededor como lindos barquitos hechos de nubes, el aroma a lavanda era exquisito y lo mejor de todo, las manos de su padre la masajeaban aliviando toda la tensión acumulada en los últimos meses.

Aunque las manos de Grimm no solo estaban masajeando a su hija, también la estaban inspeccionando, buscando cualquier marca o lesión que estuviera oculta a la vista y que resultara de alguna manera preocupante. No detectó nada que pudiera resultar en un perjuicio para la salud de la pequeña, sin embargo si notó muchas cicatrices en su piel, aparentemente ocultas por el pelo negro, pero detectables al tacto.

El murciélago frunció el ceño, las marcas eran muchas, como si hubieran azotado a su pequeña hasta el cansancio. Sus colmillos asomaron con ansias asesinas, si llegaba a averiguar quién le había hecho eso a su pequeña se lo comería vivo, parte por parte.

Respiró profundamente tratando de calmarse, de momento eso podía esperar, su prioridad era consentir a su niña que se notaba había tenido un tiempo difícil, después buscaría culpables.

Aunque si había alguien a quien podía culpar de momento era a su guardián ¡Era su deber proteger a su hija y evitar que le pasaran cosas como estas! Desvió la mirada resentido hacia la tinaja donde Brumm lo estaba bañando, aunque el baño de Hollow contrastaba completamente con el de Ali, para él solo había agua fría, jabón barato y una escobilla áspera con la que Brumm lo estaba refregando.

—Cepilla más fuerte Brumm, que quede limpio de todo pecado.

—Si maestro —Contestó el músico restregando a Hollow con más fuerza causándole bastante dolor.

Cuando el baño terminó Ali se sentía fresca y animada, mientras que a Hollow le ardía toda su piel sombría. Podía sentir el resentimiento de Grimm en cada centímetro de su anatomía, pero eso no se comparaba con la glacial mirada que le estaba dedicando ahora.

—Esta noche Scarlet reposará en mis dominios, lárgate.

No fueron necesarias más palabras, hollow salió casi corriendo del circo sin mirar atrás.

—Mami se fue sin despedirse —dijo Ali algo apenada.

—No ocupes tu mente en ello querida, no lo merece. Mejor juguemos a algo ¿Quieres?

—¡Shi! ¡Gyaarg!

Los famosos juegos de Grimm y su hija en realidad consistían en prácticas de trucos de circo, pero ella las asociaba con juegos, al fin y al cabo eran bastante divertidas de hacer, por eso amaba tanto el circo, allí todos jugaban, incluso los adultos.

Ali descubrió que gracias a la nueva musculatura adquirida, realizar los trucos propuestos por su padre se había vuelto mucho más fácil. Ahora era más rápida y más precisa al moverse. Al final algo bueno había salido de su traumática experiencia, aunque no estaba del todo segura de si había valido la pena. Pero por el momento se limitaba a divertirse atravesando las argollas que su padre arrojaba al aire y prenderle fuego a las flores rojas que hacía aparecer de la nada.

Tras un par de horas de prácticas, Grimm decidió que ya había sido suficiente y era hora de cenar. Esta vez Ali estaba mucho más dispuesta a alimentarse, su ánimo había mejorado mucho gracias a los cuidados de su padre y después de jugar tanto tenía bastante apetito.

El cocinero de la tropa se había encargado de preparar todos los platillos favoritos de la pequeña, quien por supuesto los probó encantada, aunque su padre la tuvo que regañar bastantes veces por comer demasiado rápido, aquello fue algo frustrante, pero no le impidió disfrutar su cena.

Una vez hubo terminado la comida, fue notorio que Ali se sentía cansada, pues sin disimulo alguno comenzó a bostezar, mientras sus ojos se cerraban solos.

—¿Que pasa pequeña? ¿El reino de los sueños clama tu presencia? —Ali se limitó a asentir bostezando de nuevo—. Es una hora algo prematura para descansar pero si el agotamiento te agobia podemos acudir al sueño antes. De todos modos cancelé la función de hoy —Ali lo miró algo preocupada— No te culpes por ello, quería dedicar todo mi tiempo a ti hoy. Dime ¿Desearías reposar a mi lado?

—¡Shi! —Dijo la pequeña.

—Vamos cariño, al madero.

La expresión al madero, era el equivalente a decir a la cama. Esto era porque Grimm no dormía acostado como la mayoría de los seres vivos, él lo hacía colgado de un madero en su cuarto. Ali también solía dormir de cabeza, pero cuando se tuvo que ir a vivir con su guardián, la necesidad de mantenerse cerca de él, le impidió en la mayoría de los casos buscar un lugar cómodo para colgarse, así que se acostumbró a dormir en el suelo o en una cama enrollada en sus alas. Pero aunque podía dormir de esa forma, no iba a negar que se sentía mucho más cómoda cabeza abajo.

Cuando Grimm llegó al cuarto, agitó sus alas y se elevó hasta el madero donde se colgó cabeza abajo, entonces extendió sus brazos dejando su pecho descubierto. La pequeña voló y se agarró firmemente de él mirando hacia abajo, luego de esto, Grimm procedió a envolverse con sus alas y a cerrar los ojos para dormir.

Así esa noche, Ali disfrutó del mejor descanso que había tenido en mucho tiempo, abrigada por las cálidas alas de su padre y arrullada por el corazón de la pesadilla.

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Si alguien me viene a decir que el capítulo estuvo aburrido pues se aguanta, luego de todo lo que tuvo que pasar la pobre Ali se lo merecía. De todos modos no me negarán que la escena del reencuentro padre e hija me quedó bonita. 







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