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2. Indomables

N/A

¡Hola! Esta es otra historia de los desafíos, pero la fecha límite de publicación era para el 29 de octubre. Como ya se dieron cuenta, lo publiqué muy tarde, pero lo hice ahora porque antes no me sentía bien mentalmente, terminaba agotada de tantas ocupaciones que tenía y sigo teniendo. Sin embargo, quise publicarlo para que lo lean de manera libre.

Esta historia tiene la temática de Humanos v/s Mutantes.

Espero que les guste.

~*~*~*~*~*~*~*~*~

— ¿Hasta cuándo seguiremos con este infierno? —Irrumpe en mi casa Oleksander. Ojalá tuviéramos esas puertas para que vuelva el respeto a este lugar, aunque sé que eso ya es difícil para que ocurra.

Debería dejar de pensar en cosas superfluas, tengo motivos más importantes en las que debo perder el tiempo.

— ¿Qué ocurrió ahora? —le pregunto con pesadez—. Siempre reclamas por todo.

—Acaso, ¿no tengo motivos para hacerlo? —vocifera con molestia.

Rodeo los ojos, mejor no sigo insistiendo.

— ¿Me puedes explicar qué pasó?

—Esos malnacidos irrumpieron en mi casa y, ¿sabes por qué? —Asiento para que continúe—. Por robarles una ración de pan a esos estúpidos guardias mutantes.

—Y, ¿qué hicieron en tu casa? —pregunto con poco interés.

—Pues qué más, ¡me quitaron todo! Ni siquiera tengo una silla para sentarme. —Golpea la mesa que estaba a su lado con el puño. Sin embargo, lo ignoro.

—Agradece que no te sentenciaron a muerte —le calmo—, lamentablemente...

—Te escuché, idiota.

—Era la idea —le bromeo y hunde más el entrecejo—. Y bueno, volviendo al tema ¿Qué quieres que haga?

—Bueno, quería saber si nuestro "líder". —Gesticula con los dedos en forma de comillas—, ya tiene su plan de ataque listo.

—Debo hablar con Emil si tiene listo lo que encargué —comento—. Y si ya lo está, pues en pocos días ocurrirá lo que tanto hemos deseado.

—¡Qué bien! No puedo esperar en golpearles los trastes a esos mutantes —Río.

—Me alegra tu entusiasmo. —Me coloco de pie, tomo una silla y la arrastro hasta su ubicación —. Ten.

—¿Me estás tomando el pelo? Gracias... —agradece con bastante dificultad—. Por lo menos, no eres tan imbécil como creí.

Coloco los ojos en blanco por su comentario.

—Lo tomaré como un cumplido. —Fuerzo una media sonrisa—. Ahora, vete.

Hace un ademán de despedida y se va rápidamente de la estancia; es mejor que se apresure, ya que pronto comenzará el toque de queda. Me alegra pensar que pronto todo esto desaparecerá, ya no puedo esperar más. 

Tomo una gran bocanada de aire, es hora de visitar a Emil.

Camino hasta donde tengo colgada una capa negra con capucha y me la coloco. Apago las velas para engañar al exterior de que ya estoy dormido y salgo sigiloso de la casa.

Cada noche agradezco que no exista un mutante que perciba las vibraciones, o sino ya hubiera sido degollado hace bastante tiempo.

                                      ***


Dedico una mirada furtiva hacia mis alrededores y entro por la cortina que va en reemplazo de la puerta de la estancia. A pesar de la oscuridad avanzo sin tropezarme, ya que conozco este lugar como la palma de mi mano y bajo por las escaleras del cuarto secreto. Diviso si nadie me ha visto y me adentro completamente al nuevo entorno en el que me he vuelto parte.

Con la poca luminosidad que pudo producir este hombre, logro divisar el desastre de la habitación; materiales de laboratorio como probetas, vidrio reloj, matraces, y hasta líquidos extraños y poco atractivos tenían todo el piso sucio, donde apenas se lograba caminar unos centímetros. En medio de toda esta catástrofe estaba Emil, experimentando quién sabe con qué.

Siempre lo he admirado por su trabajo, pensar que él consiguió todo esto hurtando en su denigrante oficio.

A veces imagino una vida muy diferente. Escuché que hace cientos de años la esclavitud era un delito en la mayoría de los países. Por más que intento asimilar la realidad de ese tiempo, no lo logro.

Y peor, tal vez esa realidad nunca la viva.

Sin embargo, seré recordado como la persona que arrebató esta tortura de este mundo.

Pensar que antes apenas existía la idea de ser esclavizado, y ahora hay diferentes clases para serlo, como herreros, granjeros, guerreros, entre otros.

Aunque, eso puede ser una desventaja para ellos; porque gracias a las distintas especialidades, logramos nuestro plan encubierto. Sobretodo los guerreros, que nos entrenaron en las sombras.

Ellos ya están hartos de luchar por temas territoriales de los mismos mutantes. Ni siquiera pueden mantener paz entre ellos mismos, ¡qué vergüenza!

—Emil, ¿terminaste nuestro punto final? —Salta de la impresión, al parecer estaba muy concentrado.

—Co-coel... en eso estaba —titubea y revisa si no cayó nada del frasco que tiene en la mano—. Descubrí algo que hace tiempo te quería enseñar.

—¿Qué cosa?

—Ya sabes de que no sienten hambre ni sed, pero gracias a eso han vivido muchos años más de lo que imaginamos. —Lo miro con extrañeza—, algunos han estado incluso siglos...

—¿Co-cómo? —le interrumpo.

—Mira, te lo explicaré de forma sencilla... o por lo menos lo intentaré.  —Me parece bien, ya que siempre me había molestado su forma de explicar anteriormente, donde utilizaba términos especiales y me sentía un completo ignorante. Con suerte quedaron grabados en mi memoria algunos nombres de utensilios de laboratorio—. Ellos tienen la capacidad de crear su propia energía, tomando los rayos del sol. Es como si hicieran fotosíntesis, pero no tienen clorofila en sus células, sino otro organelo desconocido aún...

—A ver, ¡aguarda! —lo callo alzando las manos—. ¿Qué es la foto... no sé qué y la otra cosa que dijiste?

—Mira... —Su indignación era notoria—, la fotosíntesis lo hacen las plantas, algas y algunas bacterias. —Asiento para que prosiga—, y la clorofila es quien permite ese suceso.

—Bien, algo logro entender. —Sonríe de manera satisfactoria, como si hubiera hecho una gran hazaña—, aunque tengo una última pregunta... ¿Esas células que viste son del mutante que mandé que asesinaras?

—Sí...

Asiento con seriedad. En verdad nunca ansié mandarlo a hacer esa atrocidad, pero no tuve otra opción para lograr estudiarlos mejor y llevar a cabo el plan de buena forma. Agradezco que la operación haya sido un éxito, porque de todos modos, nunca hallaron al asesino. Si lamentablemente lo hubieran descubierto, no dejaría de culparme por toda la vida, ya que era más que seguro que lo hubiesen sentenciado a muerte.

—Bueno, al parecer esos parásitos han fastidiado al mundo por mucho tiempo más —exclamo con desprecio—. Entonces, ¿ya tienes listo todas las jeringas?

—Casi, Coel. En unos días ya estarán todos.

—Perfecto.

—Pero una cosa. —Toma una de ellas y la observa con detenimiento—, esto se inyecta por el costado del cuello, ya que de esa manera el líquido circula por la sangre y así, ellos sentirán por primera vez en sus vidas hambre y sed, y será tanta la desesperación que no lograrán ni mantenerse de pie. Así que, por favor no lo inyecten en la garganta porque los matarían, y esa no es la idea.

—Excepto uno.

—¿En serio crees que podrás matar al general Chaim? Líder de los mutantes y tu amigo...

—Ese amigo está muerto para mí —interrumpo con enojo—. Él prefirió ese camino. Ahora debe pagar las consecuencias.

—Pero Coel, sabes que siempre él nos apoyaba y defendía.

—Eso dejó de hacerlo hace mucho tiempo, ahora siguió el mismo ejemplo de su padre en tratarnos como se les da la gana, pero eso no durará más.

—¿Seguro que lo lograrás?...

—Emil, mejor cierra la boca y termina lo que debes hacer. Vuelvo en unos días.

No pronunció ninguna palabra más. Volteo con brusquedad y me dirijo a la salida.

Chaim nos traicionó, me traicionó. Nunca le perdonaré lo que le hizo a mi familia a merced de su padre, fue un cobarde.

Así que no tengo otra opción, lo mataré y acabaré con todo este infierno.

Aunque lamentablemente, tendré que desatar la Quinta Guerra Mundial para lograrlo. Pero siempre lo tuve claro.

Era inevitable. 

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