Estaba orgullosa de su trabajo. Cada vez que entraba un paciente nuevo, ponía todo su empeño en conseguir que se recuperase.

Era una mujer con un gran éxito profesional que había logrado ganarse el respeto de todos sus compañeros de aquel gabinete y consolidarse como una gran psicóloga. Vivía en una casa cerca del mar con James, un importante productor de televisión. Sus amigos creían que ella tenía una vida perfecta, pero estaban equivocados.

Aunque Amanda se dedicara a ayudar a sus pacientes, no podía ayudarse a ella misma. Utilizaba maquillaje para cubrirse algunos moratones que asomaban por el cuello de su camisa y tenía miedo. 

Miedo de regresar a casa y hacer algo que provocara la furia de su marido.