Carne Fresca.
Golfo de Bonaparte, Australia.
En el día de la caída, no hubo ninguna ciudad de Australia que se salvara de ser bombardeada por los misiles nucleares. Incluso las zonas más alejadas de los impactos se vieron afectadas por los incendios de nivel bíblico que llegaron tras las detonaciones. Mas allá, sobre el mar australiano, uno podía encontrar varias plataformas petroleras llenas de numerosos trabajadores. Cuando la bomba mas cercana a ellos detonó, el anillo de fuego pudo consumirse al llegar al mar. Pero la energía expulsada fue tanta, que retrocedió el agua haciendo que enormes olas se formaran, olas que fueron a impactar contra las plataformas.
La compañía petrolera que perforaba esa zona del mar había construido 4 perforadoras, una principal y tres pequeñas a corta distancia de la grande. La plataforma principal fue quien recibió la enorme ola, tan grande que llego a sobrepasar las torres altas que se levantaban sobre el mar. Las bases se doblaron chillando y las uniones titánicas que parecían inamovibles cedieron ante tal fuerza del agua. Término cayendo al mar con todas las personas dentro de ella. Al caer una de sus torres mas largas, alcanzó a una de las pequeñas plataformas de perforación puesta a su acostado. La explosión fue instantánea y la estructura de hierro se abrió en dos mitades que cayeron aun encendidas en el agua.
La tercera plataforma era la mas alejada, ella recibió solo un coletazo de la enorme ola, pero aun así tuvo la suficiente fuerza para partir las bases de la estructura. Esta cayo sobre si misma y se hundió por completo, ahogando a todos quienes estaban en ella.
La ultima plataforma era pequeña, pero sus bases fueron lo suficientemente fuertes para resistir el choque del agua. Por su posición alejada, quedó resguardada de la ola principal cuando esta impactó con la perforadora de mayor. Y aunque las fuerza del agua se diluyó, si logró hacer temblar las bases de metal, tanto que los hombres dentro de ella pensaron que ahora seguiría su turno para unirse con la compañía en el fondo del mar. Pero la plataforma resistió, cables se despegaron, varios objetos cayeron en todas partes y la corriente eléctrica se cortó al instante. Pero por todo lo demás, el lugar se mantuvo en pie.
En aquella plataforma para ese momento solo se encontraban 4 trabajadores, uno de ellos era Joe el cuervo, a quien apodaban así por su nariz exageradamente puntiaguda. Joe estaba bajando por una de las escaleras de la torre cuando la ola golpeó la estructura. Esta tembló, haciendo que Joe no pudiera sostenerse. Cayó desde varios metros, aterrizando sobre su pie izquierdo, y sin poder evitarlo, su cabeza chocó también contra el suelo. El casco de seguridad se partió en dos, logrando absorber parte del golpe, pero aun así la caída fue tan fuerte que Joe quedó inconsciente. Si no fuera sido por el casco, su cráneo se hubiera roto como la cáscara de un huevo.
Los otros tres sobrevivientes fueron Jackman, willson y Leonard. Jackman era un doctor contratado en la petrolera. Por ley debían haber al menos dos médicos capacitados en la compañía, él era uno. Se encontraba en aquella estructura por simple casualidad, ya que su deber era mantenerse en la plataforma principal, de haberse quedado allí, hubiera quedado aplastado en el fondo del mar. Willson y Leonard eran operadores técnicos, ellos dos junto con Joe, bastaban para mantener a flote el lugar. Aquella plataforma había sido la primera en construirse y ya desde hace años había dejado de extraer petroleo, solo servía como una torre de comunicación y almacenadora. Y por mera casualidad fue la única estructura que soportó el día 1 del fin de la humanidad.
Cuando el mar se calmó y el oleaje volvió a la costa, los tres hombres a diferencia de Joe solo habían recibido golpes. Se asomaron a la cubierta para encontrarse con aquella espantosa escena, de las tres estructuras solo quedaban las gruesas bases sobresaliendo del agua, una de las que se había destruido por la caída de una torre principal, y explotada, ardía sin parar, el agua a su alrededor también tenia una capa de fuego. Se había derramado suficiente petróleo para hacer arder el mar. Más allá, sobre la costa, en tierra adentro se lograban ver el hongo nuclear asomándose a la letanía, elevándose al cielo para unirse a la mega nube nuclear que se formaba a partir de todas las bombas. Australia había muerto con el resto del mundo.
El accidente de Joe los distrajo. Les dio algo en que poder concentrarse. Apenas lo encontraron, lo llevaron adentro y lo acostaron en su habitación. Jackman pudo limpiar la herida de la cabeza y suturarla. Necesitaba realizarle una radiografía y resonancia, aunque pensó que aquello tenía pinta de un derrame cerebral. Para su pie no necesitaba ninguna radiografía, había fractura y se había hinchado tanto que hubo que dañar la bota para poder quitársela. Había que operarlo, él podía hacerlo, pero también pensó que ¿cual sería el objetivo? Lo más probable es que muriera en las próximas horas. Hizo todo lo que estuvo en su alcance, pero ya apostaba por que Joe, si llegaba a sobrevivir, solo sería en aquel estado vegetal.
La antena de comunicaciones se había dañado, así que no podían recibir noticias de afuera, aunque lo más seguro es que ya no quedase nadie que emitiera algo. No les fue difícil darse cuenta de su actual situación, por lo que sabían, Australia había sido atacada, no se imaginaban que era en todo el mundo, estaban aislados, y lo más probable sin nadie los rescatara.
Tenían suficiente agua para aguantar varios meses sin necesitar almacenar agua de lluvia, los tanques estaban llenos, era un alivió, sabían que toda la contaminación vendría luego de las explosiones y sería tan tóxica que beberla sería un suicido... Solo esperaban que la lluvia tóxica no se extendiera por meses. Cuando la lluvia ácida llegó, pudieron resguardarse dentro de la plataforma por días sin problemas.
Tenían suficiente medicina para estar tranquilos ante cualquier incidencia. Aquella estructura había sido ordenada como almacén de la empresa. Tenían cuartos llenos de medicamentos, analgésicos, anestesia, herramientas para cirugía, alcohol y gasas. Era lo más cercano a un hospital en medio del mar. Tenían equipo de trabajo, incluso ropa suficiente y materiales de limpieza para que no cayeran en el descuido por el aislamiento. Pero la comida, era la comida lo que verdaderamente los asustaba. No contaban con más que unas docenas de latas de alimento y unos cuantos kg de carne molida. Por ser la estructura con menos personal, la comida se recargaba menos seguido, además, casi siempre los muchachos iban hasta la torre principal en bote para comer en el comedor de la torre principal. Los congeladores no servían para nada sin electricidad, así que lo primero que se comieron fue la carne, antes de que se dañara.
Luego que terminó la lluvia ácida, los tres hombres salieron a la superficie de la plataforma para limpiar. Usaron mangueras de hidroyets y trajes especiales para limpiar, nunca se preguntaron si aquello era un desperdicio de agua... Estaban confiados de que tenían tanta que jamás se les acabaría, por lo menos no antes que llegaran a rescatarlos.
Joe continuó en su coma, acostado en la cama y conectado con una bolsa de suero en el brazo y un recolector de orina en el suelo. Al principio Jackman se ocupaba de atenderlo a toda hora, lo lavaba, afeitaba y hacía chequeos en espera de observar algún cambio, ya con los días se convencía más de que Joe jamás se levantaría. Ya solo lo visitaba lo necesario, pensaba que solo era un desperdicio de recursos, tenían aún de sobra, pero seguía sin valer la pena el usarlos en él, daba igual matarlo que mantenerlo con vida. Por unos momentos llegó a sentir envidia de Joe. había logrado morir sin sufrir la mengua que ellos estaban experimentando.
Al continuar los días, los tres hombres hicieron todo lo posible por rendir las pocas latas que les quedaban. Leonard aseguraba que el hambre terminaría por enloquecerlos.
No podían pescar. La plataforma que había recibido la torre encima continuaba bombeando petróleo y ahora todo el mar era una mancha negra y pegajosa que mataba todo a su paso. Les era imposible el poder encontrar algo. Tampoco pudieron atrapar ninguna gaviota. En días anteriores aquellas aves abundaban en las torres, ahora no encontraban ninguna. Pensaron que debieron de alejarse mar adentro, huyendo de las explosiones. Y, a menos que hubieran encontrado refugio sobre el agua, seguro las había matado la lluvia ácida.
Los días pasaban y el hambre seguía consumiéndolos poco a poco , haciéndoles perder peso con una velocidad angustiosa. Por más que llenaran su estomago de agua, esta no lograba aplacar la sensación de hambre. En esas condiciones no fue difícil para ellos tomar una decisión espantosa.
—Tenemos que comernos a Joe —dijo Willson cuando Leonard preguntó que harían ahora. Leonard hablaba con respecto a su situación de esperar un rescate, pero no de atrevió a corregir a su compañero, ya que también había llegado a pensar lo mismo.
—¿Que mierda les pasa? —preguntó Jackman enojado. Insultó a sus compañeros, los trató de bárbaros, asesinos y monstruos... Dos días de hambre pasaron para que aceptara la propuesta.
Aquello solo era posible gracias a el. Era el único con los conocimientos para poder amputar y cerrar la herida, y así evitarse el desangramiento. Comenzó con el pie roto. Ya estaba morado por la presión, así que sabía que no tenía como salvarse. Seguía con la idea de que cuervo no despertaría, estaba muerto a nivel cerebral. Pero si aparecía un helicóptero a rescatarlos, él les diría que amputó la pierna porque era lo correcto.
Jackman pensó que vomitaría, que escupiría la carne y lloraría de la rabia, maldiciendo a sus compañeros por haberlo rebajado a cometer tal barbarie. Pero una vez sintió el olor de la carne caliente, preparada por Leonard, no se detuvo hasta que se encontró mordisqueando los huesos... Aquello apenas había sido un pseudo engaño. Los tres debieron tomar mucha agua para sentir llenura. Pero fue clave para que pudieran cruzar la línea. Podían comer carne humana.
Al día siguiente, willson estaba sentado al borde de la plataforma, observando el frente. Era una imagen devastadora, en tierra solo se notaban columnas de humo elevándose, los incendios no se detenían. Jackman se sentó a su lado. Temía que en cualquier momento el pobre se iba a arrojar al mar. El agua continuaba negra por todo el petróleo. Ahogarse ahí tenía que ser una muerte espantosa. Durante un momento se mantuvieron callados hasta que Leonard rompió el silencio. —Tengo mucha hambre —dijo, sin quitar la mirada del horizonte, —Yo también amigo —respondió el doctor. Esa noche volvieron a amputar a Joe.
Esta vez el corte fue hasta la rodilla. Sería fácil decir que la tibia y el peroné también se habían destruido con la caída. Jackman babeaba mientras cortaba la carne. Por primera vez desde la caída de las bombas pudieron comer hasta saciarse. La carne les pareció tan rica y suave que no les importó que solo tuviera un poco de sal.
Soportaron un día más sin comer. Llegaron a sentir un poco de remordimiento de sus acciones... Además, tenían que permitir que Joe recuperara toda la sangre que había perdido.
El siguiente corte fue del pie y la pierna juntos. Jackman realizó su trabajo con tal sutileza, como si fuera un artesano moldeando arcilla. No podía permitir alguna infección que les arrebatara su res. Tenían que mantener a Joe con vida el mayor tiempo posible.
Dejaron descansar las piernas y el siguiente corte fue de las manos, primero una mano hasta a el codo, luego el codo hasta el hombro. Al día siguiente fue el otro brazo. Para cuando se habían comido ambos brazos, Joe parecía un muñeco al que se habían perdido las piezas.
Ya les era imposible resistir un día más sin comer y menos sabiendo que tenían a Joe aún con suficiente carne. Jackman cortó el muslo derecho hasta la altura de la cadera. Por un momento pensó que no lograría detener el sangrado y cuervo moriría. Temió perder así su único recurso de alimento. Pero con ayuda de Leonard y de Willson, pudieron controlar la situación. Se dieron un banquete con la carne del muslo, comieron y repitieron hasta saciarse, de no ser por no tener como conservar la carne, la hubieran rendido para varios días. Luego usaron el fémur y lo restante del muslo para prepararse un caldo. No lo dudaron mucho por cotar el otro muslo, esta vez les fue más fácil amputarlo, ya tenían la experiencia.
Habían pasado días y ahora se encontraban ante un nuevo dilema: su suministro de comida entraría en números rojos, Joe solo era un torso con una cabeza sobresaliente, llegaría un día en que sería la última operación y ya no podrían cortar nada sin matarlo.
—Si solo tuviéramos electricidad para congelar los órganos, podríamos sacar todo, nada se perdería —decía willson mientras los tres se encontraban sentados en el borde de la plataforma, con las piernas colgando y observando el oleaje negro bajo ellos.
—Puedo amputar los glúteos, —dijo Jackman —y luego hacer una sutura con calor, del pecho no sacaremos nada de carne, el hombre ha perdido masa debido a su estado. También puedo extraer los ojos, la lengua, nariz, labios, orejas y mejillas, hasta incluso el pene y los testículos... Pero ya eso sería lo último, luego sólo nos quedaría comernos los órganos internos, corazón, hígado y demás.
Entonces la conversación fue interrumpida, los tres se paralizaron al escuchar gritos provenientes desde dentro de la plataforma... Joe había despertado.
—¡MALDITOS! ¡MALDITOS TODOS USTEDES! —gritaba el hombre que yacía acostado frente a ellos, sacudiendo lo poco que le quedaba de cuerpo. Aquella imagen del torso tambaleándose era enfermiza. Jackman pensaba que era imposible que pudiera recuperar la conciencia, y más que tuviera la fuerza para hablar. Cuando alguien en estado de coma logra volver, pasaba por un proceso largo y lento de recuperación. Aun así, ahora tenían a Joe, maldiciendolos y lanzándoles insultos ahogados entre lágrimas de rabia.
—¡¿COMO PUDIERON HACERME ESTO?! ¡SON UNOS MALDITOS! ¡MALDITOS LOS TRES!
—Joe escuchame —dijo Leonard cavilando lento a la camilla. Australia fue atacada,alguien lanzó bombas, y tuviste un accidente... Te destrozaste las piernas y los brazos, hubo que amputarlos para evitar que murieras, casi te...
—¡MENTIROOOOSO! —gritó Joe. —¡MALDITO MENTIROSO! ¡NO PODIA MOVERME! ¡NO PODIA ABRIR LOS OJOS! ¡NI PODIA DECIR NINGUNA PALABRA! ¡PERO LOS ESCUCHABA! ¡LOS ESCUCHE HABLAR DE COMO DEBIAN COCINARME! ¡LOS MALDIGO! ¡LOS MALDIGO CON TODO MI SER ! ¡LOS MALDIGO POR SIEMPRE!
Así se mantuvo Joe, maldiciendo a sus compañeros. Jackman no pudo resistir más y salió a la parte externa de la plataforma. Vómito desde el borde, vaciando su estómago. Volvió a sentarse en el borde para observar el horizonte. El agua bajo él le parecía tan tentadora, sabía que ahogarse en aquel petróleo sería una muerte horrible. Se imaginó el agua negra, espesa y aceitosa entrando por su boca y nariz mientras se hundía, sintiendo su sabor a petróleo mezclado con agua salada... Una muerte dolorosa, y aun así seguía siendo poco comparado con lo que habían hecho.
—¿Jackmam?— dijo Leonard detrás de él, a su lado también se encontraba Willson. —Joe ha muerto.
El doctor se giró a verlos, por primera vez pudo notar sus rostros enfermos y ojerosos. Por más carne que comieran, continuaban debilitándose, no había alimento que los pueda salvar contra la radiación de las bombas.
—¿Cómo ocurrió? —preguntó Jackman.
—El nos lo pidió —respondió esta vez Willson —Nos rogó que acabáramos con su sufrimiento.
Jackman solo asintió, no estaba seguro de que aquello fuera verdad, pero tampoco le importaba mucho. Con solo imaginarse el infierno que atravesó Joe al no poder moverse y solo estar inmóvil mientras era desarmado y convertido en alimento... La muerte resultaba un dulce alivio.
—Te necesitamos —dijo Leonard, —hay que hacerlo rápido, antes de que la carne se eche a perder.
Jackman miró por última vez el mar, "quizás mañana", pensó, y comenzó a caminar con ellos hacia la habitación. Estaba comenzando a darle hambre. Pensaba en lo que harían luego de que se quedaran sin carne. Llegó a la conclusión que en alguno de los tres seguramente tendría un accidente. Habría que conseguir una nueva res.
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