Seren y Elin
Soy una valquiria, una guerrera, y, sin embargo, me he enamorado. El Valhalla no me importa, no tengo intenciones de seguir bajo el mando de Odín y Freya. Sólo quiero escaparme con ella. Mi nombre es Seren, nací hace mucho tiempo en Asgard, y fui bendecida por Freya para convertirme en valquiria. En ese tiempo, conocí a Elin, una muchacha talentosa, que dominó rápidamente la espada y la lanza. Sentí envidia al verla, a la vez que admiración, hasta que un día me armé de valor y le pedí que me enseñara. Pensaba que era una engreída sin motivo alguno, pero en cambio me regaló una hermosa sonrisa a la que enseguida correspondí embobada.
Desde ese momento, siempre entrenábamos juntas, aunque intentaba competir con ella, mi admiración era cada vez mayor. Llegó un momento en que no me importaba perder, sólo quería estar con ella. Alguien se dio cuenta de nuestra cercanía y nos enviaron a diferentes divisiones. Como ella era naturalmente talentosa, un par de años después de nuestra separación se convirtió en capitana. Para mi sorpresa, me reclutó en su división. Fuimos a diferentes mundos a misiones de reconquista, otras de sometimiento, porque el reino de Asgard era fuerte.
Ahora estábamos de vuelta, y aún no había podido hablar con ella, después de todos estos meses, ya estaba harta de estas guerras sin sentido, cansada de no poder verla una vez siquiera. Cada vez parecía más lejana, nuestros entrenamientos se veían ahora como si fueran un sueño hermoso que alguna vez tuve cuando niña, anhelaba volver a hablar con ella. Quería escapar de todas esas batallas que de gloriosas nada tenían, por las almas de los indefensos que me reclamaban por sus ancestros.
Hace mucho rato que estaba divagando sobre los horrores de la guerra, sobre el egoísmo de Odín y el orgullo de Thor, que no noté que alguien había entrado a mi tienda de campaña.
—Seren...
Esa voz hizo que me sobresaltara haciéndome levantar de mi litera. Alcé la mirada para encontrarme directamente con esos hermosos ojos verdes de Elin. Mi pecho se apretó por la emoción, pero a la vez tuvo temor que estuviera allí sólo como mi superior.
—¡Elin! —grité emocionada, sin poder contenerme— ha pasado mucho tiempo.
Me paré y al caminar hacia ella, Elin se acercó con rapidez, para abrazarme por la cintura y darme un beso, introduciendo su lengua dejándome sin fuerzas. No esperaba algo así, no esperaba que ella me correspondiera, ni que me robara un beso de esa forma. Mi corazón martilleaba como loco cuando se separó de mí, estuve en otro mundo durante ese minuto en que saboreé sus labios y su lengua húmeda recorría el interior de mi boca.
—Elin...—murmuré, sin dejar de mirar sus labios — siempre... siempre te he amado. Desde que aceptaste enseñarme con esa sonrisa que tienes, desde entonces...
—Seren... he esperado tanto tiempo por esto, por volver a estar contigo, perdóname, mi orgullo me cegó, pero en realidad, siempre me gustó estar contigo, sólo que no me di cuenta...
Nuestros cuerpos estaban muy cerca, muy calientes, era muy difícil seguir hablando con sus labios a mi alcance, no podía resistirme, así que mordí su labio inferior. Elin me abrazó con más fuerza, apegándose a mí, volviendo a besarme, su lengua danzaba en un vaivén húmedo que me estimulaba más y más, quería entregarme por completo a ella, sentir su piel, su respiración sobre la mía, lo quería todo, y lo quería ahora.
Pero no pudo ser, porque una voz masculina llamó a mi Elin, quien sobresaltada al igual que yo, se separó bruscamente para mirar hacia atrás. Era el mismísimo Thor quien la buscaba. El dios del trueno no sólo la admiraba, también la deseaba de la misma manera que yo, desde que la vio luchar en batalla. Elin respondió y él entró sin más.
—Elin, te he estado buscando, te estás perdiendo la celebración del triunfo de Asgard una vez más. Invita a tu amiga si quieres —le ordenó con una mirada lujuriosa.
Elin me miró de reojo, tomó mi mano y me guió afuera. Thor nos seguía desde atrás, podía sentir su mirada sobre nuestros cuerpos. En el castillo de Odín, había una gran celebración por la victoria en la reciente batalla, había mucho vino, hidromiel y otros tragos corriendo por las largas mesas. En seguida me hice con uno, necesitaba beber algo refrescante y adormecer mis sentidos para de alguna forma quitarme de la cabeza la idea de Thor cogiéndose a Elin.
Cuando Elin llegó, me la arrebataron otras valquirias y guerreros, quienes la alababan por su excelente rendimiento en el campo de batalla, mientras yo me bebía un barril entero para bajar el nudo de garganta que se me había hecho. Thor se unió al grupo, y por un momento los imaginé a todos en una orgía donde mi Elin sería el centro de atención, lo que me provocó náuseas y ganas de salir de allí.
Salí al balcón que estaba unido al salón donde todos celebraban a tomar aire. Había otras personas allí, algunas parejas y otros que simplemente se dedicaban a admirar la vista mientras bebían. Me apoyé sobre el barandal de piedra, observando lo tranquila que se veía la ciudad de Asgard.
Estuve un rato así, tranquilizándome sin pensar demasiado, hasta que unos dedos rozaron mis brazos por atrás, produciéndome escalofríos. Me giré para encontrarme con el rostro de Elin, tan cerca que sentí mis mejillas arder de rubor. Ella se inclinó hacia mí, y me besó, con paciencia y con amor, para luego devorarme con pasión. Sus manos recorrían mi espalda, a la vez que me atraía con fuerza hacia ella, ansiaba sentir su piel junto a la mía, así como me lo daba a entender ella con sus caricias.
Nos separamos para tomar un respiro, mientras nos mirábamos fijamente, como si no existiera nada ni nadie más alrededor. Lamentablemente no era así, detrás nuestro estaba nuevamente Thor, quien había visto todo nuestro idílico beso.
—Vaya, chicas. ¿No necesitan ayuda? —dijo con un tono lujurioso.
—No, necesitamos tu ayuda ni la de ningún hombre, estamos bien, gracias.
Elin me miró sorprendida, pero me sonrió complacida. Thor bufó como respuesta, dando media vuelta y adentrándose otra vez en el salón repleto de gente. Probablemente ya encontraría otros brazos en los cuales aliviar su despecho. Además, corrían rumores de que tenía una intensa relación con su hermano adoptivo Loki.
Cuando se hubo ido, le dije a Elin que fuéramos a algún aposento del palacio. Y así fue, Elin me guió a la habitación que le habían asignado por su gran desempeño en batalla casi corriendo en medio de pasillos y escaleras. Como había mucha agitación en el palacio, apenas entramos puso cerrojo a la puerta, mientras yo revisaba las ventanas, las cerré y corrí las cortinas lo que le dio al instante un aire de intimidad al lugar.
La hermosa y grandiosa cama con doseles ocupaba gran parte de la habitación, lo demás eran almohadones y cojines, junto con una banqueta a los pies de la cama, era un paraíso de la comodidad al lado de mi litera. Elin me miró con deseo mientras se acercaba lentamente hacia mí, disfrutando el momento, por fin estábamos solas y sin que nadie nos molestara. Acerqué mi mano a su rostro para acariciar su mejilla.
—Seren... he esperado tanto tiempo por esto...
Se rio de forma nerviosa, contagiándome. La empujé suavemente en la enorme cama, mientras me acomodaba sobre ella. Era el momento de decir algo, pero era demasiado tarde, estaba muy cerca y su olor me embriagaba, y tocar la suave piel de su mejilla hizo simplemente que deseara más de ella. La besé sin presión, sin pausas, recorriendo con mi lengua el interior de su boca, jugando con su lengua, mientras todo se volvía más húmedo. Recorrí su cuello a besos, mordí también, mientras ella liberaba pequeños gemidos que sólo servían de mayor motivación para mí. Elin era toda para mí. Contemplé unos segundos su glorioso cuerpo desnudo recostado bajo el mío, tratando de grabarlo en mi memoria para siempre. Tenía hambre de ella, como si todos aquellos años hubiera estado en ayunas, sin probar real bocado, y tuviera frente a mí un banquete.
No sabía por dónde empezar, pero decidí partir con sus pechos que siempre vi de reojo cuando estábamos juntas, cuando aún entrenábamos en combate. Los amasé con ambas manos, con suavidad, noté que se estremeció con el tacto de mis manos, e instintivamente me incliné para lamerlos. Cada vez que mi lengua tocaba su piel, su aureola y sus pezones, algo dentro de mí se encendía más y más, reflejándose en la humedad que se desbordaba de mi interior. Elin gemía mi nombre, y aunque aquello me parecía real, me concentré en mi labor de recorrer su cuerpo. Necesitaba beber de la fuente directa del amor de Elin por mí, por lo que fui descendiendo por un camino de besos hasta llegar a su húmedo centro. Un olor intenso se agolpó en mi nariz, miré a Elin, que se sentía avergonzada y sólo asintió con su cabeza. Sumergí mi lengua en su interior, me concentré en ese nodo de placer que tanto había estudiado por si algún día este día llegaba, pero sólo de forma teórica. Afortunadamente, me fue fácil encontrarlo, por lo me dispuse a mover mi lengua suavemente para ver sus reacciones.
Aunque estaba avergonzada, no podía evitar gemir ni menos humedecerse más, en poco tiempo mis mejillas y mentón estaban impregnados de ese elixir exquisito que brotaba de mi amada. Sus jadeos comenzaron poco a poco a aumentar, así como sus caderas a moverse contra su voluntad. Yo bebía extasiada hasta que se me ocurrió que tal vez tocar con mis manos dentro de ella sería celestial. Cuando sumergí mis dedos en ella, me fue casi imposible controlar sus caderas, pero no quise detenerme ya que Elin estaba feliz gracias a mí. No sé cuánto tiempo seguí, hasta que ella gimió mi nombre una última vez y se recostó en paz en la cama.
Estaba muy feliz, por fin tenía el sabor de Elin en mi paladar, y el amor que sentía por ella era real y correspondido. Me recosté a su lado, mientras ella parecía calmar su respiración agitada. De pronto se giró para mirarme fijamente.
—Seren, espero que no creas que te dejaré dormir, porque esta noche apenas ha comenzado.
Yo sólo me reí y volví a besarla, porque sus besos eran la ambrosía de los dioses para mí.
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