¡Oh, hermosa dama! Qué mujer veo.
Con solo pensar me sorprendo.
¿Qué hechizo dejas que nadie te puede olvidar..?
Vamos, dame un beso sin pensar.
A tus brazos quiero caer y dormir en tu regazo.
Vamos, solo quiero de ti un simple gesto.
Mujer sin igual,
hazme suspirar que esos ojos me enamoran.

Ando por el bosque, errante, sin encontrar salida,
pero llévame contigo que por ti estoy con vida.
No corras, huyas, que noy igual a los demás.
Yo te quiero para mí y de nadie serás.

¡Pero que veo!
Un caballo flaco como su dueño,
con un puñal en la mano.
Me acerco temeroso y entero de su intención:
Te busca para saciar su plan.
Que nadie te vuelva a escuchar.

Me voy para buscarte y protegerte,
ningún mal quiero que te pase.
Tal vez no comprendas porque lo hago, pero es que sin tu mirada es
peor que un "te extraño."
Mi corazón se congela al pasar el tiempo...
¡Oh, que no pase tu tormento!
Aparece, aparece, mis ojos empiezan a cegarse.
Mi cuerpo a fatigar, pero mi alma parece nunca cansarse...
Creo que en otra vida te conocí o por la calle, no lo sé,
pero que esa voz nunca caye.

Oigo un grito en las profundidades.
Corro veloz y... ¡Qué cruel escena contemplo!
Es indescriptible,
pero a la ayuda vengo.
Al mendigo con su caballo lo tiro,
y, a mi bella dama, la subo al mío.
Nos fuimos a otra parte.
Vamos a un pueblo a horas de la tarde.
Te limpié la cara con mi pañuelo.
¡Qué descubro después!
Un moretón en el brazo izquierdo.
¡Qué vil alimaña, que monstruo mal hecho!

Al día siguiente, regresé a mi morada, junto a mis tres hermanos.
Ellos dormían muy cansados.
Prendí unas velas y me senté a reflexionar.
De tenerlo todo, nada tengo hoy.
Mi padre murió y mi madre despareció.
Viuda se fue para nunca volver.
Su abandono lo sentía, aunque estaba resignado.
Pero, los rumores llegaron diciendo
que vivía fugitiva en el bosque
o en pueblo, hechizada por mera soledad...
Yo no sabía que creer.

¿Acaso será la dama del bosque
o solo vanas ilusiones?