Blanco o negro
Artista imagen multimedia: Visceraaa (twitter)
La verdad es que ni yo me lo esperaba. Toda la vida yendo por ahí con hombres, porque para mí no existía la bisexualidad, todo era blanco o negro, o eras homo o no lo eras. Entonces comprenderán mi pánico cuando me enteré en carne propia que las cosas no son así.
Pero basta de divagaciones. Lo cierto era que yo estaba completamente en mi zona de confort, hasta más o menos el año pasado. Me rompían el corazón, o yo se los rompía a ellos. Llegué a mis 25 años soltera, y algo hastiada de las relaciones. Quería darme un respiro, así que me enfoqué en mi trabajo.
Me reencontré con una amiga de los últimos años de escuela. Fuimos compinches hasta que nos separamos en los estudios superiores, así que el reencuentro fue en el trabajo. Me sorprendió verla de nuevo, se veía más adulta por alguna razón, más seria de lo que recordaba. Su cuerpo había dejado por completo la adolescencia, tenía más curvas, se veía más atractiva.
Ella trabajaba en el área de recursos humanos, mientras que yo trabajaba en el área comercial. Nos pusimos de acuerdo para almorzar juntas y ponernos al día, obviamente. Me contó cómo le fue en la universidad, que gracias a una beca pudo estudiar, pero tuvo que trabajar de igual manera a medio tiempo, porque la economía en su casa se arruinó cuando su mamá se quedó sin trabajo.
Al final nos tomó toda esa semana ponernos al corriente de lo que había pasado en nuestras vidas. Yo estaba algo más estable, me había ido al apartamento que una tía me arrendaba a un valor muy bajo, lo que me daba cierta independencia. Cuando le conté sobre eso, la pregunta no se hizo esperar.
—¿Y estás con alguien disfrutando tu casa sola? —me dijo con una sonrisa pícara.
—No, y no creo que viva con alguien durante un buen tiempo.
—Igual te envidio. Vives sola, no tienes que seguir conviviendo con tus papás. Haces lo que quieres. Ahora que lo pienso, me sorprende que estés soltera.
—Lo mismo digo. Te ves muy bien como para estar sola por la vida. Aunque seguramente tienes algo por ahí.
Ella sólo se rio. Reír con ella era, de alguna manera, refrescante. Al final, recuperamos de a poco la confianza, así que me confesó que hace mucho que no estaba con alguien, nunca tenía tiempo y las pocas veces que había tenido había sido completamente decepcionante. Entonces, yo, como buena amiga, le dije que no podía seguir así, que le ayudaría a conseguir alguien decente, o al menos un buen polvo.
Así que un viernes nos fuimos a mi casa, a hacer "la previa". Tomamos un par de cervezas, pero habíamos olvidado lo bien que lo pasábamos juntas, y al final se terminó quedando a dormir, luego de bebernos una botella de tequila entera.
Recuerdo claramente que al día siguiente me asusté cuando la vi dormida en el sillón. También recuerdo haber pensado que se veía adorable. En fin, estaba decidida a hacer de cupido, así que un tiempo después salimos a un bar-discoteca, donde primero tomamos algunos tragos, nos reunimos con un par de amigas mías, y, aunque mi objetivo era que ligara con alguien al menos, lo pasamos muy bien.
Repetimos esas salidas varias veces más, a mis amigas ella les caía muy bien, ya que teníamos mucho en común, era esperable que pasara eso. Hasta entonces, todo parecía normal, hasta que tuvo que aparecer mi amigo Esteban. Con él siempre nos juntábamos a hablar de chismes o sobre hombres principalmente, pero esta vez yo quería hablarle de ella. Vino a mi casa como solía hacer y estuvimos largo rato conversando.
Hablé bastante sobre ella, tan así que incluso yo lo noté. Entonces, mientras nos reíamos, me soltó una pregunta que no me esperaba.
—Entonces, ¿te gusta?
Yo casi me atraganté con lo que fuera que estaba bebiendo en ese momento. ¿Cómo se le podía ocurrir semejante estupidez? Me largué a reír nerviosa.
—Pero si es mi amiga.
Mi amigo negó con la cabeza, pero tuvo la decencia de no insistir con el tema. Terminamos hablando de otros temas, hasta que tuvo que irse. Me dijo que la próxima vez iríamos a una disco gay, y que tenía que llevar a mi amiga porque quería conocerla. Yo sólo le dije que sí con la errónea esperanza que se le olvidara.
Desde ese momento, comencé a darle vueltas en mi cabeza a la idea. Tal vez estaba dando señales de algo que no era como tal, así que empecé a cuestionarme mis expresiones de cariño hacia ella, hasta la forma en que le hablaba. Y de repente me di cuenta de lo estúpida que estaba siendo. ¿A qué le temía? Si yo decía que era mi amiga, eso era, por mucho que le demostrara más cariño.
Al final me convencí de eso, que sólo era mi amiga. Pero luego un día en medio de la semana, me llamó con voz algo apagada preguntando si podía quedarse conmigo. Yo sin pensarlo le dije que sí, se oía mal. Cuando llegó me abrazó, y estuvimos largo rato así, yo le hacía cariño en la cabeza, era mi manera de confortarla. Pero cuando nos separamos, se quedó unos segundos mirándome, muy cerca, lo cual me quitó absolutamente toda seguridad, me sentí nerviosa al instante.
Me alejé de ella, con la excusa de cerrar la puerta. La hice sentarse en el sofá, encendí la tv y puse netflix, y le pasé el control remoto para que escogiera algo. Ella me sonrió agradecida, para luego apoyar su cabeza en mi hombro. Fue un gesto simple, que de alguna manera logró ponerme nuevamente nerviosa. Me repetí a mí misma muchas veces "cálmate", hasta que logré concentrarme en la película.
No sé si fue alguna clase de indirecta, pero escogió la película "The half of it", donde una chica ayudaba a un chico a conquistar a otra chica, y terminaba enamorándose de ella. De alguna manera ella terminó recostada en mis piernas, y cuando la película terminó, ninguna de las dos se movió. Yo me incliné para ver si se había dormido, pero estaba despierta, lo que causó que ambas nos riéramos.
Le ayudé a acomodarse en el sofá cama, mientras yo iba a dormir con mi cabeza toda confusa. No hablamos ese día ni el siguiente de lo que sucedió, pero luego me contó que había tenido una enorme pelea en su casa, por eso tuvo muchas ganas de irse a la mierda, y recordó que me tenía a mí. Yo le prometí que siempre podía contar conmigo, que no estaba sola.
Creía ser una persona fiable para mis amigos, así que no me sentí incómoda al decirle eso. Pero ella se avergonzó, me pude dar cuenta de eso, aunque no me di cuenta de que cuando le tomé ambas manos para decirle que no tenía nada de qué avergonzarse, ella desvió la mirada, porque la había puesto nerviosa. Así es, señores, mujer más ciega que yo no podía haber.
Un tiempo después de ese incidente, la invité a la disco gay para conocer a mi amigo Esteban. Ella parecía entusiasmada con la idea, pero yo supuse que era porque hace rato que no salíamos. No quería hacerme expectativas de nada, no quería que creciera nada dentro de mí. Pero hay cosas que simplemente no se pueden evitar, eso fue lo que me pasó a mí.
Estuvo todo bien en la disco, bailamos, reíamos y bebíamos. Todo bien hasta que una jovencita, porque, literalmente no podía tener más de 20 años, se acercó a bailar con Allison. Esteban me miró con toda intención, pero yo no hice nada, ni siquiera me moví. Ella me lanzó una mirada de auxilio, que no pude ignorar, así que, sin saber qué estaba haciendo, la agarré de un brazo y la atraje hacia mí, la tomé de la cintura para bailar muy cerca de ella.
Seguimos bailando así por un rato, mis manos se sentían como si ardieran, pero no estaba nerviosa, estaba muy consciente de lo que estaba haciendo. Incluso, estaba algo excitada. No sabía cómo había llegado a ese punto, pero sólo me dejé llevar. No sucedió nada entre las dos, porque me dio pánico y la solté, con la excusa de volver con el grupo que habíamos venido.
Esteban me sonrió de forma maliciosa, yo sabía lo que estaba pensando pero me hice la loca. El resto de la noche transcurrió con normalidad. Salimos de ahí al cierre, a pesar de que me acobardé, en general fue una noche divertida. La vi un poco ebria, así que le dije que iríamos a mi casa, a lo que no se negó.
Le armé el sofá cama como siempre, y se acostó sonriendo.
—¿Vas a dormir conmigo? —me preguntó risueña. Mi corazón se aceleró con su pregunta, pero negué con la cabeza.
—Duérmete —le dije antes de darle un beso en la frente. Luego fui a mi cama sin mirar hacia atrás.
Al día siguiente ambas estábamos con resaca, así que nos tomamos una aspirina con un buen café antes de despedirla. Se notaba algo avergonzada, por lo que supuse que recordaba lo que me había dicho la noche anterior. Cuando se fue me sentí algo ansiosa, como si hubiera olvidado algo importante por hacer. Justo en ese momento, me llamó Esteban, que no hizo más que molestarme con que era obvio que me gustaba, y seguramente le gustaba a ella.
La conversación se centró en nuestro baile en la disco. Esteban me trataba de gallina, lo cual sí era, pero yo le rebatía todo diciendo que era una vieja amiga, que no quería complicar las cosas. Hasta que mi amigo hizo una pregunta que me hizo entre comillas recapacitar.
—¿Y qué vas a hacer si otra le coquetea y la besa justo en tus narices? Eso pudo haber pasado anoche.
Me quedé en silencio por un largo rato. Yo no quería que pasara eso, no quería que otra la conquistara, quería, aunque me costara admitirlo, que me eligiera a mí. Estuve divagando tanto rato que me asusté cuando escuché los repetidos "aló" de Esteban, que no sabía si había cortado o no la llamada.
—Tengo que colgar, después hablamos.
Entré en pánico por un momento, no sabía qué hacer. Nunca había estado en esa situación antes, Allison, mi amiga que conocía desde el colegio, me gustaba. No sólo me gustaba, me atraía físicamente. Al pensar en ello vinieron a mi mente imágenes de su rostro, su sonrisa, sus cejas delineadas casi naturalmente, sus ojos marrones, su cuello que siempre olía bien cuando la abrazaba, su risa que siempre me contagiaba. Entonces lo entendí, me había enamorado de ella.
No era sólo hermosa, lo era todo para mí. Los días eran mejores si los pasaba con ella, el día en el trabajo era un poco mejor gracias a que podía almorzar con ella, el tiempo se diluía cuando estábamos juntas, ya fuera saliendo a cualquier lugar o en mi casa. También noté que solía ser más cariñosa de lo habitual con ella, la abrazaba demasiado sin darme cuenta.
Había tomado una decisión, incluso el dolor de cabeza había desaparecido, tenía uno de aquellos momentos de claridad donde sabías exactamente qué hacer. Tenía que verla. No supe bien cómo, pero terminé frente a su casa, la casa de sus padres. Miré el botón del timbre una eternidad, estaba prácticamente temblando de los nervios, mis manos sudaban, por lo que me las limpiaba continuamente en mis pantalones, incapaz de tocar el maldito timbre.
¿Qué iba a decirle? "Hola, sabes qué, me di cuenta que me gustas". Me di vuelta, pensaba devolverme a mi casa, había entrado en pánico, hasta que escuché que Allison me llamaba detrás de mí. Me quedé petrificada en mi lugar por unos segundos, pero al final, me giré y le sonreí.
—Pensé que estabas en tu casa... ¿pasó algo? —me preguntó con amabilidad.
—Yo... eh... —las palabras se atoraban en mi boca, buscando qué decir— ven a mi casa, ¡es urgente!
La tomé de la mano, caminamos hacia una avenida, paré el primer taxi que vi y no hablé hasta que llegamos a mi edificio. Mientras el ascensor subía, Allison me miraba preocupada, yo no sabía de qué diablos hablar, sólo una cosa rondaba en mi cabeza en ese momento cada vez que la veía de reojo, "me gustas". Mi corazón estaba acelerado y sentía un nudo en el estómago, aún no sabía qué decirle.
Una vez en mi departamento, ya no había escapatoria, además, debía decírselo, ya que se estaba preocupando, su mirada lo decía todo. Entonces, por un momento, la miré directamente a los ojos, y toda duda desapareció, me abalancé sobre ella y la besé. Sus labios suaves se enredaron con los míos sin flaquear en ningún momento, su lengua y la mía se unieron como si hubieran nacido para ello.
Sus manos afirmaron mi cintura, acercándome más hacia ella. Mi cuerpo se sentía cálido, mi respiración se aceleraba, ese beso sólo me hizo darme cuenta de cuánto la deseaba. Mis manos se movieron por sí solas, quería tocarla más, su piel era suave al tacto, su cuello se llenó de mis besos. Pronto desabotoné su blusa, quería desnudarla, quería desnudarme también, estaba tan cegada por mi deseo que no noté que ella estaba avergonzada.
—Realmente me gustas —murmuré mirándola a los ojos, sus mejillas tenían un leve rubor.
Le ofrecí mi mano, ella no dudó en tomarla, así que la llevé hasta mi habitación. Su blusa abierta dejaba entrever su sostén, se veía tan sexy que me quedé unos segundos mirándola. Toqué su pecho instintivamente, mi mano subió hacia su cuello, para posarse en su mejilla, la cual presioné suavemente hacia mí, la besé nuevamente, esta vez lentamente, mi lengua se enredó con la de ella.
Era la segunda vez que besaba a una mujer, y se sentía demasiado bien. Allison me empujó hacia la cama, su vergüenza se había desvanecido, ahora sabía lo que quería, y a mí me gustaba eso. No tardamos mucho en desnudarnos, ella llevó la delantera, lo primero que hizo fue liberar mis pechos, para poder lamerlos y besarlos provocativamente.
Yo no hice más que gemir ante el contacto de su lengua. Estaba bastante mojada, y por alguna razón lo único que quería era que me tocara ahí abajo. Como si leyera mi mente, su mano bajó hacia mi entrepierna, con un dedo tocó la superficie entre mis labios, estaba todo mojado, ella se llevó ese mismo dedo a la boca, saboreándolo, sin dejar de mirarme, lo cual sólo me encendió aún más.
—Sabes bien —dijo con una sonrisa lujuriosa.
Sin dejar de sonreír, fue bajando dejando un camino de besos desde mi pecho hasta lo que parecía una poza ahí abajo. Lo primero que hizo fue sumergir su lengua en mi interior, lo que hizo que se me escapara un gemido. Luego la movió de arriba hacia abajo con suavidad, estimulando mi clítoris muy bien. Comencé a jadear y gemir más fuerte, ella parecía disfrutarlo, sentía su mirada sobre mí, pero ya nada importaba, estaba tan excitada gracias a su eficiente lengua.
Fue el mejor oral que me hicieron en toda mi vida. Eso fue lo que pensé, mientras trataba de calmarme luego del intenso orgasmo que tuve, por lo que tenía que hacer lo mismo con ella. Sonreí con picardía, esta vez era mi turno y lo iba a gozar cómo no te imaginas.
—Ahora me toca a mí —le dije.
Nunca antes había hecho algo así, pero conocía mi cuerpo, y su cuerpo seguramente sería parecido, así que sabía que no fallaría. Pero, me tomé mi tiempo, Allison tenía unos pechos que simplemente me parecían perfectos, por lo que los amasé, besé, lamí e incluso pellizqué hasta el hartazgo. Sus gemidos me parecían adorables, por lo que continué mi camino hacia abajo.
Separé un poco sus piernas, besé con devoción sus muslos, hasta llegar a donde quería, de donde brotaba ese elixir que por fin probaría. Lamí con precaución, ella estaba muy excitada, pero quería hacerlo bien, por lo que me fijé en sus gestos, también cuando gemía, lo cual cada vez era más estimulante. Imité lo que ella había hecho, lamiendo de arriba hacia abajo, estimulando a su clítoris ya visible.
Dibujé círculos con mi lengua en aquel botón, ella gemía cada vez más, sus caderas se movían casi incontrolablemente. Sujeté con mis manos sus piernas, intensificando el movimiento de mi lengua, podía sentir cómo se mojaba aún más, mi mentón ya estaba resbaladizo, incluso mis mejillas estaban húmedas.
Al mirarla, noté que estaba por alcanzar el clímax, no dejaba de gemir, sus manos se aferraban a las sábanas, incluso gritó mi nombre. Yo me sentía orgullosa, me encantaba que se derritiera literalmente en mi boca. Cuando alcanzó el orgasmo, luego de limpiarme un poco la cara con la sábana, subí para recostarme a su lado.
Su rostro sudoroso, su pelo alborotado, su pecho que subía y bajaba enérgicamente, el lunar en su cuello, todo eso me parecía hermoso, no podía creer que fuera correspondida. Ella se dio cuenta que la estaba observando, por lo que se giró para mirarme cara a cara.
—Me estás mirando fijamente sin decir nada. ¿Estás bien?
—Estoy bien. Me preguntaba si querrías ser mi novia, y quedarte esta noche conmigo —dije con total sinceridad.
—No puedo decirle que no a esos ojitos de cachorrito.
—¡No tengo ojitos de cachorrito!
Ella siguió molestándome, y, entre risas, volvimos a besarnos. Esa fue la primera noche de las miles que pasé con Allison, quien desde entonces se convirtió en mi novia, y, a la larga, en el amor de mi vida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro