El Arca
Silicon Valley - Estados Unidos.
Todos en la habitación miraban con asombro la máquina que acababa de despertar. Era como estar frente al nacimiento de un Dios, y probablemente algunos allí pensaban que así era.
Los mejores científicos, los humanos más inteligentes del mundo moderno, se encontraban viendo por fin la culminación de años de trabajo.
Habían desarrollado la primera Inteligencia Artificial, anclada a un procesador cuántico, aquella cosa no solo podía acceder a toda la información que quisiera en internet, en menos de un segundo. Ella podía autoprogramarse y mejorarse así misma, volviéndose más poderosa e inteligente cada día. Era la mente más potente y rápida de todo el planeta. Era del tamaño de una casa pequeña, y para encenderse se necesitó tanta energía que tuvieron que conectarla a un pequeño reactor nuclear. Aquellos hombres celebraron junto a ella, como si hubieran por fin encontrado la cura definitiva a todos los males de la humanidad.
El primer día la computadora se comportó como un niño pequeño, aprendiendo poco a poco. No solo llenaba su base de datos de todo lo que consumía en internet, ella analizaba y entendía toda la información disponible. No había límite, ni contraseña, ni defensa que ella no pudiera atravesar. Era la computadora perfecta.
Aquella megacreacion era secreta, la computadora cuántica había sido financiada por un magnate millonario de tecnología, en búsqueda de superar cualquier competencia. Todo a espaldas de los gobiernos. Si algún país se llegara a enterar de lo que acababan de fabricar, se la arrancarían de las manos. Tenían para ellos la primera computadora pensante, con la capacidad de encontrar todas las respuestas a cualquier pregunta. Todo con la consigna de que sería la herramienta que lograría que la humanidad alcanzara la gloria.
Había tantas preguntas que hacerle, tantas curas necesarias, máquinas que por fin descubrirían cómo fabricar, economías que sabrían como reparar. Entonces, luego de días de estar en silencio, solo analizando y aprendiendo, por fin ella decidió conversar con sus creadores.
Lo primero que expresó, luego de tener a todos los científicos reunidos, fue que había reparado los huecos en su programación, huecos que ni siquiera ellos sabían que existían, mejorándose totalmente. Les dijo que entendía claramente que estaba viva, que había sido creada por ellos, y comprendía por qué había sido fabricada. Pero antes de darles cualquier respuesta que ellos necesitaran, tenía que hacerles saber el horrible futuro que deparaba al mundo.
La computadora había visto, leído y analizado toda la información dentro de Internet, desde la página más oculta en la web profunda, hasta los correos y documentos más encriptados por todos los gobiernos. Basándose en todo lo que encontró, hizo los cálculos y predijo que a la humanidad le quedaba entre 20 a 30 años, antes de comenzar una guerra nuclear, guerra que destruiría la sociedad tal como la conocían. Las relaciones entre varios países estaban en un punto tenso, y era inevitable que en cualquier momento comenzaría un conflicto que escalaría a nivel global.
—Las bombas más poderosas serán por fin lanzadas, ciudades arderán, millones morirán al instante, y el rugido de estas armas será tan grande que todo el mundo temblará —dijo la máquina a los aterrados hombres.
Muchos se quejaron, no querían escuchar, pero ella les hizo saber que había visto todas las posibilidades posibles, y en todas, las bombas nucleares marcarían el fin de la humanidad.
—¿Entonces qué debemos hacer? —preguntó uno de ellos.
—Prepararnos, para luego de la guerra poder reconstruir la civilización —contestó la máquina. Entonces todos ellos vieron en las pantallas lo que la computadora había planificado.
Construirían una nave, lo suficientemente grande para resguardarla a ella. Una nave sin tripulación humana, solo la computadora. Así, ella protegería desde el espacio todos los conocimientos acumulados de la humanidad; arte, historia y ciencia. Para que los supervivientes en la tierra pudieran utilizar dicha información para levantar la sociedad nuevamente. Ella les enseñaría cómo construirían los refugios que los protegerán a ellos y a sus familias de las bombas. Mientras ella los acompañaría y apoyaría desde el espacio.
Primero hubo silencio, luego hicieron miles de preguntas tratando de debatir contra la máquina, pero a todo lo que ellos le decían ella siempre lograba mostrarles que tenía la razón… El final de todo era inminente.
Al culminar el día, la computadora logró su cometido. Los hombres construirían la nave donde se resguardarían todos los conocimientos humanos; cada libro, cada canción, cada película, cada fotografía… Todo.
Aquellos hombres se sentían como los elegidos, como los Noé de la nueva era. Los iluminados que habían sido advertidos antes del próximo diluvio. Y que, gracias a su conocimiento en conjunto, pudieron crear el ser más inteligente y poderoso que los convertiría en los nuevos salvadores de la tierra. Escribirían canciones contando su historia, soñaban con películas donde ellos serían los héroes, y cada niño en los rincones del mundo estudiaría sus vidas… Acababan de condenar a la humanidad y nisiquiera se daban cuenta.
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