El Hipopótamo Morado, La Abeja y La Nada Madrina
Todos tenemos deseos. Algunos buenos, otros malos. Muchos cumplimos esos deseos con planificación. Sin embargo, como un hombre sabio dijo "A veces cuando planeas una cosa te sale otra completamente diferente". Nos puede salir algo bueno o algo malo. Pero, si seguimos el plan al pie de la letra todo saldrá bien, ¿No?
Déjenme contarles una historia sobre eso, una historia que escuché de un cuenta cuentos Colombiano de nombre Pablo.
Como toda historia, necesitamos un protagonista. ¿Qué les parece un protagonista cuadrúpedo, de patas cortas, rechoncho, un poco nalgón, con una colita que se menea alegre con el viento, una cara de hipopótamo imposible de quitar y 4 grandes dientes? Lo llamaremos, El Hipopótamo Morado.
Resulta que este Hipopótamo tenía por costumbre todos los días ir al campo, a un gran claro con mares de flores. El Hipopótamo Morado corría entre la hierba, y luego, tomando una gran roca como rampa, ¡Saltaba hacia los mares de flores! Rosas, girasoles, tulipanes, dientes de león; todas volaban al caer el Hipopótamo sobre ellas. Sin embargo, las mariposas, los gusanitos y las abejas qué pasaban en las flores también salían volando por el estruendo causado por el Hipopótamo.
El Hipopotamito repetía esto todos los días, hasta que en una ocasión, mientras corría hacia la piedra, una abejita se le posó en frente, con cinco de sus patitas en la cintura, y con la sexta haciéndole una seña de "Alto" Al Hipopótamo, qué obedeció, parándose y viendo a la abeja confundido.
Cruzando sus patas, la abejita replicó.
—BZZZ BZZ- Dijo llena de indignación—BZZZ BZZZ BZZZZZZ ¡BZZ BZZZ!—Continuó enojada—¡BZZZ BZZZZZZ BZZ!
(Por si no entienden abejañol, básicamente la abejita se lo papeo).
El Hipopotamito estaba sorprendido, nunca lo había Bzzeado de esa forma. Achicado, el Hipopótamo se retiró.
Al pasar de los días, el Hipopótamo pensó en la Bzziciada qué le dio la abejita. Apenado, se dio cuenta que la pequeña tenía razón.
Rápidamente, fue al campo, encontrando a la abejita. Estaba por acercarse a ella, cuando se detuvo, pues sentía vergüenza por admitir que estaba equivocado. Así que regresó a su casa.
Una semana entera, el Hipopótamo fue a donde la abejita estaba, para intentar disculparse, pero siempre fallaba. Hasta que un día, cansada de que el Hipopótamo nunca dijera nada, la abejita lo encaró, preguntándole a gritos qué le pasaba.
Entre los gritos y BZZ de la abejita, el Hipopotamito juntó fuerzas, y habló.
—Lo siento mucho—Dijo avergonzado—No me daba cuenta del mal que hacía—La abejita estaba sorprendida—Yo... Yo quisiera ser tu amigo, entenderte mejor—Dijo con una tímida sonrisa.
Dudando un poco, pero conmovida por la disculpa, la abejita aceptó, y poco a poco ella y él comenzaron a volverse cada vez más cercanos.
Todo era color de rosa, o Morado mas bien. Hasta que el Hipopótamo decidió hablar... Que imbé-
—Oye, Abejita—Le dijo a su amiga.
—¿Bzzz?—Respondió ella, pero como él ya hablaba Abejañol le pudo entender, no como ustedes, venga, a estudiar Abejañol en Duolingo, eso sí, cuiden a sus mascotas de Duo
—¿Crees que pueda conocer tu casa?—Dijo sonriente.
Sorprendida, la Abejita vaciló, hasta que, indicándole con un BZZ qué la siguiera, salió volando.
Y ahí iba el Hipopotamito, corriendo tras la abeja. Finalmente, llegaron al centro del claro, donde había un árbol gigantesco. Volando, la Abejita llegó a la punta del árbol, donde había un gran panal. El Hipopótamo, al ver todo lo que debía subir, se preguntó cómo hacer. Por suerte, o más bien por el Guion, llevaba una larga cuerda. Con maestría, el Hipopótamo lanzó la cuerda, qué quedó amarrada a una rama del árbol. Luego, con mucho esfuerzo comenzó a subir.
En la puerta del panal, había una abeja guardián, jugando al Candy Crush en su teléfono (Ya va por el nivel 15 673, que capo), cuando de repente ve tremenda cara de Hipopótamo asomarse. Y como si escribo puro BZZZ BZZZ no van a entender, bum, ahora saben Abejañol, Duo estaría orgulloso.
—A... La... Mier—Dijo con sorpresa la abeja guardián, siendo interrumpido por el Hipopótamo.
—Wenas, wenas, ¿Está la Abejita? Dijo que vivía aquí—Dijo el Hipopótamo con tremendo acento de campo.
—L-Luis—Dijo el Guardia tartamudeando llamando a uno de sus compañeros dentro del panal.
—Qué pedo—Dijo la abeja Luis con fastidio, para luego ver sorprendido al Hipopótamo—A... La... Put-—Dijo con sorpresa, siendo interrumpido por su compañero.
—Dice que busca a la P-Princesa—Dijo el Guardia a su compañero.
—¡¿Princesa?!—Exclamó con sorpresa el Hipopótamo.
Rápidamente, la abeja Luis entró al panal. Un poco después, a la puerta del panal, salió una abeja grande, con una corona.
—Holis cariño, ¿Tu buscas a mi hija?—Dijo la abeja Reina intentando sonar amable, aunque inspeccionando al Hipopótamo de arriba a abajo.
—A huevo—Dijo el Hipopótamo.
—Ah... Q-que divertido es el léxico del campo—Dijo la Reina con un tic en la ceja—Pero bueno, yo eh...—Pensando que decir—¡Luis!—Llamó al guardián
—¿Eh?—Dijo con confusión el guardián, que estaba hurgándose la nariz.
—Dile a nuestro... Eh... Invitado, qué debe hacer—Dijo rogándole con la mirada que la ayudara.
—¿Eh?—Dijo con confusión el guardián, que seguía hurgándose la nariz.
—S-si, dile de las... Las... ¡Las 3 Pruebas!—Dijo rogando en su mente que Luis comprendiera.
—¿Eh?—Dijo con confusión el guardián, que seguía, ¡Oh, sorpresa! hurgándose la nariz.
—... Tú y yo hablaremos después—Dijo sombría, asustando al guardia—Pero bueno, ¡Las 3 Pruebas!—Dijo volviéndose al Hipopótamo—. Si... Eh, si quieres estar con mi hija, tu t-tienes que completar tres pruebas—Dijo mientras se revolvía nerviosa en su lugar—Y-y son pruebas muy difíciles, así que...—Volteó a ver al Hipopótamo, haciéndole una seña de que se marchara.
A ver—Dijo el Hipopótamo, decidido—Escupe lupe.
El tic en la ceja de la Reina volvió.
Oh, conque sí—Dijo seria—Pues la primer prueba es: Recoger polen. Ve, recoge polen tal cómo lo hacen mis obreras—Con esto, la Reina se dio la vuelta, tomó a Luis del cuello y lo arrastró dentro del panal.
El Hipopótamo bajó del árbol, y, acercándose a unas flores, comenzó a intentar recolectar polen, sin ningún éxito. Cinco minutos intentó sin lograr ni mier-
Frustrado, el Hipopótamo comenzó a llorar, mientras se recostaba la gran piedra que había en el claro.
—Bueno, ¿Y a este qué le pasa?—El Hipopótamo se levantó al oír una voz desde arriba de la roca—Hola, ¿Qué pex?
Era una mujer vestida con un gran vestido blanco y viejo. Tenía una nariz algo grande, cabello alborotado y negro, tez morena y ojos negros. Estaba bebiendo horchata en una bolsa, usando una pajilla.
—¿Q-quién eres?—Preguntó el Hipopótamo aún llorando.
—Yo soy...—La mujer tomó de un sorbo la horchata que le faltaba e hizo desaparecer la bolsa y la pajilla hacia la nada—Soy tu Nada Madrina.
—¿Mi hada madrina?—La mujer le dio un zape—¡Ouch!
—NADA Madrina, pinche sordo—Le dijo mientras se bajaba de la roca, cayéndose en el proceso.
—¿Nada Madrina?—Preguntó confundido el animal.
—Si, Hada Madrina tiene copyright—Dijo levantándose, mientras se limpiaba el vestido.
—Oh—Dijo el Hipopótamo—Entonces, ¿Estás aquí para ayudarme?—Preguntó esperanzado.
—Si, si, lo que sea—Dijo mientras de la nada sacaba lo que parecía una varita mágica... Recalco el "parecía".
La verdad, era una pajilla de plástico con una estrella de cartón atada con cinta adhesiva a la punta.
—Entonces, ¿Qué querés?—Preguntó la Nada.
—Polen—Respondió el Hipopótamo—Quiero recolectar polen.
—A sus órdenes culón—Dijo la Nada.
La Nada Madrina alzó su "Varita", la bajó y... Le quitó la estrella de cartón y le dio al pajilla al Hipopótamo, que la tomó confundido.
—¿Eh?—Dijo el animal, confundido, mientras veía la pajilla.
—Usa eso 'pa agarrarlo—Luego hizo aparecer una bolsa de plástico—Y luego lo pones aquí pueh.
El Hipopótamo tomó la bolsa y la pajilla, y comenzó a tomar polen con la pajilla, y luego lo puso en la bolsa. Desde la distancia, la Abejita veía feliz al Hipopótamo.
Después de pasar horas recolectando polen, el Hipopótamo lleno la bolsa. Luego, ató la bolsa y se dirigió al árbol. Tras subirlo, vio a Luis ahora en la puerta. La abeja llevaba un yeso en un brazo.
—Wenas—Dijo el Hipopótamo.
—Hola—Dijo mientras jugaba en su teléfono al Subway Surfers, ya llevaba 30 minutos en la carrera el capo—¡Roberto!—Gritó, mientras el guardia de antes salía del panal.
—¿Qué?—Preguntó la otra abeja, qué luego miró sorprendido al Hipopótamo.
—Dile a la Reina que ya vino el Moradito—Dijo mientras esquivaba un tren en el juego.
—V-voy—Dijo Roberto mientras entraba al panal.
Luis y el Hipopótamo quedaron en un incómodo silencio.
—... Y... ¿Cuántos personajes tienes?—Preguntó el Hipopótamo a Luis.
—Ah, todos—Luis tomó un imán del juego.
—Ah...—Una vez más, silencio incómodo.
Tras unos minutos, Luis perdió, mientras la Reina salía del panal.
—Oh vaya—Dijo la Reina viendo al Hipopótamo—¿Pero a quién tenemos aquí? ¿Lograste recolectar polen, querido?—Dijo burlona la Reina, fingiendo amabilidad.
—Por su pollo—Dijo el Hipopótamo, alzando la bolsa llena de polen.
La Reina se sorprendió, pero luego se puso seria.
—Oh, ya veo...—La Reina se revolvió sobre si misma—. Bueno, eh, ahora toca la Segunda Prueba, ¡Luis!—El guardia se sobresaltó—. Dile a nuestro amigo cuál es la segunda prueba.
—¿Eh?—Dijo con confusión el guardián, que estaba hurgándose la nariz.
—Dile a nuestro... Eh... Invitado, qué debe hacer—Dijo rogándole con la mirada que la ayudara.
—¿Eh?—Dijo con confusión el guardián, que seguía hurgándose la nariz.
—S-si, dile la Segunda Prueba—Dijo rogando en su mente que Luis comprendiera.
—¿Eh?—Dijo con confusión el guardián, que seguía, ¡Oh, sorpresa! hurgándose la nariz.
—... Te voy a bajar el sueldo—Dijo seria, mientras la otra abeja se estremecía—. Si, la Segunda prueba es... ¡Hacer miel! Debes hacer de ese polen miel, como nosotras—. Dicho esto, la Reina se dio la vuelta, tomó a Luis del cuello y lo arrastró dentro del panal... Otra vez... Pobre Luis.
Una vez más, el Hipopótamo bajó del árbol. En el suelo, la Nada Madrina lo esperaba.
—¿Y hoy qué?—Preguntó la Nada mientras tomaba un té de Jamaica—¿Qué te pidieron hacer ahora.
—Miel—Dijo el Hipopótamo, echándose a llorar—¿Cómo chucha haré miel?
—Tranqui, Tranqui—Dijo la Nada, sobándole la espalda el Hipopótamo—. Tenemos tecnología—Dijo mientras sacaba un celular—. A ver, YouTube "Tutorial de hacer miel"... Aquí, de este canal "Zahia EB", yo te digo qué hacer.
La Nada puso el video y, junto con el Hipopótamo, comenzaron a crear su miel. Tras un tiempo, la miel estuvo lista.
El Hipopótamo metió la miel en una bolsa que le dio la Nada y subió al árbol.
—Hola Roberto—Saludó a la abeja, que seguía jugando al Candy Crush ( ya va en el 15 742, que pro)—Dile a la Reina que ya vine.
—¡Luis!—Gritó Roberto mientras Luis salía—. Dile a la Reina que ya llegó el Yerno
—Ya voy—Dijo Luis, para luego saludar al Hipopótamo—¡Hola, príncipe!
"¿Yerno?¿Príncipe?". Pensó el Hipopótamo, confundido.
Tras un rato, la Reina salió.
—¿Y bien, cariño? ¿Hiciste la miel—Preguntó con burla.
—Simón—Dijo el Hipopótamo orgulloso, lanzando la bolsa de miel ante una atónita Reina—¿Y bien?¿Cuál es la tercer prueba?
Roja de bochorno, la Reina voló hasta estar frente al Hipopótamo.
—¿Quieres saber cuál es la tercer prueba?—Preguntó, intentando mantener sus modales a pesar de su enojo, que incrementó cuando el Hipopótamo asintió—. Pues bien. La tercer prueba es que seas una abeja. Vuélvete de nuestro tamaño, vuélvete amarillo y negro, hazte aparecer alas, hazte crecer seis patas, hazte crecer un aguijón venenoso, vuélvete una abeja al 100%—La Reina habló hecha una furia, sin saber que, desde dentro del panal, todos sus súbditos, incluida su hija, la oían—. Y no vuelvas hasta que eso pase.
La Reina volvió dentro del panal.
El Hipopótamo, shockeado, se dejó caer de la cuerda, estampándose con fuerza contra el piso.
No confirió grito alguno. Lastimado por la caída estaba su cuerpo, pero lo más lastimado fue su corazón.
En silencio, el Hipopótamo sollozó.
—¿Eh?—Dijo la Nada, viendo llorar al Hipopótamo—¿Qué pasó ahora?
La mujer esperaba que, tal como antes, el Hipopótamo chillara y le dijera su deseo. Pero el Hipopótamo solo se acurrucó sobre si mismo, sin parar de llorar silenciosa y dolorosamente. El corazón de la Nada se estrujó.
Acurrucándose junto al Hipopótamo, la Nada le acarició la espalda.
—Por favor, dime qué te dijo la Reina—Le dijo la Nada al Hipopótamo, con suavidad en su voz.
—... E... Ella... Ella me dijo que me volviera una abeja...—Dijo entre sollozos el Hipopótamo—. Y que no volviera... Que no volviera hasta ser una...
La Nada no dijo nada, solo acarició la espalda del Hipopótamo.
—... Nada—Llamó el Hipopótamo.
—¿Si?
—¿Puedes volverme una abeja?
La Nada se sorprendió y se mordió el labio en duda.
— Si... Si puedo...
—Entonces vuélveme una...
—Pero hay algo que debes entender—Dijo, sentándose junto a él—. Una vez haga la transformación tú ya no podrás volver a ser hipopótamo.
—No importa.
—Ya no podrás nadar.
—Lo sé.
—Ya no podrás correr por el campo.
—Lo entiendo.
—Ya no podrás acostarte sin miedo a que te ataquen.
—No me importa.
Sorprendida por su determinación, la Nada se paró y alzó su varita.
—En ese caso, abeja serás.
En un abrir y cerrar de ojos, unos polvos y brillos rodearon al Hipopótamo mientras se volvía una abeja. Revoloteando, agradeció a la Nada y fue al panal.
—Que cosa tan curiosa...—Despidiéndose de su amigo con la mano—. Justo hace un rato, una abeja me pidió que la convirtiera en una hipopótamo.
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